Verano de aprendizaje y liberación ( 1/4 )

Filial, infidelidad, maduras. Así fue ese verano inolvidable. Una montaña rusa de sensaciones, de descubrimientos y de derribar barreras morales que eran como un ancla en mi vida. Pasión, lujuria, morbo.

Un pequeño resumen es necesario. Tengo una hermana casi 5 años menor que yo y yo tengo 21 años. Los cálculos son fáciles. Estamos muy unidos, nuestros padres murieron en un fatal accidente de trafico cuando yo tenía 11 años. Nos criaron unos primos lejanos de mis padres, que no tenían hijos. Lo permitieron nuestros abuelos por no trastocarnos más a nosotros, sobre todo a mí, que era el que más se enteraba de todo. Porque nuestros padres se fueron de su lugar de nacimiento y montaron un negocio a medias con este familiar lejano. Parece muy enrevesado, pero fue así.

Como es lógico los nombres que utilizare no son los reales, solo cambiare los de las personas que ejercieron y ejercen como padres y los de mi hermana y el mío. Ellos se llamarán Alberto (45) (1.75) y Cristina (40) (1.70), las edades si son las verdadera. Son deportistas y sus cuerpos están perfectos. Cristina es un bombón de mujer, morena, ojos oscuros y melena larga. Culo bien formado y las tetas de un tamaño normal, pero muy bien colocadas. Alberto se cuida bastante el físico, sin ser nada excesivo. Su trabajo tampoco le permite ir lo que él quisiera al gimnasio. Solo le veo un defecto en el físico, su cara, en concreto su dentadura, que no es que le pase nada en especial, Cristina misma, le dice que se coloque unos brackets, pero hablarle del dentista es como nombrar al diablo. Lleva la cabeza afeitada, porque se le empezó a caer el pelo de forma llamativa.

Son lo que se dicen la pareja perfecta. Siempre nos han cuidado y tratado con mucho amor y mucha delicadeza. Mi hermana y yo sabíamos, por cosas que fuimos oyendo, que no podían tener hijos, lo que no sabíamos cuál de los dos era el que no podía. Tampoco nos importó mucho.

Ahora paso a describir a mi hermana y a mí. Helena (16-17) (1.70), entre castaña y rubia, melena larga, es tan alta como Cristina. Aparenta más años y es espectacular, culo perfecto y unas tetas más grandes que las de Cristina, no pasa desapercibida y cuando va con Cristina, las dos atraen muchas miradas. Parece muy explosiva, pero luego es bastante inocente. Siendo los dos muy cómplices en todo, no nos ocultamos nada, es una unión muy grande la que tenemos. Yo seré Yago que es un nombre que siempre me gusto. Soy moreno como mi padre y ojos verdosos oscuro, envidia de mi hermana. Mido 1.80 y estoy bien formado. Porque además de ir al gimnasio, mientras estudiaba, para desestresarme utilizaba los aparatos que teníamos en casa para hacer deporte. Como nombre usare Pelayo, que siempre me gusto.

Era algo que nos habían inculcado Alberto y Cristina con su ejemplo. De pequeños hacíamos mucho deporte juntos, desde correr a senderismo, natación, etc.

Cuando en el mes de junio acabamos las clases, todos los veranos nos marchábamos a casa de nuestros abuelos, la mitad del verano con los paternos y la otra mitad con los maternos. Al final íbamos solos a casa de los maternos, para los otros resultábamos una carga. Tampoco eso nos produjo ningún trauma. Pero el 2016 todo cambio, por fallecimiento de mi abuelo y que mi abuela se “descentro” ese verano lo pasaríamos con Cristina y Alberto.

Yo quería quedarme solo el verano, pero Alberto considero que era hora de que empezara a conocer el negocio, ya que la mitad era de mi hermana y mío. Y como decían ellos, que al final sería todo nuestro. Al estar trabajando a tiempo parcial, fui congeniando más aun con ellos dos. Pero mi hermana y yo notamos que algo les preocupaba o por lo menos les inquietaba. Eso nos llevó a mi hermana y a mí a escarbar más en la vida de ellos. Había una peculiaridad, era que siempre andaban con “secretitos” y cuando se los contaban se reían y sus caras cambiaban. Que eso que dicen que con los años las parejas follan menos, en este caso no se daba, porque se les oía continuamente y aunque ellos no sabían que nosotros lo sabíamos, porque trataban de disimular, se les oía y la que andaba siempre con ganas era Cristina y Alberto, era el que se excusaba muchas veces, todo lo contrario, a lo que se suele decir.

