Viaje a la playa (2)

El primer día en la playa con mi novio, su primo y su amigo. cuidado con ese helado!.

Tras llegar a la casa, deshicimos las maletas y vimos que había dos cuartos, en uno había una cama de matrimonio y en el otro había dos camas individuales. Yo imaginaba que dormiríamos Jose y yo en la cama de matrimonio, y que Rober y Fran dormirían en la otra cama. Sin embargo me equivoqué, porque Fran dijo que él iba a dormir todos los días en la de matrimonio, y que el resto nos iríamos rotando en las otras dos camas y el hueco que quedaba en la suya. De esta manera, el muy cabrón se aseguraba acostarse conmigo un par de noches. Se ve que se había quedado con ganas de más.

Con el buen rollo que teníamos, mi novio tampoco se quejó demasiado, y sólo decía que él quería dormir conmigo todos los días. Fran y Rober también dijeron que querían dormir alguna noche con una chica tan guapa. Y como lo dijeron en plan de broma, Jose no dijo nada.

La verdad es que mi novio siempre ha sido bastante confiado conmigo, nada celoso, y menos aun si los otros chicos eran su amigo y su primo. De hecho con su primo era con el que menos celos tenía, a veces me tocaba el culo delante de Jose y él se lo tomaba a broma. Y siempre estaba con coñas en plan: que buena estás, Susana. O… Vaya novia más cachonda tienes, primo.

Como todavía eran las siete, y era de día, decidimos ir a dar un baño a la playa. Yo me pues un bikini rojo de esos pequeñitos que me gustan tanto, y los chicos, sin ningún pudor en cuanto a mí, se pusieron unas bermudas, y unas camisetas. Salimos a la playa, y nos tumbamos en la arena con las toallas. Jose dijo que quería ir a bañarse rápidamente, y yo quería tomar el sol. Los otros dos también decidieron irse al agua. Y me dejaron a mi solita en la toalla, observando el espectáculo de los tres luchando entre ellos, lanzándose arena mojada, y ahogándose entre ellos. Con la luz del sol y el agua en sus cuerpos parecían modelos musculosos. Eran tres tíos buenazos, y parecía que luchaban para que yo les viera.

Cuando se cansaron fueron viniendo de uno en uno. Primero Rober, luego mi novio, y por último Fran. Cuando ellos salieron, yo entré. El agua estaba gélida. Así que tras estar un ratito, salí corriendo con mis muchachos, que se quedaron mirando mis pezones endurecidos. Pregunté quién quería meterse conmigo al agua. Y los tres hicieron un ademán de levantarse. De modo que se metieron los tres. Dentro del agua, hacíamos todo tipo de juegos, pero el denominador común era meterme mano debajo del agua. O les pedía que me lanzaran alto y luego me recogieran. Cada vez que lo hacían me estremecía notando sus torsos fuertes abrazándome, o sus paquetes rozando mi culito. Se estaban poniendo bastante cachondos con los juegos, o al menos eso decían sus tiesas vergas que se notaban bajo la tela del bañador. De vez en cuando conseguía rozar alguna con la mano, y cogerla directamente. Comprobé que mi novio la tenía bastante más pequeña que los otros dos, aunque el que se llevaba la palma era Fran, que la tení bastante gorda. Y eso que dicen que con el agua fría se les pone chiquitita.

Tras el caliente baño, nos salimos a las toallas, habían dejado un tiempo de descanso para que sus pollas se calmaran. Aun así se les notaban perfectamente con el bañador mojado y pegado. Especialmente la del primo de Jose, se la notaba con el capullo gordo y prominente. Aunque ya no estuviesen duras, estaban bastante hinchadas por el calentón.

Nos secamos con las toallas, y nos fuimos a cenar unas frituras que hacían en un bar de la costa. En primera línea de playa. Con el calor que hacía, en la comida jugábamos a tirarnos agua por encima. Quedando yo con el vestido completamente mojado y pegado al cuerpo.

