Veronica (3)
El final de la historia de Verónica, María José y el Guardabosques.
Verónica 3.
Un miércoles Maribel se presenta inesperadamente en su casa. La cuenta que ha abandonado a María José, ya no puede soportarlo más.
Indiferente vuelve el rostro. No la importan sus vidas, solo pide que la dejen en paz. Llorando la confiesa que está enamorada de ella, que no soporta no sentir su piel... Sin que se lo pida es Maribel quien se desnuda, quien suplica tenerla a su lado, quien se humilla pidiéndola que use su sexo. Llorando implora de rodillas a sus pies que no la desprecie, que la perdone por todo...
A duras penas consigue dominar su deseo. Tiene que mostrarse firme, no puede decirla que está deseando tomar su cuerpo. La dice que está enfada con ella por cómo la ha tratado. Es teatro, pero lo hace estupendamente. Maribel no para de llorar mientras a toda velocidad la cuenta todo lo que puede hacer con ella. Incluso castigarla. Si castigarla. Tiene razón en todo y se merece un buen escarmiento. Finge dudar y hasta escandalizarse con su propuesta, pero ella la insiste tanto....
-. Ven.
Está preciosa apoyada en la mesa de la cocina. Se relame al ver su desnudo culito. Entre sus muslos asoman tentadores los depilados labios de su sexo. Tiene que hacer auténticos esfuerzos por no tocarlos, por no besarlos.
Coge unas bragas sucias del resto de la ropa. Las da la vuelta y las arrebuja. Luego se las mete en la boca .
Delante de ella coge el cinto de un pantalón vaquero. Deja caer su albornoz y comienza a desnudarse. No la hará nada por el momento. Quiere verla desnuda. Contemplar lentamente ese hermoso cuerpo, recrearse, llenar sus pupilas de belleza.
Maribel ya no llora. Jamás ha visto ese brillo en sus ojos. Están cargados de lujuria, de vicio.
Roza sus nalgas con el cinto. La piel de la chica se eriza. Casi siente hasta el mismo escalofrío.
Coge el cinto con energía y descarga su primer azote en el culo. Todo su cuerpo tiembla.
-. Sigo?
Mueve la cabeza afirmativamente.
Repite el golpe. Ahora el guardabosques es ella. Está domando a su esclava como la domaron antes a ella. Ahora entiende lo que siente su hombre cuando la azota. El morbo es indescriptible. El sonido del cuero la vuelve loca. Sus muslos están calados. La fascina mirar cómo la piel se torna roja después de cada cintazo. ¿Sentirá él el mismo placer cuando golpea sus nalgas? ¿Sentirá él el mismo placer del dominio, del sadismo?. Sus golpes son cada vez más fuertes.
Maribel escupe las bragas y la pide que siga. Sujeta su cuerpo con un solo brazo y comienza a masturbarse frenéticamente. Histérica la pide que la golpee más fuerte, que la insulte cuando la azote. No para de decir burradas... tiene que tumbarse de bruces en la mesa... se retuerce de placer... tiembla... agita todo su cuerpo. Su orgasmo es tremendamente intenso.
Agradecida se arrodilla y comienza a lamer su calado coño. Sus jugos impregnan toda su cara y ella restriega gustosa su rostro. Sin retirar su boca la dice que nunca la ha encontrado tan mojada. La pregunta si ha disfrutado golpeándola, si el guardabosques se lo hace así, si ella goza tanto al recibir los azotes, si.... Parece una metralleta preguntando.
-. Estás tan mojada como si te hubieras hecho pis... ¿sabes? No me importaría....
-. ¿El qué?
-. Eso... que te hagas pi-pi encima mío... ¿Lo harás? ¿Lo harás?. Prométemelo. Dime que me lo harás encima... aquí... en mi cara... en mis pechos.... en mi espalda... donde sea, pero dime que lo harás...
Está alucinada. Esta cría es tremenda. No para de decirlo hasta que la arranca su promesa. Luego se lanza otra vez a lamer su sexo incluso con más ansia que antes. Sus manos acarician sus nalgas. Deja resbalar la yema de los dedos por sus curvas. Araña suavemente su piel con las largas uñas. Les humedece con sus propios jugos y la penetra suavemente por detrás.
Justo cuando va a llegar suena el timbre. Se miran perplejas una a otra. Rápidamente corren al salón. Por el pasillo se pone de nuevo el albornoz e intenta arreglarse un poco. Maribel recoge precipitadamente sus ropas de la habitación y se oculta en el dormitorio.
