Verdad Consecuencia (2)
Las sensaciones que conocí por un jueguito continuaron por un tiempo más...
Al despertarme la mañana siguiente lo primero que ví fue a mi primita Diana semidesnuda durmiendo a mi lado, y a mi con una bombachita, totalmente metida en el culo, una mini que se había subido y se me veía todo, top y corpiño que más o menos habían sobrevivido. Inmediatamente me arreglé un poco y empecé a recordar las sensaciones de la noche anterior, acomodé la pija para que se note lo menos posible, y la desperté a Diana con suaves caricias, que fueron subiendo de tono a medida que se despertaba y entró en calor. Sus caricias en mi entrepierna y mi culito me trajeron de vuelta la noche anterior, y me convencieron de seguir siendo una chica, por lo menos por ese día.
Diana en todo momento se dirigió a mí como una chica, me puso de nombre Mili, y me pasó otras ropas para que me ponga luego del baño. En la ducha aproveché para descargar una vez más mi líbido, para que de paso la pija no se note tanto, porque con el pantalón que me había dado Diana iba a tener que esforzarme, de hecho no sabía muy bien cómo me iba a entrar, o si me iba a entrar. Me puse la bombachita, colaless para que no se note debajo del pantalón ajustadísimo, y una vez más me encantó su roce contra mis piernas. Una vez acomodada la pija me calcé el pantalón, que me costó bastante, pero me hacía un culito espectacular, y por más que traté y traté, la bombacha sí se marcaba, aunque me la metiera en el culo todo lo que podía, lo que, ya que estamos, me daba mucho placer. Verme el culo y acariciármelo era una sola cosa, me gustó acariciarme el viente, chato por el pantalón, y pensé que quedaba muy convincente. Me puse el corpiño, al que rellené con un par de complementos de siliconas que me alcanzó Diana, y arriba una remerita, que como no podía ser de otra manera era muy justa y transparentaba el corpiño, pero también me encantó. Me puse unas sandalias con taco de Diana, y al levantar el culito, quedó todavía mejor, si se podía. No paraba de acariciarme, y lamenté no tener la pija al alcance, porque ya me hubiera hecho otra paja.
Diana entró al cuarto, ella también estaba vestida, pero con una mini bastante ajustada, estaba muy bien. Me encaró y abrazándome me dijo que estaba muy linda, empezó a darme piquitos que fueron cada vez más besos calientes, y en seguida terminamos refregándonos como dos perras. Diana dijo que teníamos que ir a comprarle ropa a Mili, para salir esta noche, a lo que asentí inmediatamente. Estuvimos perdiendo el tiempo un rato, peinándonos, probándonos ropa y franeleando cada tanto, hasta que después de almorzar liviano en casa nos fuimos al shopping.
Mi primera experiencia de shopping como Mili fue increíble, estaba desatada. Entraba a todas las casas, quería probarme todo, y si bien al principio estaba un poco inhibida y no quería hablar mucho, al ver que no le llamaba la atención a nadie, empecé a soltarme, y al final terminé sacando prendas como loca, me quería probar todo, entré a todos los probadores, me probé miles de cosas, algunas me encantaron, otras no, y terminé gastando un montón de plata. En fin, la vida es corta, y en ese momento estaba gozando como perra. Me compré una mini super corta y ajustada, un top con dibujos re cancheros y unas botas con taco que hacían conjunto, y que en total me dejaban re diosa. Habíamos arreglado con Diana que ella se iba a quedar con toda la ropa, pero que yo la iba a poder usar siempre que quisiera y estuviera en Buenos Aires.
Después de que nos gastamos toda la plata que teníamos, y sólo nos quedaba un poco como para ir a tomar algo, nos fuimos al patio de comidas, llenas de bolsas, felices y un tanto cansadas. Me di cuenta que yo estaba moviéndome como una chica, bastante sexy de verdad, y que me estaba fijando en cuanto chico pasaba por ahí, y lo comentaba con Diana. Mierda, yo estaba siendo una perfecta minita, gozándolo en grande! En fin, en ese estado de cosas nos sentamos a tomar una Coca, y a los cinco minutos Diana ya estaba charlando con un chico en la mesa de al lado, divino y muy fuerte, que estaba acompañado por otro, que resultó ser su primo, bastante callado e introvertido. Diana y Jorge enseguida congeniaron, nos pasamos todos a la misma mesa, y a mi no me quedó otra que darle bola a Matías, el primo, que aunque estaba también bastante bien, carita de ángel, pelito largo y ondulado, me resultó un tanto difícil establecer un diálogo, hasta que empecé a contarle toda la ropa que habíamos comprado y todo lo que nos habíamos divertido, y ahí terminamos riéndonos un rato, él me preguntaba cómo me quedaba cada cosa y me pedía que se la muestre, yo feliz. Al cabo que Diana terminó tranzando con Jorge adelante nuestro, lo que me puso un tanto incómoda, y lo miraba a Matías como diciéndole que ni se le ocurriera, pero Matías no atinó a nada, tanto que al final me terminó dando un poco de envidia, y empecé a acercarme a Matías, le pasé un brazo por su cuello, y empezamos a hacernos amiguitos. Al rato de divertirnos así todos juntos, sin saber cómo ni porqué yo le dí un beso en la mejilla a Matías, que se quedó helado, y yo, cuando caí en la cuenta de lo que había hecho, también me quedé helada y me ruboricé. Más allá de la confusión que sentí en ese momento, y que no podía (ni quería) explicar porqué había besado a Matías, la pija casi me explota con un orgasmo instantáneo. Matías medio como que se cortó un poco después de eso, así que me calmé un poco, pero no dejé de abrazarlo. Diana arregló pasar por casa de Jorge esa noche, y ver qué hacíamos después, alternativa que a mí me gustó mucho.
