Verónica: Paso a Paso

La primera salida de Verónica

Bajamos en el ascensor pero éste se paró en la tercera planta y entró nuestro vecino de abajo que también bajaba. Fue Amelia la que le habló mientras yo me daba cuenta que no le podía mirar a la cara por temor a que me reconociese. Llegamos abajo y se despidió de nosotras. Amelia me comentó cuando desapareció tras la esquina que no me quitó el ojo de encima así que la primera prueba estaba superada, había engañado hasta a mi propio vecino. Ana nos esperaba en la calle y Amelia nos presento, a mí como Verónica, y nos dimos dos besos. Nos dirijimos hacia la boca de metro y Ana no paró de decirme lo estupenda que me veía. Yo pensaba que mi primera vez por la calle iba a ser peor pero la verdad era que me encontraba muy a gusto gracias en gran parte a la seguridad que me transmitían Amelia y Ana. Dentro del metro Ana me cogió de la mano y no dejaba de darme un apretón fuerte cada vez que descubría a algún chico dándonos un repaso con su mirada, aquello me hacía sentir como una reina y Ana y Amelia me sonreían porque sabían perfectamente como me sentía ante aquellas miradas.

Nos bajamos en el centro de la ciudad y salimos de nuevo a la calle. Caminamos unas dos manzanas y fuimos a casa de las gemelas Clara y Belén. Nos abrió su criada y entramos en una tremenda mansión muy antigua pero con una decoración muy actual, era impresionante. La criada nos hizo pasar a una salita llena de revistas de moda y de decoración y nos informó que era la salita de la señora duquesa. Tomamos asiento las tres y empezamos a ojear las revistas, Ana y Amelia se sentaron una a cada lado de mi y mostrándome unas revistas de moda me enseñaron algunos truquillos y me pusieron al día sobre moda actual, lo que se iba a llevar el próximo verano y lo que ya no se debía llevar. La verdad que puse muchísima atención a sus consejos porque visto lo visto quizás hasta me vengan bien el próximo verano. Bajo el umbral de la puerta aparecieron dos figuras femeninas que se fueron acercando y aprecié que eran dos chicas guapísimas, con el cabello rubio larguísimo aunque vestían de una forma muy recatada. Nos levantamos las tres y Amelia me presentó a Clara y a Belén que a primera vista me parecieron dos gotas de agua imposibles de diferenciar pero Ana me aclaró que con el tiempo las iba a distinguir hasta de lejos. Las gemelas me dijeron que estaban sorprendidas con mi nuevo look, me conocían como chico y les costaba creer que ahora me había transformado en una modelo.

Llegamos a la disco y era demasiado pronto, todavía estaba cerrada así que decidimos ir a un supermercado y nos compramos una botella de licor y algo de comida para picotear. Nos instalamos en un banco de unos jardines que había frente a la disco y montamos nuestro pequeño botellón. Todas se volcaron conmigo y empezaron a enseñarme a posar como una autentica señorita, también me enseñaron gestos con mi rostro y movimientos afeminados. La verdad que nos reímos muchísimo porque no parábamos quietas y además el licor se nos empezó a subir a la cabeza y no dejábamos de movernos y caminar como mujeres, al final los movimientos eran ya muy pronunciados casi excesivos para una mujer y la gente que paseaba cerca de nosotras no podía dejar escapar como mínimo una sonrisa. Después Ana me preguntó sobre mis deseos sexuales y todas se reunieron alrededor de mí. Yo lo tenía clarísimo, desde muy pequeño me sentía niña y mi necesidad de estar con niñas se limitaba a simple y llana amistad, me consideraba una más pero debido a mi aspecto físico de varón la sociedad me dictaba la obligación de estar con chicos pero que lo pasaba muy mal en momentos como la ducha después de las clases de gimnasia porque había chicos que pese a su juventud tenían el cuerpo muy desarrollado y estaban llenos de músculos por todas partes y tenían unas enormes pollas para su edad y eso a mí me excitaba llegándome a empalmar alguna que otra vez. O sea que los tíos me ponían a mil. Todas me abrazaron a la vez y empezaron a decirme que verdaderamente yo era una de ellas. También empezaron a darme consejos para ligar con tíos, todos los movimientos y gestos que debía hacer en cada momento, me dijeron que nosotras somos las que debemos empezar con el cortejo cuando vemos a un chico que nos gusta a base de miraditas y movimientos eróticos y después ya vendrá el chico a pasarlo mal inventando algo gracioso para conquistarnos, siempre ha sido así y siempre lo será y después está también el típico canso que sin insinuarle nada viene a calentarte y que muchas veces se salen con la suya. Después de todos estos consejos nos dimos cuenta que ya estaba abierta la disco.