Es María José. Tiene la cara descompuesta. Sin que la invite entra corriendo en el salón y se desploma llorando en el sofá.
Han discutido y Maribel la ha dejado. La ama, no puede vivir sin ella. No para de repetirlo mientras la suplica su ayuda lloriqueando sin parar . Está histérica. Hará lo que sea por recuperar a Maribel.
La escucha sin apenas interés. No la está contando nada que no sepa. No la dice nada. Simplemente se levanta y se dirige a su habitación. Vuelve acompañada de Maribel.
Al verla desnuda a su lado se queda estupefacta. Su cara es todo un poema. Su imagen es patética. Sujeta a Maribel por los hombros y la hace girarse. Presumida la muestra la espalda. Las marcas de sus rojas nalgas la dicen todo. Humillada baja la mirada al suelo y rompe a llorar. Reconoce su derrota, está destrozada. Ahora es ella quien saborea el sabor de la venganza.
Es su voz autoritaria la que ordena ahora que se desnude.
Maribel propone otro el juego. Es más cruel hacerla mirar que obligarla a darlas placer. Coge los cordones de las cortinas y ata sus manos a la espalda. Luego la empuja contra la pared. Da gusto verla caminar desnuda por la habitación .
-. ¿Sabes lo que estábamos haciendo cuando has llamado?
Atada al radiador tiene que contemplar cómo Maribel la entrega su cuerpo, como Maribel acaricia sus pechos y lame sus duros pezones. Sádicamente la exhibe cada gemido. Y goza humillándola.
María José contempla como su amante no la dedica ya sus caricias y hace el amor a su rival . Psicológicamente está rota. Basta con mirarla. Atada, llorando, muerta de envidia, excitada, con sus pezones en punta. El placer de esa boca en su sexo se multiplica. Qué distinto es hacerlo así, sintiéndose poderosa.
Luego la desatan. Maribel solo la devuelve el abrigo. Tendrá que volver desnuda a casa. Mañana la llamará por teléfono y volverá de la misma forma. Hoy no la dejará que las toque, a ninguna de las dos. Mientras se lo explica mete la mano entre sus piernas y comienza a masturbarla. Mientras lo hace la humilla, la insulta, la recuerda lo húmeda que está y que esa noche no será suya.
Con la otra mano la ordena que la chupe los dedos. Ostensiblemente se acaricia delante de ella. María José aunque tiembla de placer no puede contener las lagrimas. Justo cuando va a correrse abre la puerta y la ordena que se vaya. María José la suplica que no la deje así, que por favor que se lo acabe. No la hace ni caso. La tira el abrigo al descansillo y la dice que si tan caliente está que se lo acabe ella solita. Prácticamente la echa desnuda de casa.
Riendo la anima a mirar por la mirilla. En el descansillo María José, recostada en la barandilla se está masturbando desesperadamente. Cuando acaba, avergonzada recoge el abrigo y a toda prisa baja las escaleras llorando .
Al volver al salón la sienta en el sofá y la hace abrir las piernas. Dos lenguetazos recorren todo su sexo. Luego restriega sus pechitos por el coño.
Su mirada es lasciva. -. Ahora hazme lo que me prometiste.
De sobra sabe a qué se refiere y se queda mirándola incrédula, muda. Segura de si misma sujeta los senos por la base y los aproxima decidida a su sexo. -. Hazlo, la ordena. Duda unos instantes. Maribel lo espera impaciente. Por fin se decide a hacerlo.
.Esto es la mayor guarrada de mi vida.
Maribel sonrié y aproxima triunfante aun más los pechos. Según va recibiendo el chorro de orín va girando su torso para que todo su cuerpo lo reciba. Quiere que la ducha sea completa. Luego se frota con el líquido como si fuera aceite.
-. ¿Sabes Vero?, muchos animales marcan su territorio con orín. Ahora yo soy tu territorio.
Está agotada pero permite que su amante vuelva a acariciar todo su cuerpo y que termine lamiendo su sexo. Extenuada alcanza el último orgasmo de la noche.
Desde ese día se cambiaron los papeles. Ahora es a María José a quien la toca obedecer, a quien la toca hacer de criada. Cómo la gustaría que el guardabosques estuviera allí viéndola y después la follara.
