Vestuario mixto

Historia de la primera vez que mi mujer me es infiel. Los hechos son reales, los pensamientos no.

Carmela acabó de recoger la clase y fue al vestuario a cambiarse. Al entrar le extrañó oír el ruido de la ducha. Normalmente era la última. Preguntó en voz alta y le contestó una voz masculina. Tenía que ser Manolo, el único alumno masculino de la clase. Al poco salió envuelto en una toalla todo colorado pidiendo disculpas por estar allí. Carmela se rió y le dijo que no tenía que disculparse, que solo había un vestuario. No pasa nada que somos adultos, lo tranquilizó Carmela y, cogiendo su toalla de la mochila se dirigió a la ducha.

En los años que llevaba dando clases allí nunca había coincidido con un chico en el vestuario. Venían muy pocos y, como ella era la última, siempre estaba sola. Recordó las veces que tuvo que convencer a otras alumnas que se quejaban de que fuese mixto el vestuario que no pasaba nada, que era natural. Ahora le tocaba a ella comportarse con esa naturalidad que defendía.

Salió de la ducha y Manolo seguía allí. Estaba en calzoncillos aplicándose una crema en una pierna. Él la había oído alguna vez defender la naturaleza mixta del vestuario. Por coherencia tenía que actuar con normalidad. Si Manolo contaba al resto que no lo hacía, seguro que las quejas irían a más.

Le preguntó qué le pasaba en la pierna y Manolo le contó que era crema hidratante porque se le secaba mucho la piel. Carmela se dio cuenta que iba a tener que vestirse delante de él. Se convenció que podía y se quitó la toalla quedando desnuda. Manolo se quedó mirando fijamente.

  • Joder profe, no te da vergüenza quedarte en bolas delante de mí?- le preguntó Manolo sorprendido

  • Un poco sí, la verdad, pero como siempre le estoy diciendo a las chicas cuando se quejan de que solo hay un vestuario que no es para tanto, tendré que ser consecuente, no?- se justificó Carmela

  • Jaja, supongo que sí, pero bueno, ellas se quejan porque las pueda ver en ropa interior. Ninguna se ducha y mucho menos se desnudan si estoy yo en el vestuario, que lo más que he visto ha sido algún sujetador y son de esos deportivos- explicó Manolo y añadió- pero por mí sin problemas

  • Vaya, yo creía que se quejaban por algo más. Voy a quedar como una exhibicionista contigo por intentar ser natural. Pero no mires tanto que me vas a gastar, jejeje. ¿Qué lleva esa crema? huele muy bien

  • Aceite de almendras y pétalos de rosa. Échate un poco si quieres- le informó Manolo

Carmela cogió el bote que le ofrecía Manolo. Durante la charla se había vestido y, dando la espalda a Manolo, puso un pie en el banco y empezó a ponerse crema en las piernas.

  • ¿puedo contarles que te has desnudado para que dejen de quejarse por el vestuario mixto?- preguntó Manolo admirando el trasero que la postura de Carmela le regalaba a la vista

  • no hace falta que entres en tanto detalle- le contestó Carmela- con decirles que cambié de ropa creo que es suficiente

Luego Carmela le devolvió la crema y se marcharon.

A la semana siguiente volvieron a coincidir. Esta vez Manolo esperó a que entrase ella en el vestuario para ir a ducharse. A Carmela no le quedó más remedio que ducharse al mismo tiempo o esperar a que acabase, pero se le iba a hacer muy tarde. Convenciéndose a sí misma que no pasaba nada, que ya la había visto desnuda la semana pasada, se dirigió a las duchas que eran abiertas. Manolo al verla entrar le dijo

  • buenas de nuevo- la saludó Manolo al verla entrar

  • ¿aprovechando la ducha de la academia para no gastar en casa?, jejeje- bromeó Carmela

  • jajaja, podía ser, pero luego quedé y no quiero ir sudado- respondió Manolo

  • a mí me pasa lo mismo, voy a cenar después con mi marido- le contó Carmela

  • no sabía que estabas casada- comentó Manolo

  • uy, sí, desde hace dos años- informó Carmela

-¿y tu marido no se cela si  un alumno te ve desnuda?- preguntó Manolo con un tono medio burlesco

  • para ponerse celoso primero tendría que saberlo- contestó Carmela siguiendo el juego

