Verga Loca (02)

Emma, la bibliotecaria reprimida

Tras el desliz en mi empleo extra, era evidente que necesitaba más ingresos. Creía que no desarrollaba mal mi trabajo, así que decidí pedir un aumento. Por aquel entonces, estaba encargada de mi área una señora a mediados de sus 40, rubia de ojos claros, con un busto bien formado que tendía a lucir sutilmente con un escote elegante.

Se conservaba muy bien, hasta donde sabia era divorciada con un hijo adolescente, aunque venía a veces a buscarla un cincuentón, me imagino su novio actual. Pero lo más importante era que parecía que yo no le caía mal, así que aproveche un día, antes de irme para acercarme…

-        Danny... estamos encantados con tu desempeño... estas adelantadas a los chicos de tu edad en lo académico y experiencia... pero... me dijo.

-        ¿pero?... pregunte.

-        Pero los demás chicos tienen sus papeles en regla, tu aun no tienes título... y te estamos pagando igual que a ellos… como te aumento sin generar un problema administrativo...

-        Ok.... dije desanimado, tenía razón había descuidado esos temas.

-        Mira te puedo ascender, por experiencia y desempeño, te pondría cargo de los nuevos practicantes... pero...

-        Necesitas mi título...

-        Qué bueno que lo entendiste... me dijo sonriendo, pensé que me daría una galleta.

Entonces si quería dejar de ser practicante profesional y pasar a la siguiente categoría de la empresa, con su respectivo aumento, debía tramitar mi título profesional. Con eso me podía ser el coordinador de los otros practicantes nuevos que entraran, incluso de mis compañeros actuales.

Para realizar mis tramites tuve que pedir algunos permisos en el trabajo, para poder ir a mi universidad. Luego compensaría las horas perdidas, trabajando hasta tarde o yendo medio tiempo los sábados.

Dentro de primeros tramites a realizar, tenía que llenar una ficha de no adeudar libros y matriculas a la Biblioteca, pero no solo de mi facultad, sino de las otras carreras de la misma rama de estudios. Me dio pereza recorrer facultades q apenas si conocía. Decidí, para darme ánimos, empezar en casa. Fui a mi facultad, esperando que la vieja bibliotecaria me recordara y me ayudara en mis tramites.

Al ingresar a la vieja biblioteca, me di con una grata sorpresa... había una joven de mediana estatura, tez bronceada, cabello oscuro. Tenía unas gafas a media nariz, lo que le daba el aire de bibliotecaria ardiente.

De su cuerpo podía decir que lo más llamativo eran sus pronunciadas caderas. No tenía una estrecha cintura como Mili, pero su trasero también era apetecible. Se podía ver a través del pantalón de tela oscuro apretado que llevaba. Sus senos eran de medianos a pequeños... pero yo siempre fui hombre de fijarme más en caderas y sobre todo trasero.

De su actitud podía decir que era seria y por momentos cortantes, como para no dar cabida a coqueteos de tanto adolescente que la rondaba. Su rostro de facciones un tanto cuadradas ayudaba a esa mirada intimidante, más aún el corte de cleopatra. No era fea, pero tampoco hermosa... digamos que era de término medio para arriba. Algunos hombres entenderán.

Me acerqué con la mejor de mis sonrisas... y antes que pudiera decir algo, vi las sombras de los estantes de libros acercarse a alguien... oí su voz entre penumbras...

-        El popular Danny... dijo y reconocí a la vieja bibliotecaria, la señora Fátima.

-        ¿popular?... dije y volteé a los lados a ver si se refería a mi o había otro Danny por ahí.

La joven bibliotecaria volteo un poco sorprendida por aquella voz y luego con curiosidad a verme.

-        Si... tu Danny... no te hagas... me dijo.

-        ¿Cuándo fui popular? … no me enteré... dije apenado, casi sonrojándome.

