Viaje a Alicante
Tras conocernos en un chat nos encontramos para hacer realidad nuestras historias.
Este relato que a continuación vais a leer, es completamente real. Todo sucedió hace aproximadamente tres años, yo por aquel entonces ya estaba casado, y comencé por a conocer el mundo de Internet, y como no, lo primero que me llamo la atención fue el chat, mi alias era Akilonia. En uno de ellos conocí a una chica de Alicante.
Como yo entonces trabajaba de noche, tenía todas las mañanas libres para hablar con ella, que lo hacía desde su oficina.
Las conversaciones eran muy divertidas, ella era muy agradable y abierta. Conversamos de todo un poco y claro esta también de sexo. Incluso llegamos a tener alguna conversación telefónica con la cual disfrutábamos mucho.
El caso en que esas conversaciones siempre hablábamos de las cosas que nos haríamos si estuviéramos juntos.
Así que un día idee un plan para poder escaparme hasta Alicante y conocernos. Cuando llegue a su oficina estaba sola, sus jefes se habían ido de vacaciones y como era Agosto pues no tenía mucho trabajo que hacer y nos tiramos toda la mañana hablando. Después de comer volvimos a la oficina, ya habíamos intimado más, por lo que las conversaciones empezaron a tomar otro cariz más sensual.
Hasta que llego el momento ., llevábamos un rato hablándonos muy cerca y mirándonos a los ojos con deseo, los dos queríamos que aquellos pasase pero ninguno daba el primer paso.
Entonces nos besamos, el beso fue muy dulce, lento, sintiendo el calor de sus labios en los míos, notando sus manos entre mi pelo, llevando las mías a su bonita cintura, estremeciéndome al notar como nuestras lenguas se juntaban.
El beso desato nuestra pasión, una pasión ya incontrolada, ese beso tan dulce se convirtió en algo salvaje, apretaba su cuerpo contra el mío notando sus pechos firmes contra mi cuerpo.
Le quite la camiseta dejando sus pechos al aire, lleve mi boca hasta ellos, lamiéndolos con mi lengua, recorriendo cada centímetro de ellos, hasta llegar a sus pezones los cuales chupaba con ansia y fuerza. Yo notaba como ella se iba excitando más a cada momento, su mano bajo hasta mi entrepierna, notando mi polla dura. Me desabrocho el pantalón y me agarro la polla con fuerza empezando a masturbarme mientras seguíamos besándonos, su mano iba recorriendo toda mi polla, arriba y abajo, arriba y abajo, creí que me iba a correr. Le aparte su mano de mi polla y lleve la mía a su pantalón, notando a través de él que estaba muy húmeda. Aparte todas las cosas que había sobre su mesa de trabajo y la tumbe sobre ella, con mi mano empecé a acariciarle su coño, estaba húmedo y caliente.
Ya no aguantaba más me moría de ganas de penetrarla, así que acerque mi pene a su coño, y empecé a rozarlo contra su clítoris, ella arqueaba la espalda sobre la mesa de gusto, y mi pene empezó a entrar en su coño, muy despacio pero hasta el fondo en la primera envestida, el ritmo se fue acelerando, a cada envestida disfrutaba mas, mis manos le acariciaban los pechos mientras follabamos, nuestros cuerpos sudaban dentro de aquella oficina en pleno agosto, yo agarrado a sus caderas mirando como la follaba, ella agarrada a la mesa, nuestros jadeos iban subiendo de volumen, lo que indicaba que los dos estábamos a punto de corrernos. Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, y fue como una explosión lo que sentí en el momento que me corría dentro de ella, lo cual hizo que ella también se corriera. Exhausto me deje caer sobre ella, en la mesa, con mi cara sobre sus pechos, así nos quedamos unos instantes.
Después ella había quedado para cenar con unos amigos y nos fuimos todos al restaurante, al terminar ellos querían ir a tomar unas copas, pero me acerque a ella y le dije que si no había algún sitio donde pudiéramos escaparnos que quería volver a follarla. Así que me llevo a un descampado que había en Alicante (digo había por que desgraciadamente ya lo han edificado), nos pasamos al asiento de atrás de mi coche, y esta vez no hubo preámbulos, los dos teníamos ganas de follar juntos otra vez, así que ella se quito los pantalones y se sentó encima de mi polla tiesa, se dejo caer haciendo que su coño se la tragara toda de una vez. Empezó a moverse encima mientras yo le iba acariciando las tetas y besándoselas, algo que a ella le excitaba sobre manera. Sus caderas no dejaban de moverse sobre mi, mis manos en sus nalgas acompañando esos movimientos y apretándolas, hasta llegar de nuevo a corrernos juntos.
La verdad es que fue un día inolvidable, de hecho volvimos a encontrarnos en otras ocasiones, pero eso ya es otra historia que otro día os contare. Lo que si os digo es que desde entonces, y hace más de tres años, todavía seguimos en contacto. Un beso para ti cuando leas nuestra historia.