Verónica y la sandía

Con la hermana de mi amigo.

Verónica y la sandía

Debo empezar confesando que siempre me parecieron excitantes las mujeres con el cabello mojado. Y las frutas son un fuerte afrodisiaco tambien.

Todo eso se conjugo para tener una excitante sesión sexual con Verónica, la hermana menor de un amigo de la universidad.

Yo solía visitar la casa de Adolfo con frecuencia, desde el primer día le había echado el ojo a su hermana Verónica, ella parecía algo tímida pero le gustaba vestirse provocativamente y siempre que iba a su casa la encontraba con faldas muy cortitas y blusitas pegaditas y escotadas. Yo le hacía bromas y la miraba como queriendo desvestirla con la mirada pero nunca hubo ocasión de estar a solas.

Viajé un par de semanas al interior del país y al regresar fui a visitar a Adolfo para pedirle unas copias de las clases perdidas.

Verónica me abrió la puerta y me dejó entrar, estaba con el cabello mojado y vestía como acostumbraba, una falda rosada muy cortita y una blusa amarilla pegadita, estaba muy rica.

Adolfo se reunió conmigo y cuando estábamos conversando sonó el teléfono, era Gina, una amiga mutua que estaba bastante buena. Mi amigo se demoró más en contestar el teléfono que en salir volando diciendo que regresaba en quince minutos.

Me puse a ver algo de televisión. Como quien no quiere la cosa le pregunté a Verónica por sus padres y hermanos, me dijo que todos regresarían al día siguiente.

  • Entonces estamos solitos – le dije con picardía – lástima que Adolfo regresará en unos minutos.

  • No creo – dijo ella sin mostrar ni pizca de temor – cuando Gina lo llama se demora una eternidad, están de novios, tu sabes

La noticia no me sorprendió mucho, pero el dato era interesante. Entonces teníamos varias horas a solas por delante. Si mi amigo se había ido a coger a su novia, yo podía intentar un acercamiento con su hermana.

  • Voy a comer sandía, ¿quieres? – me preguntó ella.

  • Por supuesto – respondí – te ayudaré.

Pasamos a la cocina, ella se veía riquísima y sensual con esa ropa y recién bañadita, estaba como para comérsela con zapatos y todo. Me acerqué a ella aprovechando que no había mucho espacio libre en el borde del lavado, ella se río. Empecé a alabar su figura y le dije que se le veía muy bien con esa falda, que me gustaban sus piernas y otras cosas. Ella se ponía roja y seguía riéndose.

Yo estaba caliente así que la después de comer dos buenas tajadas de sandía la reté a una apuesta.

  • Si me respondes tres preguntas seguidas sobre ropa sin fallar te regaló un CD original de tu cantante favorito y si yo gano me muestras tu pompis, ¿Qué dices?

Ella soltó una carcajada, luego fingió molestarse y finalmente accedió.

Empecé a preguntarle sobre tallas de ropa y esas cosas, ella respondía y yo le decía que había fallado y luego discutíamos sobre la respuesta correcta.

Ante mis insistencias, ella aceptó mostrarme las nalgas, y allí empezó todo, la cogí con firmeza y la besé apasionadamente, ella pareció resistirse un segundo pero después cedió dulcemente al beso, usó la lengua, quería llegar con ella a mis amígdalas, pues la metía muy adentro. Con una mano me agarró el paquete, y comenzó a apretarla con habilidad. Me bajó el cierre del pantalón y poniéndose de rodillas empezó a mamarla, era muy hábil con la lengua, me la quería culear pero ella seguía lamiendo, mordiendo y chupando con delicadeza, esos sonidos que hacía, me volvían mas caliente cada vez.

Cuando estaba a punto de estallar, la levanté, hice que diera la vuelta, levanté su faldita y sin sacarle la tanguita, haciendo a un lado la tirita le metí la lengua

  • METELA MAS AHHHHHH UMMMM ESO! – gemía y gritaba ella ante los embates de mi lengua.

Mientras con mis dedos le rozaba el clítoris jugando con el como quería y como había soñado.

Luego de un rato, ella se escapó de entre mis manos y volvió a chuparme el pene. Luego logré acomodarla nuevamente y la clavé hasta el fondo.

Estábamos gimiendo como locos y de pronto sentí que se venía, justo a tiempo porque al segundo siguiente la llené de semen. Ella se salió apenas pudo y empezó a lamer y succionar para exprimirlo al máximo, interrumpiendo a ratitos para lanzar una risa calentona.

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