Viaje a Barcelona

El marido debe viajar a Barcelona y la esposa se excita con sóla pensarlo, porque eso le dará oportunidad de conocer a su ciber-amante. Y en el avión, durante el vuelo transoceánico, de follar con dos pasajeros.

"¡¿A Barcelona?!" pregunto a mi marido incrédula cuando me platica que por su trabajo debe ir a ese precioso y lejano lugar. En eso me acuerdo de ti y no puedo evitar sentir unos deliciosos pulsos de excitación, mi entrepierna se humedece. "¿Me llevarás contigo?" pregunto excitada con la doble posibilidad de conocerte a ti y a tu ciudad. "El viaje es de negocios, pero si no te importa pasar ratos largos sola, mientras acudo a mis asuntos, pues ven conmigo", me responde. Doy un salto de alegría, es una gran noticia: "yo en Barcelona... ¡y tendré tiempo libre para organizarme con Francisco!".

Días después me encuentro en el avión, junto a mi marido en el vuelo de Iberia hacia la madre patria. "Oye, no creí que te emocionara tanto la idea de conocer España" me comenta al observarme excitada, alocada, ansiosa. "Sí. ¡Tengo muchas ganas de estar allá!" le confieso, mientras pienso en el plan que tú y yo hemos formado por mail para pasar unos días lindos. El largo camino de ocho horas no se me hace tan pesado, pues pienso en los deliciosos momentos que están por venir a tu lado. Y en eso me quedo dormida, pensando en ti y en lo que haremos...

Y empiezo a soñar que ya llegamos, que bajo del avión y mientras mi marido busca las maletas, alguien se me acerca por la espalda y al oído me pregunta "¿Mónica?". Sorprendida, volteo y me encuentro con un chico bien parecido: "¿Francisco"?, te pregunto y respondes con una sonrisa que me dice "sí". "¡Tengo unas ganas locas por follarte!", me confiesas. Me tomas de la mano y ansiosamente me llevas a los baños de hombres. Dos hombres que están adentro nos observan sorprendidos "¿qué hace una tía aquí?", se preguntan. A nosotros no nos importa su presencia y simplemente los ignoramos. Me metes a un cubículo, cierras la puerta y nos entregamos en un apasionado abrazo. Nuestras manos entonces empiezan a recorrer nuestros mutuos cuerpos con lujuria. Aprovechas la brevedad de mi falda para incursionar con garbo hacia mi húmeda entrepierna y manosearla con delicia. Yo no pierdo tiempo tampoco y tomándote de las nalgas te empujo hacia mí para sentir tu bulto sobre mi bajo vientre. Como puedes, levantas mi falda y empiezas a bajar a un tiempo mis pantimedias y mis bragas hasta despojarme totalmente de ellas. Sabemos que no contamos con mucho tiempo. "¡Hazme tuya!", te suplico. Tú entonces me volteas de espaldas a ti, me flexionas al frente, sacas de entre tus ropas a tu rica y viril carnosidad, y la diriges briosamente hacia mi coño. "¡Aghhh!" no puedo evitar emitir un sonoro gemido de satisfacción. "Por fin su polla en mi vagina", pienso. Arremetes entonces con gracia y energía. En cada entrada tuya siento un placer inmenso, ¡tanto tiempo imaginando ese momento! "Así, cariño, así" te instruyo al tiempo que continúas tus deliciosas embestidas. Finalmente me inundas de tu miel. Yo no puedo soportar el encanto de tu orgasmo y me vengo también. "¡Qué rico eres, Francisco!" te confieso. "Tú también eres rica, Mónica" me contestas mientras guardas tu polla y cierras el zíper. Bajo mis ojos en búsqueda de mis prendas pero no las veo. "¡Mis bragas y mis pantimedias no están!" te aviso preocupada. Abres la puerta y observas cómo uno de los mirones sale apresurado del baño con algo en sus manos que parecen mis pantimedias. ¡Las ha robado! Sales corriendo tras él. El otro mirón se me queda viendo con ojos de degenerado. Me doy cuenta y bajo mi falda para cubrir mi desnudez. Él sólo se sonríe como diciendo "¡qué te cubres, si eres tan puta...!". Estoy asustada, ¡me han robado mis bragas! Regresas a los pocos instantes. "Se ha ido el infeliz", me informas. ¡Se me hace un hueco en el vientre! "¿Qué le voy a decir a mi marido?" me pregunto. Sé que no tengo ya tiempo y así, sin pantimedias ni bragas, me decido a salir. Te planto un beso. "Seguimos el plan", te digo al tiempo que te guiño un ojo, y salgo apresurada de aquel lugar. Dos o tres tíos me observan salir de los baños de hombres totalmente sorprendidos. "¡Qué tiempos estos!", se dicen. "¡¿Dónde estabas?!" me pregunta mi marido cuando logro llegar a él. "Fui al baño, mi amor", le contesto aún con la respiración entrecortada. Siento entonces unos hilitos de tu semen que indiscretos han empezado a emanar de mi vagina y recorrer la parte interna de mis muslos. "¡Se va a dar cuenta, se va a dar cuenta!", me atormento. Él me dice entonces "¡¿Y tus medias, dónde están tus medias?!" ... "¡Mónica, contesta... Mónica, Mónica, MONICA...!"