Llegando el verano ellos querían cambiar el sitio de vacaciones, a donde llevaban acudiendo toda la vida, o todo lo que recuerdo yo. Ya que tenían un apartamento en propiedad. Como les pillamos en pleno debate, me metí en la conversación y les dije que, de eso nada, que no iban a cambiar sus hábitos por nosotros. La disculpa de ellos era que el apartamento nada más que tenía dos habitaciones, incluso me ofrecí a quedarme y que mi hermana fuera con ellos. Al final quedamos mi hermana y yo dormiríamos en la misma habitación, que no pasaba nada. El lugar en cuestión se llamaba Vera. Lo único que nos dijeron que era en la costa y que era un sitio no muy grande, aunque en verano aumentaba su población y lo pasaríamos bien.

Bucee por internet y vi que estaba en Almería y que era una población de unos 15.000 habitantes, supuse que al ser verano y costa estaría animado el lugar y lo que me llamo la atención fue que había una playa naturista o nudista bastante importante. Ahora me explicaba la falta de marcas en sus cuerpos después del verano en los cuerpos de Alberto y Cristina. Falta de marcas en lo que se podía observar. Se lo conté a mi hermana y se echó a reír con comentarios graciosos de las situaciones que se podían dar, en caso de que fueranos a una playa de esas.

Nos fuimos el último viernes del mes de julio, ya que el día 1 era lunes. Llegaríamos por la noche. Mi hermana nada más salir se puso música y se quedó dormida. Mientras nosotros tres íbamos hablando, hicimos una parada y cuando reanudamos el camino, Cristina parecía que quería decir algo, pero no sabía cómo, hasta que se animó con la ayuda de Alberto y nos contaron que ellos solían ir a una playa naturista, que lo practicaban desde siempre, pero que no era obligatorio que nosotros lo hiciéramos ni que lo tuviéramos que practicar. Quite importancia a lo que decían, dándole naturalidad y respiraron aliviados. Ahora me puse la música para distraerme y me vinieron pensamientos “guarros” pensando en ver a Cristina desnuda, que debería ser una visión excitante. Me llamaba la atención lo discretos que eran siempre y que jamás hubieran paseado por casa de una forma “especial”, siempre iban perfectamente vestidos.

El apartamento era grande, o mejor dicho la terraza que daba al mar, era grande, porque el apartamento en si era bastante normal. Las dos habitaciones tenían cama de matrimonio y eso nos chocó a mi hermana y a mí, se no noto tanto, que Alberto dijo que el lunes sin falta buscaríamos donde comprar dos camas. Nosotros no hicimos ningún comentario más. Yo solía dormir en ropa interior o desnudo. Ese día me acosté con unos pantalones cortos y mi hermana que se la notaba un poco cortada, durmió con una camiseta de manga corta, pero muy larga, que parecía un vestido.

Me levante el primero, había dormido fatal toda la noche, porque no quería rozarme con mi hermana y como solía levantarme más empalmado que un caballo, no quería que me ocurriese por la noche sin enterarme y…

Desayune yo solo y lo hice en la terraza, sobre las 10 empezó a llegar gente y veía como se desnudaban, pero vi que algunos llegaban desnudos, me apoye en la barandilla y vi que salían de la urbanización la gente en “pelotas” me volví a sentar y mi mente disparataba. Se levantaron y se pusieron a desayunar. Mientras desayunaban nos dijeron que iríamos a la playa naturista, pero que no era necesario que nos desnudásemos y que, si nos sentíamos mal en ella, lo dijéramos y nos iríamos a la zona textil.

