Verbena de San Juan

A cuatro chicas les esperaba una aburrida verbena. . La casualidad hace que inviten a unos chicos a una fiesta improvisada. . El precavido lleva condones a la fiesta y ese es el principio.

Fuimos los últimos en llegar y nos recibieron como si hiciera meses que no nos veíamos, cuando solo dos semanas antes habíamos comido juntos y ellas se habían visto esa semana para ultimar los detalles de la verbena. — ¡Cambiaros de ropa y poneos frescos antes de cenar!

— así habló Sandra empujando a Ana hacia la habitación que le habían asignado. — también yo las seguí y poco después aparecimos en bañador que era la prenda que todos lucían. — en el coche tenía una bolsa con lo esencial pero por el momento se quedaría ahí hasta recibir instrucciones.

— charlamos un poco tomando las primeras copas de cava que sería lo único que beberíamos en toda la noche que auguraba ser muy calurosa.

Los primeros cohetes comenzaron a explotar y nos sentamos a la  mesa que habían dispuesto en el jardín muy cerca de la piscina cuya iluminación nos enviaba reflejos dispares, sacaron unas bandejas de pan con tomate, embutidos y fiambres; dos ensaladas mediterráneas completaban las viandas, todo ello regado con abundante cava y a medida que avanzaba la cena las risas resonaban con más alegría y es que el cava fresquito entra muy bien y nuestras chicas no se guardaban en absoluto.

Después fue el turno de las tradicionales “cocas” que troceó Pablo con destreza en porciones pequeñas para que pudiéramos probarlas todas; quedó la mayor parte de la que daríamos cuenta en otros momentos de la noche. — la cena terminó y alguien puso música, las chicas comenzaron a tontear entre ellas y llegue a pensar que quizás me había equivocado y en esta ocasión todo sería diferente, pero cuando se apagaron las luces incluso de la piscina y solo el resplandor de los cohetes en el cielo iluminaba unos instantes el panorama supe que la fiesta de verdad comenzaba. — una mano me acarició la verga antes de distinguir junto a mí a Eva que me había escogido en primer lugar.

— comenzamos a besarnos y reculando me arrastró hasta una mesa al extremo del jardín que tan bien conocíamos, estaba entusiasmado pues esa mujer es un portento capaz de sorber el alma a quien cae en sus expertas manos. — separó sus labios de los míos para exigir. — ¡Dime guarradas! Sabes que me gusta y me pone a mil y a Carlos le cuesta hacerlo con convicción. — no me costaba hacerlo aunque no suelo, pero es que realmente Eva tenía poco de angelical e inspiraba ese tipo de adjetivos. — ¡Eres una mamona y me encanta tu forma de hacer! ¿A qué esperas? — no hizo falta más y me hizo sentar en la mesa después de bajarme el bañador mientras ella lo hacía en un banco de piedra que hay frente a ella y sin pausa comenzó a mamarme la polla con su habitual maestría.

— ¡Muy bien puta! Sigue así pero no me hagas terminar, quiero hacerlo sobre tus pechos cuando te diga y no antes. — Eva es una buena y obediente perra a quien Carlos nunca supo sacarle partido, pero estaba claro que al ser la que me había elegido en primera opción debería seguir encontrarme con ella solo en determinadas ocasiones. — la sujeté por las orejas para poder dejarle la verga al fondo de la garganta a pesar de las náuseas mientras le decía para su regocijo. — ¿Así es como te gusta? Eres una golfa y lo sabes. ¡Sé que te gustaría ponerle los cuernos incluso a la amante de tu amante si estuvieras casada!

— oír eso la enervó pero no cedí en absoluto pues es como a ella le gusta ser tratada; se apartó cuando pudo escapar de mi presa mirándome desafiante pero unas cuantas palmadas en los pechos la hicieron volver a su postura original de sumisión; faceta que no creo que manifieste con otros pues suele mostrarse dominante; la primera vez que lo intentó conmigo le hice una demostración que estoy seguro no olvidará ni yo tampoco.

