Viaje a casa de mis tios (I)

Una joven, viajando en autobús camino de la casa de unos familiares, es seducida por las caricias de su vecino de asiento al que brinda el honor de ser el primero que la posea.

Hola, soy Mari José, tengo diecisiete años cumplidos, tengo ojos verdes y cabello rubio, la mayor parte de las veces me peino como lolita, es decir con unas coletitas infantiles en el pelo, y ya estoy muy desarrollada, tengo un busto grande y firme, mis nalgas modestia aparte son mi gran orgullo, pero dejemos eso para después, les narraré la gran gozada que tuve cierta vez que viaje a casa de mis tíos, ya que mis padres habían salido de vacaciones y por cuestiones de instituto me vi en la necesidad de quedarme, pero para no quedarme sola me mandaron a casa de mis tíos, la cual queda como a dos horas de donde nosotros vivimos.

Como les contaba por unos cursos de veranos me quedé unos días en el instituto, pero una vez acabado me dispuse a viajar a donde mis tíos, por lo que abordé un autobús y por lo largo de el viaje y el calor que reinaba en esa época, me puse un sencillo vestidito vaporoso y delgado, incluso a trasluz se alcanzaba a notar mi silueta, también por esta razón no me puse sujetador y mis bragas eran unas diminutas tangas de algodón, de inmediato al llegar a la terminal de autobuses, pude notar las miradas de los hombres en mi juvenil cuerpo, parte por la ropa que llevaba, y parte por el cuerpo que me boto, lo cual me llenó de orgullo al notar el morbo que llegaba a levantar, pero me apuré a llegar al anden de salidas, una vez allí me dispuse a esperar pero sin demora arribó el bus y yo para ahorrar tiempo y no estar parada mucho tiempo lo abordé de inmediato, me acomodé en mi asiento dispuesta a dormirme de inmediato. Pero después de unos segundos abordó un señor maduro, de unos treinta años, vestido con un calzón deportivo y una playera, se caminó por el pasillo buscando cuál era su asiento, primero pasó de largo junto a mí, pero al poco tiempo regresó y se sentó junto a mí, extendió un periódico frente a él y comenzó a leerlo, por lo que supuse que este era su asiento, lo cual en un principio no me incomodó de manera alguna, ya que a mí lo que me importaba era que el bus saliera para llegar lo más pronto a la casa de mis tíos.

Después de unos minutos de espera al fin comenzó la marcha, comenzaba a oscurecer pero el calor no bajaba al contrario, era casi insoportable, yo por el calor y pensando en el largo viaje, comencé a dormitar en mi asiento, al cabo de unos minutos, pude percibir cierto roce en mis piernas, y al abrir mis ojos y mirar hacia donde sentía el roce, pude notar que el señor también parecía dormitar y su mano descansaba en sus piernas, y parte de ella alcanzaba a tocar mis muslos, por lo que no le presté importancia, por lo que volví a intentar dormirme, pero al cabo de cierto tiempo me percaté que mis piernas eran exploradas delicadamente, lo cual en principio me asustó, por lo que entreabrí mis ojos y pude notar cómo el fulano, me acariciaba mis piernitas de forma discreta pero firme, por lo que no atinaba qué hacer, ya que no sabía si gritar o reclamarle, sobre todo porque esta situación no sabría cómo manejarla ni qué consecuencias tendría, por lo que opté por seguir haciéndome la dormida, la mano del señor se deslizaba de arriba a abajo, de forma delicada y sensual, percibiendo el calor de sus grandes manos, el manoseo terminó por agradarme, llegando a hacer que un hormigueo recorriera mi estomago, supongo que de excitación, yo por supuesto seguía fingiendo dormir profundamente, por lo que el tipo se envalentonó aún más, llevando sus manos a la parte interior de mis muslos, comenzando de la rodilla, hasta llegar a donde comenzaba mi delgada falda, sin llegar todavía a tocar mi sexo, lo cual me estaba poniendo a 1000. En cierto momento volví a entreabrir mis ojos y pude notar que disimuladamente se tocaba el paquete de su miembro sobre su calzón deportivo, lo cual al notar las dimensiones de su pene, me terminó de poner caliente, por lo que discretamente entreabrí mis piernas y fingí acomodarme en el asiento logrando con una maniobra casi invisible, hacer que mi vestidito se subiera mostrando el nacimiento de mi pubis, y claro una perfecta visión de mis braguitas juveniles. Ante esto el señor comenzó a avanzar su mano rumbo a mi pequeño coño, tocando nerviosamente mi cochito por sobre la tanga, lo cual logró que mi vagina se humedeciera de forma increíble, la excitación de tal exploración del desconocido y el morbo de la situación eran cada vez mayores. La mayoría de los pasajeros dormía a pierna suelta, por lo que el tipo, llamó a la asistente y le pidió una manta, alegando que yo era su hija y que podría sentir en algún momento frío, al poco tiempo llegó la asistente con lo solicitado, y una vez que esta se marchó, el tipo extendió sobre mí y sobre él la manta, supongo que para ocultar lo que allí sucedía y actuar completamente a sus anchas, una vez tapados se descaró por completo, ya que me frotaba impetuosamente mi sexo, al cabo de un tiempo metió sus hábiles dedos dentro de mi tanga, tocando mis escasos vellos del cocho, y apoderándose de mi erguido clítoris, con el cual a base de ligeros pellizcos me estaba haciendo desfallecer, yo tenía las piernas como de trapo.

