Vernissage

Si bien por mi cuenta había ido a la inauguración de alguna exposición en mi localidad, acudir a aquel vernissage fue una novedad. Según me contó mi Amo estos eventos no se suceden tanto como años atrás.

Si bien por mi cuenta había ido a la inauguración de alguna exposición en mi localidad, acudir a aquel vernissage fue una novedad. Según me contó mi Amo estos eventos no se suceden tanto como años atrás.

Aquel día estuvimos las tres de mi Amo; su esposa que acudió en su doble condición, su otra sumisa y yo mísma. Fue en Barcelona y si bien estoy acostumbrada a ciertos ambientes aquel me sorprendió por un público tan eclectico como lo eran las obras del artista y todos en aparente buena sintonía. Reconocí algunas caras. Las personas seguimos siendo mitificadoras y no puedo negar que me sentí orgullosa al ver como mi Amo departía con algunas personas en concreto.

Aparentemente, las dos más una, no teníamos ninguna otra función que la de disfrutar del evento. Pero subyacían perversas intenciones por parte de mi Amo. Si nosotras eramos tres y el uno, difilmente las dos, no oficiales, podiamos ser "protegidas" y allí estabamos luciendo y puedo decir, que sin desentonar, de esto ya se ocuparon otras. Que malas somos las mujeres cuando juzgamos a otras.

Hablando de lucir, el cuello de las tres lo rodeaba un pequeño pañuelo que justo se podia anudar y replegado en forma de cinta. Con o sin trampa en el mensaje que nos dio el Amo allí estabamos a disposición de quien por el pañuelo se le ocurriese pensar que podía acercarse y disponer de nuestra condición de "esclavas". Vaya con la palabra. Si alguien nos reconocía no podiamos negarnos, solamente mandar un mensaje al Amo informándole que habíamos sido identificadas.

Elegancia y desparpajo no siempre tienen porque ir juntos pero parece ser que poder y desparpajo si que suelen abrazarse y de las misma manera que el Amo andaba por la exposición socializando lo mismo hacíamos nosotras y, los demás.

El mensaje que debía de transmitir el pañuelo ya avanzo que no tuvo respuesta. Bien, si tuvo una de muy importante. Cuando algunas personas me dieron conversación y según el tono de las mismas yo me excité mucho imaginando que no tardaría en reclamar su "premio". Premio que nadie obtuvo por esclava pero si que lo tendría por el lenguaje no verbal que la excitación me hacía transmitir.

No voy a poner títulos a los presentes pero es fácil presumir que para la mayoría el hecho de haber acudido significava un reconocimiento a su poder adquisitivo.

Entre las otras mujeres había una que lucía de forma especial ya que alta, a diferéncia de nosotras tres que no llegamos al 170, vestía un pantalón de talle negro con una cintura de unos 10 centímetros y tacón alto que resaltava su figura; de cintura para arriba tan solo una prenda de la misma tela que el pantalón, en forma de "V" partia de la cintura delantera pera cubrir sus desnudos pechos y bajar por su espalda como si de dos cintas de unos 10 cm se tratase " | | " ajustandose al pantalón por detrás y dejando desnudos, espalda, costados y torso. Poco más de 40 y mucho menos de 50 años. Morena, con un pelo recogido que hasta yo, hoy (quien me lo hubiera dicho poco tiempo atrás), me abría lanzado a besar y morder aquella nuca. La supe casada o comprometidamente acompañada.

Creo que en estos circulos hay momentos en que marcan un antes y un después y fue pasado el ecuador del vernissage que un señor para ir de un lado a otro de la sala lo hizo por el menos natural de los caminos y pasando por detrás de esta mujer, que estaba hablando con un pequeño grupo, el señor deslizó como para abrirse paso su mano de costado a costado por la desnuda espalda de la mujer. Y lo hizo con una lentitud que hasta a mi se me erizó la piel.

Fue el primero de los escarceos ? al menos fue el primero que yo ví y que no solamente me alteró sino que me hizo estar no tan solo atenta a ella sino a mis propios deseos.