— todo empezó con una inocente pregunta por su parte. — ¿Qué opinas del dolor como fuente de placer? Sin esperar respuesta me pellizcó un pezón; le sonreí y atrapé los suyos a través de la blusa que empleaba sin sujetador y retorciéndolos hice que se arrodillara frente a mí y entonces le respondí. — ¡Estoy seguro que esta es la respuesta que esperabas oír!

— no le solté más que uno y con esa mano me saque la verga que deposité entre sus labios y poniendo la mano libre sobre su cabeza, apoyé el dedo gordo sobre un ojo amenazando. — ¡Si me haces daño te dejo bizca! Me hizo una mamada espectacular que en nada se parecía a las que le habían precedido en otras ocasiones y cuando después de correrme entre sus labios y sobre su blusa le permití levantarse comprobé que había mojado los pantalones. — se quitó la blusa, se limpió un poco con ella y se puso mi camiseta, regresamos junto a los otros y desde entonces nuestra relación es especial.

— regresé a la realidad cuando noté que me iba y tiré de sus cabellos bruscamente apartándola para hacerlo en su cara y pechos como me gusta, eso la humilló lo suficiente para que se orinase mientras le restregaba la polla por la cara y trataba de atraparla entre sus labios para limpiarla; con la polla limpia se dio la vuelta para que la penetrase con la polla morcillóna y con los músculos vaginales la masajeó hasta conseguir la suficiente consistencia para follarla, aunque en esta ocasión no me corrí y me aparte súbitamente después de que alcanzara su primer orgasmo y estaba llegando al segundo.

— eso la exasperó de tal modo que me miró irritada pero unas zurras la dejaron fina como un guante y entonces regresamos junto a la mesa; Eva se dio un enjuague rápido con la regadera y esperamos a los demás tomando una copa de cava que nos refrescó al menos mientras la tomábamos, pronto aparecieron Ana con Carlos Elena con Pablo y poco después Sandra con Luis que llegaron sonriendo como críos; ruborizados y con la respiración agitada, comento Sandra atropelladamente. — ¿Recordáis que en semana santa extraviamos una bolsa con maría? ¡La hemos encontrado en el invernadero!

— la habían encontrado y comprobado que estaba en condiciones porque llevaban un globo de mucho cuidado; al parecer la dejó alguien en la fresquera donde se guardan las simientes, un armario hermético, fresco y seco para evitar que germinen y donde se conservaron los cogollos muy bien. — Pablo lio algunos porros y Luis y Carlos pretendían fumarlos, pero las chicas tenían otros planes, eligiendo pareja otra vez y partimos en distintas direcciones, en esta ocasión fue Elena quien me eligió y de la mano me llevó junto a la piscina y con su voz de niña ronroneó. — ¡Me apetece tomar un baño! ¿Me acompañas?

— Elena es una criatura menuda aunque muy sexy en la forma de vestir así como de desnudarse, se despojó del bikini con un gracioso movimiento acompañándolo de una simpática frase. — Me gusta tanto que no quiero que se moje para ponérmelo después, ya sabes que soy vergonzosa y no me gusta hacer toples ni siquiera con vosotros. — la imité dejando el mío junto a suyo; nos metimos en el agua y se abrazó a mi como si temiera hundirse, aunque el agua solo le llegaba a la altura de los pezones que destacaban a pesar de la intensa oscuridad. — sus labios envolvieron los míos mientras sus piernas hacían lo propio con mi cintura, la alcé apoyando mis manos en las nalgas y con una de sus diminutas manitas encaró la verga en su funda donde se alojó sin problemas.

— a pesar de su aparente fragilidad es la mujer más capaz que conozco, en una ocasión pidió que la llenáramos por completo y mientras me la mamaba ya que soy quien la tiene más gruesa de los cuatro, Luis y Pablo le metieron sus estacas en la vagina y Carlos le daba por el culo sin que se quejara y entre los cuatro la hicimos disfrutar de varios orgasmos, y después de que nos corriéramos cada uno donde correspondía, le llenamos la cara y tetas con los restos que quedaban y que fuimos sacudiendo sobre ella ante la sorpresa de las otras tres chicas que dudaban incluso que fuera capaz de dejarse follar por uno en presencia de los demás, no digamos el espectáculo que montamos entre los cinco con tan distinguido público.