Tras la cena nos fuimos a casa, estábamos bastante cansados y decidimos no salir esa noche. Pero sí que nos tomaríamos unas copitas antes de ir a la cama. Para decidir quién dormiría esa noche en la cama de matrimonio con Fran, y quiénes dormirían en las otras dos camas de la otra habitación, organizamos un juego. El que no se bebiera una cerveza de trago, sería el que durmiese con Fran en la cama de matrimonio. El cabrón sabía que a mí la cerveza no me gustaba nada, pero lo que no sabía es que estaba acostumbrada a tragar grandes cantidades de líquidos sin apenas respirar.

A mi me pareció que iba demasiado rápido, y que si me acostaba en la cama con él, aprovecharía para intentar algo. Y yo no estaba por la labor de ser su putita. Ya era la putita de mi novio. Aunque a veces me guste calentar a otros chicos, no significa que me los quiera follar (aunque es cierto que con Fran podía hacer una excepción).

Nos colocamos todos las botellas de tercio de cerveza en la boca. Aunque tengo que reconocer que yo no me la posé en los labios, sino que me la metí unos centímetros dentro de la boca, Fran seguro que ya estaba pensando en que le estaba comiendo la polla. Para asegurarme de que así era me saqué la botella de la boca, cogiéndola con ambas manos y le dije: -cuando quieras…- se lo dije, como un juego de palabras, claro, también se podía pensar que me refería a que diera la señal para comenzar la prueba.

Yo me bebí todo de un trago, a pesar de saberme repugnante, pero era una manera de calentar a ese cerdo de Fran, lo cual me encantaba. Mi novio también se tomo su ración entera, y por último, Rober, el primo de mi novio Jose, se puso a toser a punto de terminársela.

La cara de Fran era un poema al pensar que yo iba a dormir con mi novio y no con él como había imaginado. Consternado se bajó a la calle y subió cargado de botellas de alcohol. Parecía que había cambiado la estrategia y ahora pretendía emborrachar al personal.

Lo cierto es que lo consiguió, y rápidamente estábamos todos bastante borrachos. Ellos estaban con sus chándals y yo me había cambiado, llevaba una minifalda, porque no tenía otro tipo de ropa en mi armario, y una camisa blanca de botones muy ajustada. Decidí no ponerme sujetador para calentar un poquito a mis chicos. Aunque no tengo muchos pechos, son bonitos y redonditos, y con la camisa se veía un poquito de pecho, que se que les iba a gustar.

Yo estaba sentada al lado de Fran, que no paraba de rozarme discretamente, lo cual a mi me estaba poniendo bastante cachonda, sólo de recordar cómo era de grande su miembro viril.

Tras un buen rato mi novio se quedó medio dormido, a causa de las numerosas copas que llevaba encima, quedándome solita con aquellos dos energúmenos que tan buenos estaban, y que tan peligrosamente había estado poniendo calientes durante todo el día.

Mi novio estaba que no se enteraba de nada, y éstos decidieron que jugaríamos un strip poker, a lo que al principio me negué en redondo, pero ellos avisaron a mi novio, que lógicamente sin enterarse de nada, aceptó el reto. Pero se quedó dormido nada más aceptar. Así que así estaba el pastel, mi novio dormido y borracho como una cuba, su primo y su amigo totalmente cachondos, y yo, también bastante húmeda ante la perspectiva de ver tan hermosos cuerpos en su más primitiva naturaleza. La pena es que mi novio estuviese como estaba, porque me habría encantado irme a la cama con él. Necesitaba desahogarme y con estos chicos no pensaba hacerlo, por muy buenos que estuviesen.

A los diez minutos de jugar al strip poker, aun estábamos vestidos, sólo habíamos perdido las zapatillas, así que se aburrieron de la lentitud del juego, y decidieron jugar a la carta más alta.

El que sacara la más alta, le daba una orden al de la carta más baja, y los otros dos concursantes tenían que colaborar o no interferir en la prueba. En caso de que la prueba no se cumpliera se pagaba con una prenda. Mi novio, con el pedo que llevaba encima no tenía mucha pinta de que interfiriese en el juego. De hecho la carta se la teníamos que levantar a él.

