Vestida de nena y follada por dos chicos a la vez

La historia es real, fui a un piso de travestis a que me convirtieran en una señorita y sentirme mujer por unas horas y acabé follada como la putita que todas llevamos dentro. Lo que realmente me llevé dentro fueron dos enormes y deliciosas pollas de dos chicos encantadores, que me hicieron suya.

Hola de nuevo, después de algunos días sin publicar. Hoy os voy a contar mis experiencias cuando era adolescente, con unos 16 añitos. Yo era un adolescente un poquito afeminado, como sabéis. Era muy mariquita y me encantaba ponerme ropita de mis 4 hermanas, en aquella época siempre a escondidas, todavía no sabían nada en mi familia, aunque por mis gestos y ademanes femeninos lo suponían.

El caso es que un día decidí ir a un piso de travestís que encontré en los anuncios de Internet. Mi deseo era ir allí para que me vistieran con ropitas femeninas y quizás hacer algo más, si surgía, pero lo principal era mostrar mi feminidad a mas personas, no solo ante el espejo. Llamé por teléfono, expuse mis deseos y enseguida me animaron a ir, me aseguraron que me convertirían en una señorita....mmmmmmmmmmm.

Era una buena casa, céntrica y bien amueblada. Me abrió una chica trans encantadora, que se llamaba Paula y era la dueña del piso. Me paso a una habitación con una gran cama y varios espejos. Me ofreció una copa, pero sólo tome agua, quería estar concentrada. Me comentó que iban a pasar de una en una todas las travestís que había, para que eligiera con cuál quería estar, así fueron pasando Blanca, Cristina, Carolina y Andrea, todas muy monas y arregladitas, pero no iban de putones, si no que vestían con clase y discreción, que era lo que yo buscaba. Me decidí por dos, Cristina y Carolina, las mas dulces y femeninas.

Les comenté que yo había llevado mi lencería, un conjunto de braguitas blancas y sujetador de encaje con florecitas rosas. Sólo me pongo mis propias braguitas, por higiene. También llevaba mis zapatitos de tacón, no muy altos, de 7 cm, azules con un detalle dorado, ideales, me los había comprado hacía poco y estaba loca por ponérmelos delante de la gente. También un llevaba un bolso a juego con los zapatitos. Y por supuesto mis medias azules. Todo lo demás, incluidos los cosméticos, lo pondrían ellas.

Fueron a buscar la ropita y ya sabían de mis gustos. Mientras volvían aproveché para desnudarme, ponerme las braguitas y el sujetador, las medias y los tacones. Cuándo volvieron, yo estaba sentadita en un sofá con las pierna cruzadas, muy relajada. Me traían una falda plisada en tonos violetas y una blusita de flores a juego. Me pareció ideal el conjunto, justo lo que quería. Me preguntaron como quería ir maquillada, pero les dije que prefería vestirme antes y que me maquillaran ya vestida, como así fue.

Me gusta ir discretita, por lo que me maquillaron en tonos pastel, con sombras azules y carmín rosa. Me arreglaron la melena (ya llevaba el pelo largo y fue fácil) y me pusieron una diadema, unos pendientes y algún otro accesorio, como pulseras y gargantilla. Durante la media hora que llevaba allí, no habíamos hablado de sexo, sólo de cosas de chicas: vestidos, zapatos, maquillajes y esas cosa que me fascinan. Cuándo me vi en el espejo, me sentí monísima y desee que me vieran mas personas. Me invitaron a pasar al salón, donde estaban las otras chicas. El trayecto de la habitación al salón fue superexcitante, con el sonido de mis tacones y mis movimientos femeninos.

La sorpresa fue que cuando entré en el salón, además de Paula, Blanca y Andrea, había 2 chicos, Pablo y Raúl; al principio me quede un poco paralizada, pero fueron muy amables conmigo y me trataron como a una dama. Eran apuestos, varoniles y muy limpios, como me gustan a mí. Me dijeron lo guapa que iba y me halagaron con sus piropos, siempre con mucha educación. Ahora si me animé a tomar una copita, estaba suelta y relajada y me sentía feliz. Les comenté que había ido a que me convirtieran en chica, pero que era una agradable sorpresa para mí encontrarme ante dos chicos tan educados.