Maribel es un cielo. La trata como a una reina, pero es cruel, perversa con María José. Ella es el verdugo y Maribel su brazo ejecutor. Fue ella quien amordazó y ato a Maribel a la cama. Fue ella quien tenía preparado el cinto. Fue Maribel la que la golpeó sin piedad en las nalgas y en los pechos mientras ella se limitaba a observar la escena masturbándose en el sillón. Luego Maria José, dolorida y llorosa tuvo que hacerlas el amor. Fue delicioso sentir sus lágrimas en sus muslos. No pudo retener el orgasmo cuando su lengua se internó entre sus labios.
Maribel lee relatos eróticos, alquila películas, compra cosas... siempre está maquinando. Es increíble su imaginación. Es enorme la crueldad y desprecio con que trata a María José. Es enorme la dulzura y entrega con la que la trata a ella.
Un fin de semana, al volver de la discoteca María José las suplica que la admitan en la cama. Quiere, necesita pasar la noche con ellas. Las tres están bastante bebidas. Basta que lo pida para negárselo. Ofrece de todo a cambio, promete todo...
Una idea cruza veloz su mente.
-. ¿Te acuerdas que tu vistes como me follaba el guardabosques?. Y te reías... y luego me insultabas... Pues ahora tu harás lo mismo. Si bonita si, no pongas esa cara... Quiero ver cómo te meten un rabo. Harás que te follen delante de nosotras.
Maribel, como siempre, refina su deseo con su habitual sadismo.
-. Dame las llaves de tu casa. Te vamos a esperar allí. ¿Te acuerdas de lo de Madrid?. Tendrás que buscar un cliente, cuanto más asqueroso sea mejor y ofrecerle tu cuerpo a cambio de dinero. Luego a lo mejor, si nos gusta como te has portado, te dejamos que nos toques.
La cara de Maria José es un drama. En la Casa de Campo nadie las conocía pero en Zamora... Maribel la mira impasible. La da las llaves de casa y cuando Maribel detiene el coche se baja en silencio.
-. Espera. Así no te comes una rosca... Maria José volvió la cara asustada.
-. Fuera blusa. Tetas al aire. Venga las bragas también. Como decías?...Ah si... Que vean la mercancía antes de pagar.
Intentó meterse en el coche para desnudarse pero no la dejó. En medio de la calle obedeció las órdenes. La americana apenas podía ocultar sus pechos desnudos.
Mientras se alejaba Maribel comienza a llenarme de besos y a tocar mis pechos. Sus morreos son intensos y prolongados. Esta cría es cruel, muy cruel. No sé si no estaré creando un monstruo, piensa mientras la ve reírse.
No ha pasado ni una hora cuando llaman al timbre. Se lo ha explicado todo y el cliente ha aceptado. Espera en la puerta.
Es un tipo normal y corriente. Más bien vulgar. Duda, no sabe qué hacer. Desconfía y recela de la situación, pero cuando me ve quitarme la bata se queda de una pieza, y no digamos cuando mira y ve el cuerpo de Maribel, casi se le salen los ojos. El hombre mira babeante a las dos mujeres desnudas. No acaba de creérselo, pero el bulto del pantalón ha crecido rápidamente.
Maribel lleva la voz cantante.
-. Tu desnúdate y ponnos unas copas.
Maribel venda los ojos de Maria José. No puede ver nada, solo oír como gozan a su lado. Le van a catar primero. Solo la van a dejar las migajas, se va a comer sus babas. Maribel la lleva hasta un sillón y coloca cada pierna en un brazo. Abre su coño con los dedos y la ordena que lo mantenga así.
Cuando vuelve la cabeza ella ya está en los brazos del hombre. Sonríe indulgente. Sabe que también disfruta con el sexo masculino. Antes de unirse a ellos, permite que el hombre manosee todo su cuerpo, que se llene las manos con sus grandes pechos, que la coma las tetas hasta empacharse. Espera que ella la llame.
Las dos se dejan tocar, pero no le dejan que las bese. El tío se vuelve loco sobando ansioso sus cuerpos. Maria José exponiendo en el sillón obscenamente sus vergüenzas no puede ni mirar, solo escucha celosa los gemidos que llenan la habitación. Su sexo comienza a brillar, pero no se atreve a tocarse.
Mientras muerde los pezones de Maribel se lanza a tocar su erecto pene, quiere ser la primera en gozar con él. No tiene un gran tamaño, es normal, pero está duro, muy duro y a ella la encantan los penes.... Desde que empezó a nevar no ha vuelto a ir a la montaña... y necesita que la follen, necesita un rabo, su faceta hetero lo reclama desesperadamente.
No duda ni un instante cuando el la pide que se lo chupe. Al probar el sabor de otro pene no siente ningún remordimiento, ningún sentimiento de culpa por serle infiel al guardabosques. Sus dedos acarician golosos los genitales. Está completamente decidida a usar a ese macho.