Las primeras pruebas eran algo tímidas… hacer el pinopuente, beberse una copa de trago, cosas así. Hasta que a mí me dio por meterles caña. Me apetecía pararles un poco el calentón, así que le dije a Rober que tenía que besarle a Fran en el paquete, por encima del pantalón, claro. Rober se negó en redondo, pero Fran le guiñó un ojo y le obligó casi a hacerlo, algún buen motivo debía de habérsele ocurrido. Lo cierto es que verle cómo le besaba el paquete me daba bastante envidia, quería hacerlo yo… pero claro, teniendo novio eso no podía ser.

En la siguiente jugada Fran fraguó su venganza, me dio la orden de besarle el paquete a Rober. Durante un rato dudé si era mejor besarle el paquete tan hinchado que tenía delante de mi dormido novio, o quitarme una prenda. Por último me decidí a quitarme la prenda. Como solo tenia para elegir la braguitas, la minifalda y la camiseta (no llevaba sujetador) pues me quité las braguitas, que al menos no destapaban nada directamente, y conseguía algo de tiempo.

Me puse de pie, y ellos, con cara de tontos, miraron cómo me iba bajando lentamente las braguitas, sin enseñar casi casi nada… aunque creo que Fran, que estaba algo más cerca pudo ver un poquito de mi chochito depilado. La verdad esque me encantaba la idea de tener tanto poder sobre estos dos pedazo de machos, que con solo ver mis braguitas en el suelo ya daban muestras de estar más cachondos todavía.

En la siguiente prueba mi novio quedó descalificado porque no sólo no pudo cumplir la orden, sino que encima no podía quitarse una prenda. El pobre estaba tan dormido que ni se enteraba. Así que como descalificación, Fran se inventó que tenía que ser expulsado del "terreno de juego" como en el fútbol, así que entre los dos le llevaron a la cama, y luego volvieron al salón conmigo.

Parecía que se estaban saliendo con la suya, porque ya se habían quitado al principal problema.

En las siguientes partidas ellos perdían, y creo que aposta se negaban a hacer las pruebas, porque así se iban desnudando poco a poco. De repente me di cuenta de que ambos se habían quitado las camisetas, enseñándome esos cuerpazos musculosos. Estar entre ambos hombretones a mi disposición, y con mi novio "fuera de juego" me comenzó a calentar bastante más de lo que estaba. Pronto comenzaría el verdadero juego.

En la siguiente ronda perdí yo, y como prueba, Fran, que es bastante cerdo, me miró a los ojos, y dijo: es la hora de comerte uno de esos heladitos que tanto te gustan. Ante tal embestida por su parte tengo que reconocer que me entró algo de miedo, pensé que se me estaba yendo de las manos el juego, pero a la vez me di cuenta de que en el fondo no me importaba, es más, me apetecía bastante comerle la polla allí mismo. Sobretodo después de intuir que tenía un buen pedazo de carne entre sus piernas. Gorda y larga, como a mí me han gustado siempre (y como a toda hija de vecina).

Ellos dos sonreían, y yo me mantenía quieta mirándoles con una mezcla de asombro, de miedo, y de ganas de probar verga de la buena. Mi nerviosismo se acrecentó cuando Fran se levantó de su sitio y se acercó al mío. A cada paso que daba podía ver cómo su pene daba tumbos contra la fina tela del pantalón de chándal. Se le había bajado un poco el tamaño, y por eso no la tenía dura, pero se notaba que estaba bastante calentita. Se puso delante de mí, con su paquete a un palmo de mi cara. Yo me mantuve sentada en mi sitio, quietecita y mirándole hacia arriba. Tuve que abrir mis piernas para que se acercara un poco más. Seguro que Rober, desde su sitio podía ver mi entrepierna ya sin braguitas.

Me di cuenta de que estaba temblando por el nerviosismo. No dejaba de pensar en que entrara mi novio a por otra copa, o a preguntar que estábamos haciendo.

En el momento clave, se dio la vuelta, lentamente, pasando su polla a escasos centímetros de mi cara. Y se fue a la cocina. Rober me miraba fijamente a la entrepierna. Y yo, lo notaba, de hecho no cerré ni un poquito las mismas. Por su cara debía de gustarle ver mi rajita depilada. La minifalda no tapaba mucho en ese ángulo.

