Verdades ocultas, mentiras compartidas

Sin saberlo, había compartido sexo virtual con mi tío preferido. Lo virtual se convirtió en real con una magnífica follada.

VERDADES OCULTAS, MENTIRAS COMPARTIDAS

Había bebido mucho durante el cumpleaños de mi madre y subí al piso superior para mear y refrescarme. Le había dicho a Marta, mi mujer, que subía un momento y que a lo mejor me echaba un rato porque me sentía mareado, me dio un beso y me dijo que no me preocupara.

Subí y, mientras meaba, vi que entraba mi tío Mat. Le sonreí. Terminé y me fui a refrescar al lavabo. Vi que mi tío se la sacudía mientras yo me lavaba la cara. Noté que se ponía detrás mío y, pensando que estaba esperando a que yo terminara, le miré a través del espejo y le sonreí. Tío Mat era mi tío preferido desde pequeño. Me abrazó y me besó el cuello apretando su cuerpo contra el mío. Noté algo especial, no sabría que decir en ese momento, le miré y le sonreí.

  • Lucas- me susurró al oído - Tengo tu mismo problema.

Me tensé y le miré a través del espejo. Iba a responder no se qué...

  • Lucas...escucha...- me susurraba al oído - me gustan los hombres como a ti.

Me quedé paralizado.

Mat me sujetaba el cuello con su mano izquierda y la derecha la dirigió directamente a mi entrepierna apretando suavemente mis huevos. Noté una descarga que me recorrió el cuerpo y lo tensó. Me erguí hacia atrás y Mat aprovechó el gesto para sujetarme contra su cuerpo.

  • Lucas....-susurraba- lo se y tu también lo sabes.- me acariciaba el cuello y los huevos y yo me excitaba - Lucas....lo se desde siempre...como me miras...como me observas....Lucas....mi Lucas...- seguía acariciándome, ahora el pecho y el abdomen...me agarraba la polla por encima del pantalón y yo sentía la suya apretarse entre mis nalgas.

Su aliento se internaba en mi oído mientras le escuchaba...- Lo nuestro es una tortura...mi niño...se lo que se siente...se lo que se necesita...mi niño...se que te gusto y tu a mi...déjame disfrutar de ti...déjame...

Me había bajado la cremallera y me acariciaba huevos y polla a través del calzoncillo.

Su calor, su aliento, su polla en mi culo y su masaje en mis partes me estaba dejando a su merced. No hablaba, solo jadeaba y el me mordía el cuello y la oreja mientras me masturbaba.

  • Lucas....mi niño...mi amor...

Me corrí como un colegial bajo mi calzoncillo, gemí y me tensé hasta que la corrida terminó.

Me derrumbé sobre el lavabo. No sabía que decir ni que hacer. Mi tío del alma me había masturbado y yo me había dejado. No dejaba de pensar en lo que me había dicho :"me gustan los hombres como a ti"..."lo se desde siempre"...

  • Tío...- dije con la cabeza aún gacha sin querer mirarle - cómo que lo sabes desde siempre?

  • Lucas, esas cosas se saben, se notan...siempre me he fijado como me miras...desde pequeño no has parado de fijarte en mi paquete y mi culo, cuando te sentabas en mis piernas apretabas el culo en mi paquete y te frotabas en mi pecho como un gato...Lucas...mi Lucas...cuando eras adolescente no parabas de mirar mi entrepierna y te sonrojabas...Niño, ya no tan niño...y te sigues sonrojando...

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Muchos mediodías, tía Carmen me recogía en el colegio e íbamos a llevarle el almuerzo a mi tío Mat que trabajaba de soldador en la construcción. El tío Mateo (Mat para la familia), era un hombre absolutamente encantador, cariñoso y simpático. Mientras comía me sentaba en su pierna y me pasaba el brazo por los hombros, y me recostaba en su pecho. Yo era un niño y, por supuesto, ni pensaba en una atracción sexual, pero le adoraba.

Hoy puedo decir que le recuerdo hermoso, menudo, fibrado, fuerte, moreno de pelo, muy moreno de piel por la exposición al sol en las obras, una sonrisa blanca y encantadora y algo especial, muy especial, que yo sentía por él.

