Viaje a Alicante (1)

Dos parejas jovenes en un excitante viaje en dos partes.

"UN VIAJE ALUCINANTE"

María despertó de su sueño, mecida por el traqueteo del SIMCA 1200. Recordaba con gusto como horas antes iniciaba un viaje con su amigo. (Lo conoció hacía seis meses, y veía en él la persona que había estado esperando siempre.) Sus encuentros eran gloriosos, pasaban tardes divertidas que casi siempre terminaban con unas sesiones de sexo apoteósicas.

Él, no era un adonis, pero despedía sensualidad por todos sus poros. Unos ojos llenos de Erotismo y esa sonrisa picarona junto con un cuerpo bien formado hacían que resultara de un atractivo total para esta chiquilla de 18 años. Ella, rubia con melenita, de piel muy blanca y ojos como de miel. Un cuerpo esbelto, con unos senos prominentes y una gracia al andar que despertaba a un muerto.

Iban con ellos una pareja de amigos, Alberto y Lucía. Ambos compartían la juventud de esta reciente pareja. Ella era bonita con una cara de facciones perfectas y un cuerpo de modelo, él alto, guaperas y simpático. En definitiva las vacaciones se presentaban estupendas.

Al iniciar el viaje concretaron que conducirían ellos, un rato cada uno y como copilotos sus respectivas parejas. Un calor sofocante le llenaba los rostros de gotitas de sudor que al llevar abiertas las ventanillas del vehículo refrescaban, si puede llamarse así, el ambiente.

María, se acomodo sobre el hombro y pecho de Manuel como una gatita ronroneando. Él disfrutaba de su contacto mientras conducía y de vez en cuando dirigía su mirada a las piernas de María. Llevaba un vestido vaporoso sin tirantes de colores varios que en contraste con su piel, aun la hacían más hermosa.

La conducción por la autopista era tediosa, con este coche no se podía correr demasiado y tampoco había demasiado tráfico. Manuel mirando por el espejo retrovisor veía a sus amigos prodigándose caricias y suaves besos; le daban envidia. Coloco su mano derecha en los muslos de María acariciando suavemente la entrepierna; sabia que le encantaban esas caricias. Ella suspiraba de satisfacción y paseaba su mano por el pecho de él. Al poco rato una erección bastante prominente se revelaba dentro de sus jeans. Maria tenia sus piernas abiertas dejando paso al recorrido de su mano, que apunto estaba de llegar a "terrenos peligrosos". Mientras la otra pareja se encontraban bastante lanzados, ella masturbaba el pene de Alberto y él tenia incrustados un par de dedos en la vagina imprimiendo un movimiento rítmico.

Los jadeos eran más audibles cada vez, cosa que infirió a nuestra pareja un ansia de placer incontrolable. María abrió la cremallera de los jeans y palpó el miembro de él por encima del slip. Manuel jugaba por encima de braguita, húmeda y caliente. Ella se acomodó en su asiento sobre sus rodillas y sin mas dilación, sacando el pene de su encierro puso su cabeza encima pasando la lengua por el glande. Él dio un respingo de sorpresa y se dejó hacer, mientras su mano derecha buscaba el ángulo de placer.

Ella, con una mano recorría de abajo a arriba el pene y besaba la puntita. Lo sentía duro y caliente... Abrió su boquita e introdujo el glande en su boca paseando su lengua por su contorno. Chupaba dando pequeñas lamidas, cuando introdujo hasta donde podía todo el mástil iniciando un recorrido con su boca por todo lo largo y ancho del pene. Mientras la mano de él, había apartado la braguita y paseaba los dedos por esa rajita caliente y mojada. Se detenía levemente en su punto más erógeno y realizaba pequeños círculos hasta volver a bajar por toda la rajita.

La otra pareja estaba en situación muy similar, pero con algo mas de libertad. Lucía chupaba con ansia el mástil de Alberto, mientras él masajeaba con una mano sus pechos y con otra oradaba con frenesí el chochito. El sonido del contacto de los dedos con la vagina mojada contrastaba con los gemidos emitidos por los cuatro.

Lucía sin sacar el miembro de su boca, empezó a gemir con fuerza y contonearse sobre el asiento con desenfreno; estaba llegando a un orgasmo brutal. El hecho de escuchar y notar semejante acto de placer, hizo explotar a María, que sin haber sido penetrada por dedo alguno, alcanzaba un placer que le hizo comerse (literalmente) el pene de su compañero, que sin fuerzas ni control exploto en un orgasmo llenando de semen, en agradecimiento, la boca que tanto placer le estaba prodigando. Tragó todo sin parar de chupar sintiendo como su orgasmo se unía al de su pareja. Mientras los pasajeros traseros seguían en su quehacer. Ella ya medio extenuada seguía chupando el falo de Alberto que aun no llegaba a su culminación de placer. En cuestión de segundos, un grito medio ahogado de él les hizo pensar que el trabajo terminaba. Lucia chupaba, pero no tragaba y cuando pensó que todo había terminado, levanto su cabeza del palo ardiente y en cuestión de segundo ocurrió algo que desencadeno las risas de los cuatro.

Mientras Lucia escupía el semen por la ventanilla del coche, Alberto descargaba los restos de su lefa sobre el pecho de ella. Y ella descubrió, al escupir, que la ventanilla estaba cerrada, cuando vio que un grumo de semen escurría por el centro de ella.

El cachondeo generado fue bestial y las risas duraron el resto del viaje. Se presentaban unas vacaciones muy originales. Entre las risas comentaban las jugadas acaecidas, incluido también, el espectáculo que debían haber dado a los vehículos que les adelantaban.

A lo lejos se divisaba la ciudad a la que iban; cerca de allí estaba la urbanización que les esperaba...

CONTINUARA