Veterinaria ofrece espectáculo....De niña a mujer
Los inicios de la niña que se va convirtiendo en mujer, pero, con de una manera muy especial
Como cada cosa que sucede en la vida, Esperanza también se inició en su juventud, en la granja de unos tíos que vivían en una de las comarcas más ricas de su tierra, en la que pastaban todo tipo de animales, de todos los tamaños, de los cuales, los que más le gustaban eran los caballos, sobre todo desde que vio a dos de ellos aparearse.
Ese día en que el caballo semental, que tenía por nombre Furia, estaba siendo preparado para su cópula con la yegua Soraya, estaba presente Esperanza, que no esperaba asistir a tal espectáculo con el que quedó fascinada, y aunque nunca había tenido una polla dentro, ni humana ni animal, lloró porque algo así la penetrara en algún momento de su existencia, esa fue la razón por la que decidió estudiar para convertirse en veterinaria.
Con Soraya bien agarrada a un poste para que no realizara ningún movimiento brusco y se dejase inseminar por el semental, acercaron a Furia, el olor que emanaba de su gran vagina, que Esperanza veía como se abría y se cerraba, y en la que observaba como manaba algún tipo de líquido, se supone que lubricante, hacía que bajo las piernas del caballo se fuera descolgando el tremendo pollón que poseía, todavía estaba pendiente de que consiguiera su erección absoluta, mientras más acercaban a Furia al lugar estratégico para fecundar a Soraya, más le salía aquel miembro de su entrepierna, y por tanto, más se le abrían los ojos a Esperanza y más se distraía, dejando caer un poco de su baba, tanto de la boca como de su propia vagina, que también estaba chorreando líquidos, como estaba sentada a horcajadas en un poste a cierta distancia, y llevaba puesta una falda muy ligera, con un leve movimiento de su pelvis, estaba a punto de alcanzar un orgasmo inigualable, preguntándose “¿porqué no habría nacido yegua en vez de humana?”
Y así se fue componiendo la escena amatoria, tanto de los animales, como de la joven, que estaba ya loca por tener algo caliente, grueso y duro en su propia vagina virgen, casualmente no le gustaban los chicos del alrededor, y desde que vio aquella escena, sabía que tenía que dedicarse al oficio que había elegido y que su propio sexo sería pasto de las embestidas animales que esperaba que algún día consiguiera con sus dotes femeninas.
Mientras seguían acercando y alejando a Furia de su amada Soraya, se le notaba el miembro que iba tomando fuerza y cada vez se aflojaba menos, el tamaño descomunal de aquel sexo hizo que a Esperanza se le endurecieran los pezones, y siguiera moviéndose cada vez con más frenesí, y sentía que el orgasmo estaba muy cerca, cuando por fin aproximan al caballo a su exaltada Soraya, que cada vez levantaba más su cola de yegua y cada vez se le movía más enérgicamente su vagina, en la que cabía prácticamente un brazo humano, pero no era lo que le iban a meter en ese momento, sino el pollazo de Furia, que estaba a unos segundos de atinar en su yegua.
Le invitaron a subirse, que con destreza lo consiguió, sus patas delanteras se colocaron sobre el lomo de Soraya, le dio un bocado a sus crines y tras varios intentos, ubicó toda su polla en su extensión dentro del sexo femenino animal, mientras entraba en el lugar indicado para la fecundación, Esperanza se empezó a mover como loca, estaba a treinta segundos de alcanzar su orgasmo, sentía como se abrían sus labios y su clítoris rozaba el madero que estaba cabalgando en ese preciso instante, como pudo y con habilidad, se deshizo de sus bragas sin que nadie se los presentes se percatase, desnuda interiormente, sintió rozar los labios vaginales con el madero, que parece que estaba hecho para esa función de dar placer a tan apasionada joven, moviéndose con el suficiente disimulo sentía que se iba a correr de un momento a otro, se meneaba de manera que su clítoris que la estaba volviendo loca, rozase con el poste y sus labios rozasen también el mismo sitio, estaba dejando tal reguero de líquido de placer que como alguien viniera y viera lo que allí sucedía, se podría imaginar con seguridad que la niña se había orinado en el madero mientras observaba la cópula de los animales.