Hablamos de ellos, que también trabajaban allí, y de mí y mis sueños. Las demás chicas fueron muy discretas y poco a poco se retiraron, hasta que me quedé sola con ellos. Por supuesto, yo lucía mis encantos y me sentaba con las piernas cruzadas dejando entrever mis muslos y alisándome la melena con feminidad. Realmente quería excitarlos,  porque aunque me considero una señorita pija y me gusta vestir clásica y discreta, soy un poquito putita como todas, y me pareció el momento adecuado. Primero fue Raúl el que empezó a acariciarme la carita y a susurrarme lo linda que estaba y enseguida Pablo se sumó, cogiéndome de la mano, que llevaba con mis uñas pintaditas.

Había tenido relaciones con chicos homosexuales, pero siempre como chico, y era la primera vez que estaba con dos hombres y yo era la chica, una sensación alucinante, mi sueño de siempre. Ellos eran heterosexuales, y estaban allí para satisfacer a nenas como yo, les gustaban las mujeres aunque tuvieran pollita, como era mi caso.

Yo estaba calentándome cada vez más y aunque quería hacerme la niña bien, recatada y un poco estrecha, estaba deseando empezar a chupar sus pollas. Pero fiel a mi estilo, dejé que ellos llevaran la iniciativa, así poco a poco fui cediendo y deje que llevaran mis manos a sus paquetes, que ya estaban duritos. Yo estaba a punto de caramelo, así que les bajé las braguetas y encontré ante mi dos pollas tiesas y jugosas, que no tardé en lamer con fruición. ¡Que buenas están las pollas! Sentada en el sofá con las rodillas juntas, muy femenina, las chupé y golpee contra mi carita y mis labios, las sentía mías y me sentí mujer.

Empezaron a meterme mano por debajo de la falda, sacaron mi pollita y empezaron a acariciarla mientras me besaban. La tenia pequeña pero poco a poco se me fue poniendo dura y casi me desmayo de placer. Aunque dura, no la tengo muy grande, pero si se me pone muy tiesa, y además muy bonita, es una pollita muy femenina. Pablo me la chupó, mientra yo hacía lo mismo con Raúl, gimiendo de gusto. Pablo me bajo las braguitas y empezó a lamerme el coñito (bueno el agujerito, me gusta llamarlo así) y yo alucinaba. Me metió primero un dedo, luego otro y finalmente uno mas, yo seguía chupando como loca mientras mi agujerito se dilataba esperando ser penetrada. Me lubricó con cremita y me puso a cien.

Había un gran espejo donde podía ver mi linda figurita, mi falda levantada, mis braguitas por las rodillas y mis zapatitos de tacón, mmmmmmmmm...

Casi sin darme cuenta, me encontré abierta de piernas, con la polla de Pablo dentro y la de Raúl en la boca, disfrutando como nunca antes lo había hecho cuando hacía el amor de chico homosexual. Ahora era distinto, era una chica follada por dos machos muy viriles, estaba a punto de correrme, porque me pajeaban a la vez. Era delicioso sentir una polla en la boca y otra en el culito, entrando y saliendo sincronizadas, cuándo una salía la otra entraba, mientra yo gemía de placer y pedía mas y mas polla. Mi sueño era corrernos los tres a la vez.

Aguanté lo que pude para esperarlos a ellos, y en unos minutos eternos estuvimos así hasta que Pablo se corrió en mi coñito, Raúl me soltó unos enormes chorros de leche en la cara y yo exploté en un orgasmo único, mojando con mi semen hasta la blusita...... mmmmmmmmmmmmmmm. Me sentí una señorita bien follada y satisfecha.

Otro día seguiré con la historia, porque me hice asidua de ese pisito e iba muchas tardes a pasarlas como chica, incluso una vez me propusieron si quería trabajar allí, pero me lo rechacé porque soy una dama. A lo que si accedí es a atender a los clientes, ponerles una copa o llevarlos al baño, para mostrar mi feminidad ante los caballeros. Alguno quiso follarme, lo cuál me halaga, pero de momento preferí no hacerlo y disfrutar de mi feminidad.

Espero vuestros comentarios y si habeís tenido experiencias semejantes.

Besitos

Marta