Nos despedimos de los chicos, yo súper excitada en todo sentido, y Diana también. Ni bien doblamos por el pasillo, Diana me abrazó fuerte y me felicitó por cómo había hecho mi parte, que nunca jamás nadie podría haberme reconocido, lo que a esa altura me parecía lo más natural del mundo, porque en ese momento yo era una chica, y además con una calentura padre. Para festejar, Diana me hizo una invitación soñada: ir a comprar lencería para esa noche, que me iba a quedar de regalo sólo para mí, porque me dijo que salir con chicos con un conjunto prestado de ropa interior no podía ser. Le recordé que nos habíamos gastado toda la plata, pero triunfante sacó la tarjeta de crédito que le habían dado sus viejos hacía poco, diciendo que la ocasión perfectamente ameritaba usarla. Salté de alegría y le di un sonoro beso, que hizo que unos chicos que pasaban nos miraran, y por eso la agarré de la mano y salimos caminando las dos muy sexys, bajo la mirada de la bandita de chicos que no sabían si encararnos o no.
En dos minutos más estábamos en el local de Caro Cuore que había en el shopping, y yo no podía conmigo misma y mis sentidos. La gerente del local, Loly, era amiga de Diana, y nos dejó pasar aunque estaba casi cerrando, y las demás empleadas ya se habían ido. Quería tocar todo, probarme todo, llevarme todo. Miraba los conjuntitos y me imaginaba a mí posando, semidesnuda, Matías abrazándome, o Diana, porqué no? Elegimos al final un conjuntito blanco, de lycra, de una bombacha chiquita y con tiritas, para que no moleste con la mini, unas medias con liguero también blancas y de lycra, y un corpiño espectacular para que se transparente debajo de la remerita que me iba a poner esa noche.
No daba más de calentura, le pedí a Loly que me dejara pasar al probador, a lo que obviamente accedió, me saqué toda la ropa, incluyendo la ropita interior, y me calcé ese conjuntito espectacular. No sé cómo hice para acomodar la pija, que estaba que reventaba, y aunque no hacía falta, me puse también las medias y el liguero, y la llamé a Diana para que me viera. Diana asomó la cabecita a través de la cortina, se quedó muda cuando me vió. Al cabo dijo: "Sos una diosa". Yo por mi parte le agarré una mano y la tiré fuerte hacia mí, y empecé a besarla con fuerza y ganas, a lo que ella respondió igual, acariciando mi espalda y mi culo, acariciando el conjuntito nuevo y acariciándome la pija debajo de la bombacha. Metí la mano por su entrepierna, subiéndole la mini, y vi que se había calentado enseguida y estaba muy mojada. Ante mis caricias, Diana largó un suave gemido ni bien le puse un dedito en la concha húmeda y caliente, y al poquito rato de jugar con su conchita húmeda la dí vuelta, la apoyé contra la pared del vestidor, le corrí la bombachita, saqué la pija y me la cojí. Sentí como Diana se derritió cuando me sintió penetrarla, y los dos empezamos enseguida a movernos rítmicamente, gimiendo y gozando como dos perritas calientes. El hecho de que la noche anterior fuera ella la que me cojió a mí exacerbaba mi placer y mi calentura. Obviamente esa situación no pasó desapercibida para Loly, que de un golpe corrió la cortina del cambiador, y al grito de "Chicas!!" se quedó helada mirándonos justo cuando alcanzamos el orgasmo más grande que haya habido en la historia. "Qué hijas de puta!" dijo Loly, que no entendió nada cuando vio mi pija chorreante salir de la concha de Diana, y con una sonrisa cómplice cerró la cortina para que nos arreglemos. Con Diana nos dimos un beso dulce, caliente e intenso, y nos empezamos a acomodar para salir. Si bien no era la idea, el estreno del conjuntito nuevo no pudo ser mejor, pero deseé que esa noche Matías pudiera satisfacer también a Mili, porque si bien el polvazo con Diana me había calmado, y mucho, mi culito ya estaba pidiendo su parte.
En fin, pagamos lo que debíamos a Loly, que no paraba de decir muy sonriente y envidiosa "Qué hijas de puta!", y me despidió con una caricia en la entrepierna mientras me decía "Volvé cuando quieras, preciosa, y te muestro otros conjuntitos!". La perspectiva me pareció muy interesante, pero antes tenía que tener mi noche romántica con Matías.
Así nos fuimos a casa de Diana a ponernos bien diosas para salir esa noche con Jorge y Matías, lo que seguramente será motivo de otro relato.
Les dejo un besito caliente. Si quieren, escriban a caro_cuore2000@yahoo.com.ar