Verano en Ibiza 3

Mi hermana se fue con una amiga y yo me quedé solo con mi tía...

5.

Después de esa ocasión la cosa siguió como siempre. Nadie comentó mucho el "show de striptease". Seguía el buen rollo entre los tres, aunque yo notaba un ambiente de sexualidad que, a pesar de no ser obvio por nada concreto, estaba ahí. Mi tía y mi hermana estaban más juntas. Se reían fácilmente por cualquier tontería que dijera cualquiera de ellas. Aunque todavía me sentía parte del grupo, notaba que entre ellas se iba desarrollando una complicidad que no me incluía del todo.

En una ocasión estábamos tomando un aperitivo en una terraza de un bar en la playa. Creo que bebíamos un vermú o algo parecido. Las dos lucían especialmente guapas: bronceadas y con poca ropa. Se reían de algo para variar, y en ese momento me pareció ver como mi hermana acariciaba el tobillo de mi tía con su pie desnudo. Era un movimiento sutil pero inequívoco.

Igualmente se fue estableciendo la costumbre de ponerse crema mutuamente en la terraza de la casa. Nunca alcanzó el nivel de toqueteo de la otra vez, pero siempre que las miraba me quedaba con la impresión de que estaban haciendo algo más que ponerse crema mutuamente. ¿Qué estaba pasando entre ellas?

En esas estábamos cuando mi hermana se enteró de que había venido a la isla una amiga suya y se fue a pasar el día con ella.

Esa mañana estaba yo solo con mi tía en la casa. Yo estaba leyendo una novela a la sombra mientras ella salió a tomar el sol en una de las tumbonas. Aunque trataba de concentrarme en la lectura, no podía evitar mirarla de reojo mientras estaba tumbada de espaldas y acordarme de las preciosas tetas y el coñito arreglado que había visto el otro día.

En eso estaba cuando ella me llamó y me dijo: "Sobrino, ya que Ana no está hoy, ¿no te importaría ponerme la crema bronceadora"

-Claro que no, tía. ¡Para eso estamos!

Me levanté con el corazón a cien y algo que empezaba a crecer bajo mi bañador. Me senté junto a Claudia, me puse algo de crema en la mano y empecé a pasársela por sus preciosas espaldas. El problema es que según iba poniéndole la crema, me fui acordando de la primera vez que vi a mi hermana masajeándola con el bronceador, y mis manos empezaron a replicar aquella sesión. Con la crema en las manos empecé a masajearle los hombros y el cuello. Ella lanzó algo parecido a un suspiro de placer. Luego fui bajando por la espalda hasta llegar a su cintura. Me dio vergüencita y volví a subir a los hombros, pero al rato no pude evitarlo y bajé de nuevo para posar mis manos sobre sus nalgas, darles una pasada suave y luego seguir hacia abajo por las piernas.

Sin embargo, ese culo y lo que había bajo el escaso tanga era un atractivo demasiado grande como para no volver a visitar esa zona. Me puse crema de nuevo, y mis manos comenzaron a masajear en serio las nalgas de mi tía. Mis dedos pasaron desde el exterior de los cachetes hacia zonas cada vez más interiores. Poco a poco éstos se acercaron al área cubierta por el tanga, siguiendo el masaje cada vez más descarado, abriéndole suavemente el culo, metiéndose bajo la tela apenas unos milímetros, lo que me permitió empezar a ver unos pelitos brillantes, y por unos segundos a rozarlos apenas con las puntas de los dedos. Es como si estuviera revisitando lo que mi hermana hizo el otro día, sólo que en este caso pasaba de observador a actor. En eso estaba cuando mi tía lanzó un suspiro que empezaba a parecerse a un gemido y se dio la vuelta para que le pusiese la crema por delante.

Ella no dijo nada. Tenía los ojos cerrados bajo las gafas de sol. Yo me estaba poniendo crema de nuevo para empezar por los hombros cuando ella se pasó las manos por la espalda, se quitó la parte de arriba del biquini y se quedó con las tetas al aire. Yo tampoco dije nada, pero eso me decidió a prestar poca atención a los hombros y empezar a ponerle crema en serio en las tetas. Éstas estaban duras y cuando pasé mis dedos por ellos, los oscuros pezones estaban totalmente erectos.

¡Madre mía! ¿Qué estaba haciendo? ¿Estaba a punto de meter mano a mi tía en serio?

Mis manos se abrieron para abarcar las tetas enteras con la crema y así pasé varios minutos, haciendo círculos con las manos alrededor de éstas. Hasta que me decidí a cerrar un poco los dedos y comencé a acariciar sus pezones con las puntas de éstos. Al sentir esto, Claudia dio un respingo, pero luego se relajó y dijo con voz suave: ¡Qué buenas manos tienes para los masajes, sobrinito!

A mí ni me salían las palabras. Estuve un rato sobándole las tetas a fondo, mi tía mantenía los ojos cerrados, pero se notaba como se iba agitando su respiración e incluso parecía como si se estuviera ruborizando. En ese momento me dijo: "Anda, dale, ponme crema más abajo, que me voy a quemar mientras me tocas las tetas"

Dicho y hecho, mis manos salieron de sus pechos para pasar brevemente por su barriga y rozar su ombligo, porque a esa altura del partido, con la calentura que llevaba yo ya estaba lanzado y quería ir a por el premio gordo.