  • jajaja, que mala, ¿no se lo cuentas?- bromeó Manolo

-¿contarle que me ducho con otro tío a un metro de mí? estás de coña.¿tú se lo contarías a tu novia?- preguntó ella

  • si la tuviera, supongo que no- dijo Manolo

Manolo en ese momento se estaba enjabonando la polla con ese movimiento típico que puede parecer otra cosa. Carmela, desinhibida por el buen rollo que notaba entre los dos, bromeó:

  • uy, si no hubiera visto a mi marido hacer eso un montón de veces, pensaría mal, jajaja

  • jajaja, tienes razón que puede parecer otra cosa, pero a vosotras os pasa lo mismo, no te creas- se defendió Manolo

  • no tanto, no tanto-  dijo Carmela

  • veamos- la retó Manolo

Y Manolo se quedó mirando a Carmela. Ella, que se lo estaba tomando como un juego, se enjabonó el coño echando un poco de teatro y luego las tetas, provocando una erección en Manolo que, lejos de avergonzarse, siguió con el mismo tono de broma que Carmela:

  • ves cómo sí- señalando su polla empalmada

  • jo, lo siento, jajaja- le dijó Carmela sin poder evitar una risita

  • ¿te disculpas y te ríes? eres muy traviesa, profe

  • tienes razón, venga salgamos- dijo Carmela

Los dos salieron de la ducha y se pusieron la toalla. Al llegar a los bancos y quitarse las toallas, Manolo seguía empalmado.

  • y ahora qué profe?

  • ahora nos vestimos y nos vamos, no?

  • ¿me vas a dejar así?

  • ¿ y qué quieres que haga yo? ¿qué te haga una mamada?

  • bueno profe, con una paja me conformaba, pero si prefieres una mamada, yo encantado

  • joder Manolo, que voy a cenar con mi marido en un rato

  • joder profe, que por eso no es, si fuera por eso no te hubieras duchado conmigo, que bien claro que has dejado que eso no se lo cuentas a tu marido

  • aun van a tener razón las chicas al quejarse de vosotros y los vestuarios mixtos- dijo Carmela

  • venga, una rápida-intentó Manolo

Carmela se quedó pensativa. Ya se había puesto las bragas y la falda, pero se daba cuenta que era ella quien, con su exceso de naturalidad, había provocado aquel empalme con sus comentarios y su forma de enjabonarse. No tenía qué hacerlo, pero algo extraño le pasaba porque sintió que se lo debía y también le apetecía. Así que se arrodilló, le dijo que solo eso y empezó a chupársela.

Manolo no esperaba que fuera tan fácil, que se lo pusiera tan a huevo el segundo día que la esperaba en el vestuario. Cuando las otras alumnas le dieron la idea para averiguar si la profe era tan liberal o solo decía eso porque a ella nunca le tocaba compartir vestuario con chicos y lo planeó, si le veía las tetas, ya se daría por satisfecho. Tenía 15 años menos que ella y no se le paga por la cabeza liarse con ella. Aquello superó todas sus expectativas. Carmela parecía tan naif que era sorprendente que tuviese ese vicio dentro. Puede que solo fuesen prejuicios, pensar que a una chica naif no le gustaría el sexo o no se calentaría como cualquier otra persona. O no esperar que hacer mamadas fuese algo que le gustase tanto. Porque se notaba que lo hacía con gusto. La mamada estaba siendo impresionante. Manolo recogió su melena para no perder detalle de cómo su polla entraba y salía de la boca de Carmela. Se sentó en el banco porque notaba que perdía el equilibrio. Sentado podía tocarle las tetas. Pensó que no le importaría y así fue. Manoseó primero una y luego otra. Carmela le sonrió mirando a sus ojos mientras lamía el glande con la punta de la lengua.

  • uf profe, que boquita tienes, sigue porfa

Y Carmela siguió. Y Manolo siguió acariciando sus tetas, aunque Carmela había dicho que solo era una mamada. Manolo le avisó que se iba a correr. Carmela siguió. Joder con la profe, pensó Manolo, quiere que me corra en su boca. Carmela estaba disfrutando chupando la polla de su alumno y no medía las consecuencias de sus actos. Manolo no era un rollo, era su alumno que sabía que después iba a cenar con su marido. Estaba quedando como algo que no era. ¿O sí era así y no lo sabía?

