Viaje a la humillación 3 FIN
Maurice aun se guarda un as en la manga, ya me tiene completamente sometido pero puede que pueda sentir más placer (Gay,fetichismo pies)
Primera parte: https://www.todorelatos.com/relato/158927/
Segunda parte: https://www.todorelatos.com/relato/158997/
Me desperté un poco desubicado, estaba tumbado en el suelo. Maurice se dio cuenta que había despertado.
—Te has caído al suelo de repente, llevas como diez minutos inconsciente— no se notaba preocupación en su tono, era más bien a modo informativo.
—Yo… yo… sentía tanto placer que…— Vi que se había puesto los calcetines de nuevo y ahora se estaba poniendo las zapatillas—. ¿Por qué te estás poniendo las zapatillas?
—A ver si te enteras putita —dijo dándome una bofetada— esto no va a ser así siempre, aun guardo un as en la manga que te tendrás que ganar. Hoy solo ha sido un pequeño anticipo.
—Pero si he hecho todo lo que me has dicho, se supone que había llegado al límite.
—Bien, ahora ya sabes que no mentía cuando dije que lo ibas a disfrutar, para la siguiente vez aun queda bastante, sigue así y tendrás tu recompensa, ahora vete.
—Pero…
—Pero nada ¡Que te vayas!
Salí de la habitación de Maurice recogiendo mi ropa, bajé las escaleras hasta mi habitación y fui directo a la cama. Estaba agotado, había sentido tal placer que había consumido todas mis fuerzas. Dormí durante horas hasta que Maurice me despertó.
—Ya va siendo hora de que me comas el culo —dijo—. Vamos al salón.
Le seguí y me tumbé para que pudiera sentarse en mi cara. Aunque había descargado todo lo que tenía acumulado durante días me excité de inmediato, me había acostumbrado a la jaula y mi polla apenas crecía aunque me excitara. El olor del culo de Maurice era bastante fuerte y junto a los pellizcos que me daba en los pezones había conseguido que empezara a gotear presemen de mi polla flácida. Se levantó y me dio un apretón en los huevos que me bajo la excitación. Metió su polla en mi boca, que abrí esperándola, y la metió hasta el fondo de mi garganta. La práctica se empezaba a notar. Maurice gemía mientras me gritaba insultos hasta que se corrió.
—Levanta putita, te he hecho mío por todos tus agujeros pero ahora te voy a marcar.
Me levanté y le seguí hasta el baño.
—Entra en la ducha —dijo.
En cuanto entre en la ducha y me di la vuelta vi que Maurice se sujetaba la polla apuntándome y empezó a soltar un chorro dorado que fue directo a mi cara.
—Así sí, ahora si que eres mío. Espero que te guste porque esto va a ser así todo los días, para que no olvides que eres mío.
Su meada al principio me dio un poco de asco pero luego el olor y el sabor me empezaron a excitar, estaba tan caliente que abría la boca con ansia.
—Qué putita mas cerda, abre bien que te voy a mear dentro de la boca.
Abrí la boca bien para que Maurice metiera la polla y empezó a mearme. Apenas podía tragar todo el líquido. Poco a poco su polla empezó a crecer hasta que de la meada pasamos a otra mamada.
Esa noche mientras Maurice me enculaba en mi habitación estuve a punto de correrme varias veces, él se daba cuenta y apretaba mis huevos hasta que el dolor calmaba mi excitación. Había llegado a tal punto que si no llega a ser por eso me podía correr solo con la polla de Maurice en el culo, sin tocarme. Mi polla terminaba siempre goteando presemen.
Otra semana y media con esa rutina de reposapies, lameculos, tragameadas y enculada en la que mi nivel de excitación era incontrolable. Maurice me prometía un gran premio si aguantaba sin correrme todo ese tiempo y tuve que hacer mucho esfuerzo para no sucumbir. Durante los últimos días apenas podía aguantar, siempre me salvaba el apretón de huevos que ya tenía bastante doloridos tras varias semanas así.
Esa mañana tras la meada llamaron al teléfono de Maurice. Salió de la habitación y no pude escuchar nada pero al volver tenía esa sonrisa de no tramar nada bueno.
—Mañana tendrás tu recompensa.
Esa noche no hubo enculada, apenas pude dormir de la expectación. ¿Qué tendría pensado Maurice?
A la mañana siguiente mientras estaba haciendo de reposapies durante el desayuno tocaron a la puerta. Me entró pánico.
—No te preocupes, es tu premio —dijo Maurice.
Al abrir la puerta vi que se trataba de tres chicos jovenes, a uno ya le conocía era Emile el amigo de Maurice. Los otros dos eran un chico con el pelo negro y piel muy blanca y otro moreno bastante tonificado.