Me puse crema de nuevo y comencé a untársela en las caderas y en la parte interior de las piernas. A pesar del miedo que tenía a que mi tía me parara el carro, yo ya no estaba para muchas florituras: lo que quería era meterle mano a su hermoso coño.

Así comencé a untarle crema cada vez más adentro, moviendo mis manos en círculos por el interior de sus piernas. Poco a poco mis dedos comenzaron a meterse de nuevo bajo el tanga y a rozar sus pelos púbicos. Mi tía no sólo me dejó hacer, sino que abrió suavemente las piernas, como invitándome a seguir por ese camino.

El problema es que no sabía como seguir más adelante. Lo siguiente iba a ser meterle mano directamente en el coño, y, la verdad, a pesar de la calentura, la desvergüenza no me daba para tanto. Así que mis manos se quedaron dando vueltas en la frontera entre las piernas y el coño, sin poder retirarse ni avanzar hacia el tesoro que estaba en el centro.

Se ve que mi tía se dio cuenta de ello, porque tomó cartas en el asunto. En ese momento abrió los ojos, me miró directamente a la cara y me dijo: "Lo siento sobrino, pero, la verdad es que me has puesto demasiado caliente. Así que espero comprendas y perdones lo que voy a hacer a continuación".

Y en ese momento ocurrió algo que todavía recuerdo con total claridad, como si hubiera ocurrido hace apenas horas. Mi tía levantó ligeramente las caderas, bajó su mano hacia el tanga y se lo separó de la cintura para bajárselo por las piernas. En ese momento pude ver con total detalle un coño precioso con unos labios relativamente abultados que pedía a gritos ser mimado. Mi tía no esperó a que tomara la iniciativa, acercó su mano derecha hacia el coño y empezó a acariciarse el clítoris suavemente mientras su respiración se iba acelerando claramente.

¿Qué coño estaba pasando? ¿Mi tía se iba a hacer una paja delante de mí? Pues parecía que sí, porque ahora estaba con las piernas bastante abiertas y uno de sus dedos estaba moviéndose cada vez más rápido alrededor del clítoris.

Yo no sabía que hacer. Mi tía estaba con los ojos cerrados dándose gusto y yo me eché para atrás ligeramente y me apoyé en la tumbona de al lado para observar el espectáculo que me tenía hipnotizado. Por un rato sólo pude que mirar, hasta que mi tía me interrumpió y me dijo con voz ronca: "Por favor, ponme crema en las tetas, que quiero sentir tus manos sobre ellas"

Ahí me lancé de cabeza, comencé a sobarle las tetas como loco, y ella dio un respingo que le hizo acelerar el ritmo. Y en ese momento, mientras su mano derecha seguía masajeándose el clítoris, (y lo recuerdo con claridad excepcional!!), la otra mano bajó a la entrepierna y metió dos dedos dentro del coño. Se ve que esto ya fue demasiado para mi tía, porque arqueó la espalda, abrió los ojos y lanzó un gemido sonoro mientras un ruido de chapoteo salía de su coño.

¡Mi tía se estaba corriendo al lado mío mientras yo le sobaba las tetas! ¡Esto era demasiado!

Y mientras ella seguía corriéndose yo no pude evitar levantar la mano derecha de sus tetas, sacarme la polla y empezar sacudirla a toda velocidad. Al ver esto, mi tía aumentó el ritmo de su masturbación y abrió más su pierna izquierda para apoyarla sobre mí. La sacudida que me dio sentir su pie sobre mí, debió de ser equivalente a como si se hubiera cerrado un circuito eléctrico. Mi nivel de calentura aumentó más todavía (si era posible) y mi mano empezó a sacudir mi cosa a toda velocidad. Mi tía lo debió de notar porque también incrementó el ritmo de su paja. Sus dedos se movían dentro de su coño a toda velocidad y ahora sí estaba gimiendo de lo lindo. Yo, mientras, trataba de mantener mi ritmo de caricias sobre sus tetas con la mano izquierda.

Fue demasiado. En ese momento el cuerpo de Claudia se arqueó de una manera mucho más brusca, su coño lanzó los mismos sonidos pero más altos y de su boca salió un grito apenas contenido.

No pude más. Mi polla estalló y un chorro de leché salió volando hacia mi tía para cubrirle los pechos y llegar a rozar su preciosa barbilla. Nos habíamos corrido con ganas y al mismo tiempo.

Me tía relajó su cuerpo, abrió los ojos totalmente, me miró y se rió a carcajadas.

"¡Caramba, sobrino! ¡Sí que eres bueno poniendo crema, aunque creo que al final has acabado derramando el tubo!"

Yo no pude sino reírme también. Ella se levantó, me dio un suave beso en los labios y se fue desnuda a bañarse en el mar.

Yo me quedé tirado en la tumbona sin creerme del todo lo que acababa de pasar.

(Continuará…)

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