Verdades ocultas, mentiras compartidas 2

Después de su experiencia con su tío Mat. Lucas busca a Stephan y la pasión se adueña de ellos.

VERDADES OCULTAS MENTIRAS COMPARTIDAS

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La experiencia con mi tío Mat abrió en mi hambre de hombre, de macho. El sexo con mi tío se convirtió en algo habitual, yo esperaba sus llamadas con ansiedad y dejaba que me poseyera con autentica pasión ya fuera en el coche, en un descampado, en las dunas de la playa o en el hotel de la gasolinera...la gasolinera...

Necesito un hombre con el que compartir sexo.

La gasolinera se convirtió en un lugar habitual para mi. Cuando necesitaba macho al margen de Mat, iba allí para encontrar algo que me saciara...y lo encontraba habitualmente. Una vez con un oso motero, otra con un camionero necesitado, otra con un emigrante negro, otra...otra... pero lo que yo quería era encontrarme con Stephan. Desde el primer día que lo vi hubo una química especial con el.

Stephan...fuerte, de piel muy blanca, pelo rapado tirando a pelirrojo, ojos verdes, nariz grande de púgil, labios finos y rosados, barba color melocotón de varios días, brazos muy fuertes que apretaban las mangas de la camiseta, lo mismo que los pectorales, algo de estómago (no mucho), muslos poderosos y un culazo fuerte que amenazaba con romper el pantalón. Todo eso acompañado de esa especie de dejadez en el vestir, como si acabase de venir de trabajar me volvía loco cuando pensaba en él.

PAJAS BESTIALES

Siempre que iba a la gasolinera lo que buscaba en realidad era a Stephan y un día sucedió.

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Me encontraba en el suelo, sudado, follado, cubierto de lefa, dolorido...pero satisfecho por el orgasmo que había sentido. Ninguno antes había sido parecido. Qué iba a hacer ahora ...como encontrar a alguien que me proporcionara un placer igual ...

Era una tarde calurosa de verano en la que yo había ido a la gasolinera para ver si pillaba algo (Stephan estaría?) y tomarme un gin tónic. Estaba en la barra aburrido, mirando hacia el exterior, cuando vi que se acercaba hacia el bar con andares pesados y contoneando las caderas. En lo primero que me fijé fue en su entrepierna porque los pliegues del pantalón se ajustaban a su paquete según andaba, lo mismo que a sus muslos.

Una botas de trabajo ajustaban los pantalones a la espinilla dándole un aspecto militar en campaña.

Unos anchos tirantes negros abrazaban su pecho cubierto con una camiseta de color indefinido a la que había arrancado las mangas y dejaba ver el espectáculo de sus brazos.

Se acercaba lentamente, fumando y con un gesto duro de concentración en algo que le preocupaba.

Llegó a la puerta, lanzó la colilla a lo lejos de una toba y entró al bar haciendo sonar las campanillas de la puerta.

LAS CAMPANILLAS

Las campanillas que me provocaron un especie de calambre en todo el cuerpo y que casi hace que me marease al verle parado en la puerta. Como se suele decir: "Me dio un vahído".

Sus ojos en mis ojos.

TALADRO.

Se acercó a la barra, hizo un gesto con la cabeza para saludarme y se sentó en un taburete tres plazas más allá y pidió una cerveza. Se la bebió de un trago y se fue a los lavabos.

Me quedé petrificado. Esa indiferencia, esa frialdad...pero sus ojos cuando entró...Tardaba en salir. Acabé mi bebida y decidí largarme. Decididamente, no había nada que hacer. Me levanté con intención de irme cuando se abrió la puerta de acceso a los lavabos y oí una voz que decía - ¡Eh, tu!. ¿Como era tu nombre?.

Me volví , estaba en la puerta secándose los brazos, y le contesté - Lucas.

  • Puedes venir un momento?

Me acerqué. Entró y yo le seguí.

Ya dentro de los servicios, se volvió a mi y me espetó: -¿Hoy no vienes acompañado?

  • No, hoy vengo solo.

  • Ya

Seguía lavándose las manos con un cepillo y, mientras lo hacía, me miraba por el espejo.

  • ¿Querías algo?- le pregunté.

  • Querer, quiero muchas cosas... ¿Ya no estás con Mat?.

  • Mat es mi tío y....da igual...no, hoy no estoy con Mat...Ahora estoy ....

Stephan me miró a través del espejo y sonrió de medio lado...-Ya

  • Bueno...me voy ya...si no quieres nada...

  • Quiero todo...quiero todo de ti. Desde el día que te vi quiero todo de ti.

Me quedé parado sin saber que decir.

