Viagra

Titubeé un poco indeciso de contarle mi problemilla. Verá es que necesitaba que Vd me recetara algo para… Me quedé mudó sin atreverme a finalizar la frase ¿Para que? - me preguntó levantando una ceja. Es que no se ...Vamos que está como muerta - dije mirándome la entrepierna. ¿Muerta? Si vamos que no se me levanta, joder - pudé al fin decirle.

Sentado en la sala de espera meditaba sobre mi decisión. Ya pasaba de los sesenta y al fin al cabo era una cosa muy usual en los hombres de mi edad. No se me empinaba. Hacia ya años que el sexo con mi mujer era una cosa muy pero que muy exporadica, pero yo me arreglaba con mi mano para darme placer. Pero desde hacía unos meses por mucho que me esforzara era incapaz de alcanzar una erección. Y no era que no me apeteciera, era que la herramienta no funcionaba.

Así que decidí ir al medico a ver si me recetaba la pildorita azul.

Al fin la enfermera pronunció mi nombre y me dirigí a la consulta. Abrí la puerta y entré.

  • Buenos días Don José - dije nada más entrar.

Pero al mirarle con más atención me di cuenta que no era mi médico habitual

  • Perdón pensé que me atendería Don José.
  • Don José se retiró el mes pasado, ahora yo soy su médico.

Se levantó y me tendió la mano.

  • Wilson Romero Morales
  • Encantado - le respondí estrechando su mano.
  • Permítame que lea su historial - me dijo mientras me señalaba la silla para que me sentase.

Mientras el doctor estaba enfrascado en los papeles me entretuve observándole. Era un hombre alto y fuerte, de unos cincuenta y tantos calculé. Bueno por lo menos no era ni un jovenzuelo ni una mujer me congratulé. No es que tenga nada con las mujeres pero para recetar lo que quería me resultaría muy violento.

El tipo era muy, muy moreno, y por su acento me imaginé que era de procedencia caribeña.

  • Muy bien y que le pasa a Vd - dijo al fin mirándome a los ojos.

Titubeé un poco indeciso de contarle mi problemilla.

  • Verá es que necesitaba que Vd me recetara algo para…

Me quedé mudó sin atreverme a finalizar la frase

  • ¿Para que? - me preguntó levantando una ceja.
  • Es que no se ...Vamos que está como muerta - dije mirándome la entrepierna.
  • ¿Muerta?
  • Si vamos que no se me levanta, joder - pudé al fin decirle.
  • Bueno Oscar eso no es raro en una persona de su edad, no se preocupe. -me dijo con una sonrisa divertida.
  • Ya pero yo quiero…
  • Solucionar ese pequeño problema, lo entiendo.
  • Si me pudiese recetar Viagra. - me atreví al fin.

Volvió a revisar el historial.

  • No observo ninguna dolencia ni medicación que pueda causar esos efectos. ¿No será más bien un problema de falta de interés por su pareja?
  • Miré ni con mi mujer, ni con putas, ni con mi propia mano consigo que esto se me empiné. Necesito que me de algo que me ayude - dije angustiado.
  • Bueno bueno está bien. Pero creo conveniente que antes se haga unos análisis y comprobemos que no hay alguna causa patológica que origine esa disfunción eréctil o algún tipo de ETS.
  • De acuerdo. - asentí

Tras rellenar unos papeles me los tendió y levantándose me acompañó a la puerta. Si que era alto me sacaba una cabeza. Antes de abrir la puerta me pasó el brazo por los hombros y me tranquilizó.

  • No se preocupe que ya verá cómo solucionamos ese problema. Pronto se le volverá a poner a tono.
  • Gracias - le contesté reconfortado por sus ánimos.
  • En cuanto tenga los análisis pida cita e iniciaremos el tratamiento..

Al día siguiente fui a hacerme los análisis y me dieron una semana de plazo para recoger los resultados. Se me hizo eterna. Pero al fin llegó la fecha de la cita.

  • Buenos días Dr. Romero - le saludé al entrar.
  • Buenos días Oscar. Veamos esos análisis. - me dijo tendiendome la mano para que se los entregara.

Se los di mientras me sentaba. Los leyó atentamente durante un buen rato.