Yo con cierta dificultad debido a la poca iluminación y a mis ojos medio abiertos, notaba que la manta a la altura de su pene subía y bajaba continuamente, por lo que supongo que se hacía una paja a mis costillas, ante tal morbo me encontraba completamente arrecha, por lo que me moría de ganas de sentir dicho miembro a cualquier costo. Fingí volver a acomodarme sólo que esta vez le puse mi culo en pompa, por lo que más tardé en acomodarme, que el fulano en comenzar nuevamente con sus magreos, pero esta vez enfocados a mis duras y paradas nalgas, poniendo gran interés en el canal que separa mi culo, delineando la tela de mi tanga a través de mi raja trasera, para llegado el momento echarla hacia un lado, dejando mi ojete al descubierto, para de inmediato con un dedo previamente humedecido, palpar mi arrugado ano, y introducir su gordo dedo en él, la sensación de cómo mi esfínter se dilataba a la presencia de el invasor, me ocasionó un caliente orgasmo, llegando a sentir cómo salía el fluido por mi conchita para resbalar por mis piernas. En cierto momento sentí cómo el tipo se acomodaba en el asiento, pegándose a mi espalda, como acurrucando mi sueño, parecía un tierno padre abrazando a su pequeña, por lo que no despertó curiosidad alguna a los pasajeros del camión, al notar que no oponía resistencia alguna, sino que parecía ya a estas alturas que yo estaba más que de acuerdo, el desconocido me acercó su caliente y venoso pene, para con una increíble maestría, introducir la punta de su miembro en la entrada de mi cuevita, pero me imagino que se asombró al encontrar la delgada barrera de mi himen, una vez repuesto de la impresión y emocionado por ser el elegido para acabar con mi virginidad, de forma tierna y delicada, comenzar a motivar mi calentura jugando con mi clítoris, para que así mi calentura fuera tal, que la penetración y el dolor de mi desvirgada, me pasara casi desapercibida, cosa que casi logra ya que cuando por fin introdujo su miembro y rompió mi virgo, sólo emití un apagado suspiro, para posteriormente en un delicioso movimiento cadencioso de mete y saca, comenzar un delicioso bombeo en mi sexo, sus fuertes brazos se apoderaron de mis firmes senos, jalando el escote de mi vestido, para liberar mis pechos y apretarlos fuera de la estorbosa barrera de la tela, el tipo logró que alcanzara varios orgasmos simultáneos, ya que era mi primera vez y en manos tan expertas, sólo logró perderme en la vorágine del sexo. Después le llegó a él su turno, eyaculando un torrente de semen en mis entrañas, para después de acabada la sesión , extraer su ya flácido pene de mi cuerpecito y por fin ponerse correctamente en su asiento y disponerse a dormir. Yo me encontraba entre asombrada y excitada por lo que me acababa de suceder, ya que ni en sueños me imaginé que mi primera vez fuera de tal forma, por lo que sólo atiné a acomodarme mis braguitas en su lugar y acomodarme en mi asiento, para descansar de mi ardiente clase de sexo recién impartida, por lo que no sé si por la fatiga no me percaté de cuanto tiempo dormí, sólo fue hasta que debido a que mi tanguita después de rezumar mis jugos y el semen del fulano, al secarse con el aire, me estaba jalando mis escasos pelitos de mi conejito, por lo que me desperté para despegarme los vellitos de la tanga, fue hasta entonces que me percaté que mi desvirgador ya no se encontraba en el bus, por lo que deduje que se había bajado en alguna de las escalas anteriores del viaje, por lo que nunca pude agradecerle la sesión que me brindó en ese ardiente viaje, pero si creen que mi viaje y aprendizaje terminó en el bus están bastante alejados de la realidad...

CONTINUARÁà