Alberto y yo fuimos cargados con sombrillas, unas sillas plegables… ellas iban como reinas hablando delante de nosotros. Fue lo peor que podía pasarme, porque iba viendo sus culos moverse y eso no iba bien para mi mente disparatada.

Colocamos todo y el primero en quedarse en pelotas fue Alberto y me dio alivio, ¿Por qué? Porque el rabo que tenía no era gran cosa, bastante normal, aunque me sorprendió que no tenía ni un pelo. No sé porque me imagine siempre, que tendría un buen rabo. Luego se desnudó Cristina, quitándose la camiseta y después la parte de arriba del bikini. Había acertado tenía unas buenas tetas, bien colocadas y unos pezones sonrosados de tamaño normal, se veían muy deseables. Luego se quitó la parte de abajo y fue demasiado para mí, me tumbe boca abajo porque me empalme de golpe. Tenía una tira estrecha de pelo y el resto perfectamente depilado, pudiendo verse su coño a la perfección.

No era nada anormal, porque todos los que nos rodeaban o la gran mayoría estaban igual. La que me dejo sin habla fue mi hermana, que siguio los pasos de Cristina. Las tetas de mi hermana estaban algo más caídas, no mucho, que las de Cristina, imagino que, por su volumen, están tan blancas que sus pezones grandes y oscuros destacaban mucho más. Al quitarse la parte de abajo, mi hermana tenía una buena mata de pelo.

Me hice el dormido y Alberto se fue al agua, mi hermana y Cristina ahora hablaban de que mi hermana tenía que tener cuidado en no quemarse, al estar tan blanca y mi hermana que le preguntaba cómo o quien le había arreglado el pubis. Cristina le dijo que eso tenía solución, que ya hablarían. A la hora de comer lo hicimos en un sitio cercano y luego ellas nos dijeron que se iban a comprar alguna cosa. El resto del día no fue relevante, a excepción de lo cachondo que yo estaba y me mataba pensar, que mi hermana la recatada, la vergonzosa, no había tenido ningún problema en desnudarse y yo, el que se suponía más lanzado, no me había atrevido.

Al día siguiente todo empezó igual que el día anterior, la diferencia que al desnudarse todos, mi hermana llevaba el pubis como Cristina, se le veía mucho mejor. Cuando me note más relajado, me levante y me quite el bañador que era tipo bermudas. Los tres me miraron y me sentí “avergonzado” me fui al agua y Alberto se vino detrás. En el agua estuvimos hablando.

  • No estés tan cortado, que la primera vez suele pasar eso, que te de corte. Que te puedas hasta empalmar, que es normal, así que, si te ocurre, no le des importancia, que eso es que estas vivo… JAJAJA

  • Es verdad es como si me hubiera dado “vergüenza” es como si faltara algo de hombría, porque te comparen, ¿me entiendes?

  • Claro que te entiendo, que no es nuevo para mí. Pero fíjate más avergonzado tendría que estar yo, estando a tu lado. Que ya quisiera yo “calzar” lo que tú “calzas” o que crees que miraban Cristina y Helena, pocas habrán visto así.

  • No será para tanto.

  • ¿Qué no? Hoy no porque estas con nosotros y es más difícil, pero si bajas a la playa algún día solo, ya verás cómo ligas y las sorpresas que te llevas… JAJAJA.

  • Ahora cuando salgas dale normalidad a todo. Si te empalmas, o pasas y te da igual o te tumbas boca abajo. Que nadie se va a escandalizar, que aquí es más normal de lo que crees.

Alberto se salió antes que yo y después de nadar un rato, una pareja sobre los 35 años entabló en el agua conversación conmigo. Eran franceses y no conocían donde salir por la noche, les dije que yo estaba igual. Que de momento no conocía el lugar. No vi nada anormal, aunque el tiempo me mostraría lo lerdo que fui en ese momento.

Al salir del agua, me preguntaron muy hábilmente por la conversación con la pareja y después de responderles, me dio que se sonreían entre Alberto y Cristina. Una vez estaba casi seco, me di cuenta de que mi rabo, cobraba vida propia y sin prisas me di la vuelta y me quedé boca abajo. En ese momento Cristina me dijo, que me tenía que poner a la moda, para que preguntara, me dijo que me tenía que depilar, que no se llevaba tanto pelo, que además no era higiénico.

