Verga al anochecer. Bogotá, 2.0
Una diligencia bancaria me permite conocer un hermoso hombre. La atracción fue mutua, el desenlace lo conocerás en este relato
Dame chimbo, dame, dame, dame verga, duro con esa verga, que chimbo rico me estoy comiendo, dame verga…..
Estaba fuera de sí, arrecha y próxima a un orgasmo, pedía lo que quería, él me complacía. Su pene erecto, grueso, largo, entraba y salía, sus movimientos eran fuertes, seguros, los de un macho que dominaba y hacia gozar a su hembra.
Me estaban culeando en Bogotá, en una oficina del piso 10, el nombre del edificio no es importante para este relato. El nombre de él es irrelevante. Eran las 8 de la noche de un lunes, dos días antes, el sábado había cogido con Armando el marido de una amiga.
El pene de Armando no era largo, pero si grueso, me había dejado abierta. El miembro de este amante (largo y de buen grosor), me causaba algo de dolor, un dolor placentero, un dolor asociado a las huellas dejadas en mi vagina por la verga del marido de mi amiga y a la fuerza de las embestidas de mi nuevo semental.
Lo había conocido en la fila de un banco, un maduro de 50 años, con un cuerpo tallado en el gym, buen conversador y entrador. Sentí la química de inmediato, sentí sus hormonas de macho, sentí su loción seductora y sus palabras. Conversamos cinco minutos y cada uno fue a su ventanilla, coincidimos en la fila y tomamos un café.
Fue una seducción mutua y directa. Cruzamos número y desde el viernes nos empezamos a calentar por el chat. Cuando vi la foto de su pene me estremecí, él sabía que esa imagen era una de sus cartas ganadoras, jugué con las palabras, jugó con sus palabras. Esa noche de viernes me fu a bailar con mis amigos y amigas y comenzó el lance con Armando, lance que terminaría el sábado en la noche.
El domingo el juego se intensifico, quería verme pero no podía, el viajaba a Bogotá el lunes a primera hora, yo viajaba casi al medio día, quedamos de vernos en su oficina. Asistí a un par de reuniones y pensé en lo que sucedería.
Mi celu estaba lleno de fotos de su pene, de mis senos, boca y manos en, el chat cargado con conversaciones calientes.
Llegue al edificio sobre las siete y media, me anunciaron, tome el ascensor, me esperaba en la puerta de su oficina, no había nadie. Me invito a seguir.
Al pasar a su oficina, hubo silencio y una situación de incertidumbre, miedo, dudas, nervios. Era la segunda vez que nos veíamos, estaba hermoso, rico, más que comible. nos miramos, la sonrisa, fui hacia la ventana, quería mirar a Bogotá, abajo la séptima, la luces, los autos.
El se acerco pausadamente, mi corazón latía más fuerte, lo mire, me ofreció algo de tomar. Acepte. Le pedí una cerveza, no tenía, entonces agua. Me sirvió y comenzamos a conversar.
Mirábamos Bogotá, la tensión se fue disipando, nos fuimos acercando, nos besamos. La magia regreso a nosotros, desde que vi la foto de su pene le dije que quería chupársela. caí de rodillas, solté, con su ayuda su correa, bajé el cierre, después sus pantalones. Mire su bulto, pronto lo conocería en vivo y en directo.
La tenia semi erecta. Baje su interior y allí estaba. Comenzando a lloriquear, gorobeta, la tome en la mano, lo masturbe un poco, me acerque, sentí ese olor característico de los penes al final del día.
Su verga olía a sudor, a orines. Abrí mi boca y comencé a lamerla. Él termino de sacarse el pantalón, mientras su chimbo desaparecía en mi boca. Pude verme reflejada en uno de los vidrios, la imagen me encantó, y me arrecho. Estaba más que mojada.
Me tomo de la cabeza con sus manos y me dijo que me iba a follar por la boca. Tomé aire, y vi venir su pene hacia mi, entró al fondo, sentí deseos de trasbocar, salió, regreso, estaba vez me la dejo adentro y comenzó a mover la pelvis. La saco y repitió su movimiento.