Maribel se arrodilla a su lado. Mira anonadada la monumental mamada que le está haciendo al desconocido. No la importa que la vea lamer sus cargados testículos, no la importa que vea sus esfuerzos por tragarse todo el pene. Le permite que se lo meta hasta adentro y deja manejar su cabeza. El guardabosques aun penetra más profundo en su garganta.
Maribel acaricia las nalgas del hombre aumentando su placer. Curiosa palpa sus atributos cuando ella se lo manda, incluso abre la boca para que el desconocido tome posesión de ella. Las dos se besan con el pene en medio de las bocas, aunque es ella quien continua lamiendo lascivamente su rabo hasta que su excitación es tan evidente que o se detienen o no tardará en descargar. No la hubiera importado pero primero quiere follar con el.
Le dejan descansar unos instantes. Las tiene que durar. Quieren prolongar la fiesta. El se entretiene con sus pechos mientras se relaja y bebe la copa.
Se deja recostar lentamente. Nadie tiene que mandarla que abra las piernas. Su coño le espera impaciente. Maribel la acaricia el clítoris mientras el hombre la penetra lenta pero profundamente. Se lo han advertido. El no puede correrse, solo darla placer. No le importa, solo quiere perforar su coño, apuntar en su lista de amantes una nueva gruta y alardear de ello.
Es delicioso. El éxtasis se aproxima. La mezcla es explosiva. Cuando vuelva con el guardabosques se lo dirá... Le dirá que tiene una a amante dispuesta a todo y que se la entregará. Sus caderas ya se mueven a un ritmo descontrolados. Tiene que morderse la muñeca para no gritar mientras se corre.
Ahora fóllate a esa le ordena Maribel señalando a María José. Raudo se tira encima de ella y sin ningún juego ni preámbulo se la mete. Está muy caliente, muy excitado. En ese especial gineceo el cliente disfruta como un animal de Maria José.
A su lado dos mujeres están desnudas. La más joven arrodillada proporciona miles de caricias a la que está recostada en el sillón. No entiende nada de nada, pero le gusta. Es su noche de suerte. Ha pagado pero ha merecido la pena. Las dos contemplan ensimismadas el espectáculo. Maribel la hace gozar mientras satisfecha, ve como el rabo del desconocido penetra sin parar en el lubricado coño de María José. Varias veces les hace cambiar de postura, incluso la hace ponerse a cuatro patas y contempla como la penetra con rudeza estilo perro. No quiere perderse ni un solo detalle, ni un solo gesto de la humillación de María José.
Los gemidos de María José indican que está disfrutando de lo lindo. Según sus propias palabras ya se ha venido dos veces. Maribel la mira con odio, con envidia. No la agrada lo más mínimo que Maria José disfrute.
La acaricia de mil formas, quiere que sus gemidos oculten los de María José. Cuando está próxima a alcanzar el orgasmo la susurra que quiere repetir el juego otro día, quiere que la enseñe a comer rabos, quiere aprender a gozar con los hombres. Señalando despectivamente hacia María José la dice que ahora quiere ver cómo la parten el culo, si no es ese tío hará que sea otro, pero quiere ver cómo la sodomizan. Se sorprende de su brutalidad. Para ser tan joven su libido, su depravación es exagerada. Se corre mientras la idea la ronda la cabeza.
El tío ya no aguanta más. Pregunta donde quieren que se corra. Maribel también está a punto. Se coloca con las piernas abiertas para que Maria José la chupe su coño. La da morbo correrse mientras a su amiga la llenan de semen la espalda.
Cada día su cabeza da más vueltas. Sus sentimientos son más confusos. No entiende a Maribel. Maribel la entrega su cuerpo sin límites, sin condiciones, como ella se lo entregó al guardabosques. Ella presume de que también quiere una marca en su cuerpo. No la cree, sabe que es para adularla, para que esté contenta con ella y sacar todo lo que pueda.
Aunque nunca se ha entregado a un hombre, permitirá que la ofrezca, que su hombre la use, la posea, la humille, que la prostituya como a María José si es su deseo. Se conformará con las sobras, con estar a su lado. Está segura de su entrega, sabe que por vicio hará eso y más, pero también sabe que se irá luego.