El señor con su saber estar se movió por la sala y como si lo que acababa de hacer fuese lo más natural se mezcló en otras conversaciones rozando el brazo o cintura de otras asistentes, pero, suposiciones mías, ninguna como lo hizo con aquella mujer.

Hablando con la otra sumisa, aunque sin llamarle la atención de lo que había visto, procuré no perder de vista a la mujer. Accidental o premeditado ?. Pronto saldría de dudas, el señor rehizo el camino y al pasar por detrás de ella la volvió a acariciar con toda la corrección pero bajando y subiendo la mano cuando esta estaba en el centro de la cintura. Aqui empecé a pensar que me gustaria ser yo quien tuviese los hilos del títere y provocar una situación.

Mi Amo se acercó a nosotras y si bien su esposa no estaba en nuestra conversación si que estaba a nuestro lado. Ofreciéndole una copa la beso con educado deseo en la boca.

Yo procuré quedarme en posición de observar a aquella elegante mujer. Quien era quien allí ?.

Hasta el momento las personas que se habían puesto a hablar con la sumisa y conmigo fueron amenas pero iban y venían. Decididamente si en lugar de invitarnos el Amo hubiese acudido por alguna otra razón, por ejemplo representando a una de les entidades en las que tengo compromiso, habría salido de allí satisfecha por lo ameno de la velada y el saber estar de los presentes. Pero invitadas por el Amo, nada debía de ser gratuito y yo estaba excitada.

Quien seria aquella otra mujer ? claro que las había tan atractivas como ella, pero esta me cautivó por su forma de vestir y por lo que ya había visto. Sería sumisa de alguien ?. Tan solo amante ?, Pareja necesaria para una tarde de morbo ?.

Es excitante estar hablando con alguien y a la tener una parte de la mente absorta en otro asunto y todavía más, otra parte excitandome a mi misma.

La señora se alejó de donde estaba y yendo a coger una copa se desvió hacia otro grupo incorporandose en la conversación. Allí estaba el señor quien acompañandola con su brazo en la cintura la acomodó en el circulo pero su mano en lugar de alejarse estuvo un momento acariciandola por detrás.

En ello estaba cuando quien hablaba con nosotras dos vió a alguién y con un perdonad, se fue a saludar.

Creo que lo que dije antes es cierto y hay un antes y un después ya que no tardó en acercarse un chico de unos 40 años y poniéndose entre las dos nos empezó a hablar. Este parecía entender un poco de arte ya que lo que nos empezó a explicar era coherente. Y como para señalar una de las obras y hacernos ver un detalla, puso su mano más en mis nalgas que en mi cintura al tiempo que decía, veís.....

MIentras hablaba su mano me fue acariciando. Hablaba para las dos, pero su mano se mostraba firme acariciandome.

No, para nada, aquello no era ninguna orgía, pero si era la hora de los vuelos de cortejo y el joven utilizando sus conocimientos críticos sobre artte y ya sin copa alguna en las manos se nos fue llevando a la sumisa y a mí a comentar, debo de reconocer que con gran entusiasmo, algunas de las obras allí expuestas. Desde el primer momento aquello que decía iba acompañado del contacto corporal indisimulado. Tal vez no obsceno, pero para nada común entre personas que no se conocen. Bueno, mejor aclaro que lo de obsceno y discreto se fue difuminando en una fina linea conceptual.

Como confesión reconocer que cada día me excita más ser excitada en público y más en ambientes donde las formas y el erotismo se apoyan mutuamente.

El chico se mantuvo entre las dos o debo decir que las dos le mantuvimos en medio ?, mientras nos hacía observar detalles ahora me cogía a mi por la cintura y su mano rodeando mi espalda acariciaba mi pecho o era la sumisa quien contemplaba con los pezones erectos lo que la obra reflejaba.