Mi hermana y Alberto le dieron la razón. Les dije la verdad, que yo no me pasaría una cuchilla de afeitar por ahí, que, si ya afeitándome la cara me hago descalabros, no quería jugar por ahí. Se rieron en mi cara de mí. Luego Cristina me dijo que era más sencillo de lo que creía. No quise seguir con esa conversación, porque me daba que me estaba poniendo de todos los colores.

Esa noche me fui yo solo por ahí. Me lo pase bastante bien y llegue tarde, de madrugada. Por la mañana cuando me levante mi hermana y Alberto se habían bajado a la playa y Cristina se había quedado esperándome. Me tomé un café y cuando le dije de irnos, me llamo desde su habitación. Había una toalla grande extendida en la cama y con la mayor naturalidad, me dijo que no me diese vergüenza, que me desnudara que me iba a dejar todo “arreglado” no me salió ninguna disculpa y me puse muy nervioso. Le dije que no, que luego tal vez y nos marchamos.

Mi hermana estaba tomando el sol, el cuerpo iba cogiendo color. Estaba tumbado tranquilamente y vi acercarse a una pareja, supongo que un matrimonio, venían desnudos y con dos chicas jóvenes, de la edad de mi hermana. Las que supuse que eran las hijas, eran delgadas y como mi hermana, con buenas tetas y los pezones empinados mirando al cielo. La madre estaba más buena, estaba para comérsela, las tetas más caídas, pero me llamo la atención la cara de vicio que tenía, el hombre más normalito y con un poco de tripa. Se veía que el deporte y el estaban reñidos.

Se acercaron con una amplia sonrisa y nos saludaron. Alberto nos los presento. Eran Eneko (50) (1.75) ella Irune (44) (1.65) y las hijas, Leire (18) (+1.70) y Estibaliz (17) (1.70). Irune no era escultural, se veía que se cuidaba y transmitía mucha sensualidad. Las hijas están perfectas. Pero les faltaba o no trasmitían lo mismo que la madre. Se pusieron con nosotros. Mi hermana y las hijas hicieron amistad rápidamente. Estuve un poco en fuera de lugar, me dediqué más a bañarme.

Pasamos el resto del día juntos y quedaron para el día siguiente. Algo me chirriaba, pero el que, no lo sabía. Al quedarnos mi hermana y yo solos, me confeso que el pasaba lo mismo. Después de cenar y delante de todos, Cristina insistió en lo de depilarme y esta vez, eran tres contra uno. Me fui a la habitación y esta vez no había toalla, me dijo que fuéramos al baño, porque al ser de noche tendríamos más luz en el baño.

Me metí en la bañera y ella se sentó en el borde. Con unas tijeras pequeñas fue recortando todo el vello, si miraba abajo me ponía nervioso por ver unas tijeras por ahí y por el escote, que veía sus tetas a la perfección. Tanto toqueteo me estaba preocupando, porque me conocía y sabía que no podría aguantarlo y entonces que vergüenza. Me mordía la punta de la lengua, los labios, todo para distraerme, o trataba de poner mi atención en la conversación que tenían helena y Alberto.

Mi rabo se quedó a medias, cogiendo aun así un buen tamaño. Lo asombroso que Cristina seguía como si no pasara nada. Me puso unas tiras y ahí me dolió in poco más, me vino bien, porque evito que me creciera más. Como cuando lo hizo con mis testículos. Ya estaba más tranquilo cuando ella cogió un bote de crema se puso en la mano y me lo esparció por todos los sitios, que era para evitar que se me escociese todo según ella y paso lo inevitable. Mi rabo se puso en toda su extensión, un empalme gigantesco y ella seguía pasando, ahora las dos manos por mi rabo, por mis testículos, por mi pelvis y si seguía así iba a estallar.

