Viaje a un internado

Una chica es enviada a un internado por sus padres para curar sus ansias de sexo.

  • Son cosas de la edad.

  • No son cosas de la edad. Esta hija tuya tiene que entrar en un internado pues su comportamiento no es nada normal. Es antisocial.

Una y otra vez Mari le daba vueltas a la cabeza a esa conversación que tuvieron sus padres después de sorprenderla chupándole la verga a su vecino de al lado en el ascensor. Esta vez era distinto pues se disponía a salir su vuelo hacia Suiza para ingresar en un internado estricto para adecuar su actitud ante el sexo que, a sus 19 años recién cumplidos no era nada normal.

Mari era una chica que había desarrollado un cuerpazo sensacional, con unos pechos turgentes de la talla cien, naturales, duros y firmes. Tenia unos labios muy carnosos y una boquilla que solo parecía pequeña al tenerla cerrada, pues al abrirla le podía entrar todo tipo de cosas inimaginables. Pero lo que realmente llamaba la atención eran sus ojazos color verde aceituna, su trasero respingón y su ondulada melena rubia que le caía hasta mitad de la espalda. En conjunto un bombón andante que provocaba accidentes de tráfico por donde iba debido a la distracción de los conductores al verla pasar con esas ropas tan cortas y ajustadas que normalmente llevaba.

Al fin despego el avión dirección Suiza y ella se puso sus cascos para escuchar la película que echaban durante el vuelo.

A los quince minutos cerró los ojos y durmió pensando en Agustín, su vecino de 27 cm. de cipote. Recordaba como se encontraron en el ascensor:

"Me metí en el ascensor lo mas cerca de Agustín que podía intentando ponerle caliente pues yo estaba ardiendo y con un top blanquillo sin sujetador y mis mayas cortas que marcaban todas mis curvas no me costo ni diez segundos. Mirando al techo de repente se paro el ascensor. Era Agustín que le había dado al Stop y momentos después le tenia besándome vivamente mis labios carnosos y metiendo una mano entre mis ingles y la otra por encima de mi top a lo cual mis pezones respondieron poniéndose muy duros, casi explotando y queriéndose salir del top. Yo al pegarme a el notaba como su entrepierna crecía mas y más y se endurecía hasta parecer un ladrillo.

De un tirón me arranco el top a lo cual yo no me queje pues estaba totalmente entregada y desde hacia mucho tiempo me quería tirar a este vecino imponente. Pero mi sorpresa vendría después. Me magreaba las tetas mientras nos acostábamos en el suelo del ascensor yo bajé las manos y las metí dentro de sus bermudas y note un enorme palo, que era más grande de lo que yo había imaginado.

Me deslicé hacia abajo, le baje los bermudas y dio en la cara un cipote de magnificas dimensiones a lo que yo respondí agarrándola y empezando a lamerla, mientras con mi mano libre le manoseaba los huevos. A Agustín debía de gustarle pues estaba soltando suspiros ahogados de placer. Y llego el momento de metermela en la boca y con la calentura que tenia, me la metí poco a poco, con dificultad, pero puedo decir que me entro hasta los huevos. Me la deje un momento agarrada con mis labios y poco después empece a subir y bajar mi boca a lo largo de ese falo envenado hasta el punto que parecía que iba a estallar.

El mientras se retorcía en el suelo hasta dar con mi culo que estaba en pompa y me bajo las mayas que llevaba. Me aparto el tanga y me empezó a acariciar mi raja que ya chorreaba con ese olor a celoque me daba cuando me estaba derritiendo. Con una maestría tremenda, me separo mis labios vaginales y empezó a juguetear con mi clitoris. Estaba temblando de placer. Después se fue buscando la entrada y me metió poco a poco un dedo, después dos, hasta que me metió cuatro dedos dentro de mi dilatado coño.

Mientras nos entregábamos al placer no nos dimos cuenta que empezaba a moverse el ascensor y al abrirse la puerta me encontré a mis padres que se quedaron blancos ante el panorama."

No sabia cuanto tiempo había dormido, pero cuando desperté note unas ganas irrefrenables de ir al servicio y masturbarme pues estaba ardiendo y tenia que calmar ese fuego que raramente estaba calmado.

Así que le pedí permiso al hombre que tenia al lado, un ejecutivo de unos treinta años que empezaba a tener el pelo canoso lo cual le hacia más interesante. Salí de la fila de asientos y me trasladé por el pasillo

en dirección al cuarto de baño de cola mientras contoneaba mi trasero para ir provocando, que me encantaba. Sabia que con tan solo 19 añitos era una putita de campeonato y me encantaba serlo.