Es curioso, porque yo me había depilado para darle una sorpresa a mi novio, y resulta que ahora él estaba dormido en una cama en la misma casa donde su amigo estaba mirándome el coñito, en la misma casa en la que su primo estaba ingeniándoselas para acostarse conmigo.

Al momento apareció de nuevo Fran, y traía un par de botes con crema de helado, a mi me entró la risa floja, de saber que realmente iba a tomar helado y que no se refería a comerle la polla. Parecía que al final se había acobardado.

Le pregunté: de dónde has sacado eso?

Fran dijo: los he comprado antes, junto a la bebida, pero no mires, que no puedes saber de qué sabores son!!!

-ah, no? Y eso porqué?- pregunté extrañada.

-porque la prueba consiste en que debes adivinar los sabores de cada helado, y con los ojos tapados.- dijo con una sonrisa en la boca.

-vale, eso es fácil, me encantan los helados.- respondí.

No se me ocurría qué podía tener de erótico para ellos verme comer helado, si no era un helado de esos con forma fálica, de los que me gusta tomar en las heladerías calentando a los chicos. Así que accedí a la prueba.

Me taparon los ojos con una cinta de pelo que me había llevado yo. No veía nada por delante, pero sí por abajo, y vi cómo se agachaba Fran a recoger mis braguitas. Supongo que el muy cabrón quería olerlas.

Me dijo Fran: -Susanita, cariño, ya puedes probar tu primer heladito. Pero no hace falta que pongas esa cara de ansiosa, que vas a comer todo lo que te apetezca.- yo respondí con una sonrisa.

Abrí la boquita y lentamente noté cómo una pizca de helado cremoso se posaba en mis labios. Comencé a chupar esa delicia fría que se derretía al contacto con mi caliente boca.

Pronto notaba cómo se iba deslizando el helado por mi barbilla y mi cuello. Rober se ofreció a limpiármelo con sus labios. Comenzó a recorrer el flujo del helado por mi cuerpito, poniéndome más cachonda de lo que ya podía estar. Le podía ver por debajo de la tela que tapaba mis ojos.

Yo seguía probando el helado, y la verdad es que no podía descifrar el sabor. Quizá estaba demasiado obsesionada con comerme una buena polla como para apreciar el delicioso manjar que se me ofrecía. Imaginé que ellos estaban ideando que le comía la verga en vez de estar chupando la crema que sostenía con la punta de sus dedos.

Así que para calentarles un poquito decidí abrir bien la boca para meterme los dedos de Fran hasta el fondo de la garganta. Seguro que haciendo eso pensarían que quería comerles la polla (aunque realmente era así). Ya me había olvidado de que mi novio estaba en la casa. Aunque también es cierto de que no me veía capaz de pasar a mayores y ponerle los cuernos.

Sea como fuere, lo cierto es que tomé aire y abrí la boca todo cuando pude y adelanté mi cabeza hacia delante.

Noté cómo la punta de sus dedos tocaban cálidamente mi garganta. Pero justo en ese instante me di cuenta de mi error. Mirando hacia abajo vi que sus pies estaban demasiado adelantados, y con un cálculo rápido llegué a la conclusión de que estando tan cerca de mí, algo debía tener dentro de mi boquita que no era su mano.

El acto reflejo de notar sus dedos contra mi garganta, aunque justo en ese momento imaginé que era su polla, me obligó a cerrar la boca. Mis labios pronto notaron que estaban alrededor de una barra de carne, bastante gorda, y que tenía la extraña propiedad de saber a helado. La mitad estaba fría y la mitad estaba caliente. Apenas había cerrado un poquito los labios y ya había tomado contacto con la verga de Fran. Que, bajo el disfraz de ser un helado, había conseguido introducirse en mi boca.

Me la habían jugado, y ahora tenía dos opciones, o bien montar una bronca descomunal por lo que me habían hecho hacer, o bien intentar de superar la prueba con algo de dignidad. De todas maneras estaba tan cachonda que era incapaz de dejar de comerle la polla.

Intenté tragar algo más de carne. Pero me veía incapaz, debía de ser inmensa porque ni mi nariz ni la tela de mis ojos alcanzaban a tocar su musculosa tripa. Acostumbrada a la polla de mi novio, de tamaño estándar, ésta se me hacía por completo imposible de tragar.