Y así ocurrió, fueron treinta segundos aproximadamente de penetraciones bestiales dentro de Soraya por parte de Furia, y treinta segundos agotadores para Esperanza, que sintió, al mismo tiempo que Furia, un placer extremo, cuando observó como se descolgaba el gran pollón del animal de su yegua, dejando salir una buena cantidad de líquido seminal mientras dejaba ver como iba desapareciendo la erección y se escondía la polla de la bestia en su funda de nuevo, ahí fue cuando Esperanza casi se desmaya del gran orgasmo alcanzado.
Fueron pasando los días y la idea no se le pasaba de la cabeza, tenía que tener esa polla dentro de su cuerpo, o al menos dentro de su boca, no sabía como lo conseguiría pero debía hacerlo, andaba casi como sonámbula, se despertaba por las noches y como no tenía como calmarse, se apaciguaba metiéndose sus dedos hasta donde sabía que no había peligro, alcanzando unos orgasmos bestiales, imaginándose siendo penetrada por Furia.
Cierta noche en plena madrugada, se acercó a los establos, era una noche de mucho calor y salió desnuda completamente, estaba desesperada y tenía que conseguir como fuera que esa polla la penetrara hasta el fondo de su cuerpo, no temía perder la virginidad, al fin y al cabo iba a hacerlo con el animal más bello del mundo, Furia.
Su desesperación llegó hasta tal punto que casi se vuelve loca cuando observó que los establos estaban cerrados con un candado, estando allí se puso de nuevo a imaginar la escena de Furia y Soraya, y se encontraba totalmente mojada, como fuera, tenía que acabar de correrse de la manera que fuera, miraba por los alrededores y no veía nada que pudiese calmar su calentura, vio una botella pero estaba rota, podía cortarse, encontró utensilios de labranza, de hierro oxidado, sería asqueroso hacerlo con aquello, caminó hacia un bosque cercano con la esperanza de encontrar algún palito para utilizarlo como consolador, eso si, tenía que tener un tamaño un poquito menos que descomunal, pero los tronquitos, palitos, maderos... que encontraban no terminaban de llenarla, cuando estaba a punto de claudicar, se iba a sentar junto a un árbol para terminar haciéndose un dedo nuevamente, pero mira por donde, el árbol que eligió para apoyar su espalda, tenía una rama que sobresalía de su tronco, a media altura del árbol, que ella podría utilizar como objeto de penetración, y se percató que tenía un grosor como de la polla de Furia...
No dudó un instante, lo cubrió con una bolsa de plástico que estaba por las cercanías, pensando que le serviría para suavizar los salientes de la rama que salía del tronco y sin esperar y sin mirar si alguien pudiera observarla, levantó una pierna, se agarró fuertemente al árbol, acercó con precaución su virginal vagina, y comenzó a sentir el roce de la rama en el clítoris, quiso obtener un primer orgasmo rozándose con la punta de la rama y empezó a frotarse como bien sabía hacerlo cada noche que le entraba su calentura, mientras se rozaba pensaba en la polla de Furia, y en cuestión de segundos, sintió lo mojado que estaba todo su sexo, tan mojado que estuvo a punto de meterse la rama que salía del tronco de aquel árbol complaciente, pero no, se detuvo, recapacitó un poco y al poco tiempo alcanzó el orgasmo que estaba deseando de alcanzar.