Por suerte el cuarto de baño estaba libre, así que me metí y cerré la puerta. Enseguida me dispuse a masajear mi cuerpo mientras con una mano iba bajando hasta acariciarme mi coño por encima de la tela del suave vestido y del tanguita. Fui bajando poco a poco hasta que me metí la mano por debajo del vestido y al tocarme el tanga lo note muy húmedo. Todo el cuarto de baño desprendía mi olor de gata en celo.

Estaba fuera de mi. Me baje el tanga y me sente en el water con la tapa abierta para poder maniobrar mejor. Con la cabeza apoyada en el labavo, con una mano me apretaba mis firmes senos y con la otra me acariciaba mi coño, llegando a mi clitoris y estallando de placer. Soltaba gemidos sin parar pues me estaba metiendo dos dedos en mi vagina que estaba muy dilatada y el pulgar encontro la entrada de mi culo y me lo meti sin compason, como a mi me gusta, de un solo estoque sin aclimatarlo, pues el dolor que suponia ese taladro en mi culo, sea dedos, consolador o tantas pollas que lo habian probado, me ofrecia un orgasmo casi de inmediato por el placer que lo acompañaba.

-Oiga, ¿hay alguien? Preguntaron desde fuera del aseo.

-Salgo enseguida, le respondi.

Me recompuse como pude y me acerque a abrir.

Al abrir, cual fue mi sorpresa al encontrarme al compañero de asiento que con sigilo me empujo hacia el interior del pequeño habitáculo. Yo estaba tan caliente que accedí y nos enzarzamos en un manoseo mutuo por todas las partes de nuestro cuerpo. Sin apenas tiempo se quito su chaqueta y su corbata mientras yo le quitaba el cinturón y le desabrochaba el pantalón.

El me manoseaba por todo mi cuerpo hasta que bajo las manos y sin casi darme cuenta me saco el vestido por la cabeza, a lo cual mis tetas respondieron pegando un bote tremendo al desprenderse de su prisión, pues no llevaba sujetador.

Enseguida se bajo los pantalones, me puso de cara al water y tras colocar su grueso cipote tras de mi , me pego un empujo y me lo hundio hasta los huevos en mi humedo coñoy con las manos mientras me estrujaba las tetas sin cesar, que parecía que se las quería llevar de recuerdo. Embestida tras embestida yo gozaba de una forma total hasta que me agarro de los hombros, pego la embestida final y tras veinte minutos bombeando se corrió llenándome de leche que parecía que me iba a salir por la boca. A la misma vez yo tuve un orgasmo feroz que me dejo temblando las piernas de placer.

Después de ese gran polvo me di la vuelta y baje hasta ponerme de rodillas con su pollón delante de mi boquita de piñón. Y empece a masajearle los huevos hasta que su cilindro de carne volvió al estado que mas me gustaba, cosa que no tardo mucho y besándole la verga y mordisqueando su glande me pase cinco minutos hasta que el extraño compañero de viaje me engancho por los pelos y me coloco la polla de un empujón dentro de mi boca a lo que yo respondí mamándosela con gran maestría, pues aunque solo tenia 19 añitos, ya me había comido casi todas las vergas de mis compañeros de primero de carrera. Arriba y abajo, abajo y arriba, apretando con mis labios y jugueteando con mi lengua termino por venirse en mi boca cosa que no desaproveche yo ya que me lo trague de todas todas relamiendole después la polla.

  • ¿Te gusta la guerra? Yo te voy a dar guerra.

Y sento en la taza del water y con sus fuertes brazos me levanto casi en peso y me puso encima de su cipote y cuando encontro una minima entrada, se ensartó como una lanza afilada en un melón maduro, dentro de mi ojete. Me dolió muchísimo, pero eso hizo que me corriera nada mas metermela de golpe. Era un placer un poco sufrido pero notar como se me partían las entrañas en dos me daba un placer bestial.

Tras vestirnos y volver a nuestros asientos el comandante encendió la megafonía y nos dijo que nos abrocháramos los cinturones que íbamos a empezar el descenso al aeropuerto.

Nos presentamos mi salvaje montador y yo.

  • Me llamo Mari ¿y tu?, le pregunte mirando fijamente a sus ojos y retocandome sensualmente mi rubia melena.

  • Yo me llamo Alfredo ¿A qué vas a Suiza?

  • Al internado Bookworm que me mandan mis padres por comportamiento antisocial o eso es lo que dicen.

  • Pues como tus padres se refieran a "este comportamiento antisocial", me parece que va a ser una estancia agradable. Soy profesor de gimnasia del internado Bookworm.

(Continuara)