Noté que de tanto chupar y tragar helado, se había quedado sin nada, y tampoco era plan de chuparle la polla porqué sí, se supone que el pretexto era lo del helado. De manera que aparté lentamente mi cabeza, succionando los últimos restos que podían quedar, para sacármela de la boca y pedir más helado. Sin embargo, cuando apenas quedaba por sacar la hinchada cabeza noté sus fuertes manos atrapándome por detrás e introduciendo otra vez su pene dentro de mi boquita.

Cuando entró hasta donde pudo, noté que no hizo falta pedirle más crema de helado, él mismo se había ocupado de volver a llenar mi boca con crema. Aunque en esta ocasión no estaba fría. Se estaba corriendo como un animal sin pedir ni permiso. Yo estaba tan cachonda, y había propiciado tanto su calentura que no hice ningún intento de quejarme.

En el momento me pareció perfecto recibir tal cantidad de leche, pero pronto se convirtió en un problema. No me cabía tanta polla y tanta lefa en la boca, y como él no daba muestras de querer sacarla, decidí que tragarme la nueva crema era la mejor opción. No sabía tan rica como el helado, pero con la mezcla de lefa y heladito, pensando que ambas cosas me gustan tanto, el resultado era bastante interesante.

Estaba deseosa de saber qué helado era el que portaba la polla de Rober.

Cuando sacó Fran su gran verga de mi boca ya estaba perfectamente limpia, como si no hubiera pasado nada. A pesar de que su primo era mi novio y estaba dormido en una habitación de la casa.

Si el primito me había engañado de una manera algo encubierta, el amiguito de mi novio no tuvo ningún reparo en ahorrarse el protocolo.

Directamente puso su polla en mis labios y dijo:

-Por favor, Susanita, cariño, limpia la pala del helado para no mezclar sabores.-

Yo sonreí por su cachonda ironía, sin apartar la punta de su miembro de mis labios, y le respondí: -Pero Rober, esta pala no es la de antes, y parece que ya esta limpita

Él me respondió: - Bueno, como desees, no te voy a hacer esperar.- retiró su verga y le puso la cremita del helado. Pronto tenía otra polla camuflada en la comisura de mis labios.

Me gustaba la idea de comérsela a él también, pero en esos momentos creía que debía ser fuerte para quedar por encima de alguno de ellos, ya que Fran se había corrido en mi boca, al menos Rober iba a pasar un mal rato antes. Comencé a lamer lentamente la puntita. La crema pasaba a mi boca y la saboreaba, dejando largas pausas entre lamida y lamida. Oía sus suspiros de placer, parecía que le gustaba el juego, y que estaba esperando el momento de que me metiera toda su verga en la boca. Pronto, de tanto lamer su puntita, se acabó el helado, y me retiré para pedirle que pusiera un poquito más. Con un sonido de resignación se alejó unos centímetros para echarse más helado y luego volvió a ponérmela sobre los labios.

Debía estar algo ansioso, porque la puso con tal fuerza que me manchó toda la boca y alrededores. Elevé una mano y le sujeté el miembro, mientras que apartaba mi cara de su verga. Levantando la cara, para que pudieran verme perfectamente comencé a lamerme a mí misma con la lengua, sacándola lo más que podía.

Mientras le masturbaba lentamente con la mano. Recorriendo su largo y gordo pene, y comprobando que el de Fran era sensiblemente más grande, en todos los sentidos. Me resultaba extraño que en una sola noche estuviese comparando grosores, tamaños y sabores de distintas vergas, y me sentí algo desafortunada al comprobar que la de mi novio era la más pequeña de las tres. Pero por otra parte, me sentía feliz de estar disfrutando de estos curiosos y cálidos heladitos.

En ese momento volví a acordarme de cuando me voy a las heladerías a comer helados mirando a los chicos, les suele calentar bastante ver que me los como como si se trataran de pollas. Mi novio a veces se mosquea, pero no tiene valor para decirme nada, él piensa que lo hago sin querer

Sin embargo, es más divertido comerse una buena polla a la vez del helado, en vez de un helado en vez de una polla.

