Veronica 3 - Todos en juego!

Tras de saborear del culo de Veronica, mi esposa no se quiere quedar atras. Los tres disfrutamos de la fruta prohibida...

Pasaron un par de minutos y mi  verga salió del culo de Verónica. Una tirita de leche la seguia, corriendo por su muslo. Mi verga cansada brillaba. Al verla, mi esposa se lanzo sobre de ella y la tomo en su boca para limpiarla y así disfrutar de la leche que había quedado embarrada en mi palo.

- Mmmm. Que rico sabe mi amor. Ponte duro de nuevo que te quiero dentro de  mí. Dentro de mi culo…

- Pero… nunca antes lo habías deseado…

- Ahora que te vi dentro de Verónica, me di cuenta que no es terrible, como imaginaba. Tú qué dices Vero?

- Mmmm. Manita, no sabes de lo que te has perdido todos estos años. Sentir la verga de tu marido en mi culito…Es una sensación que no se puede describir. Te sientes llena. Sientes que explotas. Sientes que estas en la más alta cima, respirando un aire tan puro. Y después, cuando ya me lleno de su leche, sentí un relajamiento total. Mejor corrida de mi vida.

- Mi amor, tengo una idea…

Me levante y fui al baño. Allí guardaba mi mujer un par de juguetes. Uno era suave, alrededor de 7 pulgadas. El otro era más pequeño pero más grueso.

- Mira, dije. Mi idea es tratar de acostumbrarte con uno de estos. Empezaremos despacio para que tu agujero se acostumbre y luego, ya veremos…

- Qué buena idea, dijo Verónica. Aunque te aseguro que no me dolió mas que al principio…

- Bueno, y como empezamos?

- Relájate y acuéstate. Ya me encargo yo…

Mi esposa se acostó boca arriba. Me puse entre sus piernas y comencé a chupar su panocha. Yo sabía que esto si le encantaba y podía predecir los resultados con confianza. Mi lengua llego hasta su botoncito de amor y allí le di un castigo. Mi lengua circulaba por el borde de su clítoris y ella comenzó a menear sus caderas tratando de alcanzar el mayor contacto posible.

Verónica se dedico a besar a su hermana. Un beso dulce y apasionado. Mire como sus lenguas se deleitaban con el rico sabor de su saliva con sabor de mi leche, producto de mí recién venida en el culo de Verónica. Me encantaba ver como se deleitaban en comerse una a otra y más me sorprendía que mi esposa estuviera tan golosa frente a su hermana.

Con mi mano alcance a sobar las nalgas de Verónica que se encontraba tirada junto a mi esposa. Que bellos globos. Su piel era delicada, suave, como la de un bebe. No había en cualquier parte que llegaba mi mano, pelos o vellos. Estaba completamente depilada.

Comencé a chupar el clítoris de mi mujer y sus caderas seguían su vaivén, encontrando mis labios con cada movimiento. Ya gemía con cierto volumen. Verónica había abandonado los labios y la lengua de mi esposa para llegar hasta sus tetas. Ahora se comía los pezones de mi mujer, alternando chupetones y lengüetazos entre una y otra teta. Esto producía una especie de corriente eléctrica en el cuerpo de mi esposa que ya se convulsionaba de forma casi incontrolable…

- Ahhh. Ahhh. No paren, sigan. Me corro, Me corro! Ahhh.

Así fue, seguimos nuestra labor. Yo, metiendo mi legua en su panocha, saboreando de sus jugos que emanaban con su corrida. Estos tenían un sabor indescriptible. Dulce, almendrado, agrio, salado. Todo a la vez. Que manjar. Seguí chupando hasta que dejo de vibrar su cuerpo. Esto no sucedió por muchos segundos. Note que Verónica hizo igual. Seguía chupando y mamando las tetas de mi mujer al tiempo que jugaba con su propia panocha. Vi como insertaba dos dedos en su propio agujero, y con su pulgar, acariciaba su propio clítoris. También gemía un suave Mmmm. Al tiempo que se deleitaba con las tetas de mi mujer.

Cuando dejo de moverse mi esposa, quedo  rendida; inmóvil. Sus ojos cerrados, como si estuviese dormida. Sus pezones aun erguidos se movían al compas de su respiración. Era el momento de darle placer por su otro agujero. Tome el juguete más delgado y le unte crema lubricante. Ahí, entre las piernas de mi mujer, se las levante y las acomode sobre mis hombros, dejando expuesto su agujero, directamente frente a mí. Lleve mi lengua hasta el agujero y le di una pequeña lamida.

- Ahhh. Ahhh. Dijo.

Seguí con lengüetazos, haciendo que los miles y miles de receptores sensibles se excitaran. Sus gemidos aumentaban en volumen.

- Ahhh. Ya sé que viene. Que rico se siente. Sigue. No pares.

Tome el juguete y lo coloque en la entrada. Mi esposa sintió la crema fría y se estremeció un poco con la anticipación de lo que seguía. Introduje el juguete unos dos centímetros y me detuve, esperando una reacción de ella. Solo seguía calmada. Su agujero apretaba el juguete para luego relajarse. Esto se repitió varias veces. Metí el juguete unos centímetros más adentro y de nuevo me detuve.

Verónica se hinco tras de mí para ver la operación. Estaba anonadada al ver el culo de su hermana ser penetrado de esa manera.