El fin de semana se lo ha dicho. Le ha contado que tiene una amante. Se ha quedado cortado, pero antes de que reaccionase le ha descrito a Maribel. No se enfadó, todo lo contrario, después de la sorpresa inicial sus ojos brillaron de lujuria. Ha visto crecer su pene bajo el pantalón. Por primera vez la pide por favor que se lo coja. Sonriendo se niega y le pide paciencia. Le tiene preparadas muchas sorpresas.
Despacio le desnuda y le hace sentar en una silla. Ella se demora exasperantemente. Se va desnudando para él. Ve brillar los ojos de impaciencia. Enrosca su cinto en el tieso mástil y le dice que luego podrá usarlo. Siente que se está apoderando de el.
Baila a su alrededor. Sus ojos acompañan la danza de sus tetas. Frente a él acaricia su cuerpo lascivamente. De vez en cuando se acerca y se deja sobar. Lentamente le masturba mientras le cuenta como usa el cuerpo de Maribel. Interrumpe de vez en cuando su relato para lamer su capullo y hacerle gemir. Susurrando al oído le cuenta que le chupará el rabo para que sus huevos se carguen y luego puedan explotar en su boca.
Le hace poner de pie y desde atrás comienza a tocar sus genitales. Restriega sus senos contra su espalda. El cinto sigue enroscado en su barra de carne. Susurrando con un lenguaje soez le explica lo que puede hacer con ella. Se pondrá de rodillas entre sus piernas para que el la meta su pene hasta la garganta, todo lo que pueda, no pondrá límites...o mejor aun... se tumbará en la mesa dejando su cabeza colgando. Su cuello formará un cómodo túnel para albergar su polla. Mientras empuja él podrá estrujar sus tetas... o golpearla el coño con el cinto... Lo ha visto en una película que alquiló Maribel.
Está muy excitado. Su respiración casi es jadeante... Le explica que ella también la azota. Le cuenta lo que siente cuando golpea sus lindas nalgas, sus pechitos, cómo la hace acariciarse el clítoris para que se hinche y luego emplea el cinto en su entrepierna haciéndola chillar... Lo hará delante de él para que lo vea... para que él disfrute... y la dará donde él la mande... Luego le entregará el cinto... También podrá hacérselo a Maribel.. o a las dos juntas si es su deseo... Las azotará mientras ellas se tocan y se besan... Ella sujetará a Maribel ofreciendo su cuerpo para que golpee sus pechitos...
Ya no aguanta más... su polla parece que va a reventar. Obediente se deja colocar encima de la mesa. Como había prometido deja que su cabeza sobresalga por un lado y abre la boca todo lo que puede... Desde abajo contempla como desenrosca el cinto del pene. Juega con sus pezones hasta que se ponen de punta. Con los dedos separa los labios hasta exponer el clítoris. Todo su cuerpo está preparado para el.
Sin embargo no la golpea. Se limita a amasar sus tetas y a jugar con los puntiagudos pezones. Ansioso la pregunta qué más la hace. En esa incómoda postura tiene que seguir contándole qué hacen por las noches y lo viciosa que es Maribel, incluso sus extravagantes peticiones.
-. Sois un poco marranonas, dice sonriendo
Toma aire cuando su mano la sujeta la nuca. Sabe que la ahogará. Su pene atraviesa veloz la garganta. El cinto olvidado descansa sobre su estómago mientras la folla cruelmente la boca. La nota durísima. Sabe que su peculiar suplicio durará poco.
La manda bajar y arrodillarse. Solo la permite lamer el capullo. Quiere que paladeé toda la corrida. Acaricia suavemente sus cargados testículos. Quiere darle todo el placer del mundo cuando la polla comience a botar. El cuerpo del guardabosques tiembla de placer. Espera impaciente que la escupa sus chorros y los bebe sedienta.
No retira el miembro auqne ya esté flacido. Tiene que ser él quien se lo arranque d ela boca.
Sin levantarse le ofrece sus pechos. Solo le dice: como si yo fuera Maribel, y él entiende perfectamente lo que le pido. Sonríe divertido y ella comienza a sentir el líquido caliente bajar por sus senos. Ahora la entiende, ahora siente lo mismo que ella.
Apenas le deja descansar. Le toca, le besa, le habla... En cuanto se pone rígido su pene salta sobre el. Mientras le cabalga haciendo botar sus pechos le cuenta sus deseos. Ella quiere hacerle follar con las dos, como en el bosque con María José. Quiere verlo. Quiere ver cómo la desvirgan, cómo la taladra, cómo la traspasa sin piedad... Quiere ver cómo se mete su tremenda polla en su virgen coñito.... Y ella empujará sus nalgas para que la penetre más y más profundo... Hasta que se la saque por la boca le anima.