  • Bueno creo que todo está en orden.
  • ¿ Si?
  • Si. No obstante, si no tiene inconveniente me gustaría hacerle una exploración.
  • Si lo cree necesario - le respondí alzando los hombros
  • Asegurémonos que todo sea funcional.

Se levantó,  corrió el pasador de la puerta y cogió unos guantes de latex.

  • Bajese los pantalones y siéntese en la camilla - me dijo mientras se ponía los guantes.

Rápidamente me bajé los pantalones y me senté tal como me había indicado.

  • Hombre los calzoncillos también - me dijo con una sonrisa de medio lado.

Nervioso me incorporé y  me bajé los calzoncillos y luego junto con los pantalones los coloqué en la camilla sentándome después. Aproximó una silla y se sentó frente a mi.

  • Abra las piernas - me indicó mientras me ayudaba a separarlas con sus manos en mis rodillas.

Me empezó a palpar minuciosamente los testículos. Luego su mano me agarró el pene y apretó insistentemente con los dedos por todas partes. Cuando me bajó el prepucio sentí un cosquilleo allí abajo. Lo miró con detenimiento mientras lo frotaba lentamente. Joder la polla que llevaba muerta meses empezo a amorcillarse.

  • Me cago en la puta. Ahora este tio va a pensar que soy maricón - pensé enervado.

Al fin me la soltó.

  • Bueno parece que muerta del todo no está - me dijo observando mi polla.

Creo que me sonrojé. Era la primera vez que otro tío me tocaba la verga y estaba sorprendido de mi reacción. Me había gustado.

  • Levántese.

De un salto me incorporé.  Casi le pego con la polla en todos los morros pues continuaba sentado en el taburete. Le miré un poco cohibido. Se incorporó risueño y apartó la silla

  • Bien parece que aqui no hay ningun tipo de anomalia - me dijo mientras con su mano sopesaba mi sexo.

Raudo cogí mi ropa. Pero cuando estaba a punto de vestirme me frenó.

  • Aguarde, aguarde. Vamos a ver cómo está la próstata.

Se quitó los guantes que tiró a un cubo y se calzó unos nuevos. Cogió un frasco del botiquín y se dirigió a mí.

  • Por favor recueste el pecho sobre la camilla y abra bien las piernas.

Dios me estaba poniendo nervioso. Pensar solo que aquel tiarrón me metiese un dedo por el culo me hizo estremecer.

Sentí sus manos enguantadas esparciendo un gel entre mis piernas. Una yema empezó a jugar con mi esfínter. Aquel roce acariciador empezó a excitarme.

  • ¿Le han hecho alguna vez un tacto rectal?
  • No nunca - balbuceé.
  • Bueno si le hago daño me lo dice.

Solo pude afirmar con la cabeza.

Con las manos me separó las nalgas y me observó el ano durante unos instantes. Luego su dedo empezó a presionar lentamente y sentí como me lo clavaba.

  • Ufffff - exclamé
  • ¿Siente dolor?
  • No ,no -

Que dolor ni que leches, me estaba volviendo loco que me andase en el culo. Cuando al fin entró hasta tocar mi próstata casi me cago de gusto. Y mientras me palpaba con detenimiento, como por milagro la polla empezó a ponerse dura. Joder hacia meses que no me empalmaba de aquella manera. Resoplé.

  • ¿Siente algo?
  • Siiiiiiiii .- le dije en un  jadeo.
  • Ya lo veo - me dijo mientras con la otra mano me apretaba el rabo.
  • Ya, ya. - le respondí mientras mi poronga empezaba a babear.
  • No se preocupe a algunos les pasa lo mismo.

Estuvo durante un buen rato manoseandome el agujero. Creo que me llegó a meter uno o dos dedos más. Yo babeaba mientras me exploraba. Joder estaba literalmente folandome con los dedos y lo malo es que me encantaba. De hecho cuando los sacó estuve a punto de protestar.

  • ¿Ya está? - le pregunté decepcionado mientras volvía la cabeza.
  • Bueno si quiero le puedo hacer una exploración más profunda, pero es una práctica poco ortodoxa - me dijo
  • Pues hágala, hágala - le rogué anhelante.

Escuché el fru-fru de la tela y luego una bata y unos pantalones blancos cayeron sobre la camilla.

Algo gordo, muy gordo. Caliente muy caliente y duro muy duro, se situó en mi ojete, este autónomo empezó a boquear como queriendo tragar tan apetitoso anzuelo.