Le recuerdo con sus camisetas de tirantes de diferentes colores siempre decolorados, su casco de seguridad, su pantalón de faena (que en verano era corto y se le veían las piernas cubiertas de vello oscuro), sus botas de obra de las que sobresalían los calcetines, unas veces blancos y otras rojos. El cinturón de trabajo con sus bolsas pesadas de herramientas que descansaba su peso en su bragueta haciendo resaltar su paquete.

Siempre me quedará la imagen de mi tío cuando después de comer se dirigía a la obra, su espalda morena cubierta de la camiseta que se plegaba a espalda según andaba, las nalgas que subían y bajaban a su paso, sus piernas morenas que terminaban en sus grandes botas enmarcadas por sus calcetines gruesos. Pero sobre todo, sobre todo, cuando se giraba para despedirse con esa sonrisa maravillosamente blanca enmarcada por su barba incipiente, levantando el brazo en gesto de despedida descubriendo el vello de su sobaco sudado y oscuro.

Esa imagen de mi tío Mat me persiguió durante toda mi adolescencia dando a mis pajas juveniles un placer extraordinario.

Mi tío Mat fue el icono erótico de toda esa etapa. Esa etapa estúpida y cerril en la que nos hacemos oscos y tímidos, que no hablamos porque no sabemos que decir y que nos retraemos porque no sabemos explicar que es lo que nos sucede, sobre todo cuando hay una persona que te turba y de la que no puedes dejar de admirar, pero no te atreves a nada. Cuando se acerca para besarte y te retiras como una cobra, cuando le ves en la piscina con un slip marcando paquete y quieres mirarle pero no te atreves, cuando ves su vello oscuro asomar por la camisa desabrochada y te entran unos calores que tienes que ir al baño y refrescarte o aliviarte, cuando te abraza cariñosamente y notas ese calor que se adueña de ti y no sabes que hacer y haces un gesto imbécil para separarte de él.

Le admiras de lejos y entonces si, entonces le observas y te embabas mirando su preciosa cara , sus rizos cayendo sobre su frente, su paquete magnífico, su culo prieto, sus piernas y sus brazos fibrados, lo mismo que su pecho y espalda sin una gota de grasa.

Dios mío la de pajas que me pude hacer pensando en tío Mat.

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  • Ya no eres un niño, tienes 27 años, te has casado como yo y tienes tres hijos, yo uno. Pero siempre te han gustado los chicos como a mi. Se lo que significa casarte porque así lo manda la sociedad y se lo que significa fijarte en tíos que te gustan y cascarte pajas en el baño pensando en ellos mientras en la cama espera tu mujer. Créeme, lo se.

Dime si me equivoco, dime si no quieres que tengamos una relación porque se que te gusto y tu me gustas, siempre me has gustado, pero ahora con tu edad me gustas más todavía.

Te has convertido en un hombre y en un hombre muy guapo, con un cuerpo precioso y muy deseable -.

Me miré en el espejo, mi cara estaba desencajada por lo que había pasado y por lo que estaba oyendo. Me miré y miré a Mat. Nuestras miradas se cruzaron y se detuvieron.

  • Tienes razón...me gustan lo tíos. Me gustas tu desde que soy niño. Me he pajeado pensando en ti mil veces...Mat...qué vamos a hacer... No se que vamos a hacer...

  • Yo sí - dijo mi tío - seguir con lo nuestro. Tenemos que continuar, no pienso dejarlo ahora que ha comenzado, ya veremos como lo hacemos...a parte de por internet...- Me dedicó una sonrisa pícara a través del espejo.

Me quedé de piedra. ¿Que quería decir con eso?. Me giré y le miré directamente a los ojos.

  • Con que te gustan los maduros ¿Eh?, Luar-25. Que cabrón, si sólo te llevo 15 años...Puedo ser tu hermano mayor.

Yo estaba paralizado y mis ojos estaban fijos en los suyos. No daba crédito a lo que estaba oyendo.

  • Si, Lucas, vi tu foto en una de las páginas que visito clandestinamente. No me atreví a entrarte pero tu me invitaste un día y acepté por tu llamada de "me gustan los maduros".

Leí tu perfil, 26 años, Gandía, casado, me gustan los maduros.