Ella se la está preparando. La está enseñando a chupar rabos, pero nunca la han perforado. El tiene que saberlo para que actúe como un auténtico semental. Solo su novio lo intentó. La hizo daño, incluso la pegó e intentó violarla. Desde entonces prefiere a las mujeres y ella quiere contemplar en directo su primer orgasmo. La idea le vuelve loco. Quiere que la pervierta más aun. La autoriza para que haga de todo, que no la ponga límite, quiere que cuando se la entregue, sea la mujer más viciosa del mundo, cueste lo que cueste.
Mientras la penetra, la promete reventar el coñito de su amiga, cómo está haciendo con ella, luego quiere ver cómo se lo hacen entre ellas. Le excitará. El pacto está sellado y los dos se corren escandalosamente.
A media noche se despierta al sentir su peso sobre ella. Su pene está rígido. No para de pensar en el joven culito de su amiga. Está deseando romperle. Mientras la sodomiza brutalmente no para de peguntarla cosas sobre Maribel. Entre gritos intenta responder a su preguntas. Está muy excitado. Cada vez la da por el culo con más fuerza hasta que explota llenándola su culito de semen.
Maribel domina a María José, ella domina a Maribel, él la domina a ella, el domina a todas, ella comienza a dominarle. Extraña y rocambolesca cadena. Su vida es un caos dirigido solo por las leyes de la pasión y la lujuria.
Cada día se sorprende más. Maribel se comporta de una forma incompresible. La encanta que la masturbe contándola con todo lujo de detalles cómo la poseerá el guardabosques. Está ansiosa. Muchos días salen de caza las tres. La ha pedido que la enseñe.
Hoy se ha presentado vestida muy provocativa. Saldremos de caza las dos. La encanta. Iremos a Salamanca, allí no nos conocen. En el coche me ha dicho que se ocultará para ver cómo me follan, para ver cómo disfruto con un rabo entre las piernas. Luego lamerá mi cuerpo buscando el sabor a semen.
Cada día Maribel está más y más lanzada. En cuanto salimos de Zamora su vergüenza o timidez desaparecen por completo. En cualquier lugar se deja sobar por todos los sitios, no la importa que los tíos la desnuden nada más subir al coche, ni masturbarles, ni meterse el rabo en la boca a la primera de cambio. La gusta que se corran en sus pechos o en su boca, la fascina que lo hagan en su cara y les provoca, pero nunca les deja que la penetren.
Les cuenta que se está reservando para su novio, y que si la quieren meter caliente, que me lo hagan a mi. Ella se les liga y les lleva a mi casa o a la de María José. Ella les calienta y luego se tiran sobre mi como bestias. Y me penetran sin que yo oponga ninguna resistencia. Mi sexo alberga penes sin parar. Los orgasmos me dejan agotada.
Ha habido noches que me han penetrado tres y cuatro hombres. A veces, mi sexo ha acabado tan irritado que he tenido que ofrecerles mi culito. Y ellos me han hecho de todo delante de Maribel. Y ella les incita, les provoca, les sugiere mientras me penetran. No hay límites. Les dice que pueden hacerme lo que quieran, y ellos lo hacen. Algunos son auténticos cerdos. Creo que ella les selecciona según tenga el día. No descarto que incluso les cobre dinero sin que yo lo sepa.
He perdido la cuenta de los hombres con los que me he acostado. Tampoco se cuantos penes se han derramado sobre mi cuerpo ni cuantas cubanas han hecho mis tetas. Mi coño ha sido usado como aliviadero sexual de muchos hombres. Incluso me han llenado tanto, que han llegado a hacer que por mi sexo rebosara semen. Solo sé que todos me los ha proporcionado Maribel y yo se lo he permitido.
Maribel me dice que no siente celos cuando me ve follar con tíos. Todo lo contrario. La gusta mirar sabiendo que su día está próximo, y disfruta enormemente de ello. Además la encanta mirar como a Maria José y a mi nos hacen de todo. Es ella quien les da los cintos para que me azoten las nalgas o los pechos. Si dudan, ella comienza a golpearme. Algunos se marchan escandalizados. Otros lo hacen con gusto. Alguno me fustiga incluso con furia y me tratan como a una mujerzuela. Maribel disfruta sujetándoles la polla y dirigiendo su chorro cuando se mean encima de mi.