-        Míralo... ¿no es lindo?... cómo se avergüenza... repuso la bibliotecaria y luego le advirtió a su joven asistente... cuídate de este chico...

Solo atiné a sonreír y pude ver una tenue sonrisa de la joven bibliotecaria, que me miraba de pies a cabeza, tratando de buscarme lo lindo. Quizás si buscaba en mi pantalón, me encontraba lo lindo, pensé con malicia.

Luego para seguir apenándome, la vieja bibliotecaria contó mis proezas desde educativas, hasta deportivas, sin dejar de lado que estuve con la chica más guapa de la facultad y que se la gané a otro a golpes. Finalmente, conto una anécdota que alguna vez oí pero que no me pareció de tanta importancia. Solo que ahora con otros detalles me pareció rescatable.

Parece que, en los primeros ciclos, en una reunión de confraternidad entre las chicas a raíz de un cumpleaños... ya entradas en tragos, a alguna de ellas, al parecer Vane, se le ocurrió preguntar...

-        ¿Quién creen que es el chico más guapo del grupo de ingreso?... en realidad, Vane se refería a los chicos del mismo ciclo de la facultad.

Dicen que rápidamente y sin pensarlo, Mili respondió que era yo. Cosa que me sorprendió, ya que nunca me lo dijo. Quizás ya desde entonces se fijaba en mí y yo ni cuenta... bueno por esos tiempos andaba enredado con una prima (Anita).

Luego dicen, que muchas de las asistentes a la reunión coincidieron con ella. Hubo otras que propusieron otros nombres, pero al parecer por abrumadora mayoría había ganado. Sin embargo, algunas reconocieron que era un poco extraño… aunque tal vez ese era parte del encanto que me veían, algo de misterioso.

Bueno no era tan sociable o no me veía muy interesado en conseguir novia en la facultad. Algunas teorizaban que tenía novia en otro lado o hasta que estaba casado o con hijos. Pero como les dije en esa época estaba en el entrenamiento sexual de mi primita… así que seco y satisfecho estaba, como para no buscar en otro lado.

Recordé que un tiempo algunos amigos se enteraron de aquello y en parte se pusieron celosos, me jugaban bromas al respecto, cosa que ni di importancia. Hasta los chicos llegaron a hacer su propia elección de la chica más guapa del grupo de ingreso… y de puros revanchismo, eligieron a una chica de otro ciclo.

En fin, tras esa introducción y advertencia, la joven bibliotecaria “Emma”, me veía con cierta curiosidad… quizás aquel halo de misterio que siempre me atribuyeron, comenzaba a hacer efecto… lo cierto es que eso me lo achacaron mis amigos y fue un aliciente para mis compañeras.

-        ¿Qué fue de Mili?... sigue por allá… me pregunto la señora Fátima.

-        Si… sigue cuidando a su mama… repuse sin querer ahondar en más.

-        Bueno… afortunado en el juego… me dijo irónicamente recordando mis proezas deportivas pero mi mala suerte en el amor.

Quizás esto jugo a favor mío para conseguir los favores de la Emma, la joven bibliotecaria, ya que me dio un matiz del enamorado desafortunado, que perdió al amor de su vida. Tras eso, Fátima, me dejo encargado con Emma para que verifique en el sistema si no tenía ningún pendiente. Ya la señora Fátima estaba saliendo de vacaciones y solo había venido a instruir algunas cosas a Emma.

-        Tu novia se fue hace mucho… me pregunto por hacer la conversación.

-        Bueno… en realidad ya no somos novios… dije apenado.

-        Debe ser difícil las relaciones a distancia… me dijo casi compadeciéndome.

-        Si, más aún cuando hay pocas posibilidades de que regrese…

Luego le explique la situación de su madre, la enfermedad, Mili como donante y el posible largo tratamiento. Como verán, necesitaba desahogar con quien sea… creo que por ahí escuche decir que mientras más contabas tus problemas, menos te afectaban.

-        Bien… parece que estas limpio… me dijo, casi como policía al ver que no debía nada.

