Viaje a Pucela

Cómo la visita a casa de un buen amigo, se convierte en unas noches de pasión con su hermana.

Todo comenzaría con unas pocas palabras en la pantalla del ordenador. Palabras de ánimo, sinceras y con un pequeño toque de atención.

Sin yo quererlo estaba pensando en sus labios, moviéndose al leer en silencio mis historias, sentada en la cama en su habitación con la puerta cerrada. Imaginando todo aquello que de mi mente o mis recuerdos había salido. La sentí aquí a mi lado, leyendo incrédula estas palabras y yo recorriendo su cuerpo con la mirada, sintiendo su olor, su piel rozando el aire que ambos compartíamos. Pensé que así estaría, tumbada en su cama o tal vez frente al ordenador, reviviendo cada caricia, cada gemido, cada beso como suyo, cada mordisco en su cuerpo y la piel se tensa al sentir el contacto de unos labios. Y los dedos tocaban su ser, húmedos como yo imaginaba.

Tuve que ir a Pucela, y les comenté un día por el messenger a mis amigos si podría quedar a dormir una noche en casa de alguno de ellos.

Yo es que ese día no puedo- dijo David.

Bueno tranquilo- respondí.

Si quieres Jony, en mi casa tendré sitio, mis padres están de viaje y mi hermano estará también fuera- comentó sonriente Miguel- así nos viciamos al Fifa.

Ah!!! Eso sería genial- le dije.

Me despedí de ellos hasta pocos días después que les vería.

Llegué a Valladolid ya algo tarde, no estoy acostumbrado a separarme de mi mujer y de mi hija, aún me cuesta. Fui directo a casa de Miguel y llamé al timbre.

¿Si? - se escuchó la voz de mi amigo.

Miguel soy yo – respondí.

Ah! Venga sube.

Al llegar arriba me esperaba en la puerta, nos saludamos y entramos dentro.

Deja la cosas en esa habitación – dijo señalando a una con la puerta abierta – como no está mi hermano si eso duermes en la suya, que conmigo no te dejo, jejeje – reímos.

Como ya era algo tarde y estaba oscureciendo comenzamos a preparar algo para cenar, poca cosa unos pinchines y poco más.

Al sentarnos en la mesa se escuchó la puerta de la entrada, y como me vió la cara de extrañado, dijo:

Será mi hermana.

Pero bueno no esperáis para cenar – dijo ella al entrar en la cocina – hola cuanto tiempo Jony – me saludó dándome dos besos.

Pues sí, ya ves por aquí ando . la dije - ¿y tu qué tal Vicky?

Como siempre, ya ves que no paro ¿y la niña, qué tal, ya estará muy grande, no?

Muy bien, sí ya está hecha una moza, a ver si un día la ves.

A ver, a ver,…- dijo ella – voy a ponerme cómoda y vengo.

Seguimos Miguel y yo cenado, y cuando ya casi habíamos terminado entró de nuevo su hermana. Nos quedamos los dos algo sorprendidos porque llevaba puesto un pijama corto, tipo picardías, blanco y dejando entre ver más de lo que acostumbraba ella. Se sentó enfrente de mi, sin dar importancia a nuestras miradas comenzó a picotear cosas de la mesa. Sus senos comenzaron a oscilar a los lados detrás del pijama, marcándose sus pezones por el roce y supongo que al sentirse observada. Miguel se levantó, algo malhumorado, a recoger las cosas de la mesa, yo estaba tan embobado que tiré una patata que estaba a punto de comer al suelo. Al agacharme a recogerla involuntariamente miré hacia donde estaba Vicky. Tenía las piernas completamente abiertas y el fino pantaloncito pegado a la vagina, transparentando completamente los pelos negros y rizados, y una fina marca de flujo indicándome el camino a seguir. Me excité de tal forma que casi me caigo de la silla.

¿Qué pasó Jony?- me preguntó mi amigo.

Nada. Nada que se me calló esta patata- respondí entrecortado.