Sus pezones se habían endurecido, lo podía ver. Ella estaba también “bien” y me miro, su mirada no era la de siempre, era otra totalmente distinta. No sé porque, acaricie su melena y fue como si saliéramos de un trance. Me soltó me dijo que ya estaba bien y que otro día me daría otro repaso. Se fue velozmente, dejándome sin saber qué hacer, pero como estaba en el baño de su habitación, no me hice la paja que me apetecía hacerme.

Me espere a relajarme y una vez me quede en un estado normal, fui a donde estaban y me despedí marchándome a dormir. No había manera de dormirme y ya había pasado más de una hora cuando llega mi hermana. No enciende ninguna luz. Me llama en voz baja y no respondo. Ella como quien me conoce, sabe que cuando estoy dormido, no hay nada que me despierte. Enciende la luz del móvil y la veo desnudarse, lo que me hace cogerme otro empalme. Se acuesta como todas las noches con unas braguitas y una camiseta grande.

El silencio se rompe cuando oímos a Cristina y Alberto follar. Se les oye más que en nuestra casa. No sé si por los tabiques que son muy finos o que están más cachondos que de costumbre. Hay momentos en los que se les oye claramente lo que se dicen. Mi hermana me mueve con vehemencia y yo sigo haciéndome el dormido. Se queda quieta boca arriba y oigo como contiene su respiración, me ladeo quedando mirándola. Pero supuestamente dormido. Se asegura de nuevo que no estoy despierto y continua con lo que hacía, que era tocarse.

Mi rabo estaba duro como el granito. Me moví de nuevo poniendo una mano sobre mi hermana, sin tocar descaradamente sus tetas, pero pudiendo notar la dureza de uno de sus pezones. En esa aproximación, me pegue a su muslo, a su cadera. Ella se paró al sentir mi rabo tocándola. La que se ladeo quedando frente a mí, fue mi hermana, que, con nervios, rozo con sus dedos mi rabo. Empezó tímidamente, pero según se tocaba ella, se fue animando y ya me tocaba por encima del pantalón, hasta que se atrevió a más, bajando un poco el pantalón, libero y cuando lo agarro, hablaba entre dientes diciéndose, “Vaya con mi hermano, las tiene que traer locas, que gustazo” y seguía sin parar, en un parón que hizo, que se quedó como una estatua y con algunos ruidos que hizo, me di cuenta de que se había corrido, aunque no le debió de ser suficiente, porque siguio con más apasionamiento.

Hasta el punto, que se apartó su ropa interior y se acercó hasta que coloco la punta de mi rabo en su rajita, apretándola contra su clítoris. Estaba ofuscada y otra vez entre dientes, se decía, “Cabrón, no pares, vamos cabrón haz que me corra, si cabrón” todo eso hasta que se corrió dejándome el rabo bien mojado. El punto álgido fue cuando la oí decir que no podía dejarme la polla así. Que me la comería. Pero la muy cabrona, no hizo nada dejándome con el empalme.

Nuevo día de playa en compañía de la familia amiga y con disimulo me rasque bastante para que se me pusiera rojo. No fallo Cristina me pregunto y le dije que me escocia bastante y con el agua más. Me dijo que luego se lo recordara, que me daría la crema para que me la pusiera. Eso no me agrado, quería que me la pusiera ella. Mi hermana y sus dos nuevas amigas se perdieron todo el día por ahí. Llegaron a la hora de irnos a comer. Se pusieron algo de ropa encima y nos fuimos juntos a comer. Al terminar, me subí al apartamento, llegando mi hermana al rato, que había dejado a los mayores tomándose una copa. Venia excitada alterada, pero no por lo de la noche anterior, si no por lo que se había enterado.

  • He estado hablando con Leire y Estibaliz, me han contado unas cosas increíbles, pero totalmente secreto.

  • ¿Tu sabías, que Cristina y Alberto eran swingers?

  • ¿Eso que es?

  • Parejas que hacen intercambios entre ellas.

  • No te fíes mucho de esas dos, que las acabas de conocer y lo mismo se inventan las cosas.

  • Que es verdad, que ellas los han pillado y sus padres se lo reconocieron hace ya tres años.

  • Aun así, me cuesta creérmelo.

