Viaje a Granada (1)
Este es mi primer relato. Por fin iba a conocer a alguien muy especial en la mágica e histórica ciudad de Granada. Espero que os guste la primera parte de este relato.
Viaje a Granada Primera Parte
Eran las 10 de la noche ya cuando por fin conseguí llegar a granada Madre mía después de estar sentado en el coche durante horas y haber pasado todo el día trabajando estaba deseando llegar y estirar un poco las piernas. Aparque el coche, y tras realizar la consabida llamada perdida para avisarla que había llegado ya por fin.
Me dirigí al restaurante donde habíamos quedado, llevaba un hambre de perro y menos mal que había reservado mesa por que a pesar del frío que hacía, la gente iba bien abrigada abarrotando las calles y los bares. Por fin llegue al restaurante y pedí mi reserva. Una mesa para dos algo apartada del bullicio en un rinconcito del restaurante. La verdad es que el sitio era la mar de apropiado para aquel encuentro tan esperado. Una vela presidía el centro de la mesa y un sillón de rinconera dejaba hueco para que se sentaran las parejas.
La conocía de hacia un tiempo ya habíamos estado hablando incontables veces a través de Internet. Y desde el primer día mi interés por conocer y saber de ella se había incrementado notablemente. Nuestras conversaciones habían ido avanzando poco a poco hasta tocar temas subidos de tono la verdad creo que a ambos nos apetecía ya un encuentro cara a cara para ver hasta donde llegaba la situación. Además así aprovechaba para conocer aquella ciudad que nunca había visitado antes.
Por fin, mi espera se vio finalizada cuando la vi aparecer por la puerta. Iba realmente espectacular, y despertando las lascivas miradas de camareros y comensales. La salude con la mano desde el fondo, y nada mas verme se le dibujo una maravillosa sonrisa en su rostro. Con unos sensuales andares se acerco rápidamente hasta mí. Me levanté para recibirla como se merecía. Tras quedarme unos instantes mirándola de arriba abajo sin pestañear siquiera me despertó de aquel trance con un simple: "Hola ¿no piensas darme ni un beso siquiera?" Me detuve en sus ojos y como accionando un resorte, sujetándola por la cintura la acerque hasta mí acercando mis labios hasta los suyos. Esto no se lo debió de esperar, por que tras ese maravilloso e interminable beso, fue ella la que se me quedo mirando como hipnotizada. "¿Nos sentamos?", le dije.
Nos sirvieron los platos, y entre las típicas frases como de recién conocidos, poco a poco el ambiente se fue calmando y los dos perdimos los nervios de aquel, nuestro primer encuentro.
De repente, note como algo me rozaba la entrepierna Con una sonrisa en la cara, se acerco a mi oído y me susurró dulcemente: "Quiero saber si lo que me decías es cierto". Sabía de sobra que en cuanto me rozara un poco más arriba, el resorte se iba a disparar y mi miembro se iba a erguir bajo la ropa todo lo que pudiera. Me excitaba de sobremanera de la forma en la que me estaba acariciando el muslo con su mano. Pero yo no me quede corto y con la mano que más cerca tenia de ella, la introduje bajo la mesa, buscando también su entrepierna. Deslice mis manos por debajo de su corta minifalda, y casi al mismo tiempo que ella llegaba a bajar mi cremallera, yo llegue a tocar Oh! Dios! No llevaba nada debajo! Ahora fui yo quien me acerque hasta su oído y susurrándole a ella dulcemente, le dije: "Veo, que has venido preparada para la ocasión"
Comencé a rozar mis dedos por su rasurado sexo, notando como el calor poco a poco iba invadiendo la zona al mismo tiempo que el mío empezaba a hacerse insoportable. Había colado su mano por debajo de mi pantalón y acariciaba lentamente mi pene por encima de los ajustados boxers. Aquello iba a reventar como siguiera así. Colé uno de mis dedos en su orificio y noté como cerro de inmediato los ojos mordiéndose el labio, para evitar pegar un gemido que nos hubiera descubierto.