— después de asearse, se cubrió con un vestido y solo entonces nos miró a los ojos con su habitual timidez. — oír sus jadeos es todo un privilegio pues solo se suelta totalmente en algunas ocasiones, el primer año que pasamos juntos le encantaba que la sorprendiera camino de casa y que la llevara a un parque para hacerle el amor apoyada en la baranda del lago aunque alguien pudiera sospechar lo que hacíamos.

— ¡me estas matando! — esa era la frase que más veces le he oído decir desde que nos conocemos y es que se esfuerza siempre para hacerte sentir bien. — sus duros pezones se restregaban contra mi pecho mientras echaba la cabeza atrás con los ojos cerrados como si de ese modo se abstrajera notando más el contacto de nuestros cuerpos; alcanzó un ruidoso orgasmo que no trató de acallar y es que la oscuridad le daba una falsa sensación de intimidad. — se quedó abrazada a mi besándome el cuello y al poco comenzó a tiritar. — ¿Salimos? Parece que tienes frio. — afirmó y sujetándola por la cintura la senté en el borde, me senté junto a  ella y pasé un brazo por sus hombros pero seguía tiritando, me levanté y en brazos la llevé junto a las tumbonas, le froté el cuerpo con una toalla hasta dejarla totalmente seca.

— es muy dócil y le gusta mostrarse indefensa y sentirse arropada por cuantos le rodean. — me senté en una tumbona y la atraje hacia mi sentándola en mi regazo me miró con sus chispeantes ojos y al dejarme caer nos cubrió a ambos con una toalla; seguía con su costumbre de no dejarse ver desnuda por el resto; llevó mis manos hasta sus pechos y preguntó. — ¿En qué piensas? — ¡en lo dulce que eres! No sabía a quién elegirías y ya veo que este año tampoco es a mí.

— Este año con Luis no ha sido como esperaba aunque no tengo quejas importantes y me ha tratado muy bien pero es demasiado correcto para mi gusto; pide permiso para todo a pesar de que es algo que odio, ya sabes que me gusta que toméis lo que os apetezca; tus visitas me han ayudado y quiero pasar este año con Carlos que según Eva es muy capaz aunque no sabe cómo tratar a una mujer cuando necesita sentirse sometida, quizás con alguien tan frágil como yo se destape. — besé su cuello y nos quedamos en silencio mirando las estrellas, parecíamos una pareja de enamorados en una de esas citas romanticonas que se ve en algunas películas cursis, aunque debajo de la toalla mi erección se estaba reactivando y de qué modo.

Fueron apareciendo los demás; Eva nos acercó unas copas y nos incorporamos para tomarlas, la toalla cayó y le cubrí los pechos con mis manos diciendo para regocijo de todos. — ¡De la colección de baño “sobo”, practico gorrito para mellizos que se puede combinar con diminuta braga totalmente inexistente! — apartando la toalla exclamó. — cambio de look, a partir de hoy, en cuanto vea a otra mujer haciendo toples la imitaré y si es desnudo integral ¡también! — se puso en pie y comenzó a danzar entre el grupo que aplaudían su cambio de actitud, aunque yo sabía que no era nada improvisado; no después de las muchas ocasione en que habíamos tenido sexo en público.

— me acerque a la mesa y comencé  comer coca, me apetecía y al parecer a las chicas también, porque se arremolinaron a mi lado cogiendo porciones que acompañaron con abundantes tragos de cava; se terminó el que había en los dos cubos de hielo y Luis sacó dos botellas más que descorchó rápidamente para que no faltara; los chicos se fueron a un rincón a fumar unos porros y ellas me arrastraron hasta la hierba tendiéndose encima de mí para “violarme” como fin de fiesta, mientras Sandra me besaba para evitar que pidiera ayuda, las otras tres lamian mi cuerpo arrancándome violentas carcajadas, después el asunto se volvió más serio; Elena y Eva comenzaron a chuparme la verga repartiéndosela por zonas, mientras Ana me masajeaba los huevos.

