Verano en familia - Mi sobrina viene de visita
Ana y Manuel reciben la visita de su sobrina Julia por el verano. Desde su llegada se sienten profundamente atraídos a esta joven, y harán lo imposible para tenerla en su cama
Ese verano hacía más calor de lo normal. Acababa de tomar una ducha cuando sonó el teléfono. Era Marina con un pedido muy especial. Necesitaba saber si su hija, Julia, podía quedarse con nosotros ese verano. Al parecer estaba teniendo algunos problemas de conducta en casa y quería alejarla por un tiempo. "Contigo siempre se porta bien, le hará bien cambiar de aire" me dijo en un intento por convencerme. Marina y yo éramos mejores amigas desde la secundaria. Claro que con el tiempo dejamos de vernos tan seguido, cada una hizo su vida y yo me mudé lejos. Pero siempre habíamos mantenido el contacto, y su niña, Julia, era como una sobrina para mí, si bien estos últimos años apenas si la había visto.
Así que cuando Marina me pidió que le de un lugar en casa, no pude negarme. Sabía que a Manuel no le haría mucha gracia tener una niña en casa todo el verano, siendo el tan reacio a los infantes -una de las razones por las que nunca tuvimos hijos. Ademas, eso significaba también que por un par de meses no podíamos follar en la cocina o el living como usualmente hacemos. Ni hablar de nuestras fiestas subidas de tono.
Una semana después del llamado, llegó Julia. Estaba en el porche tomando un té helado cuando la veo bajarse del taxi. Dios! Ya no quedaba rastro de la niña rubia de coletas que recordaba. Ahora era una mujer, con pechos firmes y turgentes peleando por salir de su ajustada camiseta a rayas. Vestía un short mínimo que apenas si cubría algo. El pelo lo llevaba largo y suelto. No solo era una mujer sino una mujer preciosa. Sentí un cosquilleo por todo el cuerpo de sólo imaginarme.... Pero, no. Es mi sobrina. La conozco desde que nació. ¿qué estoy pensando?
La hice pasar y conversamos un rato en la cocina mientras preparaba la cena. Entonces llegó Manuel. Cabe decir esto: mi marido y yo nos conservamos muy bien, excelentemente bien diría. Es muy importante para nosotros mantener nuestra juventud y nuestros físicos. Manuel es de tez blanca, pelo castaño corto y a veces se deja un bigotito que le da un aspecto de villano. Tiene brazos fuertes y un torso trabajado. Yo por mi parte ostento un buen culo, todavía bastante firme para mis cuarenta y tres.
Bueno, como decía, llegó Manuel. Entró a la cocina y nos miró a ambas como si no entendiera. Entonces posó sus ojos en Julia y la examinó lentamente. Se detuvo unos segundos en sus pezones marcados en la camiseta, y supe que pensaba igual que yo.
Esa primer noche, y las tres o cuatro que le siguieron transcurrieron con normalidad. Pero cada vez se hacía más difícil convivir con Julia sin tener pensamientos indecentes. Ella no parecía darse cuenta pero tampcoo se esforzaba por ocultar un ápice de su cuerpo. La veíamos pasearse en bikini o mini shorts todo el día. Al principio no discutimos el asunto, hasta que una noche después de tener sexo me animé y le dije a Manuel lo que estaba pensando.
Estoy demasiado caliente. De sólo imaginarla durmiendo en el cuarto de al lado, con su bombachita un poco baja... Solo puedo pensar en entrar ahí, recostarme a su lado y empezar a meterle mis desdos lentamente mientras beso sus pequeños pechitos.
Si amor, lo sé, yo estoy igual. Desde que la ví sentada en la cocina la primer noche, comiendo una banana, no puedo parar de soñar que le meto toda mi polla en la boca hasta que tenga arcadas. Necesito darle toda mi leche.
Lo mejor va a ser que nos olvidemos, no? No hay nada que podemos hacer más que fantasear.
Seguimos durmiendo pero yo no podía dejar de pensar en meter su pequeño pezón en mi boca y succionarlo con todas mis fuerzas. Desperté a Manuel y le dije
- Creo que no vamos a poder dejar pasar esto. Tenemos un largo y caluroso verano por delante. Hay que hacer algo al respecto.
-¿Que sugieres?
- Yo creo que con un buen acercamiento, ella se entregará a nosotros. He visto como te mira, le gustas. Y también he visto cómo nos mira cuando nos besamos en la pileta. Creo que tiene algo de putita encubierta. Con el debido empujón, tal vez, puede ser nuestra...
Empezamos a planear nuestro acercamiento. En principio, comenzamos por proporcionarle pequeñas muestras de nuestras intenciones mediante actos tan simples como un apretón d manos, un beso en la mañana, un roce accidental a sus pechos o su cola. Y miradas, por supuesto. Notábamos que la atmósfera se volvía cada vez más sexual. Entonces hicimos nuestra prmera movida. Decidimos hacer una cena especial. Yo cociné un rico pollo y abrimos un vino blanco. Le dijimos que tenía permitido tomar porque era una ocasión especial. Una copa fueron dos, tres, cuatro y luegocinco.
Nos sentamos frente al TV. Julia en el medio. Llevaba puesto un top y una mini floreada. Pusimos una peli ligeramente erótica que teníamos guardada. Julia estaba bastante borracha pero no inconsciente. Se recostó en el sillón. Lentamente empezamos a susurrarle frases al oído mientras recorríamos su cuerpo con nuestras manos. Reía sin ofrecer resistencia, semi consciente de lo que sucedía. Empezamos a frotar todo su cuerpo. Sus pechos, su conchita. Sacamos su tanguita rosa clara y Manuel empezó a frotar con sus dedos sus labios vaginales. Julia parecía relajada. Empezó a mojarse. Mientras tanto, yo acariciaba y besaba sus hermosos y pequeños pechos. Efra una bebé, una angelita con piel suave, de porcelana. Habíamos decidido que ese primer acercamietno no iba a ser con penetración. Queríamos que eso se de con ella plenamente conciente y segura, dando su mejor actuación, sabíamos quer lo ibamos a conseguir. Así que después de hacerla acabar, Manuel froto su pene contra Julia hasta largar su lechita en su vientre. La limpie como pude. La vestí y la acompañe arriba. La arropé y le di un beso en la boca.
-Hasta mañana, princesa, que descanses
-Hasta mañana, tía
El primer acercamiento ya estaba completado. De ahora en más todo iba a ser más facil