Carmela siempre tuvo un patrón de conducta sexual desconcertante para sus parejas y amantes. No era una cuestión de fases o de momentos como sucede con la mayoría de la gente. Lo suyo era más complicado. Ni ella sabía la tecla que había que tocar para que floreciese su lado más atrevido. Lo único que estaba claro con ella era que se dejaba llevar por la situación. Pero nunca podías saber hasta dónde llegaría. En ese momento, en su cabeza, mandaba la sensación que había calentado sin querer a su alumno y tenía que compensarlo. No pensaba que le estaba siendo infiel a su marido por primera vez, no contemplaba el sentimiento de culpa que podría tener después cuando lo viese. Por eso, a pesar de que cuando empezó le dijo que solo sería una mamada, dejó que le tocase las tetas. Por eso, cuando le avisó que estaba a punto, decidió seguir hasta el final. Y también se dio cuenta que solo había probado el semen de su marido. Había chupado otras pollas, pero solo su marido había acabado en su boca. La curiosidad de probar otro semen la excitó más.

Recordó los detalles que su marido le pedía para hacer el final más excitante y los puso en práctica. Acompañó los gemidos de Manolo con los suyos demostrando el placer que sentía chupando su polla. Empezó a mover su mano más rápido transmitiendo su deseo de que se corriese en su boca. Y, como guinda del pastel, paró de chupar sin dejar de masturbarlo y le pidió que se corriese.

Los gemidos de Carmela sorprendieron a Manolo. Pedirle que se corriese iba más allá de sus fantasías más húmedas. Empujó su cabeza hacia su polla. Frases muy obscenas invadieron su cerebro, pero fue capaz de no expresarlas en voz alta por miedo a estropear el momento. Notaba su polla más hinchada con toda su corrida a punto de salir. Y llegó su orgasmo.

Salió tan fuerte y abundante que Carmela se vio obligada a detener el movimiento de su boca y se quedó parada recibiendo el semen de Manolo. Sabía diferente al de su marido. Tuvo que tragarlo para poder seguir chupando la polla para sacarlo todo. Como le decía su marido, después de los dos o tres primeros chorros, luego hay que seguir despacio hasta que sale todo. Así lo hizo Carmela notando como el cuerpo de Manolo se iba relajando. Su polla seguía expulsando semen y ella lo iba tragando. Luego empezó a lamer su polla con la lengua de arriba abajo, recogiendo con la punta las últimas gotas perezosas y mirándolo a la cara le sonreía, algo que, según su marido, ponía a mil a los tíos. Aunque pensaba en su marido y en sus consejos, no se sentía culpable por estar siendo infiel.

Manolo, después de descargar todo el placer que su profe le había dado, miraba con adoración como seguía lamiendo su polla y lo miraba sonriendo.

-          Guau profe, la mejor mamada de mi vida- la felicitó

-          Eso te parece porque aún eres muy joven- le respondió Carmela quitándose mérito

-          No, ha sido increíble de verdad, tu marido es muy afortunado

Carmela se levantó y acabó de vestirse. Manolo seguía desnudo recuperando el aliento. No quería que acabase así, aunque tenía su morbo. Nunca había vivido antes una experiencia así en la que una chica simplemente le hiciese una mamada. No había sido forzada, él no había insistido y no había sentido en ningún momento que fuese un favor. Empezó a vestirse. Carmela ya estaba lista esperando por él. Le llamó la atención que ni siquiera bebiese agua, como si le gustase quedarse con el regusto de su corrida en la boca. Se preguntó si quedaría ese gusto a semen o se iría tras tragar saliva unas cuantas veces. Pensó en besarla para averiguarlo. Pero no se atrevió. Acabó de vestirse, metió sus cosas en la mochila y salió del vestuario. Carmela estaba en la puerta esperando para cerrar la academia. Subiendo las escaleras miraba para ella. Hace menos de 10 minutos estaba de rodillas chupando su polla. Pasó todo tan rápido, fue tan fácil que no se lo creía. ¿Estaría soñando?