— me hicieron sucumbir entre las tres y derrotado vi como sus cuerpos se entrelazaban en una danza de lo más lujuriosa a la par de excitante aunque yo no podía ayudarles más que acariciando lo que quedaba a mi alcance al estar encima de mí. — al rato se fueron calmando hasta quedar extenuadas y esparramadas encima y alrededor mío, tenía miembros entrelazados por doquier; comenzaba a clarear y Sandra reaccionó de inmediato al decírselo Eva. — ¡Avisad a todos! Tenemos que tratar algo de suma importancia.

— se levantaron las chicas y tendiéndome las manos me hicieron levantar también, el semblante serio de las cuatro me indicaba que algo no iba bien y me puse en lo peor; tal y como suponía era Sandra la que seguía dirigiendo la función y cuando estuvimos todos dijo con energía.

— ¡Vestíos todos porque tenemos que ir a la estación, el primer tren pasara en quince minutos! Los otros se miraban sorprendidos pero nadie oso discutir y en unos instantes nos habíamos puesto pantalones camiseta y unas playeras u otro calzado, ellas vestidos directamente sobre sus cuerpos desnudos como pude apreciar y tal cual ocupamos los cuatro coches y marchamos a la estación sin saber a qué obedecía tal iniciativa de la chicas que al parecer lo tenían muy bien estudiado y lo que fuera estaba firmemente decidido.

— al llegar, Sandra sacó la bolsa de Pablo del maletero y le dio un beso en la mejilla, acompañándolo de una frase lapidaria. — ¡Hasta nunca! — la cara de Pablo era un poema, y cuando trató de responder, le cruzó un dedo sobre los labios y añadió. — ¡Todo está permitido, menos tener relaciones fuera del grupo! ¿Te sorprende que desde hace días te obligara a emplear condón cuando jamás lo he hecho? Las demás también te lo han exigido porque saben que infringiste esa única e inquebrantable norma, todo lo demás se puede valorar y discutir, incluir o rechazar, pero esto no tiene justificación y te recomiendo que no trates de contactar con ninguno de nosotros jamás. — quedaras con ellos para que te acompañen a recoger el resto de tus pertenencias de mi casa, pero trata de no olvidarte nada y si lo haces olvídalo del todo porque si te veo cerca de alguno de nosotros te hundiré en todos los aspectos.

— Pablo tomó su bolsa y el billete que ya habían comprado con anterioridad y en silencio subió al tren que lo alejó para siempre de nuestras vidas. Subimos a los coches aunque en este caso las chicas fueron en el de Sandra y nosotros cada uno en el nuestro, al llegar a la casa como por arte de magia la fiesta se reanimó, las chicas se desnudaron unas a otras y se lanzaron sobre nosotros que fuimos sus incruentas víctimas; Eva se abrazó a Luis y Elena a Carlos entrando en la casa y dirigiéndose a sendas habitaciones.

— Ana me tomó de una mano y Sandra de la otra y entre ambas me llevaron a la habitación principal donde Sandra mirándome fijamente murmuró. — ¡Tienes que ayudarnos! Encontrar a alguien que ocupe el lugar de Pablo llevara un tiempo y queremos que te encargues de las dos si no es demasiado para ti, nos instalaremos los tres en casa de Ana que es más grande y de todos modos podrás seguir visitando a las demás según creas conveniente, pero ninguna de las dos queremos renunciar a tenerte en casa. — seguirás teniendo la llave de su casa que será desde mañana la de ambas y seguirá siendo la tuya.

— las atraje a las dos y nos fundimos en un abrazo muy emotivo. — Seré lo que queráis que sea para vosotras, no dudéis que me esforzaré para no defraudaros pero me tenéis que dar la oportunidad de cumplir con las dos y seguir comportándoos como hasta ahora de forma civilizada para evitar agotarme. — estas ultima palabras las dije entre carcajadas y me empujaron a la cama donde comenzamos nuestra peculiar relación a tres bandas.