Stephan terminó de enjuagarse las manos, se las secó y se acercó a mi. Se acercó mucho a mi. Su cuerpo se pegó al mío notando el calor que despedía. Su boca se acercó a mi oreja y me susurró -¿Y tu, quieres algo de mi?.

Me estremecí al notar su aliento en mi oído y su calor en mi cuerpo - Si...quiero todo... de ti- dije en un susurro. No se que me estaba pasando pero absorbía mi energía y me dejaba sin respiración.

  • Ven. Acompáñame.

Salí con el.

Nos alejamos del edificio. El iba delante y yo detrás. Me fijaba en su cuerpo, en su andar, el pantalón apretando las nalgas que se contoneaban, la camiseta apretando su fuerte espalda, su ancho cogote, su cráneo rasurado color anaranjado y sus orejas, pequeñas y rosadas que pedían un muerdo a gritos. Fuimos andando hasta donde estaban aparcados los camiones. Se paró en la parte de atrás de uno de ellos. Me paré junto a el con gesto interrogatorio.

-Ven - me dijo. Me acerqué a el me miró fijamente a los ojos. El color verde entró en mi mirada dejándome a su merced. Sus manos inspeccionaron mi pecho y luego sujetando mi cuello llevó mi boca a la suya y su lengua atravesó mis labios. Era dura y varonil y entró hasta encontrar la mía que la recibió con placer. El otro brazo hizo presión sobre mi cuerpo hasta apretarlo contra el suyo. Pecho contra pecho, polla contra polla, boca contra boca. Su cuerpo olía fuerte pero no sucio y a mi me ponía... y me dejé llevar por todas esas sensaciones que me excitaban de una manera exagerada.

Se apartó de mi - Espera. Me dejó medio inconsciente mientras abría el camión y entraba en el con agilidad. Encendió una luz tenue en el interior me tendió una mano y me ayudó a subir.

El interior estaba vacío y limpio. En el fondo se amontonaban unas típicas mantas.

Su fuerza y un gesto rápido fue suficiente para sujetarme contra la pared. Me sujetó los brazos en alto y apretó su cuerpo al mío. Restregó su paquete, sus muslos, su pecho, su barba zanahoria contra mi cara, sus labios se restregaban en los míos...y yo me dejaba hacer. El animal que había en mi cegó mi cerebro para abrir la excitación sexual.

Gemía y me rebozaba en ese cuerpo que me daba todo lo que ansiaba, apretaba con fuerza mi polla en la suya para sentirla crecer. Lamía su cara y sus labios necesitando que su lengua entrara en mi boca. Le necesitaba...

  • Eres una zorra y vas a ser mi puta - me dijo.

Sus palabras me paralizaron. Le separé de un empujón. Le miré a los ojos con ira y le dije con ira: - No se te vuelva a ocurrir dirigirte a mi como una tía. Soy un hombre, no una mujer. Si lo que quieres es una zorra la buscas en otro sitio.

Stepan se quedó de una pieza. Me miraba a los ojos. - Yo....

  • No se te vuelva a ocurrir dirigirte a mi como mujer.

  • Perdona...yo...

Fue un momento muy tenso e intimidatorio. Nos quedamos mirándonos.

Entonces le sujeté el cuello y acercándole la cabeza le besé.- Bésame y dame sexo como a un hombre.

A partir de ese momento las pasiones se desataron.

Me sujetó el cuello con fuerza y apretó mi boca en la suya. Me lamía y se apartaba, me lamía y se apartaba. Yo intentaba encontrarla pero no me dejaba, hasta que le sujeté yo y le metí la lengua, le mordí los labios y nos morreamos con fuerza y pasión.

Nos metíamos las manos debajo de las camisetas para abrazarnos y sobarnos con fuerza, nos metíamos las manos bajo los pantalones para palparnos los culos y apretarnos los genitales, Nos mordíamos los cuellos y los hombros para que el dolor nos uniera más.

Nos arrancamos las camisetas y pude ver su hermoso pecho cubierto por un suave vello color melocotón que se espesaba levemente al rededor de sus pezones y en el canalillo del esternón. Los sobacos mostraban la misma leve sombra anaranjada. No pude contenerme y se los olí, ese olor entró hasta mi cerebro para no olvidarlo jamás. Se los lamí y suspiró de placer.

Me levantó los brazos sujetándolos contra la pared e hizo lo mismo conmigo, luego bajó hasta los pezones y me los lamió hasta que se endurecieron, luego me los mordisqueó hasta que gemí. El placer que me estaba produciendo era extremo.

  • Si...por favor....sigue...sigue...

Me apretó los genitales sobre el pantalón y noté que un reguero de lefa salía de mi capullo y se escurría por la entrepierna.

Hice lo mismo con el. Noté que su trabuco estaba a tope. Apreté los cojones y volvió a gemir de placer.