  • Pues ves creyéndotelo. Y según estas, les hemos hecho polvo, porque sus “juergas” se las corrían aquí. Supongo que ahora estarán viendo como poder hacérselo… JAJAJA.

  • ¿Qué más te han contado las dos “angelitos”?

  • Me dijeron que tu estas mejor que nuestro padre y les aclare que no eran los biológicos, aunque para nosotros como si lo fueran, o según tú, casi. Que tenía un hermano que estaba muy “buenorro” e hicieron comentarios de tu estado “físico”… JAJAJA.

  • Ellas tampoco están nada mal, no me importaría “conocerlas” más.

  • Que guarro, como todos los tíos, siempre pensando lo mismo.

  • Y ellas, que opinan de que sus padres hagan eso.

  • Lo ven con normalidad, dicen que desde entonces son muy liberales y que el sexo lo ven de otra forma.

  • Cuidado a ver si te pervierten. JAJAJA.

  • Cortar no se cortan, porque me preguntaron si yo había tenido alguna relación con alguna chica. No me dijeron más.

  • Se las ve muy espabiladas.

  • Mucho. Ya han tenido relaciones completas con chicos y con algún hombre.

  • Les has dicho que tú todavía no.

  • No y si sale tu no dirás nada tampoco. Que yo no cuento lo que tú me cuentas y tú tienes que hacer lo mismo con lo que yo te cuento.

Me dejo solo en la terraza y se fue a cambiar que había quedado con las dos hermanas. Lo que me había contado me sorprendió, pero tampoco me escandalizo. Ese viaje estaba cambiando todo y toda mi vida. Me daba ganas de preguntarles, pero sería meterme en su vida íntima y, sobre todo, podía no ser verdad y crear un problema. Aunque con cristina mi hermana y yo, teníamos más afinidad, más complicidad, desde siempre y Alberto siempre ha estado como en un segundo plano, para los temas del día a día. Ella siempre ha sido nuestro paño de lágrimas.

Desde la terraza los oí llegar, pero no venía Irune, se había ido con sus hijas a hacer algo. Alberto y Eneko se sentaron y se pusieron a tomar unas cervezas. Cristina se fue a su habitación saliendo después de darse una ducha con una camiseta corta y escotada, con una toalla en la cabeza. Me vio me dijo que hacía sin ducharme, que para ponerse la crema mejor haberse duchado. Me duche en minutos. Me enrolle una toalla a la cintura y Cristina estaba en su habitación con el secador. Entre en la habitación y ella sin dejar de pasarse el secador por su pelo, cogió el bote de crema y me lo paso.

Con toda mi cara le dije que prefería que me lo pusiera ella. Que ya sabe que siempre me embadurno cuando me pongo alguna crema y era verdad. Ella me contesto que ya era mayorcito. No dije más y me fui.

Una vez salió de su habitación fue hacia la cocina y yo fui detrás de ella. Hablábamos de cosas sin importancia hasta que me decidí, aun sabiendo que me podía equivocar.

  • Siempre nos habéis tratado como verdaderos hijos y nunca habéis evadido preguntas de ningún tipo, incluso las más comprometidas que hacíamos de pequeños.

  • Espera que me siente, que cuando te pones de esa manera, a dulcificar el ambiente, luego viene la “sorpresa” pero es verdad lo que has dicho, sois como nuestros hijos, aunque a diferencia de tu hermana tu no nos consideras del todo. Que también lo entendemos, que tu hermana era más pequeña. Lo tenemos asumido, pero seguro que no quieres hablar del sentimiento materno filial.

  • Siempre has dicho que no hay preguntas indiscretas entre nosotros, pues va la mía. ¿Es verdad que sois swinger?

  • Si.

  • ¿Ya está? ¿Solo sí?

  • Tú has preguntado y te he contestado.

  • Esperaba algo más que un sí. No sé. Entonces será cierto que os hemos fastidiado el lugar de vuestras “reuniones”.

  • Tu hermana y tú, nunca fastidias nada.

  • Y otra pregunta. ¿Cómo se os ocurrió o como paso?