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  • Hola Luar quieres chatear?

  • Si

  • Qué hace un chico guapo y casado ligando con maduros?

  • Me da morbo

  • A mi también, con los jóvenes y los no tan jóvenes

  • A mi solo con los maduros, los jóvenes no me van

  • Te gustaría que te la tocara?

  • Si

  • Y que te la mamara?

  • Si

  • Dime que te gustaría que te hiciera

  • Me gustaría que me metieras la lengua en mi boca para lamértela

  • Dime más

  • que me metieras la mano en la bragueta y me me sobaras los huevos y la polla

  • Más

  • que me desnudaras...¿tienes vello en el pecho?

  • Si, bastante

  • Que me abrazaras y me dejaras lamerte el pecho y los pezones

  • Hecho

  • Olerte los sobacos

  • Si

  • Mamártela

  • Sigue

  • dejártela muy húmeda para que me la metieras

  • ¿Quieres que te la meta?

  • Si, métemela

  • Soy fuerte y te domino. Te doy la vuelta para abrirte las piernas y dejarte el culo a mi disposición.

  • Si

  • Me lamo los dedos para sobarte el ano y te acaricio para verlo abrirse...Te lamo el culo con la lengua para que te excites.

  • Sigue....por favor....

  • te abro el culo con un dedo, suavemente...luego te meto otro... y otro y te dilato...

  • Sigue por favor...sigue ... métemela...por favor...ya

  • Me escupo la polla para que esté lubricada y pongo la punta del capullo en tu entrada y aprieto suavemente para notar como te excitas

  • Sigue...sigue...métela...métela...¡YA!...

  • Voy... la voy metiendo lentamente...lentamente va entrando...y entra

  • Dios!.. Estoy a tope

  • Toma polla!

  • Dame...toda

  • Toma

  • Más

  • Toma

  • Más...más

-Toma - toma - toma

  • Si...si... más...dame...dame

  • Toma - toma - toma

  • me voy a correr

  • Toma

  • Me corro...me corro

  • Toma

-¡Diossss!

  • Siiiiiii

  • Diosss

  • Uffff

  • Que corrida tío

  • ya te digo

  • Quieres hacerlo otro día?

  • Si, me gustaría, ha sido guay

  • Dame un toque cuando quieras. Ha sido un placer.

  • Igualmente.

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Me acordaba perfectamente de Taurosemental. Me acordaba perfectamente del día que nos conocimos por internet y de las otras veces que habíamos conectado. Mat era Tauro. La sangre desapareció de mi cabeza y comencé a marearme. Los últimos acontecimientos y descubrimientos me habían afectado en gran manera.

Mat se dio cuenta de mi estado y me ayudó a llevarme a la cama. Me tumbó en ella, mojó una toalla y me la puso en la frente.

  • Ya... cálmate, niño, cálmate.

                • +

Le acaricié el pelo, lo tenía húmedo por el sudor. Acaricié la cabeza del hombre en que se había convertido aquel niño a quien tanto quería. Me acordé de cuando le sentaba en mis piernas y le acariciaba la cabeza mientras el se recostaba en mi pecho. Aquel niño había evolucionado hasta convertirse en un joven muy guapo, con su pelo rapado al uno, sus ojos negros y rasgados enmarcados por unas cejas espesas y oscuras Y sus labios también finos pero rosados.

Le acaricié la cabeza diciéndole que se calmara y luego le deshice la corbata y le desabroché la camisa para que estuviera más cómodo. Lucas se dejaba hacer. Le acaricié la cara y me acerqué a ella hasta que mis labios se posaron en los suyos. Me alejé unos centímetros y volví a acercarme a ellos para volverlos a besar. Esa vez los suyos se entreabrieron para dejar que mi lengua lamiera los labios para luego dejarla pasar al encuentro de la suya. Fue un breve encuentro. Me volví a separar.

Lucas abrió los ojos para mirarme con interrogación.

  • Ahora no mi niño. Es peligroso. Puede entrar cualquiera.

Le acaricié la entrepierna. Estaba muy excitado y gimió ante el contacto de mi mano en su polla.

  • Ahora no mi amor. Ahora no. El sábado por la noche nos vamos a pescar.