Me cogió por los hombros y poco a poco empezó a empitonarme. Sentí como la piel de mi esfínter se estiraba al paso de un trozo de carne que por el efecto que causaba en mi entrada debía de ser de un grosor considerable. En un último esfuerzo me tragué el glande.

  • Guauuuuuuuuuuuuu - aullé
  • Le hago daño.
  • No siga siga - mentí.

Y es que me dolía de cojones, era como si me hubiesen metido una estaca por el culo. Pero es que también me daba un gustazo tener aquel macho con la polla enterrada en el culo, que valía la pena. Sentir aquella carne turgente y caliente palpitando en mis entrañas, notar mi culo estirado pulsando con furor y aquel ardor que me quemaba por dentro era algo inenarrable.

Empezó entonces a encularme suavemente con un ligero vaivén iba entrando en mi. Dos pasitos para “alante” un pasito para atrás. Y así hasta que tras minutos gozando como una perra, de un último puntazo me la enterró hasta la empuñadura. Cuando sus huevos golpearon mi piel creí que me corría. Joder aquello ademas de gordo era largo de cojones. Menuda polla que se gastaba el mulato.

  • Bueno ya hemos tocado fondo - me comunicó-
  • Ya lo veo - le dije volviendo la cabeza.
  • Lo siente.
  • ¡Joder como no voy a sentir ese cacho de cipote que se gasta! ¡Exploré, exploré¡ - le grité en pleno calentón
  • ¿Como que le exploré? Ya lo estoy haciendo.
  • Que me folé bien follado hostia. No ve que me está matando de gusto.

No sabía lo que decía porque aquel macho tropical empezó a encularme como una máquina de follar. Yo jadeaba como una perra, la camilla se bamboleaba y creo que se movía hasta su título colgado en la pared. Menudo empotrador que estaba hecho el doctorcito.

  • Más fuerte doctor mas fuerte - le rogaba.
  • Parece que estamos encontrando la cura verdad Oscar.
  • La cura y un coño que no sabia que tenia.
  • Le gusta.
  • No me ve como berreo como una perra.

En mis sesenta y tantos años jamás pensé que pudiera gozar con un buen macho dandome por el culo como aquel semental lo hacía Mi chocho, si el chocho que me había aparecido como por arte de magia entre las piernas ardía con un fuego abrasador. Notaba cada pliegue cada vena de su polla rozándome las entrañas. Mi polla babeaba como de un grifo abierto y me estaba dando tanto placer que todo mi cuerpo crepitaba con cada puntazo.

No podía aguantar, me acercaba al clímax y de repente mi polla explosionó comenzando a derramar toda la lefa acumulada. Fue un orgasmo largo, intenso, indescriptible.

Mi culo empezó a contraerse a la vez que eyaculaba y apreté aquella polla que tenía clavada en lo más hondo. Eso causó que su verga se hinchase aún más y empezó a pulsar fuertemente. La primera descarga caliente se eyectó como un proyectil en mis entrañas, luego en repetidas descargas me fui inundando con una portentosa corrida. Sentía aquella esencia caliente llenando mi interior. Al fin se desplomó agotado sobre mi espalda. Tras descansar unos momentos sobre mi cuerpo se salió de mi.

Me incorporé mirando al macho bravío que me había montado y por primera vez vi la poderosa polla que me había roto el culo. Joder menudo cipote lucía el moreno.

  • Vístase - me dijo tendiendome la ropa mientras él hacía lo propio.

Cuando estábamos ya con nuestra ropa me atreví a preguntarle.

  • ¿Y que me pasa Doctor?
  • Oscar creo que se le ha cambiado el gusto de sitio. Eso es todo.
  • ¿Y lo mío tiene cura?
  • Me temo que no. Creo que va a ser crónico. - me dijo con sonrisa torcida
  • ¿Y entonces?
  • Seguiremos con la terapia iniciada la próxima semana. Si tiene una urgencia pida cita antes.
  • Pues entonces hasta la semana que viene Dr Romero  - le dije con una sonrisa de lado a lado encaminandome a la puerta.

Mientras caminaba con dificultad hacia mi casa notando como la leche de mi médico empapaba mis calzoncillos, me di cuenta que seguro que antes de que pasase la semana tendría que pedir cita.