Lo cierto es que mi historia fatídica me hizo ganarme la simpatía de Emma. Me ayudo con los tramites, incluso me recomendó con quienes hablar en las otras bibliotecas para que todo me fuera más rápido, me dijo que al presentarme diga que iba de parte de ella. En realidad, funciono, hice todo el trámite el mismo día.

La siguiente semana volví para entregar mis solicitudes y quise pasar a saludar a mi nueva amiga…

-        El chico popular… ¿cierto?... me dijo burlonamente, reconociéndome.

-        La bibliotecaria generosa… ¿cierto?... respondí a su broma.

-        Buena respuesta… ¿Qué haces por aquí?... pregunto curiosa.

-        Ah… solo quería agradecerte por tu apoyo, me fue bien… y no sé, si no te importa… quizás te invito a almorzar por aquí… dije como compensación.

Ya en experiencia de mi padre, me decía que, si quería que las cosas salgan, debía hacerme amigo de las personas y caerles bien para que me ayuden em mis tramites, pero también había que retribuir con pequeños detalles… dulces y cosas que le gusten a las chicas… por las maneras adustas de Emma dudaba que fuera de flores o chocolates.

-        Bueno… si… no creo que este mal… además es mi hora de almuerzo… me dijo.

Durante el almuerzo intente conocerla un poco más y ser agradable, con sus contactos me había ahorrado mucho tiempo, quizás podía facilitarme otros datos que me ayuden a tener mi título lo antes posible. Así que intente

-        Oye… en realidad la primera vez que te vi… me pareciste muy seria… le dije.

-        Y tu muy tímido… y míranos ahora… dijo con sonrisa cómplice.

Como ya había deducido, me dijo que tenía que mantener aquella expresión, ya que los primeros días fue bastante amable y los chicos pensaron que era coqueta, así que se la pasaban tonteando en la Biblioteca, intentando cortejarla. Me dio a entender que no estaba para salir con niños.

Intente averiguar más de ella, sin embargo, por alguna razón Emma seguía enganchada con mi historia trágica y me hacía preguntas al respecto... llego a poner su mano sobre la mía, al ver que me entristecía hablar de eso.

Tal vez para Emma yo era su novela en vivo, una historia de la vida real de un amor que pudo ser y no fue por causa del maldito destino. Terminamos de almorzar, la acompañe a la Biblioteca, era época de verano, así que casi no había estudiantes, ella se estaba dedicando a inventariar.

-        Quizás me puedas ayudar un rato con algo… me dijo.

-        Claro… le dije.

-        Lo que pasa es que hay unos libros que están en un estante alto… no los alcanzo, el portero se llevó la escalinata y no sé a dónde fue cuando la devuelve… me dijo apenada.

-        Ah… ósea que te vas a aprovechar de mi estatura… dije bromeando.

-        Mira que me debes varios favores… repuso sonriendo casi coqueteando.

Dejo la puerta pegada, sin cerrar, de la Biblioteca, por si regresaba el portero o por si algún estudiante o exestudiante necesitaba algo. Luego nos adentramos al interior de varios estantes, nunca había estado ahí… eran filas y filas de libros.

Ese día Emma traía uno de sus pantalones más apretados, así como su blusa que apenas tapaba su cintura. Me indico lo que quería bajar y no alcanzaba… eran unas cajas en una última fila de un estante… no me pareció muy complicado alcanzarlos, tenía que empinarme un poco nada más.

A manera de juego, Emma hizo la recreación de sus mejores esfuerzos por alcanzar esos libros, se empino y estiro dándome la espalda. Al principio me reí de su accionar… pero luego note como al estirarse su pantalón se le ceñía más y parecía no traer ropa interior o apenas un hilo dental que se perdería entre sus aceptables y redondas nalgas… luego me percate como su cintura desnuda invitaba a que la toquen.

-        ¿Ves a lo que me refiero?... me dijo sin dejar de esforzarse.