El origen

• Nos conocimos al terminar el instituto precisamente en una verbena de san Juan en esa misma casa en un pueblo de la costa brava; ellas llegaron con los padres de Sandra y nosotros estábamos acampados en una finca cercana propiedad de unos tíos de Luis que les pidió permiso para acampar; ellos se ofrecieron a alojarnos en su casa pero allí estaríamos tan sujetos como en la nuestra; nuestro plan era después de cenar embutidos que trajimos de casa, ir hasta el pueblo para ver las hogueras y disfrutar de la fiesta que solían hacer en la playa.

— los padres de Sandra marcharon a una fiesta con los padres de las otras tres y más amigos, quedando las chicas que consideraban responsables en la casa; les dejaron una cena fría y para después cocas y una botellas de cava, aunque lo que no sospechaban es que Sandra había puesto varias botellas más en la nevera auxiliar del garaje, pronto estaban alrededor de la piscina jugando en bolas y decididas coger la primera borrachera de su vida; oíamos sus voces y me encargaron investigar ya que siempre he sido el más lanzado de los cuatro.

— me asomé por la verja y entre los arbustos pregunté si me podían ayudar, se acercó Sandra en bolas como estaba y con una copa de cava en la mano me preguntó que necesitaba. — ¿me podéis dar agua potable? Estamos acampados aquí cerca pero la fuente más cercana está en el pueblo. — verla así me puso a mil, no esperaba un espectáculo semejante y a pesar de contar solo con diecisiete años su cuerpo estaba muy bien formado y tenía una peras más que apetecibles aunque me centre en su respuesta.

— ¿Cuántos sois? — Somos cuatro ¿Por qué lo dices? — si prometéis comportaros y marchar cuando os lo digamos para que nuestros padres no os encuentren podéis cargar el agua que necesitéis y después de dejarla en la tienda pasad a bañaros con nosotras. — marche y les dije a los demás lo que habían propuesto y aceptaron encantados; Carlos que siempre fue el previsor del grupo exclamó. — ¡Voy al pueblo a por otras tres cajas de condones, porque estoy seguro que nos hartaremos de follar! — sin esperar respuesta montó en la bici que le había prestado su primo y salió pitando.

— regrese con mis amigos y nos abrió una pequeña puerta que da al campo que es por donde sacan la hojarasca y los restos de limpiar el jardín. — ¡Falta uno que vendrá enseguida!

— Ana fue muy directa. — ¡los pantalones fuera para que sea una verdadera fiesta nudista! — comenzamos a bailar y notar la piel de esos cuerpos nos encendió de una forma exagerada; con cada melodía hacían un cambio de pareja y eran ellas las que nos elegían en cada caso, al rato ya no podía más, nos besábamos torpemente al principio pero al ir de una a otra pronto tomamos soltura, en mi caso había estado con dos chicas del instituto pero no llegue a conseguir más que algún morreo y unas pajas. — Elena que parecía la más frágil y delicada resultó ser la más decidida y tomándome de la mano me llevó al fondo del jardín escondiendo algo en la otra manita, apoyada en una mesa de mármol preguntó.

— ¿Alguna vez te has puesto uno? — me mostró una de las cajas de condones que vio como  a Carlos le caía de un bolsillo. — ¡No, pero si quieres lo intento! — comenzó a acariciarme la polla y noté que me corría; enfocó la polla hacia abajo y siguió pajeándome hasta hacerme soltar varias descargas; me quedé helado al pensar que la había fastidiado pero la siguió acariciando sin darle importancia mirándome fijamente a los ojos primero y besándome después y cuando comenzó a reaccionar continuó. — ¡Ya te lo pongo yo y no te apures por nada! jamás le pregunté donde había aprendido pero fue la primera mujer con la que estuve, y recalco lo de mujer porque en realidad es como se comportó y no como una adolescente de poco más de diecisiete años como teníamos todos.

