Viajando en tren con mi hermana
Salíamos en un largo y tedioso viaje en tren, mi hermana y yo íbamos a viajar juntos en un coche cama, en el mismo compartimento.
-¿Te gusta cómo me queda? Mi hermana comenzó a balancear su cuerpo a escasos metros de mi, la verdad es que el bikini blanco que se acababa de comprar le quedaba muy bien, aunque ella no se diera cuenta lo mejor era ver como sus enormes y perfectas tetas estaban a punto de desbordarse. Las palabras tardaron en salir de mi boca -Sí, sí, claro...te queda muy bien -Que sosos sois los tíos con la ropa, ¿eso es lo único que se te ocurre decir? Date la vuelta que me voy a poner el otro que he comprado. No, por favor, deseé salir de la habitación lo antes posible. No se que me pasaba, pero desde hace un tiempo no podía evitar mirar a mi hermana menor como si fuera algo más que mi hermana, se estaba convirtiendo en una obsesión... Giré la cabeza escuché como Claudia (así se llama ella) se quitaba la parte de arriba del bikini y poco después como la braga se deslizaba por sus piernas. Mi hermana, desnuda, abrió el cajón para buscar el otro bikini. Yo no la podía mirar directamente, pero la situación era muy excitante ya que mi mente no paraba de imaginarse como sería el cuerpo de Claudia sin ropa. -Ya puedes mirar Estaba tremenda, no sabía que era mejor, si sus tetas o su culo duro y respingón, además hace poco se había hecho un tatuaje en la espalda que le quedaba de maravilla. Saqué fuerzas para hablar. -Venga ya Claudia sabes que a los hombres no se nos da bien eso de hablar de ropa, te queda perfecto y ya está, ¿qué más quieres que te diga? -Venga vaaaale te dejo en paz, te libero que voy a hacer las maletas Esperé a que se diera la vuelta para salir de la habitación, pues tenía una erección tremenda y estaba seguro que se iba a dar cuenta si me veía el pantalón. Cuando llegué a mi cuarto me tumbé en la cama y me puse a pensar. Esa misma noche salíamos rumbo a la casa de verano de mis padres en el sur de España, nosotros vivimos en el norte, por lo que el viaje en tren se presentaba largo y tedioso, pero lo peor era que mi hermana y yo íbamos a viajar juntos en un coche cama, en el mismo compartimento. Desde hacia varios meses no me quitaba a Claudia de la cabeza. Era tan...perfecta, no solo por su cuerpo, también por su forma de ser, simpática, agradable, lo tenía todo. Todavía me acuerdo cuando hace tres meses me confesó que estaba saliendo con un chico del colegio y me pidió consejo sobre como decírselo a mis conservadores padres. No puedo ocultar que me dio un ataque de celos tremendo, casi como el que me dio cuando hace dos semanas volvió a casa a las 10 de la mañana. Después me dijo que había pasado la noche en casa de su novio y había perdido la virginidad. Casi pierdo los papeles. Mi pene seguía durísimo, me llevé la mano a él y empecé a acariciarlo pero no...Era mi hermana. Subimos al tren al anochecer, el viaje nos llevaría hasta las 9 de la mañana del día siguiente, íbamos en clase turista y cuando entramos al compartimento vimos que había dos literas y un minúsculo cuarto de baño. Justo antes de partir entró una tercera persona al cuarto, era un hombre de negocios que debería rondar los 50 o 55 años, nos saludamos rápidamente, mi hermana me miró con cara de chasco al ver que tendríamos que compartir compartimento pero la verdad es que yo me alivié bastante, así por lo menos no pasaría la noche a solas con mi hermana. Fuimos a cenar al vagón restaurante, a pesar de que conocía el efecto que producía el alcohol en mi hermana ella se empeñó en pedir un vino que acabó siendo bastante "peleón" y le provocó un ligero achispamiento, yo por mi parte no paraba de mirar el top blanco que se había puesto esa noche, como le sentaba dios...ante el resto del tren podríamos parar por una pareja de novios más, pero éramos hermanos.... Pagamos la cuenta y entramos en el compartimento riéndonos y bastante bebidos, ni nos acordamos de que compartíamos el vagón con otra persona, por suerte estaba dormido y roncaba bastante. Me subía a la litera de arriba y me quedé en calzoncillos para dormir. -No hagas ruido o le despertaremos- le dije a mi hermana señalando al hombre -Pues todavía tengo que cambiarme Estuve a punto de decirla que lo podía hacer en el baño, pero como vi que se desabrochaba el botón del pantalón preferí callármelo. No me lo podía creer, ¿estaría tan bebida que no se daba cuenta que estaba yo delante? Se bajó los pantalones y dejó ver sus largas piernas y unas braguitas de esas de "hello kitty" que me provocaron una tremenda excitación, a continuación se quitó el top y lo mejor de todo, el sujetador. Aunque estaba de espaldas pude apreciar el contorno de sus blancos y perfectos pechos. Cuando menos lo esperaba se dio la vuelta y quedó de frente a mí. -¿Qué pasa, que no has visto nunca a una chica desnuda?- dijo mientras miraba mi entrepierna Fue entonces cuando me di cuenta que tenía una erección inmensa, había levantado una auténtica tienda de campaña en las sábanas de la cama. Con una sonrisa irónica Claudia se puso una camiseta, apagó la luz y se metió en la litera.
Fue luego por la noche cuando me di cuenta del error que había cometido, ¿qué pensaría Claudia de mí? ¿En que cabeza cabía que alguien pueda tener una erección con su propia hermana?