Cuando entramos íbamos muy bebidas y Clara y Ana fueron al baño, Amelia se me acercó y me dijo que me iba a llevar una gran sorpresa. Cuando salieron del baño la sorpresa fue mayúscula, Clara se había cambiado de ropa y llevaba un minivestido plateado con unas botas altas también plateadas, atravesaron la pista corriendo y empezaron a bailar a nuestro alrededor, nosotras nos dejamos llevar y empezamos a bailar todas, yo me notaba muy borracha y bailar me hacía olvidar mi dolor de cabeza. Veía a los chicos que la mayoría no bailaba pero yo no era uno de ellos, definitivamente había encontrado mi verdadera identidad sexual y allí bailando entre mis amigas me sentía segura de mi misma. Pese a ser menores de edad en aquella disco nos servían unos chupitos de un licor muy bajo en alcohol, era lo más fuerte que nos podían servir pero que unido a nuestro estado de embriaguez nos subía muchísimo, a mi me empezó a dar vueltas y decidí salir a tomar el aire un poco, cometí el mayor error que puede cometer una tía y fue irme sola sin avisar a ninguna para que me acompañase, la disco estaba muy oscura y unido a mi borrachera me perdí por la disco, yo deambulaba sin saber adónde iba y entre el estruendo oí una voz muy nítida que me decía si estaba perdida, me giré para ver de donde procedía la voz y era un chico que me estaba hablando al oído y al girarme yo tan deprisa puse mi boca muy cerca de la suya, algo que él aprovechó y me dio un beso en la boca que me dejó aturdida, él notó que no opuse resistencia y rodeó mi cintura con sus enormes brazos y esta vez de verdad empezó a darme un beso que no se me va a olvidar en la vida. Era mi primer beso y fue como tenía que ser, con un chico, entre mi borrachera y aquel placer no me opuse y nos fundimos en un largo beso en los labios que me hizo derretir. El chico empezó a tocarme por todas partes y me sentía la chica más afortunada de todo el mundo, decidí tomar también la iniciativa y me colgué de su cuello continuando con el beso, después puse una mano en la parte trasera de su cabeza y la empujaba hacia mi correspondiéndole también con mi deseo, la otra mano la introduje dentro de su camiseta sudada y empecé a tocar su torso, el chico estaba atlético pues notaba cada músculo de su abdomen y sus pronunciados pectorales, le subí la camiseta hasta el cuello y me convertí en una auténtica loba empezando a mordisquear sus enormes pectorales y sus cuadraditos del abdomen, mi excitación era máxima y noté como mi pene crecía e intentaba liberarse de su prisión aunque sin éxito lo que me hizo perder el miedo a que se me marcase el enorme paquete así que lo seguí besando en la boca y el tocaba mis muslos y mi entrepierna pero mi pene estaba bien escondido y no notó nada raro. El chico me cogió fuertemente del brazo y me llevó a los baños que estaban allí mismo, entramos en el de chicas y nos cerramos en uno de ellos. Yo no me podía controlar debido a mi embriaguez y a mi extrema excitación y me colgué de su cuello y lo empecé a besar de nuevo, por primera vez le vi la cara y me pareció guapísimo además de su cuerpo perfecto, yo no me podía creer que mi primer ligue fuese un chico tan perfecto, posiblemente el chulazo de la disco y había sido yo la elegida, en esos momentos me sentí completamente mujer y me hubiera gustado entregarle más de lo que podía darle en ese momento, el chico se lo merecía todo, era el sueño de muchas mujeres y allí estaba yo con él.

Yo noté que quería sexo pero yo no podía dárselo y le golpeé la mano cuando intentaba desabrocharme el pantalón haciéndole ver que aquello era terreno prohibido, él sin embargo no se enfadó y me hizo ver que además de todo su físico también era un caballero entonces decidí sorprenderlo porque se lo merecía y poseída por el deseo empecé a desabrochar sus pantalones, él se dio cuenta y me ayudó en la tarea, le bajé los slips y apareció bajo ellos un enorme falo que mediría unos 20 cm, yo me quedé con la boca abierta y en su rostro se dibujó una sonrisa de orgullo. No me lo pensé dos veces y empecé a masajear aquel inmenso miembro aunque en realidad ya estaba muy duro y comprendí que yo había sido capaz de levantar eso y me sentí zorra. Me arrodillé delante de aquel mástil y me lo fui introduciendo en la boca muy despacio, el sabor pareció agradable y ya no me lo pensé más. Entro hasta mi garganta y con mis labios fui recorriendo cada centímetro de su polla hasta volver a llegar a la punta y empecé de nuevo a tragar, él me sujetaba la cabeza y mientras yo mamaba su enorme falo. Aquello empezó a gustarme a la vez que me hacía sentir más mujer hasta que aceleré el ritmo y yo no me dejaba ni un centímetro por recorrer, la velocidad empezó a ser de infarto y de repente noté que un chorro de un líquido caliente entraba hasta mi garganta, poco a poco aquello empezó a escupir más y más liquido y mi boca ya estaba llena, cuando terminó saque su polla de mi boca y degusté aquel exquisito manjar. Yo siempre había pensado que iba a ser más desagradable todo aquello pero fue todo lo contrario, me encantó y ya deseaba volver a mamársela, él me lo impidió y me levanto con un solo brazo, se me quedó mirando y me dio un par de besos en las mejillas, me dijo que nos volveríamos a ver y que me limpiase y me arreglase un poco, cuando salimos yo me planté frente al espejo y el desapareció por la puerta y casualidades de la vida, justamente entraban mi hermanita y Belén, las vi aparecer mirando hacia atrás sin perder de vista al tío que salía hasta que se cerró la puerta y entonces me sorprendieron toda desmaquillada, sudada y con restos de leche de rabo por mi cara, se me quedaron mirando y empezaron a reír las dos a la vez felicitándome por mi espléndida conquista. No se podían creer que yo me hubiera enrollado con aquel chulazo y yo sonreí toda orgullosa. Me ayudaron a arreglarme y salimos a la pista.

Amelia les contó a Ana y a Clara mi recién estrenada sexualidad con el tío más potente de la disco y ellas se acercaron adonde estaba él para juzgarlo. Vinieron con los ojos como platos alucinadas por el macho que acababan de ver y que yo le acababa de comer la polla, me felicitaron y Clara fue a cambiarse de ropa para volver a nuestras casas. Yo me convertí en el centro de todas las conversaciones de vuelta a casa y me dijeron que volví a casa convertida en toda una mujercita y querían seguir viéndome todos los fines de semana. Yo no lo dudé ni un instante y les asegure que tenían Verónica para rato.

CONTINUARA