  • Mira, creo que lo más adecuado es que lo hables con Alberto, que seguro que te lo contestara con racionalidad y normalidad. Que a él no le dará apuro. Si no te contestara pues ya lo haría yo.

  • Bueno, pero solo dime, ¿A quién se le ocurrió? ¿De quién partió la idea?

  • No sé qué interés puede tener, fue de Alberto y no más preguntas.

La conversación me había puesto bien cachondo. No me imaginaba a los dos con otra gente, me surgían muchas preguntas, todas ellas muy morbosas. Después de irse Eneko. Pude oír hablar en voz baja a Alberto y a Cristina, seguro que estarían hablando de nuestra conversación. Cuando fui junto a ellos su actitud fue totalmente normal. Mi hermana llamo pidiendo permiso para cenar con sus dos nuevas amigas y le dieron permiso. Nosotros hicimos una cena frugal y saludable, como casi todas las noches. Una vez que recogimos todo, Alberto dijo que nos sentáramos a hablar, aprovechando que no estaba mi Helena.

-A- Ya me ha contado Cristina vuestra conversación. Aquí estamos, pregunta y te diremos la verdad, que ya eres adulto y nos entenderás.

-Y- Solo fue curiosidad, porque oí ese comentario de vosotros y que mejor que preguntaros. Me llamaba la atención que pudiera ser verdad.

-A- A un tío joven como tú, ¿Por qué le ha llamado la atención?

-Y- Porque me ha llamado la atención, que no quiere decir que me parezca mal. Me surgieron preguntas, como, ¿A quién se le ocurrió?

-A- Se me ocurrió a mí y me costó convencer a Cristina, no te creas que fue fácil. Que la moral adquirida cuesta cambiarla.

-Y- Por lo menos al principio no os daban celos.

-A- Te contestare por mí. A mí, celos no, fueron muchos nervios la primera vez.

-Y- ¿Y a ti Cristina?

-C- Yo paso palabra.

-Y- Eso no vale.

-C- A mí no, porque no empezamos con intercambios y paso de decir nada más.

-A- Empezamos con tríos con hombres. Te preguntaras el motivo. Porque ya te darás cuenta los hombres perdemos “vitalidad” y cuanto más pasa el tiempo en una pareja, se va llenando de monotonía, por mucho que se amen. Fue un revulsivo y lo pasamos muy bien.

-Y- ¿Y ahora en qué nivel estáis?

-C- JAJAJA, esto no es como vuestros juegos de la consola.

-A- Eso es ya querer saber demasiado. Pero para contestarte algo, según pasa el tiempo, te vas abriendo más a nuevas experiencias. Es como la pareja francesa esa que hablo contigo en el agua. Seguro que trataban de “ligarte” que no te enteraste.

-Y- Que va, imaginaciones tuyas.

-A- Con tu juventud, con ese cuerpo tan cuidado que tienes y esa polla, que menuda es en reposo, como no te van a echar el ojo. O no viste también a Irune, Estibaliz y Leire, como te miraban. Si hasta Cristina me lo ha dicho, que cuando te depilo te creció una “boa”

-C- Ese comentario te lo podías haber ahorrado.

-A- No seas mojigata ahora, que, si llega a ser otro chaval en las mismas circunstancias, no se escapa. JAJA

-C- La conversación ya está bien, que ya lo tienes claro. Mantenlo de momento en privado, que Helena no se entere.

-Y- Eso va a ser difícil porque quien me lo conto fue ella.

-C- No me digas más, las hermanas se lo han contado. ¿Qué más le han contado?

-Y- Solo eso, no me conto nada más.

Cristina no quiso seguir con esa conversación y lo que más me escamo fue su última pregunta. Conclusión que había mucho más oculto y que Alberto no ahondo más por estar ella, ya que él siempre ha sido claro, directo y no he descubierto nunca que nos mintiera en algo. Si nos habían contado algo más. Al llegar mi hermana nos pusimos rápidos al día. Le conté lo hablado con Alberto y Cristina, ella me dio novedades, por lo que se ve, las hermanas se habían liado con ellos, sin saber más detalles y luego me conto, que había tenido la sensación de que si no llegan a estar en público la hubieran “atacado” porque lo han pasado de sobetearla con cualquier excusa. Poniéndola muy nerviosa, que no le había hecho gracia.