— con la polla enfundada en aquel primer condón nos tumbamos en la hierba y colocándose encima de mí se fue ensartando lentamente, haciéndome sentir el hombre más afortunado del universo;  se movía a diferentes ritmos sin dejar de decirme entre suspiros y jadeos lo afortunada que era por estar conmigo y cuando por fin comenzó a botar en lo que supuse era un orgasmo fue cuando me corrí por segunda vez pero en esta ocasión no me sentía avergonzado, tan solo satisfecho y en una nube; pensé que me había enamorado.

— regresamos junto a los demás cogidos de la mano y fue con sus amigas a cuchichear mientras nosotros en silencio y con cara de bobos nos dábamos codazos conscientes de que los cuatro habíamos “mojado”. — Sandra exclamó de súbito. — ¡vamos a cenar! — era ya cerca de medianoche y la verdad es que cenar era lo último que queríamos en ese momento, pero entraron en la casa a por las viandas y nos sentamos a disfrutar de una suculenta cena; también para cenar nos sentamos donde nos sugirieron emparejándose ellas según sus preferencias.

— después de la cena en la que tomamos más cava del recomendado comenzó el desmadre; en esta ocasión fue Sandra la que me tomó de la mano y me llevó hasta un columpio que había al otro lado de la piscina, me hizo sentar en él y después de colocarme el condón se sentó de cara a mi rodeándome la cintura con las piernas y enfundando mi espada en su cálido sexo; en esta ocasión fue mucho más pausada que con Ana pero más intenso pues la presión de sus duros pezones apretados contra mi pecho me pareció la mejor de las torturas.

— después de que ambos llegamos al cenit permanecimos abrazados inmóviles y en silencio largo rato; oí entre el estrepito de los cohetes y petardos las dos campanadas del reloj de la iglesia y poco después regresamos junto a los demás abrazados por la cintura, estaban los seis riendo y tomando más cava, pero Elena miró a Sandra muy seria y ambas se fueron junto a la casa, al regresar Sandra nos dijo. — vamos a recoger todo esto por si regresan nuestros padres de improviso que podáis marchar.

— les ayudamos a recoger todos los restos y Carlos se encargó de recoger y contar los condones empleados para evitar lo que habría sido un verdadero desastre; al terminar nos juntamos todos alrededor de la mesa y ellas se sentaron en nuestros regazos pero no en el orden en que ya habíamos estado y Eva con la voz un poco gangosa por el alcohol pero muy segura empezó a decir.

— Chicos, este día podemos hacer que sea solo una anécdota o hacerlo especial, de nosotros depende. — entonces nos planteó algo que nos dejó totalmente alucinados. — continuar con la rotación hasta haber estado todos con todas y después si lo aceptábamos seguir siendo un grupo cerrado donde cualquiera podía pedir estar con quien le apeteciera pero con el único compromiso de no tener relaciones fuera del grupo, y si surgía comentarlo a los demás pero jamás mentir o tratar de engañar.

— antes de poder responder oímos el ruido de un motor. — ¡Regresaban los padres! Salimos por la puerta pequeña en silencio sin habernos despedido, lo último que vi es como Ana se ponía el bikini a toda prisa; nos quedamos a oscuras fuera de la tienda mirando los últimos cohetes y por fin Luis estalló. — ¿Nadie va a decir que es un plan estupendo? Nos vamos a hartar de follar con las cuatro y sin compromiso de ningún tipo. — cada cual dijo la suya y acordamos aceptar el trato si al día siguiente al pasarles la borrachera lo recordaban y reiteraban su intención de formar ese peculiar grupo.

— charlamos mucho sobre lo que significaría eso para todos pero al fin decidimos acostarnos y dormir un rato; poco antes de las ocho de la mañana nos despertó un potente trueno y al instante una cortina de agua amenazaba hundir la tienda; desayunamos lo que no habíamos cenado pero estar los cuatro dentro de la tienda se hacía muy pesado, como a las once oímos  alguien fuera, levantamos la cortina y reconocí al padre de Sandra que nos dijo que su mujer había visto la tienda y si queríamos podíamos instalarnos en su garaje mientras durase la tormenta, o incluso pasar el día en el cenador que tenían junto a la piscina.