Cuando llegó a su lado, no pudo reprimir el impulso de decirle gracias, darle un beso en la mejilla y tocarle el culo. Ella respondió con una sonrisa y le guiñó un ojo. Ante esa reacción, la atrajo hacia sí poniendo de nuevo la mano en su culo y le dijo que le ponía a mil su forma de ser tan natural. Carmela puso una mano en su pecho como barrera, pero no apartó la mano que Manolo tenía en su culo. Y se atrevió a preguntar su curiosidad. Y ella le respondió que sí, que se quedaba un rato. Y le preguntó por su marido. Ella le respondió con el refrán de “ojos que no ven, corazón que no siente”. Él magreó un poco más su culo hasta que Carmela se separó y cerró la puerta.

Carmela tenía el coche aparcado justo delante de la academia. Se despidió rápidamente porque se dio cuenta que Manolo estaba encendiéndose de nuevo. Tenía que haberle quitado la mano del culo la primera vez. Quizás no debería haber puesto tantas ganas haciendo la mamada. Seguramente no debería haberse ofrecido a hacerla. A lo mejor fue inapropiado meterse en la ducha estando él. Empezó a darse cuenta de las consecuencias que podrían venir. ¿La esperaría Manolo en el vestuario después de cada clase? ¿Esperaría repetir? Se hacía estas preguntas cuando vio a su marido esperando por ella fuera del restaurante. ¿Por qué no se sentía culpable por haberle sido infiel?

Besó a su marido y cenaron. Fue una velada divertida. Al regresar a casa, lavándose los dientes, se sintió extraña, como si fuese otra persona. ¿Cómo podía estar tan tranquila después de lo sucedido en la academia?¿Por qué no se sentía culpable? Al meterse en cama lo abrazó. Lo quería, era su amor, pero ni rastro de arrepentimiento había en su interior. Su marido la acariciaba y empezó a masturbarla con la mano Enseguida su coño se mojó y él descendió a hacerle oral. Su lengua la volvía loca de placer y esa noche no fue distinta. Lo diferente es que ella pensaba en lo sucedido en la academia y alcanzó un clímax de una intensidad como no había vivido antes.

A la mañana siguiente la despertó la ducha. Su marido apareció en la habitación con una toalla enrollada. Esa imagen le recordó tanto la noche anterior que se excitó de nuevo. Cuando su marido se fue a trabajar, se dio placer a sí misma.

A la semana siguiente Manolo no acudió a clase. Tampoco avisó. Le extrañó un poco, pero no le dio importancia. Seguramente se sentiría cortado o no sabría cómo actuar con ella. Mejor, así no tendría que pararle los pies. Lo que no esperaba era encontrarse con Laura en el vestuario ni con su confesión después de una interminable justificación por su parte. Descubrió que todo era un plan instigado por Laura y otra chica para que pusiera turnos en el vestuario haciéndole sentir a ella la incomodidad de cambiarse delante de un chico. Se enteró que Manolo había contado lo sucedido la primera vez cuando la vio desnuda y que ellas no le creyeron. Sin decirle nada, decidieron dejar escondido un móvil grabando para comprobar si era verdad. Y allí estaba ella para enseñarle el vídeo y dejar que fuese Carmela quien lo borrase para quedarse segura que no circularia por ahí.

Carmela se quedó sin saber qué decir. No salió de su boca una bronca para su alumna, solo preguntas. ¿Quién lo había visto?¿Quién lo sabía?¿Manolo estaba al tanto?

Laura, sin mirarla, le respondió. Lo hemos visto Paula, Bea y yo. Solo lo sabe Manolo, pero se enteró hoy por WhatsApp. Cree que por eso no vino.

Carmela la escuchaba sin dejar de mirar el vídeo. Nunca se había visto haciendo sexo. Laura le explicó que no lo habían visto entero, solo hasta que empezaba la felación. Carmela no la escuchaba absorta en el vídeo. Subió el volumen.

Laura, sin saber muy bien qué pasaba por la cabeza de su profe que no decía nada, se puso a mirar también el vídeo. Se sorprendió de la lascivia de Carmela y se fue excitando viendo cómo Manolo le tocaba las tetas y cuando la profe le pedía que se corriese en su boca. Menudo putón era. No podía creer que se tragase toda su corrida. Sí estaba casada la muy zorra.

Al acabar el vídeo Carmela lo borró de la galería. Luego restauró el móvil a ajustes de fábrica para que no quedase ningún rastro. Le devolvió el teléfono y le dijo:

  • mejor vamos a poner turnos para el vestuario