Lucas me miró sin entender.

  • El sábado a las doce de la noche te pasaré a buscar para ir de pesca. Díselo a Marta.

Me levanté, le acaricié el pecho, le pellizqué un pezón, le besé en la cabeza y me alejé hacia la puerta - Diré que te has quedado en la habitación porque no te encontrabas bien y que no te molesten porque te has quedado dormido. Y recuerda, el sábado a las doce pasaré a buscarte.

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Había sonado el claxon y mi tío me esperaba fuera del coche. Fui corriendo a su encuentro y le abracé y le besé. Me miró de arriba a abajo y me sonrió. Me había puesto la camiseta morada con el logo de Coco Loco que me había regalado hacia tiempo y unas deportivas viejas que también me había regalado. Me hizo un gesto, para que entrara en el coche y enfiló hacia la carretera.

Le miraba y admiraba su belleza madura, sus canas en las sienes y en la barba, aunque aún destacaba su color moreno, su vello en el pecho que enmarcaba su camiseta blanca y en donde destacaban sus pezones, como dos pequeños granos bancos. Bajé la mirada hacia sus piernas y no pude contener la tentación de acariciar las rodillas morenas cubiertas de vello y le acaricié. Me miró, sonrió y siguió conduciendo.

Al cabo del tiempo aparcó en una gasolinera-hotel. Entramos en la cafetería y pedimos dos gintónic. Me dijo que esperara un momento y se marchó.

Un hombre de unos cuarenta años, con aspecto de ser de un país del este, se me acercó y me preguntó si estaba solo, era alto y fuerte, con los ojos azul oscuro y el pelo castaño claro. Me hubiera ido detrás de él si no fuera porque estaba esperando al hombre de mi vida. Le dije que estaba acompañado. Pero insistía en hacerme compañía. Su físico me atraía, su cuerpo embutido en una camiseta blanca era una tentación. Fuerte, algo entrado en kilos, pero no demasiado, los brazos apretaban las mangas y los muslos y el culo estaban embutidos en sus jeans. La bragueta apretaba un bulto considerable. Era el típico macho al que cualquiera hubiera seguido hasta la cabina de su camión para que le follara a lo bestia. Pero en eso, llegó mi tío, le abrazó y le besó en los labios.

  • Hola Stephan. ¿Intentando quitarme a mi chico?

  • No sabía que estaba contigo...pero...podríamos hacer algo los tres

  • No cariño. Hoy no. Otro día a lo mejor

  • Vale. Entendido. Os dejo tranquilos.

  • Lucas, coge los gintónic y vámonos.

La mirada que le lanzó a Stephan fue tan fulminante que se dio cuenta de la metedura de pata y se largó al otro extremo de la barra. Yo, sin decir palabra, le seguí sin replicar hasta el piso de arriba.

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Di un portazo y le aplasté contra la pared. Estaba excitado de pensar en tener sexo con mi niño ya hombre, como me gustaban a mi, joven pero ya adulto. Le aplaste con mi cuerpo y le metí la lengua en la boca para encontrarme con la suya. Nos comimos las bocas con pasión. Luego me retiré un poco y le susurré al oído.

  • ¿Que coño hacías? Dime

  • Nada...no hacía nada...se me acercó...

Apreté mi paquete contra el suyo, y mi boca contra la suya - Esto es mio y de nadie más. ¿Entendido?. Por lo menos hoy.

Le hablé directamente a los labios con rabia. Lo entendió y me mordió los labios. -Esto es tuyo y de nadie más- me dijo soltando su aliento en mi boca - Cómete mi boca. Castígame si hecho algo mal...pero de verdad que yo no...

Ante esa declaración no puede más que morderle los labios con ansia y meterle la lengua en su boca. Mi excitación se desencadenó y agarrándole por el cuello le apreté su boca contra la mía y nos morreamos con delirio, las lenguas jugaban borrachas de saliva y nos mordíamos los labios para hacernos el daño que necesitábamos para excitarnos aún más, mientras nuestras pollas se hinchaban y se acariciaban bajo la tela de los pantalones.