Jolin, es que tienes la cara pálida.

No es nada, estoy bien tranquilo, tengo un poco la tensión baja nada más- dije mirando de reojo a su hermana y tratando de disimular la erección.

Bueno, ¿te hace un Fifa?

Venga que te voy a machacar- le dije aliviado al cambiar de tema, mientras nos dirigíamos a su habitación.

Estuvimos jugando un buen rato, y cada poco se me venía la imagen de la cocina a la mente, a lo que Miguel me marcaba Goool. Sentí como Vicky cerraba la puerta de su habitación tras salir del baño.

Cuando había ya pasado otra hora más- Bueno yo creo que me voy a dormir que mañana hay que madrugar- dije.

Venga pues nada que como nos pongamos no lo dejamos hasta mañana.

Ya te digo, pues entonces mañana nos vemos, venga buenas noches- me despedí.

Hasta mañana.

Entré en el baño a mear, y al darme la vuelta tras cerrar la puerta ví el pantaloncito de Vicky en el bidé. Parecía tirado sin ninguna intención, pero ¿cómo iba a tener ese descuido?, me cercioré de que la puerta estuviera completamente cerrada y acercándome al bidé con el corazón a 1000, lo cogí sintiendo el suave rozo de su tela en la mano. Al extenderlo pude ver una ligera marca en la costuro, sintiendo segundos después el olor que de ella emanada. La prende el general olió tal como huele la casa de Miguel al entrar, un olor muy característico de él y también de su hermana, pero lo que se sentía en el aire en ese momento era mucho más intenso, un olor húmedo, un olor que hizo sufrir a mis pantalones aguantando la presión que sobre ellos ejercía mi pene. Sentía el embriagador sabor que esa marca vertical dejaba escapar. Me acerqué la braguita a la cara y aspiré profundamente, disfrutando de cómo el olor de la vagina de Vicky recorría todo mi cuerpo. No pude contener la excitación y froté el pantaloncito sobre mi cara, impregnando mis mejillas del regalo que una chica me había hecho esa noche, ¿o no? ¿tal vez fuera un descuido en realidad?, podría serlo, pero en ese momento mis pensamientos los diría un cerebro que está unos centímetros por debajo del ombligo. De repente escuché un ruido, me asusté pero no quería despojarme de mi pequeño tesoro y me lo guardé dentro del pantalón.

Al salir fuera, no había nadie. La habitación de Miguel, al fondo, tenía la puerta cerrada, la de su hermano, no, lo cual me extrañó ya que juraría que antes estaba cerrada. Seguí pensando con la bragueta y me dirigí tembloroso hacía la habitación de Vicky. Con mucho cuidado comencé a entornar la puerta…de repente chasqueó la madera y mi corazón casi se sale del pecho. Ningún ruido más, sabía que lo más fácil es que me pillaran, pero el sentir su prenda tocar mi piel y ese olor que aún vivía en mi, no pude detenerme.

La habitación era mi acogedora, cerca de la ventana se veía su cama, y aunque la luz que entraba era muy tenue, mis ojos ya estaban muy acostumbrados a la oscuridad y podía reconocer la figura de Vicky encima de la cama destapada. Me acerqué aún más y saqué el pantaloncito de mi "escondite", al hacerlo se soltó el botón de mi pantalón, dejando así mi pene al descubierto. Miré hacia Vicky, estaba tumbada boca arriba, con las piernas semiflexionadas y solo con la parte de arriba del pijama, con los pelitos del coñito al aire, de la impresión se me calló el pantaloncito porque aunque no se veía perfectamente la escena, desde donde estaba podía notar el flujo de olor vaginal que salía de entre sus piernas, mucho más fresco e intenso ahora. Estaba a un solo metro de ella, de pies con mi verga completamente fuera del pantalón y loco por sentir esos labios entre los mios, entonces Vicky se giró a la vez que soltaba un pequeño gemido y yo me asusté. Dudé de todo, de que no siempre se pusiera el pijama, de que dejara habitualmente su ropa en el baño, de que durmiera semidesnuda y más aún dudé al verme delante de ella sin saber cómo reaccionaría. Sin pensarlo me di la vuelta, con mucho cuidado salí de su habitación y volví a arrimar la puerta de nuevo. Entré en la habitación contigua y sin dejar de pensar en ella a mi lado, besándome, tocándome, rozando sus senos en mi pecho, eyaculé con tanta fuerza que manché la camisa que llevaba puesta.