Luego es el mismo ritual de siempre. Lame todo mi cuerpo, cuanto más sucia esté mejor, no tiene escrúpulos. Llora y me pide perdón, tengo que castigarla, tengo que hacerla de todo, humillarla de mil formas hasta que se corre de gusto. Solo así me deja descansar.
Siempre hace lo mismo. Disfruta mirando mientras me follan por todos los sitios. Hoy ha venido con tres hombres sin avisar siquiera. María José ha subido las escaleras completamente desnuda. Su cara está sucia. Su cuerpo lleno de marcas. Prepotente uno cuenta cómo todos han vaciado los cojones en su cara. Luego en un parque la ha azotado, pero no la han follado. Maribel les ha prometido algo mejor.
Sin preámbulos Maribel les guía al dormitorio. Sus rostros son la viva imagen de la lujuria desenfrenada. Se desnudan precipitadamente descubriendo tres penes completamente erectos y listos para entrar en acción. El primero no aguanta. Agarra a Maria José por los pelos y la arroja en la cama. Directamente se tira encima de ella y la penetra. Maribel se deja sobar sonriente. El más callado se levanta y se dirige a mi. Me soba por todo el cuerpo mientras me desnuda. Le gustan las mujeres con las tetas grandes aunque las mías ya estén algo caídas. Se divierte con ellas. Disfruta haciéndolas botar. Se burla de su tamaño. Me las estruja. No puedo evitar gemir de placer.
Me gira y me hace poner mirando a Maria José. Sin quitarme las bragas sus manos recorren mis nalgas. Apenas presta atención a mi húmedo coño. Le gusta mi culito. Pregunta si también me va la marcha, si puede pegarme en el culo. Maribel no dice nada. Está de rodillas chupándole el rabo a su pareja, pero le alcanza un cinto.
Me vuelve hacia él para que vea su sonrísa de sádico. Con desprecio me escupe en la cara. Está sujetando el cinto con las dos manos. Lo situa bajo mis pechos y tira de el hacia arriba. Mis tetas caen pesadas. Se está relamiendo de gusto. Su polla roza mi ombligo. Se toma su tiempo. No dice nada. Solo me mira. Un escupitajo impacta en mi pecho. Casi acierta en el pezón. No sé por qué se lo permito. Mi coño está muy húmedo, mi clítoris inflamado, mis pezones de punta.
Sujetándome por la nuca me hace mirar hacia abajo. Amenazadoramente blande su polla. Es gruesa, muy gruesa. Me amenaza con ella. Me va a destrozar el culo. Todos se rién.
Violentamente me gira y me hace apoyar los brazos en la cama. Mis tetas cuelgan. Mi culo queda expuesto. Con las bragas puestas recibo varios cintazos. Me menea. Le gusta ver como mis grandes pechos oscilan sin control. Se ríe de ellos cuando me golpea otra vez en las nalgas.
Bruscamente arranca mis bragas. Ahora recibo los cintazos directamente sobre mi piel. Cuando se cansa me empuja sobre la cama y caigo de bruces. Ya sé lo que me espera.
Maribel me abre las nalgas cuando aproxima su pene para darme por el culo. Quiere verlo en primera fila. Su penetración es muy brusca y potente. Cumple su amenaza y tal y como había dicho me rompe el ojete. Su polla no es tan grande como la del guardabosques pero está dura, tremendamente dura. Me sodomiza con ansia. Sus enculadas son muy profundas y poderosas. Sus cojones golpean placenteramente mis labios. Se agarra a mis pechos y empuja con fuerza. Es brutal pero delicioso.
La pareja de Maribel nos miraba con envidia y la insistía sin cesar en que quería hacérselo. No se contentó con masturbarle o chupársela como otras veces, me miró con lujuria y le animó para que nos follara. Están ocupadas dijo él, pues métesela al tiempo, como en las películas, fue su seca respuesta. Mientras me hacían el primer bocadillo de mi vida, Maribel se masturbaba frenéticamente. Con dos pollas dentro de mi cuerpo, la corrida fue espectacular. Los chillidos casi les dejan sordos. Maribel me sigue con otro tremendo orgasmo provocado por si misma. El que me da por le culo por fin se vacía dentro de mi. Siento resbalar el semen cuando retira su polla de mi maltratado culito.
Me han dejado rota. Quedé exhausta en la cama mirando como repetían el experimento con María José. Maribel está cuchicheando algo al odio del que acaba de follarme. Vuelve la cara hacia ella con una mirada maliciosa. Maribel asiente con la cabeza. El plan está tramado. En cuanto acaban con María José nos juntan sobre la cama. Riéndose a carcajadas vacían sus vejigas sobre nuestros cuerpos. Luego alzan a Maribel y la abren las piernas, es su turno. También su lluvia riega nuestros pechos. Sucias Maria José y yo tenemos que hacer un sesenta y nueve para complacerles. No saben que estoy deseando lamer los ultrajados agujeros de María José.
