Verano en casa de los primos

Lina es la más joven de la familia, una chica considerada la niña de la casa. Este verano, la chica tiene que quedarse una temporada en casa de sus primos porque iban a operar a su padre. Lina no se lleva bien con su tío pero tendrá que hacer un esfuerzo si se quiere tomar ciertas libertades.

Capítulo 1 – Llegó el día menos deseado

Esa mañana estuve algo ajetreada, tenía que acabar de hacer la maleta y no quería olvidar ninguna cosa importante. No sabía cuánto tiempo iba a estar en casa de mis primos y quería estar entretenida en mis “vacaciones” de verano. Metí mis objetos más apreciados, llevaba mi portátil, algunos libros y el Gran Secreto. Mis padres no me dejaban salir de fiesta, aunque ya era mayor de edad y tenía que conformarme con quedar ocasionalmente con Sebastián, pero él no podía satisfacerme en mis noches de soledad en casa de mis padres y decidí comprarme el Gran Secreto, un consolador que me cambió la vida por completo.

Cuando llegué a casa de mis primos, mi tío Marcos me recibió con alegría y me dio una noticia inesperada:

  • Lina, tienes que compartir habitación con alguno de tus primos porque todas las habitaciones están ocupadas, espero que no te importe.

  • Claro, no importa -respondí tímidamente-.

Me quedé pensativa un momento, mi tío no me había avisado de eso sabiendo que soy una chica bastante reservada. Nunca me ha considerado de la familia, a veces pienso que es un pervertido, me mira descaradamente y alguna vez me ha faltado el respeto cuando nos hemos quedado a solas. La verdad es que sí me importaba compartir habitación con mis primos, ya que nunca había dormido en la misma habitación que un chico. No obstante, tenía que pensar con quién estaría mejor compartir habitación.

  • Este año no tengo asignaturas pendientes, así que me encantaría tenerte como compañera de habitación, primita -dijo mi primo Tomás-.

  • Muchas gracias Tomás -respondí alegremente-.

Fue tan amable que me ofreciera quedarme en su habitación, me alegraba pensar que no sería una molestia para nadie. Me dirigió hacia su habitación y me indicó donde podía colocar las cosas.

  • Si necesitas ayuda, estaré preparando la cena -dijo Tomás mientras se dirigía hacia a la cocina.

  • ¡Qué primo tan educado tengo! Creo que estas vacaciones no irán tan mal como pensaba -pensé mientras ordenaba mis cosas-.

Las habitaciones eran bastante pequeñas, así que mi primo colocó las camas bastante juntas. En realidad estaba más cómoda después del buen trato que mi primo había tenido conmigo durante el día. Al llegar la noche, antes de meterme en la cama, decidí cambiarme de ropa para sentirme como en casa. Me quité mis ajustados e incómodos vaqueros y me puse mi camisón blanco preferido, que consideraba un tanto sexy, tenía una tela fina que marcaban mis curvas y desvelaban el color de mi ropa anterior. Quizá no era la ropa más adecuada para dormir con un primo, pero era un chico que me guardaba respeto y me había dado mucha confianza.

Cuando volví a la habitación me di cuenta que la mirada de mi primo se había clavado en mi cuerpo, me miró de arriba a abajo mientras me colocaba en la cama.

  • Ya veo que te has puesto cómoda -dijo en un tono bastante bajo-.

Bajé la mirada y me quedé callada mientras pensaba qué podía decirle.

  • Te apetece ver una película -dije mientras encendía mi portatil.

  • Claro, ¿cuál vas a poner?

  • Una de miedo - respondí.

  • Entonces mejor hoy dormimos con las camas juntas, soy un poco cagueta -dijo mientras acercaba su cama a la mía y se colocaba a mi lado.

En ese momento me puse algo colorada, estaba todo en silencio, solo escuchaba la película y su respiración en el cuello. Estaba abrazado a mí mientras miraba la película cuando inesperadamente comenzó a acariciarme la barriga.

  • Esa parte me ha dado mucho miedo, primita -dijo mientras comenzaba a bajar su mano.

  • ¡No! -grité para que no siguiera tocándome-.

  • Shh no hables tan alto, no tengas miedo.

Me tapó la boca con la mano mientras empezaba a introducir sus dedos en mi vagina. Empecé a gemir aunque quería que parase no dejaba de tocarme y sus manos me causaban demasiado placer.

  • No gimas así o te oirán -dijo mientras me daba un azote en el culo y apretaba con más fuerza mi boca.

Me puso una mordaza en la boca y me ordenó que me quitara el camisón mientras él se bajaba los pantalones. No sé por qué no salí corriendo y decidí que sería mejor obedecer.

Sus ojos se clavaron en los mios, me apartó el tanga y me metió su enorme polla de una vez. Es ese momento se me saltó una lagrima pero después de un tiempo me fui acostumbrando y el dolor se mezcló con el placer.

  • Joder prima, qué coño más apretado tienes -decía mientras me follaba con fuerza.

Inesperadamente, observé como mi tío Marcos, al que tanto odio, estaba mirando y grabando con el móvil desde la puerta. No puede ser, nos estaba grabando... Tomás estaba a punto de correrse dentro de mí y yo gemía cada vez con más fuerza hasta que ambos explotamos al mismo tiempo de placer. No me lo podía creer, me había corrido mientras mi primo me follaba y mi tío me estaba grabando...

  • Eh Tomás. Creo que podemos llegar a un trato si no quieres que le enseñe este vídeo a tu novia...o a los padres de Lina.

  • ¡Yo no quería hacerlo! Sois unos cerdos...-grité mientras me tocaba mi coño rojo y dolorido-.

  • Pues en el vídeo parecía todo lo contrario -dijo mi tío Marcos.

  • Lo siento, papá. No volverá a pasar -dijo mi primo-.

  • Creo que vas a tenerte que ir a salón esta noche, quiero hablar con Lina tranquilamente.

Mi primo se fue al salón y mi tío cerró la puerta con llave. Seguidamente me puso a cuatro patas y me azotó varias veces con un cinturón violentamente.

  • Ahhh! -grité mientras se me saltaba una lágrima del dolor-.

  • Vas a hacer todo lo que te diga si no quieres que le enseñe esto a todo el mundo, mi perrita. ¿Verdad?

  • Sí, haré lo que me diga... -dije deseando matarlo y salir de aquella habitación.

Odiaba demasiado a mi tío desde hace tiempo y en aquel momento lo odiaba aún más. Me dolía demasiado el culo...hasta que empecé a notar su polla entrando en mi coño y el dolor se mezcló con el placer. Seguidamente, intentó meterla en mi culo, pero nunca había tenido relaciones por atrás y era demasiado difícil. Cada vez que daba un empujón hacia mi culo se me saltaba una lágrima y un grito de dolor. Se llenó la polla de lubricante después de que pasara por aquel sufrimiento y cuando consiguió meterla hasta el fondo me folló fuerte.

  • Eres mi perra, ¿lo entiendes? Te voy a follar cuando me apetezca. Dilo para mí, dime que eres mi perra -decía mientras me follaba cada vez más fuerte.

  • Soy tu perra -dije gritando de dolor y con el culo dolorido.

  • Está bien, vamos a llamar al primito que tanto te gusta, vamos a jugar un poco esta noche con la perrita...