—Les he pedido a mis amigos que vengan para darte tu premio. Creo que 4 pares de pies serán más divertidos que uno, ¿No?
De la excitación que me entró me tiré al suelo temblando. Solo imaginando a 4 hombres utilizándome, humillándome, con sus pies sudados, sometiéndome...
—Así me gusta no te levantes, ve así por las escaleras hasta mi habitación.
Durante el camino recibí varias patadas en el culo y algún pisotón en las manos, lejos de dolerme me excitaba más aun.
—Quítatelo todo, ahora si que vas a recibir una buena recompensa.
Me quité toda la ropa temblando de excitación y me puse a cuatro patas como un perra en celo. Maurice tomó la iniciativa metiendo la polla en mi boca, comencé a chupar con ganas. Noté como otro de ellos comenzó a meter un dedo por mi culo, entraba fácil por todo lo que había estado haciendo Maurice durante las últimas semanas. Pronto eran dos dedos, luego tres, Maurice explotó en mi garganta. Otra vez mi polla chorreaba, los otros se reía de mí al verme en esa situación. Comenzaron a insultarme y golpearme la cara, ya estaban todos sin ropa y con las pollas duras, me tiré directamente a los primeros pies que vi, a olerlos. Aunque no eran tan olorosos como los de Maurice no estaban mal, eran muy suaves y estaban húmedos de sudor. Otro aprovechó la posición en la que me encontraba para meter su polla entera en mi culo. Gemí fuerte y el que estaba oliendo sus pies levantó uno aplastándome la cabeza contra el suelo. Estaba completamente sometido, Maurice y el chico moreno me insultaban y escupían mientras otro me enculaba fuerte y el cuarto me aplastaba mi cara contra el suelo, restragándome su pie. La situación me superaba y en pocos segundos de mi polla empezaron a salir chorros y chorros de semen mientras el resto se reía y me insultaba. Noté como se corría en mi culo que chorreó cuando la sacó.
Menos Maurice todos pasaron por mi culo mientras otro me aplastaba la cabeza con su pie, cada polla era distinta, igual que cada pie, con tamaños y olores distintos. Al terminar los tres Maurice puso su polla en mi boca y meó dentro, los demás hicieron lo mismo por turnos, apenas podía seguir tragando tanto líquido. Me tiraron al suelo y pusieron todos sus pies descalzos y sudados en mi cara, sepultándome con aquellos pies gigantes apestosos, sobretodo el de Maurice que era el que mas olía. Cuatro pares de pies en mi cara que no dejaban pasar el aire, solo el olor. Oía sus insultos y notaba como escupían por todo mi cuerpo, comencé a temblar por la falta de aire y por la excitación, otra vez me corrí a chorros sin tocarme.
Me levantaron entre los cuatro y volvieron a turnarse para follarme por el culo mientras otro me aplastaba con sus pies, esta vez Maurice sí que participó y cuando toco el turno de que me aplastara con sus pies me corrí de nuevo, estaba completamente ido. Mi culo estaba ya muy abierto y noté como estaban intentando meter algo más grande, al levantar la cabeza vi que uno de ellos estaba intentando meter un pie en mi culo, y lo estaba consiguiendo, poco a poco iba entrando gracias a los restos de corridas y a que tenía el culo realmente abierto. Llegó un punto en el que el pie no entraba más y el dolor ya era insoportable, cada vez lo intentaba con más fuerza y grité. Maurice le hizo un gesto y dejó de hacer fuerza. Se acercó a mi cara y puso sus dos pies tapándomela entera, de forma que solo podía sentir el olor de sus pies. Entonces el que estaba intentando meter el pie por mi culo volvió a hacer fuerza, ahora el dolor ya no me importaba, solo me importaban los pies de Maurice que eran como una droga. Poco a poco el pie fue entrando hasta que, de golpe, entró hasta el tobillo. Tenía un pie entero metido en el culo, lo había conseguido. Comenzó a moverlo poco a poco de dentro a fuera mientras los pies de Maurice seguían en mi cara, los otros dos comenzaron a mear sobre mí. Otra vez de mi polla salieron chorros de semen, me corría de puro placer. De nuevo me desmayé.
Maurice me dio unos días de descanso para que me recuperara pero luego comenzó otra vez la rutina de reposapies, lameculos y meada, por las noches además de la enculada me ahogaba con sus pies o me metía sus calcetines usados durante varias semanas mientras me follaba por el culo, no paraba hasta que me corría. Mi polla ya no tenía importancia, solo vivía para meter una polla en mi culo y estar bajo unos pies. Seguimos así el resto del mes, y el último día volvió a invitar a sus amigos , donde repetimos todo lo de la otra vez. Ahora soy una putita a los pies de Maurice, totalmente entregada al placer. Voy cada varios meses a su casa donde seguimos nuestras sesiones.
FIN