- Manita, que bonito culo tienes. Si pudieras ver como recibe esta verguita. Quisiera ser yo quien tuviera una para abusar de él.

- Verónica, mi culo es tuyo cuando quieras. Que sensación, Me siento ya llena, tal cual me dijiste tu.

- Manita, esto no es nada. Sigue relajada y ya verás cuando sientas una verga real dentro de ti. Ya verás.

Saque el dildo y acomode la cabeza de mi verga en la entrada del agujero que seguía abierto un poco. Unte un poco de crema en el agujero y empuje un poco. La cabeza se desapareció y espere la reacción de mi mujer.

- Ahhh. Ya veo lo que querías decir, vero. Ahhh. Sí que me siento más llena. Cógeme mi amor. No tengas piedad, cógeme ya!

Metí toda mi verga, centímetro por centímetro. Lentamente. Entraba poco a poco.  Verónica no se perdía ni un solo momento. Parecía estar grabando todo movimiento en su memoria. Mordía sus labios. Sus manos jugaban con sus tetas y su propia panocha. Se estaba pajeando mientras se deleitaba con lo que veía.

Saque mi verga completamente. El agujero de mi mujer quedo abierto. Palpitaba esperando la siguiente embestida.

- Que haces? Cógeme ahora mismo. Méteme la verga ya! No me hagas sufrir! Métemela ahora mismo!

Aproveche para tomar a mi esposa por su cadera y la voltee boca abajo. Sus piernas estaban ahora en el suelo, su cara en la cama y su culo apuntaba hacia el techo. La tome por sus caderas y la sujete con seguridad. Apunte mi verga en la entrada a su culo y la ensarte hasta el tope. Todo en un solo movimiento brusco.

- Ahhh. Ahhh. Me rompes, cabron. Me rompes el culo. Ahhh.

- Así quería estar, no? Así lo querías?

- Así quería y así estoy. Ahora dame. Dame fuerte!

Mis caderas comenzaron a bombear. Sacaba mi verga por completo para ensartarla de nuevo. Embestía una y otra vez, mientras que mi mujer gritaba de dolor y de placer. Las paredes del recto  apretaban a  mi verga para luego soltarla y dejar que se moviera. Mi mujer movía ya sus caderas hacia adelante y hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo, tratando de disfrutar de cada centímetro de mi verga que invadía su más preciada privacidad. Ahora, ya era completamente mía. Aunque nunca antes me había permitido entrada a este recinto más preciado, ahora era mío también. El culo de mi mujer era mío!

- Mick. Quieres sentir lo que nosotras? Me dejas? Dijo Verónica.

- Por que no? Haz lo que quieras. Diviértete.

Verónica tomo el juguete que había usado momentos antes y le puso un poco de crema. El juguete era apenas unos dos centímetros de diámetro en su parte más gruesa. La punta terminaba en un punto de menos de un centímetro. Ideal para penetrar cualquier agujero.

Puso el juguete en mi culo y lo metió poco a poco mientras yo seguía cogiendo a mi mujer y esta, en turno, seguía gritando de placer. Mi verga crecía al tiempo que Verónica me metía el juguete aun más profundo.

Era verdad, al entrar el aparato en mi culo, sentía que me llenaba del todo. Sentía que mi culo quería explotar ahora mismo. Quería rechazarlo al tiempo que lo quería más dentro de mí. Verónica lo metió hasta el tope. Con las embestidas que yo daba  a mi mujer, facilitaba el vaivén de Verónica que se dedicaba a sujetar el dildo en mi culo. Este entraba y salía con cada movimiento de mis caderas. Mi verga hacia lo mismo con las caderas de mi mujer.

Los tres nos dedicábamos a gemir, a gruñir, a gritar. Los gemidos se unieron y aumentaron en volumen hasta que:

- Ahhh. Dame tu leche. Me corro, Me vengo. Dijo mi mujer.

- Yo también, me corro. Aquí va toda mi leche. Te voy a llenar el culo con ella.

- Dámela, dámela toda. Ahhh. Respondió mi esposa.

- Ahhh. Aquí va. Ahhh. Toma mi leche!

Me corrí en forma violenta. Tal vez ayudado por el palo que me violaba mi culo. Seguramente esto aumento mi placer y todas mis sensaciones. Sentí que mi verga estaba más dura que nunca. Tal vez resultado de sentir aquello dentro de mí. Aunque acababa de correrme, sentía que estaba listo para seguir. Retracte mi verga del culo de  mi mujer lentamente y vi como este se quedaba abierto. Mi leche salía y escurría por su muslo. Cayó rendida en la cama, así como estaba, boca abajo.

Verónica me pidió que me volteara, su cara frente a mi verga. Con su mano saco lentamente el juguete de mi culo mientras mamaba mi verga, deleitándose con  los sabores mezclados en ella. Al salir, el juguete me sentí completamente relajado. Le pedí que me siguiera a la cama. Ahí, mientras ella me la mamaba, yo puse mi cabeza entre las piernas de mi mujer y esta, a su vez, coloco la suya entre las piernas de su hermana. Que 69…Esto era un 180. Un triangulo perfecto. Mientras mamábamos y disfrutábamos, nuestras manos exploraban. Nuestros dedos jugaban con los agujeros del otro, trayendo nuevas sensaciones y, estaba seguro, nuevas aventuras…

FIN