"¡...Mónica,Mónica!" me despierto al escuchar la voz de mi marido despertándome. "¿Has tenido una pesadilla?", me cuestiona en voz baja una vez que constata que he despertado. "¡Te estremecías muy raro!", me comenta mientras sigo algo modorra. "Ha sido un sueño, ¡uf!, ¡de la que me salvé!" pienso. "Cuando desperté te acariciabas la entrepierna y aquellos mirones no perdían detalle" me dice al oído señalando a dos tíos del asiento de junto. "No sé qué me pasó, mi amor", es lo único que se me ocurre contestar mientras observo las caras de los dos sujetos que se hacen los desentendidos. "¡Trata de comportarte!", me instruye mi marido dando fin a la conversación y acomodándose para reanudar su siesta. "Sí, mi amor", sólo atino a decirle.

Miro el reloj, ¡faltan dos horas todavía! De reojo observo que los mirones no me quitan la vista de encima. Para tranquilizarme un poco, me paro, sólo para caminar. Uno de ellos se levanta y me sigue, viene a un par de metros de mí. Supongo que va al baño y me paro para que pueda pasar. Cuando esta rebasándome, me empuja suavemente hacia unos asientos vacíos. "¿Qué le pasa a éste tío?", pienso mientras se sienta junto a mí. No sé qué decir. ¿Debería quizá abofetearle o algo así? Observo su rostro. En verdad es bien parecido. "Perdóname, es que no pude evitar verte hace un rato mientras dormías", me dice. "Sé reconocer a una mujer insatisfecha a diez kilómetros, y no quise dejar la oportunidad de hacerte saber que tengo unas ganas locas de follarte" continúa. "¡Ahora sí es el momento para el tortazo! ¡ahora sí este sujeto va a saber quién soy yo!", pienso, pero sólo callo, más ansiosa que ofendida. Tomando ventaja de la tenue oscuridad de la tarde, que empieza a aparecer, coloca sus labios en los míos y empieza a manosearme de una manera como hace mucho yo no siento. "¡Qué atrevimiento!", pienso sin mover un dedo para terminar con aquello, entregada a las delicias de la fricción. Se apresura entonces a levantar mi falda y a despojarme de bragas y pantimedias. Colaborativa, le ayudo a lograr su propósito. Pronto estoy recostada, abierta a él, ansiosa por sentir su ingreso, mismo que se inicia a los pocos instantes. "¡Hacerlo en un avión y con un extraño!, ¡cuánto había fantaseado con aquello y ahora se esta haciendo realidad!", pienso. Silencioso, para no despertar sospechas, inicia sus deliciosas acometidas. "¡Ahora no es un sueño!", pienso emocionada mientras soy sometida al delicioso vaivén propio del más sublime de los actos del Hombre. "Jamás había estado con una tía tan puta", me confiesa al oído mientras continúa su arremetida. ¿Ofenderme? Aquellas palabras sólo me excitan más y más. El apoteósico frote de su polla dentro de mi vagina es excelso. Siento que voy a reventar de placer. "¡Ahhh!", finalmente lo hago. El emotivo sueño de hace unos minutos me tenía a punto. El entonces se viene dentro de mí. Las contracciones de su cuerpo evidencian un profundo placer. Me presiona contra él, como asegurándose de verter en mí hasta la última gota. "¡Eres tan rica como puta!", me susurra al oído regalándome ricas sensaciones. Me visto y descansamos un poco... "¿Cómo te llamas?", me pregunta para abrir conversación. "Mónica", atino a contestarle. "¿Lo has disfrutado?", continúa su interrogatorio. "A decir verdad, hace mucho que no me lo hacía tan