Viaje a ninguna parte

Periodista víctima de un complot por incauto. El polvo estuvo bien, pero el precio ha sido demasiado alto.

Viaje a ninguna parte

Diez de la mañana. En la calle hay más tráfico que de costumbre. Llamo a un taxi alzando la mano. Me acomodo en el asiento posterior, conduce una mujer, esbelta, rubia, lánguida. Le digo que me lleve a Regent Street 118, en quince minutos aproximadamente estaré allí.

Miro a la gente que no sabe a donde va, ni de donde viene. Yo tampoco sé muy bien porque voy a Regent Street 118. Alguien que no conozco me ha llamado por teléfono, diciéndome que si quería saber que relación hay entre el ministro de interior y una compañía de armas que trabaja en el sur del país, que acudiera a esa dirección antes de una hora. Soy periodista, en mi profesión se vive de la curiosidad.

Esta mujer que conduce tiene unas hermosas piernas, me recuerda a Amanda. Cuantas noches jugué a descubrir la sensibilidad del sexo de Amanda con mis manos y mi boca, la había conocido por internet, una noche en un chat, y al día siguiente quedamos en mi casa, se presentó, me dijo que si podía servirle un whisky, y cuando regresé con la copa en la mano estaba desnuda con las piernas abiertas y una espléndida sonrisa. Aquel día comenzamos a disfrutar, la historia duró tres meses, luego se fue y no he vuelto a verla.

Cuando la conductora acelera su falda se desliza discretamente por el muslo derecho. Me ha mirado por el retrovisor y ha sonreído, le he devuelto la sonrisa. Parece simpática, creo que podríamos tener una aventura; el día se está poniendo gris, el cielo está plomizo, lloverá seguramente.

Estoy pensando que podría decirle que me esperara mientras tengo la entrevista con el desconocido, no creo que sea demasiado tiempo. Se lo digo, dice que no hay problema, y ya hemos llegado. Desciendo del coche, le sonrío y me devuelve la sonrisa. Creo que hoy nos lo vamos a pasar bien juntos.

Llamo al timbre del segundo piso, es una casa antigua pero bien conservada, nadie contesta en el micro, pero me abren la puerta. Subo por las escaleras, llamo a la puerta, un hombre me abre, y me dice que si he traído el dinero, le digo que no había dicho nada de dinero, no llevo efectivo pero tengo siempre un cheque dispuesto para firmar, me dice que lo extienda al portador, la cantidad son mil dólares.

Entonces el interlocutor se aleja y me da un sobre, lo abro, hay fotografías del ministro hablando con un directivo de la empresa armamentística que he visto en alguna revista, también algunas facturas comprometedoras. Le doy las gracias y me voy.

Cuando bajo, mi chica está fumando sentada al volante. En esta ocasión me aposento a su lado, ella me dice que a donde vamos, le digo que a donde ella quiera, tengo el día libre, sonríe, y arranca bruscamente. Vamos hacia la costa, me dice que se llama Nancy, le digo mi nombre. Me ha rozado con el cambio de marchas. La he mirado y ha vuelto a sonreír. Ha apagado el taxímetro. Le digo que le pagaré el viaje, ella pone su mano sobre mi pierna, creo que está caliente, porque la va deslizando despacio hasta mi paquete, y mi polla ha empezado a reaccionar, me sigue acariciando y cambiando de marchas.

Con una habilidad precisa va descendiendo la cremallera de mi bragueta, hasta sacármela, estoy alucinado, menuda puta está hecha. Comienza a deslizar sus dedos alrededor del glande y el surco, juega y ríe. No dice nada, de pronto se para.

Salta sobre mí, se abre de piernas, me coge la polla se la mete dentro y comienza a moverse como una posesa, joder que polvo me está echando esta tía. Pasa un coche lentamente y nos ve follando, pero continúa su camino. La tía sigue follando como una virgen en su primer encuentro, que fiera me ha salido con la Nancy. En un momento, mientras grita, distingo el coche que ha pasado que regresa, se detiene al otro lado de la carretera. Advierto a Nancy, pero a ella no le importa.

Dos tíos se bajan del coche, uno va armado, joder, le ha pegado un tiro a la chica, y ahora me apunta a mí, hostia, pero que hace, joder, joder me ha disparado, se van. Escribo en el sobre, como puedo, la dirección del periódico y la matrícula del coche de estos cabrones. Me estoy desmayando, que dolor siento, me voy a desangrar.

Amanecí en un hospital y tenía un policía al lado, me ha leído mis derechos. Sobre la mesa está el diario en el que escribo, pero joder que es lo que dice el titular: "El famoso columnista Ken Asthon acusado del asesinato de una taxista". Le pido al policía el diario, dicen que han encontrado el arma homicida en el coche con mis huellas, y un montón de tonterías. No trae absolutamente nada del ministro. No entiendo nada.