  • Mámame....- me dijo al oído en un susurro suplicante...por favor...mámame...

Bajé hasta su bragueta, me detuve unos minutos acariciando su paquete en mi cara y luego le bajé los pantalones y los boxer de tela azul claro a la vez. Ahora sabía porque al andar el badajo se le notaba bajo el pantalón.

¡DIOS MÍO!...Un pollón blanco como el mármol decorado por unas venas azuladas y con un capullo rosado brillante del liquido viscoso que supuraba, todo ello surgiendo del mismo vello anaranjado, suave y escaso, que le cubría el pubis y los huevos, como si de una fruta se tratase hizo que me diera un subidón de excitación. Lamí la humedad de su frenillo, luego de la punta del glande y luego me lo metí en la boca, saboreándolo y bajando por su tronco con lentitud para notar todo su grosor en mi boca.

Stephan se tensó y comenzó a gemir y decía en susurros - Lucas...mi Lucas....

Y yo mamaba y mamaba.

  • Para - me dijo. - Para...No quiero correrme todavía

Me ayudó a levantarme, se dio la vuelta y se inclinó apoyándose en la pared, abrió las piernas y me pidió que le lamiera en culo.

OTRO ESPECTÁCULO.

Le abrí las nalgas marmóreas y ante mi apareció un ojete pequeño y rosado rodeado del mismo vello que el resto de su cuerpo. Me relamí. Abrí un poco más las los cachetes para facilitarme el trabajo y se lo lamí primero de arriba abajo dejando resbalar la lengua. Mi hombre gemía de placer mientras yo disfrutaba de su culo. Luego se lo abrí un poco más para que la punta de mi lengua jugara con su el borde de su ojal y entrara por el pequeño orificio. El placer que sentía se hacía notar por sus gemidos y su estremecimiento.

Se dio la vuelta, me levantó de mi posición, me dio la vuelta y me puso en posición - Ahora me toca a mi - dijo

Su lengua se apoderó de mi ano, me lo lamía, me lo escupía, me lo taladraba con su lengua...y yo sufría de placer. Me abría de piernas para dejar libre acceso al placer que me producía su mamada y mi cuerpo se estremecía y se tensaba. Escupía, me lamía y me iba penetrando con sus dedos dilatándome sin piedad - Vas a ser mío - me decía - vas a ser mío... Y lo fui.

Aquel mástil blanco y lubricado comenzó a entrar en mi poco a poco. Me relajé para que no le costara trabajo y no me doliera demasiado, y lo conseguí. Fue entrando y entrando hasta que fue mío. Su cuerpo se apoyó en mi espalda dándome su calor y su respiración la notaba en mi cuello. Comenzó a moverse lentamente y el roce que me proporcionaba en la entrada hacía de mi un volcán gimiente. Me apretaba el cuerpo contra el suyo, me acariciaba la entrepierna mientras iba subiendo la revolución de sus embestidas...y me penetraba...y penetraba...y gozaba el...y gozaba yo...Hasta que estallé. Hasta que me corrí sin tocarme. Hasta que solté trallazos mientras mis músculos se tensaban y el esfinter mordía la polla que me horadaba.

Salió de mi y me dijo - Cómetela...cómetela...

Me la metí en la boca en el momento que mi Stephan se corrió y entró su leche como una fuente que se deslizó hasta mi garganta. Y chupé y chupé y estrujé sus huevos hasta que no le quedó ni una gota.

Nos derrumbamos en el suelo abrazados. Al cabo de un rato se levantó, se acercó al montón de mantas, extendió varias por el suelo, me cogió entre sus brazos y nos acostamos sobre ellas.

Se había levantado mientras yo dormía, había ido por unas cervezas a la máquina de la gasolinera y ahora estábamos sentados sobre las mantas. Me acurruqué en su cálido cuerpo. Me abrazó y me besó con ternura en la cabeza. Una tranquilidad, una placidez y una seguridad se apoderó de mi de tal manera que mi mente, con una rapidez enorme me hizo ver la falsedad de mi vida.

Durante una semana follamos, hablamos, bebimos, dormimos juntos, nos contamos nuestras vidas, nuestras ilusiones y nuestras frustraciones. Una noche me dijo que al día siguiente tenía que irse.

  • Ven conmigo – me dijo -Te enseñaré el mundo y serás mi compañero de viaje y de vida.

  • No puedo...estoy casado...

  • Pero no la quieres

  • Y mi trabajo...mi mierda de trabajo...

  • Lucas...mi Lucas...yo te daré trabajo

HOY SOY SU COMPAÑERO Y COMPARTO SU VIDA Y SUS RUTAS. SOY FELIZ