Entre los ronquidos del otro pasajero y la excitación (mi erección todavía duraba) no lograba conciliar el sueño. Miré el reloj y vi que ya era la una. Supongo que tendría que resignarme a pasar la noche en vela, entre el calor, el traqueteo del tren y mi hermana durmiendo medio desnuda en la litera de abajo. Con cuidado para no despertar no a Claudia ni al otro pasajero bajé de la litera y fui al baño. Antes de mear tuve que echar una buena cantidad de agua fría sobre mi rabo para bajar la erección. Cuando me disponía a subir a la litera mi hermana, a la que creía dormida, habló:
-¿Todavía estás despierto?
-Sí, debe ser por el traqueteo de las vías o por los ronquidos del viejo ese, pero no consigo conciliar el sueño -Yo tampoco Oí como su cama crujía y como bajaba de la litera para sentarse en mi cama -¿Puedo tumbarme un rato contigo? -Sí, claro La hice un sitio y se acostó a mi lado, de espaldas a mi, su culo rozó durante un segundo mi polla, permanecimos unos minutos así, yo veía su cuerpo moviéndose por su respiración, la tenía a escasos centímetros de mi, olía maravillosamente bien. De repente su culo se puso directamente en mi entrepierna. Empecé a sudar, se me secó la boca, sabía que iba a pasar, mi polla no atendía a razones y empezó a crecer ante el tacto de ese redondo y durísimo culo, mi rabo llegó a colarse por la raja de su trasero. Pasaron unos segundos en los que recé porque se hubiera quedado dormida, pero de pronto noté que empezaba a mover su culo acariciando con él la punta de mi polla. -¿Parece que los dos estamos algo excitados hoy, no?- dijo Claudia Mi corazón se desbocó, no solo estaba despierta sino que estaba masajeando mi polla con su culo. Yo estaba en la gloria y había perdido todo prejuicio, ni me importaba que fuera mi hermana ni que pudiera cometer un incesto, ni que nos pudiera oír la otra persona del compartimento, simplemente me dejé llevar. Cuando estaba a punto de bajarle las bragas se dio la vuelta y quedamos frente a frente. -¿Tu también quieres hacer lo que vamos a hacer verdad? No hizo falta contestarla, los dos nos desnudamos y tiramos la ropa al suelo del vagón, estábamos a oscuras pero puede apreciar el cuerpo más bello que había visto nunca, unos pechos ni muy grandes ni muy pequeños, simplemente perfectos, se había hecho un piercing en cada uno de los pezones, que estaban durísimos, tenía el chochito arreglado, solo se había dejado una estrecha franja de vello. La situación estaba al rojo vivo, cuando nuestros labios se rozaron nos dimos enseguida un beso con lengua salvaje, los dos habíamos deseado este momento durante mucho tiempo. -Quiero que me folles, que me folles duro, ¿me has oído hermanito? Me puse encima de ella a pesar de que mi espalda rozaba con la litera de arriba, me sumergí en sus tetas y comencé a mordisquear sus pezones lo que arrancó sus primeros gemidos, por suerte el otro pasajero roncaba y el traqueteo del tren tapaba nuestros ruidos. Llevé mis dedos a su coñito y me quedé asombrado de lo húmedo y caliente que estaba, sus flujos ya se desparramaban por sus muslos y por las sábanas, aproveché para meter un par de dedos que hicieron que mi hermana arqueara la espalda de placer -Quiero que la metas ya- susurró en mi oído Guié mi pene hasta la entrada de su cueva y de un golpe se la metí, provocando sus quejidos, empecé a follarla sin pausa, nunca la había metido en una vagina tan estrecha, se notaba que mi hermana todavía no había follado muchas veces, las paredes de su coño aprisionaban mi rabo en cada penetración. Los gemidos, bajos al principio, fueron subiendo de volumen a medida que mis embestidas se hacían más duras y rápidas, noté como sus uñas me arañaban la espalda, estaba a punto...un manantial de flujo salió de su coño y se corrió, tuvo que morderme en el hombro para no gritar de placer y despertar a todo el tren. Le quité el pelo de la cara y nos miramos fijamente mientras ella se corría apurando la máximo el orgasmo que le acababa de brindar y susurrándome que se la siguiera metiendo con más fuerza. Cuando se hubo recuperado la volví a follar, los muelles de la cama rechinaban pero me daba igual que se despertara nadie, estaba disfrutando de algo por lo que había esperado muchísimo tiempo.
Mordí el lóbulo de su oreja derecha y susurre al oído lo mucho que quería tirármela, las veces que la había observado desnuda, las erecciones que me había provocado y que ahora era mía y no iba a parar de follarla siempre que quisiera. Mientras se corría por segunda vez y yo la continuaba penetrando ella me dijo que también lo había pensado, que no era tan inocente como pensaba y que se había dado cuenta desde hace mucho tiempo de las miradas que le echaba. Yo estaba a punto, había resistido bastante no podría aguantar más y a los pocos segundos me corrí lanzando tres, cuatro hasta cinco chorros, una cantidad absurda de esperma en lo más profundo del coño de mi hermana que alcanzó un último orgasmo al sentirse repleta de mi leche. Mantuve mi pene dentro del coño de Claudia hasta que mi polla se quedó flácida y la saqué, provocando que el coño de mi hermana chorrease lefa en las sábanas. No me podía creer lo que acabábamos de hacer, estábamos los dos sudando y agotados después de haber follado tan duramente y en una posición tan incómoda, ella se abrazó a mi cuello y no me dejó quitarme de encima suyo. Miramos al pasajero que iba con nosotros en el compartimento, estaba oscuro y no podíamos ver si seguía dormido, lo cierto es que había dejado de roncar cuando comenzamos a follar. -¿Crees que le hemos despertado?- susurré a Claudia Mi hermana agarró mi polla y la fue guiando hacia lo más profundo de su coño mientras el tren avanzaba en la noche