Los suspiros de Rober me devolvieron a la realidad, y recordé que tenía una polla en mi mano, preparada para que me la comiera enterita, y que su dueño estaba ansioso por que lo hiciera. Sin soltarla, volví a colocarla sobre mi boquita entreabierta, pasándola de un lado al otro de mi labio inferior, y lamiendo su cremoso glande.

El sabor del este helado era inconfundible. Era el típico de fresas con nata que tanto me gusta. Sin embargo, el sabor de esa polla era algo completamente nuevo. Cuando volví a terminarme la crema que había en su puntita me aparté de nuevo, pero esta vez abriendo bien la boca. Quería meterme ese caliente pedazo de carne hasta el fondo. Confiaba en que ésta sí me iba a caber, y deseaba profundamente hacerlo. Sin embargo, me sorprendí a mi misma, diciendo alegremente: -Es de fresas con nata!!!, verdad cielo?-.

Escuché una risotada de Fran, se reía de su amigo, que no había conseguido su ansiada meta de descargar su leche en mi boca. Yo había dado la respuesta sin pensarlo, realmente ansiaba probar esa polla, pero también me hacía gracia la idea de dejarle completamente cachondo. De modo que acaricié un poquito la tremenda barra que tenía delante de mí, y me alejé lentamente con una amplia sonrisa en mi boca.

Fran dijo: -Muy bien, has acertado, preciosa. Es de Fresas con nata. Siento que Rober no pueda continuar dándote heladito.

Rober se quejó ansiosamente, diciendo que tenía que si quería podía seguir comiendo, que a él no le importaba darme más. Pero ya estaba todo dicho, y a mí me hacía gracia verle inventar estúpidas excusas para que le comiera la polla. Así que, para dejarle KO le dije:- no te preocupes, Rober, que el otro helado me ha gustado más, así que si tengo que repetir repetiría del que me da Fran.-

No quería ser dura con él, pero a mi lo que me gusta es calentar a los chicos y dejarles calentitos, para queme quieran, no comportarme como su putita… y me di cuenta de que se me dan las dos cosas bastante bien: calentar y ser la putita

Cuando me dejaron quitarme la venda de los ojos estaban los dos sentados en el sofá de enfrente, aunque la postura de Rober era distinta a la de Fran, intuía a qué se debía. Fran dijo que se iba a la cama, que estaba muy cansado y que mañana quería irse a la playa pronto. Rober, esperando algo de mí se quedó quieto en su sitio. Mirándome con ojos de cordero.

Cuando Fran ya se fue, se me ocurrió una genial idea para torturarle un poquito más. El pobre idiota picaría fácilmente.

-Rober, cariño, he decidido que me he quedado con ganas de más Fresas con nata… me puedes acercar la cinta de los ojos y el helado?- él con un sobresalto, me alcanzó lo que le pedía. Puso una sonrisa de chulo mientras se tocaba la polla a través del pantalón, seguro de que al final cumpliría sus más sucios deseos. Sin embargo se quedó tristemente resignado cuando observó que la cinta no me la ponía en los ojos, sino como babero, que no necesitaba "pala" para comer, sino que con mis dedos era suficiente. Le ponía la cara más guarra que podía, y él a ratos recuperaba la esperanza de que usara su "pala" para tomar el helado.

Le calentaba con comentarios como: "que rico está esto, que pena no tener una cuchara grande" o… "¿has elegido tú el helado? Me encanta".

Por fin, cuando me aburrí de tragar helado, le dije,- vamos Rober, que es hora de dormir, y alégrate, que según me ha dicho Fran antes de irse nos ha cedido la cama de matrimonio.

Creo que no he pasado una noche tan larga en mi vida. Rober se pegó a mí por detrás como una lapa, rodeándome con sus musculosos brazos, colocando su duro pene en el hueco de mis glúteos, de los que sólo le separaba su pantalón y mi faldita veraniega.

Sólo sé que cuando se despertó aún tenía un fuerte empalme que no había sido atendido en toda la noche.

Como he dicho antes, lo que más me gusta de los chicos es calentarles hasta que estén a punto de reventar. Qué pena que con Fran hiciera una cremosa excepción.