"Quieren postre los señores?" El camarero nos despertó de aquel sueño hecho realidad, y sin saber como disimular, puse todo mi empeño en poner una voz convincente a la hora de decir "Sí la especialidad de la casa". Aunque yo sabía perfectamente que mi postre particular iba a venir después. Nada más marcharse el camarero con la comanda, se acercó nuevamente a mi oído, y me susurró: "Tengo que ir al baño ¿vienes?" "En dos minutos estoy allí". Levantándose se colocó la minifalda y con un paso firme pero increíblemente sexy se dirigió a uno de los camareros para preguntarle donde se encontraba el aseo. Se veía babear a éste mientras le indicaba con una seña donde estaba, y siguiendo su trasero con la mirada se fue a servir el plato que llevaba.
Yo me coloque como pude el pantalón, subiéndome la cremallera, para evitar que se me notara la increíble erección que llevaba. Y sin esperar a los dos minutos que le había dicho, me fui derecho a la misma dirección donde el camarero le había dicho que se encontraban los aseos.
Rocé con los nudillos la puerta del aseo femenino, y la puerta se entreabrió. Miré para atrás para ver que nadie me veía meterme en él, y pase dentro. Ella estaba sentada sobre el lavabo con las piernas entreabiertas, tocándose mientras me esperaba. Yo me acerque a ella y mientras dirigía mi boca hacia la suya para devorársela con un beso, llevé una de mis manos hasta donde ella tenía la suya. La aparté con cuidado y siguiendo el gesto de sus caricias, continué su labor. Nuestras bocas se peleaban por devorar la una a la otra. Las lenguas se enredaban entre sí, y no dábamos abasto para respirar casi. Ella tenía totalmente chorreando su sexo. Cuando me separé levemente de ella, para poder sacar su ajustado top. Me sorprendí al ver que sin necesidad de sujetador sus pechos se mantenían bien erguidos y redondos. Sus pezones mostraban los efectos de la excitación que invadía su cuerpo. Y sin poder evitarlo llevé mi boca hasta ellos para chuparlos con ansia. Sujetando como podía sus pechos entre mis manos alternaba entre un pezón y otro. Mordiéndolos con mis labios. Los sujetaba entre ellos y tirando hacía mi los dejaba escurrirse para volver a sujetarlos. Con mi lengua los lamía y rodeaba, haciendo círculos alrededor suyo. Ella me acariciaba el pelo mientras dejaba su cabeza reposando contra el espejo y cerrando los ojos.
Le pedí que se abrazara a mí, y sujetándola por las piernas la alcé en vilo para poder apoyar sus piernas sobre mis caderas. No sin antes hacer que con sus hábiles manos me bajara el pantalón y los boxers hasta los tobillos. Levantándola la minifalda, se enganchó con sus piernas alrededor mío y abrazándome bien fuerte con ellas nos volvimos a fundir en un apasionado beso. Tenía sujetas sus nalgas con mis manos y mientras se las apretujaba la hacía subir y bajar restregando su húmedo sexo sobre mi miembro. La llevé hasta la puerta y apoyándola sobre ella la levanté lo justo como para poder encaminar la entrada de mi miembro en su ya dilatada cueva. Hambrienta de carne la engulló lenta pero imparablemente hasta encontrarse completamente en su interior.
Unos golpes en la puerta, nos paralizaron unos instantes, mientras ella como pudo gimió: "¡Ocupado!" La mujer que tocó a la puerta debió escuchar bien el gemido por que no siguió insistiendo.
Mordiendo su cuello yo continué con mi tarea de entregarme a mi amante. Los contorneos de su cintura hacían que mi miembro entrara y saliera de su interior cada vez más rápidamente. Sus manos me terminaron de quitar la camisa y empezó a arañarme con sus largas uñas por la espalda. Sabía que eso me volvía loco, haciéndome que mi actividad se acrecentara. Mientras separaba con una de mis manos sus nalgas, con la otra empecé a acariciar la entrada de su ano. Ella empezó a gemir en el momento que uno de mis dedos se introdujo en su interior, al mismo ritmo que martilleaba su otro orificio. La dejé en el suelo el tiempo justo como para que ella se diera la vuelta, dejándome a la vista un precioso y también apetecible trasero. Agachándome empecé a pasar mi lengua por su rajita. Y ella para facilitarme la tarea colocó más en pompa su culo. Tenía todo su sexo a disposición de mi boca. Empecé a chuparle el clítoris a la vez que lo restregaba con una de mis manos. Y sin soltarlo, empecé a lamer su vagina llevando todo su flujo hacia la entrada de su ano. Ella se sujetó al cerco de la pared, y abriendo sus piernas se preparó para lo que venía a continuación.