Continuaba abrazada al árbol, rodeándolo con una de sus piernas, sus muslos chorreantes de sus fluidos celestiales, sin pensarlo más tiempo, se abrazó con más fuerza, apoyándose con la pierna que rodeaba el tronco, elevó la otra pierna y con cierta precaución, se autoempaló con el tronco que hacía pocos segundos, le había dado tanto placer, empezó a sentirlo dentro, se lo sacaba con el movimiento de su cuerpo, que parecía que había estado haciéndolo toda su vida, agarrada de piernas y brazos, inició un movimiento de sube y baja mientras sentía cada vez más en su interior el cada vez más ancho grosor de “su particular” polla de caballo, el tronco podía tener perfectamente una longitud de treinta centímetros que acabaron siendo engullidos por la vagina de la joven, que cada vez se movía con más ímpetu.
Había logrado tal destreza que sin soltarse del árbol, sólo le estaban quedando señales de arañazos en los muslos, se conseguía penetrar con todo el tronco en su interior, sentía que los labios se retraían y volvían a salir al mismo tiempo que ella se sacaba y se metía el objeto de placer que había encontrado para satisfacer su fiebre adolescente, llegando a alcanzar dos orgasmos interminables uno tras otro.
De puro cansancio tras el placer obtenido, apoyó las piernas en el suelo con el tronco dentro de su vagina, quedando en la posición de sentada, siendo sostenida por el árbol que tenía dentro, se soltó de las manos y despacito, muy despacito, fue saliendo de su particular objeto de placer, que observó que tenía los restos de su recién perdido himen, pero ya le daba todo igual, aunque... seguía con la idea de tener un pollazo de caballo en su interior, la polla de... Furia, no se le iba de la cabeza.
Día tras día veía como los cuidadores de los caballos los trataban, las horas que estaban, las horas que los dejaban descansar a solas y se fue haciendo un planning sobre cuándo podría estar con su favorito.
Tras varias semanas, una tarde, durante la hora de la siesta, tiempo en que estaba el caballo en su establo, a solas, comiendo un especial postre previsto para caballos sementales, se presentó Esperanza, iba preparada, sin bragas, chorreando, dispuesta a hacerle el amor a su capricho, entró en la cuadra de Furia, y comenzó a acariciarlo, por todas partes, pero... casualmente... cuando sus manos tocaron los cuartos traseros, de los bajos del caballo, empezó a salir lo que Esperanza ansiaba, la gran polla animal.
No dudó para nada en agacharse y empezar a hacerle una paja, sabía que eso surtiría el efecto esperado y rápidamente se le puso bien dura a Furia, Esperanza empezó a pasar la lengua por la punta de la polla del animal, y cada vez se le ponía más dura, cuando sabía que había alcanzado su tamaño, observó que era más grande de lo que pensaba y no sabía como acomodarse para dejarse meter tan tremendo sexo.
A lo lejos había escuchado algún rumor de alguien que había hablado, eso hizo que empezara a chuparle el pene al caballo, muy rápidamente, quería llevarse al menos el primer premio de los muchos que tendría desde aquel día, así que, mientras chupaba con lo poco que podía tener dentro de su boca, empezó a aligerar con las manos la paja que estaba haciéndole, y mientras movía sus manos alrededor de la dura polla, y chupaba con toda su boca y su lengua la punta del pene, sentía como palpitaciones en tan largo trozo de carne, el placer estaba cercano.
Siguió con más velocidad, hasta que de un golpe sintió el primer chorro dentro de su boca, que le hizo toser, no le dio tiempo y sintió un segundo chorro que inundó toda tu cara, casi la asfixia al entrarle gran cantidad de semen por la nariz, se cayó hacia atrás y dos chorros más salieron en dirección a las pezuñas delanteras de Furia, una gran mancha blanquecina quedó como recuerdo del placentero momento que le había dado su nueva y joven amante humana, relinchó un par de veces a modo de agradecimiento y Esperanza tuvo que ir a refugiarse tras un montón de paja que había cerca, puesto que escuchó las pisadas de los cuidadores acercándose, al ver la gran mancha blanquecina y como se iba retrayendo la polla del animal, intercambiaron la impresión de que el caballo tenía necesidad de una nueva yegua, donde poder dejar sus restos seminales, puesto que todavía estaba lleno.
Eso le daba ideas a Esperanza...