-        Si… ya veo… dije casi saboreando sus nalgas.

Ella se percató, sin embargo, solo se sonrojo un poco y sonrió coqueta.

-        ¿Me vas ayudar o no?… repuso en gracioso reproche.

-        Ok… le dije.

Me coloque detrás de ella, como para que sintiera la diferencia de estatura, ella con su 1.60m y yo con mi 1.85m. Me pare detrás de ella y me estire y baje la primera caja.

-        Ay no es tan difícil… dijo luego de verme.

Luego despareció un rato, y regreso con una pequeña caja, que usaría a manera de peldaño. Otra vez hizo su gracioso gesto de querer alcanzar las cajas y no pudo. Para esto, ya sus nalgas habían quedado casi a la altura de mi entrepierna. Nuevamente me acerque, mi pecho llego a chocar con su espalda… y mi entrepierna casi rozando sus nalgas, sentí un pequeño temblor de ella ante mi presencia… repetí mi maniobra y baje otra caja.

-        No vale… tienes los brazos más largos… me dijo un poco nerviosa.

Luego como no dándose por vencida, intento con otra caja. La vez anterior, apenas la roce y no dijo nada… pensé que podía intentarlo un poco más, presionar un poco más mi verga entre sus nalgas y ver como reaccionaba… quizás me empuje y me puedo disculpar de que perdí el equilibrio…

Así lo hice, presioné un poco mi verga, que iba endureciendo ante esos roces y tensión del momento, Emma nuevamente tembló un poco al sentirme, pero no hubo reproche, sino incluso se fue un poco hacia atrás al dejar de estirarse… mi entrepierna termino abriendo casi sus nalgas a través de la ropa… y ella no se alejó, se mantuvo mientras terminaba de bajar la caja.

-        Un último intento… me dijo, parecía que este juego le estaba gustando tanto como a mí.

-        Y si te ayudo… le dije.

Como Emma seguía de espaldas, aproveche en acomodándome la verga hacia arriba en el pantalón, creo que todos los hombres lo hemos hecho alguna vez para disimular una erección. Así me anime a intentar otra cosa, viendo que había confianza para esos roces… la tome de la cintura desnuda y la levante un poco, la vi sorprenderse y erizarse su piel… hasta que alcanzo una caja y pudo sacarle.

La fui bajando lentamente, apoyando su espalda en mi pecho y que sus nalgas recorrieran de arriba hacia abajo mi verga que endurecida que estaba siendo contenida por el pantalón. Emma se estremeció, más aun con el peso de la caja, su cuerpo se apoyó más contra mí, abriéndose sus nalgas hasta done esa flexible tela pudo.

-        Eres fuerte… me dijo con un tono de voz diferente, que denotaba su excitación.

-        Si quieres intentamos de nuevo… le dije, casi al oído.

-        Si… si quiero… me dijo.

Repetimos la operación, solo que esta vez mis manos subieron un poco más de su cintura… mis manos ya estaban en sus costillas, debajo de sus senos, debajo de su blusa… tocando su piel desnuda. Eso no la incomodo… bajo nuevamente una caja y esta vez mi verga más dura que nunca, si abrió desvergonzadamente sus nalgas…

-        Uhmmm… gimió con respiración entre cortada.

Luego, sin despegarse, procedió a dejar la caja en el suelo, inclinándose casi hasta estar en 4 patas, o como dicen en posición de pollito tomando agua… esta vez restregándome sus carnosas nalgas, mientras yo la sujeta de sus nalgas desnudas y le empujaba mi verga en la raja de su generoso trasero y anchas caderas.

-        Ayyy… ¿Qué me haces?... repuso ingenua, sin voltear a verme.

Solo sé que ella se fue reincorporando, apoyándose en los estantes sin dejar de presionar mi verga, mientras yo se la restregaba por encima de la ropa, estábamos simulando sexo con la ropa puesta y no parecía incomodarle. Hasta que al fin su espalda choca con mi pecho.

