Viaje a Mazatlán (3)
Continúan mis emociones en el último día de un loco fin de semana.
VIAJE A MAZATLÁN 3
Como a las 8 de la mañana del domingo me despertaron unos toques leves en mi puerta, ¿ya vienen a arreglar el cuarto?, abrí la puerta y, grata sorpresa, era mi mujer.
Hola amor, ¿dormiste bien?, me dijo mientras entraba al cuarto y yo recorría su figura, su caminar, la manera cómo comenzó a quitarse la blusa.
Si, a ti no te pregunto porque se que no has de haber dormido.
Dejó su torso desnudo, con su minifalda y sus zapatillas puestas, y se encaminó hacia mí, con una sonrisa coqueta, dulce y de complicidad.
Pues si dormí, y dormí en sus brazos, de hecho nos levantamos temprano a bañarnos y coger recién bañaditos. ¿Te excita eso?, me dijo mientras apretaba mi verga.
Sí, bien sabes que me excita mucho. Ayer en la noche los observé en el jardín y en el estacionamiento
Sí lo sé - me dijo - mientras me besaba dulcemente y me susurraba al oído - te ví adentro del carro cuando íbamos llegando; te agachaste pero dejaste tu mano izquierda sobre el volante, pero eso si, ¡ con tamaño cigarrote encendido como un faro en una noche negra¡.
Me sonreí, que absurdo que mi mujer me hubiese descubierto por ese error tan infantil.
Quiero pedirte un favor, me dijo mientras escogía algo de ropa de un cajón.
Dime, contesté de inmediato sin dejar de mirarla (y admirarla)
No se como lo vayas a tomar, pero quiero cambiarme para irme a desayunar con él a su cuarto, le dije que vendría a cambiarme y me regresaría.
Ya lo decidiste, ¿para que me pides el favor? dije con un ademán que pretendía ser un reproche
No quiero que te molestes
Claro que no, - me apuré a contestar, mientras la jalaba, abrazándola fuertemente - Esto que está pasando sabes que me encanta, que me excita demasiado. Te puedes ir, pero con una condición.
¿qué quieres que me ponga? Dilo
La mini azul y el chicherito azul tipo jeans, ese que hace juego con un "short". Ahh¡¡¡ y las zapatillas azules
Estás loco, como te gusta verme vestida como una putita. Entiéndelo, ya no soy una chica
Y después de lo que ví ayer, ¿qué no lo eres?. Además, ¿qué no estamos en la playa?, aquí todo se vale.
Está bien,
A las 9:15 ya estaba muy sexi; lista para salir. Me dio un beso y me dijo que nos veíamos a las 12 para arreglar el equipaje. La detuve en el umbral de la puerta y mientras la besaba dulcemente en los labios y le acariciaba su espalda, le pregunté:
¿Te quedan fuerzas para seguir haciéndolo?
Yo creo que si amor. Me soltó, empezó a caminar y al poco volteó a decirme coquetamente - después de que agarremos fuerza con el desayuno.
Ten cuidado no se vayan a congestionar, rápidamente le contesté
Volteó a mandarme un beso y siguió su caminar mientras yo veía lo rico que le quedaba la falda mostrando sus hermosas piernas.
Me dirigí a desayunar en la terraza, junto al mar y me invadían sentimientos encontrados de todo esto que estaba pasando; por un lado las vivencias se me hacían tan excitantes. Era una manera diferente de gozar a mi mujer. Saberla en otros brazos me hacía desearla más, de esperar su llegada. No había celos, solo amor. Estaba consciente de lo que podría hacer, o estaba haciendo. Por otro lado, la duda, el cómo estos nuevos amantes vivirían su experiencia; el deseo de que todo fuese sexo, de que no se enamoraran, de que no pusiesen en juego su familia ni sus sentimientos.
El calor agobiante me sacó de mis pensamientos, ya había terminado mi desayuno y ni siquiera recordaba su sabor. Todo lo que me sirvieron en los platos había desaparecido; cargué la cuenta a mi habitación y al levantarme pude observar que en uno de los balcones del segundo piso había un rostro que se me hacía familiar. Era ella, mi linda esposa. La observé por un rato; se veía bien, alegre y sobre todo, a gusto, sin preocupaciones, gozando su momento, disfrutando de todo.
Me sonreí, me dio gusto verla así. A fin de cuentas yo había querido que esto pasara y ahí estaba frente a mi. Cumpliendo mi fantasía. Vi la hora, las 11:00 hrs, sin duda ya habían terminado, quedó de regresar a las 12:00, yo creo que cuando terminen su desayuno.
Regresamos a muestra ciudad. Ella fue durmiendo durante el camino y yo contemplándola, sabiendo que este fin de semana había nacido una nueva pareja de amantes, pero sin clandestinaje, sin mentiras; con un marido complaciente que le da permiso a su esposa de hacer el amor con su jefe, siempre y cuando le platique lo que hace.
Lobo cornudo