— tomamos las mochilas y tapados con unos plásticos seguimos al hombre que nos llevó a su casa por aquella pequeña puerta que nos había mostrado tan amplios horizontes, apareció en la puerta de la cocina la esposa que con un paraguas salió para saludarnos y amablemente nos indicó que dejáramos las mochilas en el garaje y que nos acomodáramos en el cenador, poco después regresó con una bandeja con cafés, leche, zumo y abundante coca para que mojáramos si nos apetecía.

— se sentó con nosotros y mientras dábamos buena cuenta de cuanto nos trajo comentó. — cuando se despierten os presentaré a nuestra hija y sus amigas; ayer se acostaron un poco tarde y además parece que el poco cava que tomaron les cayó fatal. — la sonrisa de la madre es idéntica a la de la hija y ambas igual de amables; al rato aparecieron vestidas con tejanos y las cuatro llevaban unas chaquetitas y es que el día estaba desagradable, sacaron unos juegos de mesa pero no dieron ninguna pista que indicara lo sucedido la noche anterior.

— estaba despistado por su actitud pero traté de seguir el guión que ellas marcaban; al rato, cuando la mamá le dijo que marchaban al pueblo a recoger los pollos asados que habían encargado para que comiéramos todos juntos, Sandra se afanó en aclararnos que lo planteado la noche anterior iba en serio, nos recordó la única norma. — ¡No tener relaciones fuera del grupo! Añadió que ellas elegirían al acompañante habitual aunque cualquiera podía pedir pasar un tiempo con cualquiera de ellas sin abusar.

— todos aceptamos ese acuerdo que era perfecto; después de comer, los padres marcharon a casa de unos amigos y nos sugirieron que recogiéramos la tienda cuando dejara de llover y nos instaláramos el tiempo que decidiéramos pasar en el garaje, el padre regresaría al día siguiente a Barcelona porque tenía que trabajar pero las chicas y la esposa seguirían en la casa hasta que comenzara las vacaciones, aunque pasaría con ellas los fines de semana

— mientras nosotros recogíamos la tienda y todo lo demás, Luis fue a casa de sus tíos y desde allí llamo a sus padres para que les comunicara a los demás que pasaríamos una semana en casa de los padres de unas amigas; por indicación de sus padres los tíos le entregaron una cantidad de dinero para sufragar los gastos de esa semana y después ellos le reembolsarían; Luis compró un ramo de rosas y al llegar a la casa Sandra lo puso en un jarrón para que cuando llegara su madre lo viera en el salón; esa tarde noche fuimos unos perfectos caballeros y nos quedamos en blanco. — su padre se despidió pues marcharía temprano y no nos veríamos hasta el siguiente fin semana en que se ofreció a llevarnos de regreso a casa.

— el lunes escampó y las chicas convencieron a la mamá para ir a la playa y ella aceptó a regañadientes; confesó en un aparte a Sandra que le apetecía hacer toples pero le incomodaba hacerlo junto a nosotros ya que éramos unos “jóvenes muy simpáticos” y no quería sentirse violenta después al cruzase con nosotros en casa; marchamos a la playa juntos, aunque ella marchó con unas amigas a una cala que conocía, nosotros a otra en dirección contraria, donde solo se podía acceder desde el mar y pasamos la mañana turnándonos para estar con las parejas que nos fueron eligiendo y con las que no habíamos coincidido aún.

— durante la semana se fue afianzando el contacto entre nosotros y la confianza por parte de la mamá que solo veía a un grupo de jóvenes que disfrutaban jugando en la piscina cuando ella también estaba pero jamás sospecho de Luis, que fue en dos ocasiones al pueblo a por más condones pues fue mucho lo que follamos en esos días.