Maribel les acompaña a la puerta. Cuando regresa ve como las dos disfrutamos. Furiosa abandona la habitación.
Ese fin de semana le cuenta al guardabosques que está asustada, que los juegos de Maribel siempre están cargados de una perversa lujuria, de maldad. La encanta torturar a María José.
La llama por teléfono a altas horas de la madrugada. La despierta. No quiere nada. Simplemente la cuenta que acaba de hacer el amor conmigo. Se recrea contándola lo maravilloso que ha sido. La humilla comparándola con ella, conmigo si disfruta. Solo por hacerla daño la cuenta cómo se entregará al guardabosques y que lo está deseando.
Ella sabe que también la utilizará para conseguirlo y que luego buscará nuevos amantes. Cuando se canse les abandonará como ya hizo antes con María José. Es una egoísta viciosa.
Hoy la ha llamado. Con voz melosa la ha dicho que está completamente desnuda y que acaba de lamerme el coño. Mientras habla con ella la explica que se está acariciando. Y que yo estoy delante viéndolo.
La ha ordenado que venga. Es tarde pero la da igual. Su capricho es su capricho. Vendrá, se que vendrá. Como yo acudo conduciendo toda la noche cuando tu me llamas.
Quiere que venga desnuda. Solo con una gabardina, con un abrigo, la da igual, debajo no debe traer ni siquiera el reloj. Me hace el signo de la victoria con los dedos mientras la recrimina a voces que no quiere ni una lágrima y que la trata como la da la gana. Me sorprende el vocabulario verdulero que emplea.
En castigo tendrá que venir recién follada, con su agujero rezumando semen. Si, el de un extraño la oigo decir, me da igual, tiene que ser el de un desconocido. Ah! y me darás el dinero que te haya pagado. Tienes una hora.
Cuelga el teléfono con brusquedad y se tira encima de la cama riendo con su perverso juego. Sé que cuando venga María José habrá cumplido fielmente sus instrucciones. Se que no la tocará y que tendrá que ver por enésima vez cómo Maribel me hace el amor.
Hay veces que María José me da pena.
Ella le cuenta todo lo que hace Maribel y María José, pero no le cuenta que hasta hace poco otros hombres la han usado. Pero el lo sabe. No le importa, sabe que ella solo le ama a el. Ella sabe que el también se acuesta con otras mujeres. No la importa, incluso hará para él de alcahueta. Sabe que el solo la ama a ella.
El tiempo va pasando y cada vez se aburre más. Fuera del trabajo su vida es muy ajetreada, y sin embargo los juegos no la llenan. Lo único que da sentido a su vida es él. No la importaba, ahora tenía un recuerdo. Cada vez que se miraba en el espejo desnuda lo veía. Una cicatriz en su pecho izquierdo, unos centímetros debajo del pezón. Solo dos iniciales, A. Z. Ni siquiera sabía su significado. Nunca la dijo su nombre. Una incipiente barriga cada día abulta más.
Ese recuerdo, esas marcas, ese fruto que lentamente iba deformando su cuerpo, la permitían tener la ilusión de volver al verano siguiente. Ya no falta tanto. El estará allí, se lo dice en todas las cartas que la envía sin remite, en las llamadas con número oculto, en todas las visitas que ella le hacía. Ahora ya no puede conducir.
Puede que antes, se acercase a su ciudad. Quiere conocer a su nueva esclava. Quiere volver a ver cómo dos mujeres se hacen el amor delante de él, luego aún húmedas quiere desvirgar todos sus agujeros, quiere romper el culito de esa preciosa y perversa joven de 20 años. Además, sabe que ha preñado a su hembra y quiere poseerla así antes del parto, delante de su nueva mujer. Excitado la confiesa que cada vez que lo piensa, solo con imaginarlo su polla se pone rígida y no puede evitar masturbarse. Aun no sabe que su harén se ha incrementado. Maria José será su aliviadero mientras dure el embarazo.
María José se lo ha dicho, se lo ha ofrecido a cambio de su ayuda. Algún día se vengará de Maribel. Algún día este estúpido juego de humillaciones y venganzas se repetirá y el lujurioso carrusel comenzará de nuevo. Ella ya no estará subida en él.