A la mañana siguiente no vi a Vicky hasta la hora de comer ya que anduve muy liado de un lado a otro, lo que me ayudó a despejarme un poco la cabeza, aunque no pude quitarme el temor de que se diera cuenta de que su pantaloncito estaba tirado en el suelo de la habitación y no por ella.

Cuando llegué a casa de Miguel la mesa ya estaba puesta, él andaba en la cocina. Dejé los papeles que traía en la habitación y me fui a lavarme las manos.

¡Hola Jony!- dijo Vicky en la puerta del baño.

Ah! Hola ¿qué tal?- al mirarla me quedé sorprendido porque volvía a llevar el pantaloncito, osea que no estaba sucio, pensé.

Nada por que ando acalorada- y así era, el día estaba siendo especialmente caluroso- pero bien pasé buena noche, ¿y tu? Os sentí acostaros.

Eeeehh… yo bien, por la noche bien bien- traté de cambiar de tema, pero sí hace mucho calor, que pena no haber traído pantalón corto.

Ya, yo hombre te dejaría este, pero creo que no te vale- tiró ligeramente del pantaloncito mientras se sonreía y se la marcó todita la rajita- además está ya muy sobao.

Me estaba poniendo cachondísimo, me moría de ganas de tirarme entre sus piernas y comerla hasta el último rincón y no pude enmudecer mis labios- bueno eso no sería problema, más bien todo lo contrarío y si me queda tan bien como a ti, bufff estaré irresistible.

Je, je, je- rió algo sorprendida por mi respuesta y enormemente alagada a la vez.

Bueno ¿comemos?- la dije saliendo del baño a la vez que la daba una palmadina en el trasero.

¡Oye, pero bueno!- dijo entre risas.

La comida fue muy tranquila, evitaba mirarla para que Miguel no notase nada raro y tras el postre tomamos el café en el salón.

Tengo que acercar a Vicky al centro y luego ir por la facultad un momento, ¿tu vas a a hacer algo o te quedas?- me preguntó Miguel.

Hombre pues sino vas a tardar mucho casi mejor me quedo, así termino de rellenar los papeles y dejo ya todo listo.

Vale, perfecto, sí no creo que tarde nada.

Cuando se fueron me puse con lo mio. Al rato ya tenía todo listo, en la tele la misma basura de siempre y entonces tuve una idea. Fui a la habitación de Vicky y como imaginaba el ordenador estaba encendido descargando cosas. Conecté el Messenger e inicié una video llamada, apagué la pantalla y volví al salón.

Al poco tiempo unas llaves abrieron la puerta de la calle.

Holaaaa- dije.

Hola- se escuchó la voz de Vicky- anda ¿no ha vuelto Miguel?

Que va!!!

Uhy pues seguro que al final le han liado más de lo que el creía.

Je, je, je ya sabes es lo que hay.

Bueno voy a cambiarme y ponerme cómoda- dijo guiñándome el ojo.

Me levanté sin hacer ruido, la puerta de su habitación estaba abierta, y al asomarse tuve una imagen fugaz de su cuerpo de espaldas desnudo, con su culo redondo y torneado al aire, la cual fue borrada por un camisón blanco también semitransparente.

¡Jony!- me llamó.

¿Sí?- me acerqué como si nada.

¿Qué, te pruebas mi pijama?- dijo entre risas, mostrando el pantaloncito aún con una ligera marca vertical en el centro.

