Verónica y la piloto capítulo 5

La cita de Natalia y Verónica.

Recomiendo leer los capítulos anteriores para entender bien la historia.


Llegué a la oficina, Inés me pilló por banda, tenía los ojos llorosos porque había estado haciendo videollamada con Sofía, que estaba en la habitación de la casa de sus padres, llorando a moco tendido y preocupada por el oso que le había salido al tener la bronca con sus padres delante de mí y temía que yo estuviera cabreada con ella y ya no quisiera volver a saber de ella ni volver a follármela.

Tuve que consolar a Inés en mi despacho, le prometí que hablaría con Sofía para ver qué futuro teníamos juntas en cuanto que se calmara un poco la situación.

Me cambié de ropa para ponerme algo más acorde a la cita para cenar y follar con Natalia, ella me había escrito mientras iba en el coche, no había tenido tiempo de contestarle hasta ese momento, así que aproveché para pedirle consejo sobre qué ropa quería que llevara.

Natalia me pidió que fuera lo más sexy que pudiera, así que miré lo que tenía disponible en el armario de ropa de la oficina (Tengo siempre algo de ropa para poderme cambiar por si acaso es necesario), y me puse el vestido más corto que encontré y las botas con más tacón, agarré un abrigo de cuero y salí disparada a la casa de Natalia. Nada de lencería ni de ropa interior ni medias.

Salí de la oficina, quedé con Inés en que nos veríamos ya al día siguiente en la oficina y le pedí que no me molestara a menos que ocurriese una catástrofe y fui caminando hasta la casa de Natalia.

En el ascensor me metí otra raya de cocaína y llamé al timbre, Natalia no tardó en abrir la puerta, estaba muy guapa, con un vestido largo de cuero negro y botas al muslo, pero todo con ropa pija, no de puta como la mía.

Estuvimos charlando un rato mientras bebíamos unas copas de vino tinto, Natalia me dijo que sus padres habían decidido pasar la noche en otra de sus casas a las afueras de Madrid, por la zona del Pantano de San Juan, y no volverían hasta el día siguiente, ella misma les había confesado el motivo por el que quería intimidad total y tanto

Chuspe

como Covadonga estaban de acuerdo con que pasara lo que tuviera que pasar entre nosotras dos.

A los pocos minutos de estar hablando, Natalia no pudo esperar más y comenzó a besarme, no lo hacía nada mal, yo respondí a su beso con varios más, Natalia me detuvo y me pidió que fuéramos a su habitación, donde ya tenía todo preparado para pasar una noche inolvidable juntas.

Natalia me tomó de la mano y fuimos caminando, bastante nerviosas las dos a la par

que,

excitadas, hasta su habitación, que estaba ya lista con varios juguetes para que pudiéramos usar, sobre la cama.

Nos comenzamos a desnudar la una a la otra, nos reímos al comprobar que ninguna llevaba ropa interior debajo de nuestros respectivos vestidos.

Natalia empezó lamiendo y tocando mis tetas y yo acaricié las suyas que estaban realmente divinas, con pinta de naturales a la vista, aunque operadas al tacto, comencé a mordisquearlas con cuidado, provocando un pequeño gemido de placer de Natalia.

Tumbé a Natalia sobre la cama y me fui con la lengua a su coño, que estaba húmedo, con mi lengua comencé a lamerle el coño a Natalia, quien a los pocos minutos alcanzó su primer orgasmo de la noche y se corrió.

Sin dar tiempo a que Natalia se recuperase, agarré un

strap-on

y uno de los juguetes que había sobre la cama, (El de tamaño mediano de los 3 que Natalia había dispuesto para poder elegir), me lo coloqué y comencé a metérselo a Natalia por el coño.

Natalia cerró los ojos y yo tuve un trabajo sencillo pero placentero, lograr que Natalia se volviera a correr, algo que no me costó demasiado tiempo que ocurriera.

Hicimos una breve parada para comer un poco de chocolate, fumar sendos cigarrillos y meternos un par de rayas de cocaína cada una y continuamos la noche, fue el turno de que Natalia demostrase sus habilidades lésbicas.

Yo me tumbé en la cama y fue Natalia quien comenzó a lamerme mi coño lleno de piercings, su lengua me hacía disfrutar, he de reconocer que no me esperaba que tuviera semejante nivel, pese a tener solo 18 años casi recién cumplidos.

Tardé algo de tiempo en correrme, pero disfruté mucho y así se lo hice saber a Natalia.

Natalia agarró otro

strap-on

y la polla más grande, y me pidió la llave del

plug

anal para quitármelo y poder follarme el culo con el

strap-on

.

Pese a que mi culo suele estar dilatado por el efecto del

plug

anal que siempre llevo, Natalia me colocó un poco de lubricante allí para que la polla de plástico pudiera entrar sin problemas.

Antes de empezar, Natalia sacó de un cajón un antifaz y me tapó los ojos, me susurró al oído que sabía que me gustaba no poder ver, y me pidió que me relajara y que disfrutara.

Empecé a notar la enorme polla de plástico en mi culo, como iba entrando y saliendo, era una sensación muy placentera, me relajé y me dejé llevar, quería disfrutar del momento.

Cuando me corrí, Natalia me limpió todo bien con su lengua, sin dejar que me quitara el antifaz, al final nos quedamos las dos dormidas, luego de fumar otros dos cigarrillos y meternos unas rayas más de cocaína.


Al día siguiente, cuando me desperté y me quité el antifaz, Natalia no estaba en mi cama, salí de la habitación y me la encontré preparando un copioso desayuno para las dos, me saludó con un beso apasionado en los labios y me preguntó si había dormido bien.

Yo tenía que ir a trabajar y Natalia tenía clases en su universidad, así que quedamos en que nos veríamos por la noche en mi casa para continuar explorando nuestra sexualidad las dos juntas, Natalia sonrió al saber que me había gustado follar con ella y que quería repetir la experiencia...