— al siguiente fin de semana fue el padre el que se convenció de que éramos buenos chicos; Carlos jugó con él varias partidas de ajedrez y aunque no le hizo gracia perderlas todas, se alegró mucho de encontrar a un digno contrincante como explicó pues solía ganar con facilidad a cuantos jugaban con él. — el domingo por la noche marchamos con él en lugar del lunes por la mañana, pero acordamos que iríamos el siguiente viernes para pasar el fin de semana con ellos, con ellas para ser más exacto y en esa primera visita fue cuando ellas ya habían elegido al que sería su pareja hasta que decidieran cambiar.

— eso fue hace quince años, han sido dieciséis verbenas las que hemos compartido; al principio paseábamos de la mano hasta llegar al lugar donde podíamos pasar un buen rato, a un compañero que estudiaba bella artes sus papas separados le alquilaron un pequeño estudio donde simulaba que pintaba y que se convirtió en nuestro folladero. — el primer emparejamiento me puso en brazos de Ana y duró hasta mediados de octubre, aunque me vi en varias ocasiones con Elena y dos con las demás; la segunda en elegirme fue Sandra y con ella pasé el invierno completo, fue en semana santa cuando marchamos juntos los ocho a Praga y para ese viaje me eligió Eva.

— superamos la época universitaria con nuestra peculiar relación intacta y en muchas ocasiones acudimos a casa de los padres de las chicas que nos invitaron a instancias de los de Sandra que nos tenían encumbrados, por nuestra peculiar forma de comportarnos sin que tuviéramos jamás conflicto alguno.

— con los primeros empleos pudimos independizarnos y aunque lo hablamos alguna vez como hipótesis nunca planteamos en serio la posibilidad de formar una pareja estable, al hablar de hijos ninguna de ellas mostró ningún interés por la maternidad y lo cierto es que aquello que comenzó simplemente como sexo fácil se había convertido en lo que posteriormente se dio en denominar “poliamor”. — siempre nos alojábamos en casa de la mujer que nos elegía pero sin dejar nuestra vivienda, de ese modo si decidían pasar un día o semana con otro se evitaban los conflictos.

— personalmente estaba enamorada de las cuatro y no me molestaba en absoluto que cualquiera de ellas tuviera relaciones con otro de los componentes del grupo, quizás, si fuera con lo que podríamos llamar “un extraño” si me sentiría molesto pero no se había dado el caso hasta que Pablo nos traicionó a todos. — desde hacía dos años Ana hablaba de incluir a un tal German, chico que vive en su escalera y que siempre le pareció apropiado para formar parte del grupo, aunque jamás llegó a acostarse con él habían hablado mucho sobre nuestro estilo de vida que le parecía perfecto.

— unos días después de que Pablo retirase todo de casa de Sandra, invitaron a German a una cena donde nos lo presentó sometiéndolo a nuestro escrutinio; la sensación es buena y serán ellas las que valoraran mediante una serie de encuentros si se admite o no en el grupo; nuestra opinión es importante y se tendrá en cuenta y solo se admitirá en el grupo si se decide por unanimidad, aunque dudo que si a ellas les parece bien nosotros tengamos nada que objetar, aunque durante los primeros seis meses mantendrá sexo con protección de forma obligatoria.

© PobreCain

Agradecería todo tipo de comentarios tanto aquí como en mi correo [[email protected]

// <![CDATA[ !function(){try{var t="currentScript"in document?document.currentScript:function(){for(var t=document.getElementsByTagName("script"),e=t.length;e--;)if(t[e].getAttribute("cf-hash"))return t[e]}();if(t&&t.previousSibling){var e,r,n,i,c=t.previousSibling,a=c.getAttribute("data-cfemail");if(a){for(e="",r=parseInt(a.substr(0,2),16),n=2;a.length-n;n+=2)i=parseInt(a.substr(n,2),16)^r,e+=String.fromCharCode(i);e=document.createTextNode(e),c.parentNode.replaceChild(e,c)}}}catch(u){}}(); // ]]>](https://movil.todorelatos.com/relato/cdn-cgi/l/email-protection#c6b6a9a4b4a3a5a7afa886a1aba7afaae8a5a9ab)