Le arranqué la camiseta para disfrutar del cuerpo que ya no era de niño, mordí su cuello fibroso y venoso como si fuera un vampiro mientras le sujetaba los brazos en alto para dejar sus sobacos depilados al aire y poder olerlos y lamerlos oyendo sus gemidos de placer. Bajé por su pecho lampiño para encontrarme con sus suaves pezones y los lamí hasta que se pusieron duros como dos granos y, entonces, los mordí suavemente hasta que su cuerpo me indicó que notaba un gran placer.

Sin parar de morderle los pezones, le bajé las bermudas de un tirón dejando sus genitales al aire y que su polla se estrellara contra su abdomen, mojando el cordoncillo de vello que le subía hasta el ombligo.

Volví a poner mis labios sobre los suyos y le dije que era mío y el asintió.

Le llevé hasta la cama le tumbé y le dije que me diera placer.

Admiré su cuerpo sin vello a excepción de la mata que albergaba su buena tranca, dura, de buen tamaño y de buen grosor, de piel clara, de capullo rosa, mirando hacia el ombligo y humedeciendo su vello pubital con el reguero que le surgía de la punta de su nabo. Sus labios estaban enardecidos y sus ojos turbios, levantó los brazos dejando su cuerpo a mi disposición, en un gesto de sumisión que me emocionó. Me estaba diciendo con su cuerpo que todo eso era mío. Lo entendí y me alejé para que me mirara, para que supiera que yo era su hombre y que admirara mi cuerpo . El cuerpo de su hombre.

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Tenía una excitación bestial, mi cuerpo ardía, mi polla me dolía de lo inflamada que estaba, sudaba de fiebre sexual por todo el cuerpo, notaba la cara caliente y delante mío, mi tío, mi hombre se estaba desnudando para ofrecerse a mi o para que yo me ofreciera a él como un sacrificio deseado, esperado, necesitado y ardiente. Quería que me poseyera, que me hiciera suyo, que me hiciera daño, quería que hiciera lo que quisiera conmigo menos ser suave, quería notar su fuerza sobre mi cuerpo como lo había deseado y soñado durante tantos años.

  • Tío, hazme tuyo. Necesito ser tuyo.

Me salieron esas palabras sin pensarlo y no me arrepiento de haberlas dicho.

Mat comenzó a acercarse, se paró, me miró se acercó a mi, me besó en los labios y me dijo - Desnúdame tu, mi niño. Desnúdame lentamente y dame placer.

Me acerqué a el, le agarré la cabeza, le miré los ojos, negros, turbios, llenos de lujuria, y le besé en los labios con dulzura mientras le acariciaba los brazos fuertes, le metí la mano por la camiseta para ir acariciando todo su cuerpo: su pecho cubierto de vello, sus pezones pequeños y duros, su espalda hasta llegar a la cinturilla del pantalón, sus abdominales alfombrados, le levanté la camiseta y se la fui quitando mientras besaba lo que iba descubriendo. Le acerqué a la cama, le tumbé, le descalcé las botas para olerlas, luego los calcetines blancos para olerlos también, a continuación le lamí los dedos, la planta y el empeine.

Mi tío se agitaba en la cama.

De repente se inclinó hacia mi, me agarró por los sobacos y me levantó hasta tumbarme a su lado, me cogió la mano y me la puso en su entrepierna. - Sóbame...mete la mano y sóbame...

Le desabroché el pantalón y le metí la mano por la bragueta para acariciar su su cipote y sus huevos. No llevaba calzoncillos por lo que mi mano entró directamente en contacto con su piel suave y humeda. Le acaricié e instintivamente me la lleve a la nariz para olerla. Luego fui directamente a la polla para lamerla. Quería saber como olía y sabía mi hombre.

Perdí el sentido deseando que me diera placer y que me poseyera.

Me agarró de los brazos y me subió a la cama, me dio la vuelta poniéndome a cuatro patas, me abrió las piernas para dejarme el culo al aire. Ahí comenzó mi placer y mi martirio sexual. Con la punta de la lengua me acariciaba el ojal de mi ano con pequeñas rápidas y certeras caricias húmedas. Mi cuerpo sentía como pequeñas sacudidas eléctricas y mi polla fue calentándose y endureciéndose. Me lamía el culo y me sobaba los huevos y yo gemía como una adolescente virgen.