-        Ohhh… mis tetas… dijo sorprendida.

Ya mi mano había subido por sus costillas y con confianza entrado por debajo de su brassiere hasta atrapar sus medianos senos. Emma enloqueció sobando sus enormes caderas en mi entrepierna, una mano mía jaloneaba sus pezones y la otra acariciaba y empujaba su entrepierna contra mí, para estimular su vagina y su trasero contra mi verga.

-        Ayyy… nooo… Uhmmm… gemía confundida de las sensaciones que le provocaba

Sin embargo, con una mano en el estante ella se sostenía y empujaba su trasero hacia mí, con su otra mano, encima de la mía, empujaba hacia su pubis para que lo acaricie y estimule. Hasta que no aguanto más y volteo, me miro con cara excitada y resuelta.

Luego me comió a besos como nunca hubiera pensado con aquella cara tan seria… me succionaba la lengua como si fuera mi verga, me mordía los labios, mientras mis manos estrujaban sus nalgas por encima de esa flexible tela. Luego me soltó en un momento de lucidez…

-        No, que vergüenza, puede venir alguien… dijo y luego la vi dudar.

Su mirada se había posado en mi entrepierna, veía mi tieso instrumento a través de la tela, eso termino de excitarla al parecer, ya que nuevamente de me abalanzo. Incluso comenzó a pajearme sobre el pantalón, acariciando su dureza y buscando bajarme el cierre… yo hice lo mismo con el suyo… mi pantalón cayo rápidamente mientras ella tomaba mi verga de mi ropa interior.

El pantalón de Emma, más bien se había pegado a su piel, quizás producto de la excitación sus formas se hincharon, lo cierto es que fue bajando con dificultad hasta el pubis. Una vez liberada sus nalgas me dedique a acariciarlas mientras con misma dedicación Emma me pajeaba con sus dedos.

-        Nooo… asiii… nooo… me dijo a manera de queja.

La había devuelto a su posición anterior, de espaldas a mí, bajé lo más que pude su pantalón casi hasta sus rodillas. Emma se sostenía de los bordes del estante… me decía que no, pero me esperaba ansiosa empinando el trasero… tenía razón, apenas si usaba un hilo dental que no tarde en hacer a un lado y enfundarle mi verga por su húmeda vagina…

-        Uhmmm despaciooo… hace tiempo que no… Uhmmm… se quejó excitada.

Si parecía que esta chica traía una temporada sin probar verga, su vagina a pesar de la humedad se abría lentamente, mi verga se iba deslizando mientras Emma se retorcía de placer entre unos libros de matemáticas. Por su forma de contonearse y casi culearme para que se la meta… me hacia pensar que andaba mucho tiempo reprimida de estos placeres.

-        Uyyy… si… entro todooo… exclamo sorprendida.

Ya mi ingle contenía sus redondos glúteos y sus piernas temblaban de emoción. La tomé de sus anchas caderas y comencé a bombearle armónicamente su apetitoso trasero. Emma comenzó a gemir tibiamente entre aquellos estantes, mientras dé a pocos ella también empezaba a culearme y el estante se estremecía...

-        Ayyy no… yo no soy así… que me haces… uhmmm… gemía perpleja sin dejar de empujar su gordo rabo a mi pene.

Por su actitud con todos, dudaba que se llevara estudiantes a la parte de atrás de la biblioteca para tirárselos, sino abría una fila afuera. Si bien mi ego me decía que era por mí, también fue un aliciente la historia del enamorado infeliz… hay un matiz en algunas mujeres que desean ser las que encaucen a un chico o le hagan sentir la felicidad de nuevo… ese instinto maternal a veces, que nos quieren rescatar del infierno…

-        No… no… yo no hago estas cosas… Uhmmm… continuaba negándose

A pesar de sus palabras, Emma ya había entrecruzado sus piernas, como para que su gran trasero luciera enorme, así la raja de su culo se abría y mi verga le llagaba más hasta el fondo. La cabalgaba con tal vehemencia, que algunos libros comenzaron a caer de los estantes.