Aquella situación me hizo concentrar en lo excitante del momento y la otra señora quedó en segundo plano. Allí andaba pero yendo de cuadro en cuadro mi piel estaba cada momento más receptivamente excitada a los mensajes que recibía.

La sala no solamente no era diafana sinó que tenía un acceso directo a las dependéncias de un hotel y este una salida a un jardín semi público pero que a aquellas horas ya era más bien privado.

Al terminar de explicar uno de los cuadros cercanos a la puerta de acceso al hotel y con su tono jovial el chico nos preguntó si habíamos visto el jardín. A la voz de, es precioso, vamos !. Y sin esperar respuesta deslizando sus manos a nuestras cinturas nos invitó a salir.

El jardín aunque sutilmente iluminado estaba casi desierto y si había alguien eran parejas no todas ocupadas aunque supongo que si intentando ganar puntos. Las dependencias del hotel las pasamos sin llamar la atención pero al salir al jardín sus manos nos tomaron a las dos por la cintura. En uno de los espacios donde las plantas tenian un protagonismo especial y con varios bancos, aprovecho un comentario sobre tal estética y guiadas por la presión de sus manos en nuestras cinturas nos quedamos las dos frente a el que sin soltarme acercó su boca a la de la sumisa y la besó siendo correspondido con electrizante deseo.

Mientras se besaban su mano pasó de mi cintura a acariciar mis nalgas sin tardar en alternar el beso e introducir su lengua en mi boca.

Su mano buscó la mía y la condujo hasta su bragueta en la que encontré la evidencia de un miembro duro que luchaba por salir de su escondite. Empecé a fregar mi mano por encima del pantalón a la vez que el, con el camino libre de obstáculos estaba alcanzando el sexo de la sumisa. Fue el inicio de unos momentos llenos de lujúria. En el jardín quedaba poca gente y la que quedaba dificilmente se ofenderia.

En la frágil intimidad de aquel abrazo a tres no fue difícil sacarle el miembro, descapullarlo y recorrer con la palma de la mano el inchado glande, como tampoco lo fue que mientras el masturbaba a una la otra en cuclillas saborease el miembro del crítico en arte.

Nosotras nos habíamos corrido con las acertadas maniobras de sus dedos en nuestro sexo y distintos mordiscos en nuestros pechos. El intentaba aguantar su gran momento hasta que sabiendose a las puertas del clímax solamente dijo. Las dos, Y yo que estaba morreandome mientras ella se la comia me puse en cuclillas y con las dos bocas ocupandose por su placer su miembro explotó siendo saboreado por las dos.

De vuelta a la sala de exposiciones vimos que más de la mitad de los asistentes ya se habian marchado. La esposa/sumisa de nuestro Amo se nos acercó y le preguntó a la sumisa como había ido. "El convidem?". No le conoceís ?, preguntó la sumisa a la esposa. Yo no. "espereu".

Y se fue a hablar con su marido que excusandose, dejó el circulo con quien hablaba y se acercó al crítico.

Si alguien vió como ellos dos hablaban estoy segura que no vieron nada extraño. Nadie puede negar que la elegancia es excitante. Se acercaron, el Amo le presentó y cortesmente nos besó en las mejillas a las tres y el Amo se marchó. Al rato su esposa recibió un mensaje en el que le informaba del número de la habitación en aquel mismo hotel.

Primero subió el ya que a parte de la conversación previa el Amo le pondría en antecedentes en cuanto al comportamiento. Mientrastando tanto la sumisa como yo ya le habíamos mandado un mensaje con un breve informe de lo que habia sucedido.

Quinze minutos más tarde eramos las tres que tomabamos el ascensor y nos dirigíamos a la habitación.

Pasadas las 11 de la noche el Amo despidió al invitado. Poco más tarde me acompañó a la salida del hotel donde, aprovechando el semáforo, nos fundimos en un morboso abrazo mientras observaba los taxis que paraban y poder elegir el taxi por el taxista, y pagando la carrera volví a mí casa dejando a los tres en la habitación (recordareis que la sumisa vive muy cerca de ellos)