-Querías chuparme la verga, aguántala perra- Por fin habló. Lo mire a los ojos y le hice un guiño, me aferre a sus glúteos y comencé a arañarlo.
De nuevo me embistió con su chimbo. Me culeaba rápido y por momentos lo dejaba adentro, metiendo mi cabeza contra su pena, mientras respiraba profundo y me decía, que como buena perra tenía que aguantarlo.
Cuando me sostenía contra su cuerpo y con su verga en el fondo de la garganta, luchando para tomar aire y no tener arcada, disfrutaba del olor de su cuerpo. De su sudor y hormonas de macho arrecho.
Me soltó y me llevo hacia arriba, nos besamos de nuevo, puso uno de sus dedos entre nuestros labios, como si fuera un pene atravesado, el beso fue más intenso. Le dije que pensara que esa tarde se la había mamado a otro. Se arrecho y me beso con fuerza, lo beso con fuerza, mientras le desabotonaba la camisa.
Me llevó a su escritorio, siempre besándome y acariciando mis glúteos y mi ano. Me acostó, pude ver su abdomen trabajo en el gimnasio. Estba lindo, baje la mirada, su pene erecto, se acerco, abrió la blusa y se inclino a chuparme los senos.
Le acariciaba la cabeza, la espalda. Deslizaba mi mano con fuerza, no quería arañarlo. Después busqué que su pene hiciera contacto, con mi vulva, no pude, baje la mano, lo sentí tieso, me miro, le dije que me metiera ese Chimbote, me penetró.
Lo sentí, sentí la diferencia con el pene de Armando, sentí que me acaba de abrir, sentí ese dolorcito placentero. Dolorcito que se multiplicaba con cada embestida.
Lo mire, me miro las tetas, me las amaso, me pellizco los pezones. Miré su pecho peludo, su camisa abierta, su corbata, su abdomen y le pedí verga.
Sonrió.
Le insistí
Dame verga, desde que la vi en esa foto quería comérmela, quería que me partieras el chocho con ella.
Volvió a embestirme con fortaleza, me la dejó adentro y se inclinó a chuparme y morderme las tetas. Le pegue con los talones para que me la empujara de nuevo, la desenvaino y me la enfundó hasta los huevos.
Así, así quiero esa verga. El repito el movimiento, gemí, vamos de nuevo dame duro. Volvió a desenvainar para hundírmela nuevamente.
-Así perra-. Si así, dale, duro, adentro, afuera, dame con ese Chimbote.
Él obedecía, tomaba aire y me la hundía.
– Te gusta perra- Me encanta pero dame más duro.
Me agarre de los bordes del escritorio para que no me desplazara con sus arremetidas. Gane en estabilidad y en placer. Podía sentir el topetazo de su cuerpo al quedar su pene totalmente en mi interior. Sentía como salía, como mi vagina sonaba con cada pollazo.
El seguía de pie en lo suyo. Dándome verga y amasando mis tetas. El placer se fue haciendo insostenible, el orgasmo llegaba, comenzaba su aproximación, ganaba en sensibilidad, le pedía chimbo, verga, que me diera duró con su vergota. Le expresaba que me estaba comiendo un chimbo rico, una verga enorme, tiesa.
Sus movimientos se aceleraron, gimió, gemí me empecé a correr. Me la saco, se quitó el condón y sentí su leche caliente en mi cara, en mis labios. El olor a semen, su textura, su sabor me enloqueció y me perdí en un delicioso orgasmo.
El quedó sobre la alfombra, su pene flácido, mojado, escurriendo leche. La oficina olía a sexo. Me vestí, él me observaba en silencio. Le lance un beso con los dedos, fue a decir algo y le pedí silencio.
Cerré la puerta de la oficina, mientras esperaba el ascensor pedí un Uber, baje, cinco minutos después iba rumbo a mi hotel.