-        No… no… después lo arreglo… sigue… sigue… me pedía que no me detenga, aunque se cayera el estante sobre nosotros.

Luego un libro cayó sobre su cabeza, pareció no importarle, se tomaba la cabeza, pero no se quejaba, solo gemía. La jale contra mí, para evitar que siga sacudiendo el mueble, sin embargo, ella quiso un descanso con mis labios… me beso con frenesí… yo estruje sus nalgas de nuevo, mientras ella se iba deshaciendo como podía de su pantalón.

-        Eres un loco… ¿mira lo que me haces hacer?… me dijo excitada.

En aquel pasillo entre estantes, no había mucha libertad de movimiento, pero si queríamos permanecer ocultos debíamos quedarnos ahí. Una vez que Emma se liberó del pantalón, la cargue pasando mis manos por debajo de sus nalgas. La penetre nuevamente y ella se estremeció apretándome contra ella, profiriendo gemidos en mi oído.

-        Ohhh… siii… siii… Uhmmm…

Ahora la tenía frente a mí, levantándola y bajándola. Luego contra el estante, sus nalgas se apoyaron parcialmente ahí, e hicimos equilibrio con ella sostenida de mi cuello por momentos o con sus manos y brazos en algunas filas de los estantes. Ya muchos libros yacían en el suelo.

-        Ayyy no le diga a nadie esto… nooo… Uhmmm…

De cuando en cuando, Emma me besaba con pasión, mientras yo seguía perforando su vagina. Hasta que en un último arranque de placer me estrujo contra ella, me araño la espalda sobre la camisa y sus piernas me jalaron contra ella…

-        Ohhh…. ufff… Uhmmm… exclamo casi acalambrada.

En ese momento mi verga comenzó a escupir su blanca leche entre su estrecha cavidad vaginal… ella se retorció unos instantes más, mientras me besaba complacida. Estuvimos asi unos minutos… parecía que ninguno quería salir de aquello o que había algo de vergüenza de volver a mirarnos después de follar como locos entre unos libros, con apenas conocernos… alguien nos ayudaría a salir de ese momento…

-        Emma… se oyó una voz en la entrada, parecía el viejo portero.

-        ¿Sí?... repuso nerviosa, mirándome asustada aun con mi verga adentro.

-        ¿Dónde dejo tu escalinata?... pregunto.

-        Ahí nomás… en la entrada… luego la guardo… dijo temblorosa.

Escuchamos el arrastrar de ese mueble, luego el chirriar de la puerta cerrándose. Nos miramos y respiramos aliviados… luego algo incomodos…

-        Creo que… es mejor que te vayas… me dijo avergonzada.

-        Si… si… no vaya ser que alguien más venga… repuse.

-        No es que te esté botando… me dijo, bajándose de mí.

-        No… no está bien… es peligroso estar así en tu trabajo… le dije.

-        Ay… Danny porfa… no le digas a nadie esto… me dijo apenada.

-        ¿A quien le diría?… respondí calmándola.

-        No se… pero… ay… yo nunca hice esto… me repitió.

-        Si ya lo dijiste varias veces… repuse (incluso con mi verga incrustada y moviéndote como loca, pensé).

-        Es que te vi tan vulnerable… se excusó.

-        Bueno es que me preguntaste por mi ex novia… respondí.

-        Pero no fue solo eso… tú me provocaste… con eso ahí atrás… se excusó, casi apuntando a mi verga, recordando como rozaron sus nalgas.

-        Tú también me provocaste… darme la espalda con esas enormes... caderas… tampoco soy de piedra… le dije.

-        ¿Te parecen enormes?... dijo algo avergonzada como si fuera algo malo.

-        Ufff… me encantan… le confesé.