En un momento me acercó un dedo a los labios y me los untó con el fluido que manaba de su polla. Me dijo que lo lamiera y lo hice. El sabor salado me gustó. Me untó de nuevo y lo lamí, luego me metió el dedo y lo chupé con lujuria.

Luego comenzó a hacer lo mismo con mi culo: dedo... lengua... dedo... lengua ...y comenzó a dilatarme. La excitación y el placer eran extremos. El primer escupitajo que me llegó al ano me produjo una sensación tan erótica que gemí. El masaje al rededor del esfínter me hacía jadear y cuando comenzó a introducirme los dedos, no pude contener más gemidos de placer y de pedirle más y más. Me fue dilatando introduciendo los dedos: dos, tres, hasta cuatro entraron en mi agujero que se dilataba y pedía más, notaba como se abría para recibirlo como si fuera una boca hambrienta. Por su manera de moverse comprendí que me iba a penetrar y yo me dispuse a recibirlo, mi tío Mat me iba a follar. Noté un líquido viscoso que me bajaba por la raja del culo hasta llegar al centro del placer. Me puso la punta del cipote en mi entrada, y me embadurnó el líquido con tranca subiéndola y bajándola. Me dio dos cachetadas fuertes y aprovechando que, a causa del dolor contraje las cachas para luego relajarlas, me la metió de una vez, lentamente, pero de una vez, sin pausa, fue introduciéndola mientras se tensaba de placer y yo de dolor.

Es verdad que no me dolió mucho, pero lo suficiente para quedarme quieto hasta que entró todo su miembro y paró. Me abrazó con fuerza, me mordió el cuello. - Ya está.....ya...Luquitas....mi niño...ya está...ahora gozarás....

Y vaya si gocé... pero no como putita ni como zorra, sino como hombre al que le desvirga su hombre, el placer de ser penetrado por la polla que más quiere y necesita, el notar la mejor experiencia del mundo después de haber sufrido. Dolor y placer, pero un placer sublime que hacía del dolor algo pasajero.

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Mi chico gemía hasta casi gritar de la excitación y placer, entonces le di la vuelta, le levante las piernas y se la volví a ensartar, quería ver como disfrutaba el y quería que viera como disfrutaba yo. Le morreé y luego le levanté más las piernas, me erguí y comencé a follarlo con locura. Ahora el si gritaba de placer y yo sudaba y gemía al sentir mi polla lubricada y apretada por su estrecho recto.

Le follé hasta que el chico estalló en una gran corrida. La sangre invadió su cara y sus venas se hincharon a punto de estallar, gimió como un animal herido y su lefa le llegó hasta la cara.

Me acerqué para lamerle el semen de su cara y la tranca salió de su agujero. Lucas gimió con placer. Me acerqué a el y le puse el capullo en los labios.

  • Quieres probarla?

  • Si - susurró, suspirando en la punta de mi polla

Me masturbé y abrió la boca para recibir mi lefa. Me corrí como un semental y le llené la cara y la boca de leche. Mi orgasmo fue de campeonato. Me ordeñé para no dejar ni una gota y luego me acerqué a su boca y su cara para limpiarlo y para compartir el sabor de mi corrida. Lucas se relamía los labios y allí nos encontramos de nuevo con las lenguas y el sabor de mi semen, pero algo había cambiado.

Le abracé notando la humedad entre nuestros cuerpos y le besé

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Fue el gran orgasmo. Cuando me dio la vuelta, se irguió y me la volvió a meter, la punta de su polla tocó un punto que me produjo una especie de calambre, cada vez que la metía me tocaba en ese punto y yo me estremecía. Eso, junto con el placer que notaba en el ano cuando lo rozaba al entrar y salir, hizo que me corriera a lo bestia sin tocarme. Mi cuerpo se tensó y toda la tensión acabó en mi polla que estalló soltando descargas que me llegaron hasta la cara.

Pero el auténtico regalo fue cuando Mat se corrió en mi boca y luego me lamió y me besó para que yo recibiera su manjar.

Fue la mejor experiencia de mi vida. Luego me abrazó, me volvió a besar y a causa del relajo y el cansancio nos quedamos dormidos.

(continuará)