Bueno, pero igual te lo rompo- me acerqué cogí el pequeño pantalón y lo estiré como de prueba, sentí de nuevo el aterciopelado olor, entonces Vicky sopló hacia mi.

¿Ahora mejor?

¿Qué?

Que si lo sientes mejor- dijo tocándose el coño por encima del camisón con la mano derecha.

Sentí a mi pene pidiendo paso en mis pantalones, y sin pensarlo me quité la camisa dejando al desnudo mi torso. Ella al principio parecía contrariada, cogí su mano derecha y comencé a besarla, pasando la punta de mi lengua por sus dedos.

Aquí se nota mejor- la susurré.

Conduje su mano por mis pechos, el ver sus labios semiabiertos, su boca húmeda, sus pechos duros bajo la fina tela. Acerqué su cuerpo al mio y comenzamos a besarnos, la mordía los labios al mismo tiempo que mis manos recorrían sus tetas, mientras ella desesperada soltaban los botones de mi pantalón, el último y calló. La sentía lamerme el cuello, mis pezones, descender por mi vientre hasta llegar a mi falo. Me quitó de un tirón los bóxer y tomando mi polla con sus manos comenzó a besarla en la punta, a recorrerla con su lengua y cuando mi cuerpo no deseaba otra cosa se la introdujo en la boca, pude sentir cómo rozaban sus labios en los laterales de mi polla, cómo chorreaba por ella su saliva, dentro de su boca mi polla temblaba de placer. Desde arriba podía ver sus tetas en cada chupada y sentir el sabor de su coño, lo necesitaba. Me aparté poco a poco y la recosté en su cama, abrió las piernas y al fin lo tuve delante, el chocho con el que tanto había soñado. Al rozar mi lengua se estremeció, lo cual no hizo más que desenfrenar mi voraz apetito, lamí, sorbí, penetré y hasta veneré su entre pierna al sentir que se corría con mis manos agarrando sus muslos y mis labios unidos a los "suyos".

Mmmmm!! Que rico- la dije.

Métemela ya, por favor, necesito sentirte dentro de mi ya- gimió.

Me recosté encima suyo, y mientras la besaba los pechos, rozaba mi polla con la entrada de su vagina, estaba chorreando, parte de los flujos se deslizaban por mi boca, pero esa cueva de dejaba de emanar. Entonces la penetré con mi polla hasta las profundidades, en la primera embestida pude sentir la presión de las paredes de su vagina sobre mi, luego todo fue frenesí. Al cambiar de postura situándome yo debajo, pude sujetarla mejor del culo al metérsela, en una de las sacudidas Vicky volvió a correrse, yo al sentirla estremecerse de nuevo, contrayendo todo su cuerpo sobre mi, traté de contener la eyaculación, pero el verla encima mio, desnuda, sudando, con las tetas colgando hacia los lados y sintiendo sus glúteos entre mis manos, no pude más y me corrí dentro de su coño. Los dos cuerpos desnudos, sudorosos, unidos y felices.

Te has corrido dentro- susurró.

Ya.

Pero no te habías puesto preservativo ¿no?

No.

La hemos hecho buena entonces- suspiró.

Pues, o pastillas o esperar que no seas mamá, ¿no?

¡Ostras!, y estas tan tranquila ¿y si me quedo?, tu mujer se puede enterar.

Me levanté de la cama, aún semiempalmado, encendí la pantalla y apareció la imagen de conversación de Messenger. En una esquina una chica rubia, desnuda, abierta de piernas y muy sonriente nos saludaba con la mano.

Pero si es

Ella no quería perdérselo, y ¿cómo iba a negarla yo el capricho?, y por la corrida tranquila que estoy operado.

Sonó el Messenger – la próxima vez los tres, ehhh!!!- se escuchó decir por los altavoces.

Bueno pues ya sabes ahora te queda un viajecito a León, y pasar una buena tarde en nuestras manos- la dije mientras me vestía.