deliciosamente", le confieso. "¿Dejarías que mi amigo, el que iba junto de mí, te fornique?" me pregunta con descaro. "¿Qué quieres decir?", le pregunto estúpida e inocentemente. "Lo que dije, tía, que si quieres que mi amigo te folle...". ¡Quedé muda! Jamás me había enfrentado a una propuesta similar. Mi silencio es interpretado como un "sí". "Ahora mismo viene Juanjo, trátalo bien porque es algo tímido", me instruye el desconocido al tiempo que, en agradecimiento, me da un cariñoso beso y da media vuelta. "¿Pero qué hago?, ¡En verdad me estoy comportando como una puta!" me reclamo mientras espero. Pasan dos minutos y Juanjo no llega, "mejor me voy", pienso. En eso aparece el amigo. Volteo a verle y me topo con un hombre tímido y nervioso. "Hola, Rafa me dijo que...", alcanza a decir. "¿Rafa? ¿Cuál Rafa?", me pregunto. "¡Ah!, ¡Debe ser el chico bien parecido que me acaba de follar!", pienso. "Sí, Juanjo, si gustas sentarte", le indico. Sin más, desabrocho sus pantalones y saco una tremenda polla súper excitada y palpitante. "Este tío hace mucho que no lo hace", pienso al tiempo que empiezo a recorrer su polla con mi lengua mientras le doy una suave paja. El tío en tanto dirige sus manos a mi trasero, levanta mi falda y enfila sus dedos hacia mi entrepierna. Empieza a acariciarme los labios de la vagina, encontrándose con una humedad mayor de lo normal. Inicio entonces a mamarle la verga tan deliciosamente como puedo, hasta percibirle sumamente excitado, parece que su momento está cerca. Suspendo aquello, quiero que me penetre. De nuevo retiro mis pantimedias y mis bragas, me recuesto abriendo mis piernas y le digo susurrando "soy toda tuya, Juanjo". Con nerviosismo y excitación evidentes, toma su polla entre las manos y la dirige con puntualidad a mi conchita. ¡Ups, por fin me ingresa! ¡Qué deliciosa sensación ser follada por dos pollas diferentes en cuestión de minutos! Inicia sus acometidas. La abundante miel que su compañero dejó dentro de mí le facilita la acción. No pasa mucho tiempo antes de que se venga. Por segunda ocasión en cuestión de minutos, mi vagina es inundada por delicioso semen. Me aprisiona en sus brazos hasta alcanzar la última contracción de placer. Instantes después se levanta y me dice "gracias linda, ha sido un placer enorme". Después guarda su polla, me da un beso de despedida y se retira a su asiento. Me visto y sigo sentada ahí unos minutos, pero al poco rato, ante la inminencia de nuestra llegada a Barcelona, me levanto para trasladarme junto a mi marido, quien al verme llegar me pregunta dónde estaba. "En el baño", le contesto apagando su curiosidad. Al instante siguiente, cruzo miradas con mis vecinos, quienes me guiñan el ojo.

Por fin en el hotel. El viaje ha sido largo y lleno de actividad. Como es su costumbre, mi marido sólo me da las buenas noches y se recuesta dándome la espalda. Esta vez no lo lamento como en otras ocasiones porque los dos extraños me dejaron satisfecha. Además al día siguiente me encontraré contigo, por lo que cierro los ojos y me pongo a dormir. Al día siguiente despierto y él ya no está. Una nota en el buró me dice que regresará hasta la noche. Tomo el teléfono y te llamo, te doy los datos del hotel y te digo que estoy lista para conocerte...

[Relato dedicado a Fran]

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