-        ¿Te gustan mis caderas?… repuso mirándose, olvidándose de su pudor, aun con el pantalón a medio subir y su ropa interior tapando apenas su pubis.

-        Ufff… claro… son geniales… se prestan para muchas travesuras… repuse mirando sus caderas con las que me deleité minutos antes.

-        Ay… ¿por qué te pregunto estas cosas?… me dijo cubriéndose el rostro y luego subiéndose el pantalón e intentando cubrir sus caderas.

-        Oye no es para tanto… le die.

-        Fátima tenia razón… debí cuidarme de ti… dijo apenada.

Verdaderamente parecía que nunca había hecho una locura así, andaba muy nerviosa, sin saber que decir, hacer o cómo actuar conmigo. Yo tampoco era un experto en estas cosas, pero sentía que estábamos dando vueltas en reproches y justificaciones… por momentos le gustaba como halagaba sus formas… pero luego se avergonzaba y volvíamos a empezar.

Así que, para cerrar esa conversación, solo atine a guardar mi verga en mi pantalón, era evidente que no me la iba a mamar, si apenas me podía ver a los ojos… creo que mas me miraba la verga y mas nerviosa se ponía.

-        Gracias por todo… le dije, alistándome para salir.

Toda apenada, me ofreció la mano… luego viendo mi expresión, por lo ridículo del gesto después de lo que hicimos, se acercó y me abrazo. Tras eso, se quedó unos segundos sin saber dónde besarme, si los labios o la mejilla, hizo el ademan de acercarse… la ayude en su disyuntiva y la bese en la mejilla, para que no se avergüence más.

Luego me acompaño a la salida, roja de vergüenza y me dejo ir, solo con una seña… aquella típica de las bibliotecas, haciendo un puchero con el labio y con el dedo en la boca… la de guardar silencio… que entendí era no hablar de lo sucedido, menos con Fátima.

Después de ese trámite casi, no regrese a aquella biblioteca, apenas si pase cerca. Quise ir a saludar a Emma, pero me percaté que cada vez que veía a la distancia, ella daba media vuelta o apuraba el paso, huyéndome… o si se daba cuenta que la descubrí, sonreía en nervioso saludo.

Semanas después, me enteraría (por Fátima), que la buena Emma tenía un amorío por internet con un chico del extranjero… que al parecer conoció en esas páginas de citas en línea. Fátima reconoció que, desde que empezó esa relación virtual, Emma comenzó a vestirse mejor y arreglarse más. Antes usaba mucha ropa suelta, luego comenzó a usar esos pantalones mas entallados y blusas cortas… quizás ante la expectativa de una visita sorpresa de aquel novio extranjero.

El asunto es que ese muchacho le había prometido ir ese verano a conocerla, pero al final no pudo, quizás por ello Emma andaba un poco angustiada y reprimida...  Todas las expectativas que se había generado por ese chico… al final en vano… todas las cosas que imagino hacer con él, quizás hasta por eso se compró la ropa interior sexy, bueno al menos yo disfrute de eso.

También me hizo sentido que, en su situación, un amorío de lejos, se interese por mi historia, tal vez identificando algunos problemas en su actual relación virtual… o quizás solo le gustaba una buena historia dramática de la vida real, esas que no se encuentran en libros.

En realidad, tras ese encuentro sentí que era una lástima no seguir disfrutando de los favores de esa joven bibliotecaria. Tenía buen porte y cuando estaba desinhibida era una delicia, su forma de gemir y hablar que ella no era así, despertaba mucho el morbo… más aun con aquellas caderas y la forma de besar cuando se excitaba…

Todo ello sumado al aspecto duro y serio que tenía con los demás… pero recordar cómo se derretía con algunos roces y caricias… bueno también sumaba a la fantasía hacerlo en aquella biblioteca entre esos viejos libros.

En fin… quizás cuando le pase aquella vergüenza… podría buscarla de nuevo pensé...

Continuara…