Empecé a meter mi lengua en su ano. Poco a poco fue cediendo y pasé a meter uno de mis dedos. Lo rocé por todos los lados abriendo paso al segundo. Ella no sabía como aguantar sus gemidos para evitar que se oyeran del otro lado de la puerta. Cuando ya tenía tres dedos en su interior, me suplicó que se la metiera ya que no podía aguantar más. Me incorporé y coloque mi miembro en la entrada. Ella lo noto y apretó su culo hacía mí, haciendo que entrara la primera parte de él en su interior. La sujeté por las caderas y a la vez que tiré de ella hacia mi empujé hasta conseguir hacerla soltar un gemido que no pudo contener. Había conseguido metérsela hasta dentro. Empecé a bombear hacia delante y hacia atrás. Llevé una de mis manos hasta sus pechos y comencé a pellizcarle uno de sus pezones. Lo tenía increíblemente erizado. Y eso me excitaba aun más. Su tostado culo no paraba de tragarse una y otra vez mi miembro, que cada vez entraba con mayor facilidad. La sensación era maravillosa. Y los dos estábamos a punto de estallar. Llevé mi mano hasta su boca, y ella me mordió los dedos estaba excitada a más no poder y no podía contenerse. Bajé rápidamente mi mano hasta su clítoris y le di unos golpecitos suaves, a la vez que le decía: "¡Niña mala! ¡Eso no se hace!". Ella no consiguió enmudecer otro brutal gemido que escapó por entre sus labios, a la vez que volviendo su cabeza me dijo: "¡Castígame como tu sabes!"
Sin sacarla de su trasero y ayudándome con mis manos la levanté como pude y sin soltarla la dejé apoyada sobre el lavabo nuevamente. Sus pechos se colaron dentro y sujetándola por las piernas las levanté sujetándolas a la vez que las abría para empezar a darle los empujones cada vez más fuertes. Ella empezó a emitir pequeños gritos de placer, apoyando sus manos en el espejo para hacer fuerza. Se la saqué de su ano y de un solo golpe se la introduje en su encharcada vagina. Su excitación era tal que no paraba de chorrear al suelo sus flujos. Que lastima no poder aprovechar la posición para saciar mi sed con ellos. Acrecenté el ritmo hasta hacerlo casi frenético de forma que sin evitarlo ninguno de los dos llegamos a un inmenso y placentero orgasmo que nos dejó extasiados por unos momentos.
Poco a poco, fui ayudándola a bajar sus piernas hasta el suelo y a incorporarse. Estaba sudando de tal forma que había dejado sus manos marcadas en el espejo junto con un revoltijo que debía de ser su pelo cuando estuvo rozándolo contra él. Se giro y agarrándome el aun medio erguido miembro con la mano, mirándolo fijamente le dijo: "¿Pero tu has visto como me has dejado? Tu y yo tendremos una conversación mas tarde creo que te has portado mal y tendré que castigarte yo a ti luego". Me miró a los ojos después con una sonrisa y me besó mordiendo mi labio inferior y tirando de él hacia ella hasta hacerme sangre. Pegué un grito y mientras ella se colocó la minifalda y se volvió a poner el top, salió del cuarto de baño diciendo: "El otro postre nos aguarda". ¿Habría leído antes mi mente? Me vestí y me eché un poco de agua en el labio para limpiar la sangre que me había hecho. Cuando me dispuse a salir a la vez que yo abría la puerta una mujer empujaba de ella, quedándose mirándome tras abrirla del todo. Sin saber que decir, me limité a sonreírla y me dirigí a la mesa, donde ella estaba esperándome con cara de inocente, comiendo su postre. Me senté a su lado nuevamente y comencé a comerme el mió notando con alivio el frescor del helado que llevaba en mi labio. Un gesto de dolor hizo que me mirara y con cara de niña buena me dijo: "¿Te he hecho pupa?, perdona cariño", dándome un suave y dulce besito en la mejilla.
Terminamos de cenar y pagando la cuenta, nos pusimos los abrigos y salimos a por el coche. No sabía donde me quería llevar, pero eso lo sabremos el próximo día.