Premeditadamente dije que me iba a dormir que estaba derrengado, que me caía de sueño y la primera en animarme a que me fuera a dormir fue mi hermana. Esa noche me busque un pantalón que me quedara más suelto. No quería estar empalmado cuando llegara mi hermana, quería que me sucediera cuando ella me tocara, porque seguro que lo haría. Que, aunque parecía inocente no lo era tanto. Que sabía que ella había tenido más de un rollo con chicos, haciendo de todo o casi todo, a excepción de la penetración. Que, aunque no me dio detalles si nos contábamos todo.

No paraba de mirar la hora, me estaba aburriendo y al final me estaba entrando el sueño. Esa noche, entro sin hacer ruido, cogió su ropa de dormir y se fue al baño. Me fastidio, porque no la vería desnudarse. Eso quería decir que se había arrepentido de la noche anterior, también era normal, porque en cierta medida yo también lo estaba un poco. Que me excusaba a mí mismo, por los calentones que tenía esos días, que eran más fuertes de lo habitual.

Me quede tumbado de lado, mirando a la parte donde ella se tenía que acostar. Helena entro de nuevo y me dijo que si estaba despierto que quería seguir contándome. Ni me inmuté y no dije nada. Ella me volvió a mover como la noche anterior y mi respuesta fue la misma. No se metía en la cama, estaba de pie y volvía a agitarme más que a moverme. Ante la falta de respuesta por mi parte, se fue hacia la puerta y después de pegar la oreja, echo el pestillo suavemente.

Se coloco en la parte de su cama y pude ver cómo se quitaba las bragas y las dejaba sobre la mesa de noche. Dudo o titubeo después de hacerlo, creí que se iba a arrepentir, pero no, lo que hizo fue quitarse la camiseta, estaba en pelotas.

Se acerco mucho a mí, olía a recién duchada, olía a su jabón de lilas. Me toco directamente el rabo y lo tenía otra vez como un cañón. Ella me decía, como te ha puesto esa zorra, pobre hermano, no te preocupes, para eso estoy yo. Entre esa zorra y las dos putitas que están locas por hacérselo contigo, te van a traer a mal traer. No entendía nada, aunque imaginaba, que la zorra era Cristina y las dos putitas, serían las hermanas.

Se metía en la cama muy lentamente, como para que yo no me enterara. A continuación, me acaricio la mejilla, la cabeza y me susurraba haciéndome preguntas y yo sin contestar ni cambiar mi respiración. Pero Helena no hacía nada más y ya había pasado bastante tiempo. Sabía que se estaba tocando por un leve movimiento que había, pero nada más, me impacientaba tanta lentitud.

El cambio empezó cuando se empezó a oír a Alberto y Cristina, que era claro que estaban follando. Helena se animó mucho, ahora se tocaba con más énfasis y me paso sus dedos mojados por mis labios. Esta vez estaba más confiada, más lanzada y después de haberse puesto mi rabo entre sus piernas y pasarlo por su clítoris, se dio la vuelta y haciendo la cucharita se lo coloco desde atrás.

Todo se puso tan caliente, que en algunos movimientos parte de mi rabo entraba en su coño y ella me decía, cuidado, para, para, que barbaridad, si me descuido me empotra, que salvaje, este me desvirga si me despisto, pero se colocaba bien el rabo y volvía a continuar. Me entraban ganas de demostrarle que estaba despierto y de lo que iba a pasar, pero por otro lado me preocupaba su reacción.

Mientras hacíamos eso, ella se hacía una paja y cuando se corrió la primera vez, se apretó bastante contra mí y mi rabo se metió un poco más y estuvo más tiempo. Que ganas me entraron de meter mi rabo del todo. Tuvo una buena corrida. Ahora tenía la duda de que haría, porque se quitó y se quedó como relajada, satisfecha y me veía con otra noche en blanco.

Al seguir oyendo follar en la otra habitación, se volvió a poner cachonda, esta vez se tocaba y me tocaba. Me gustaba más como lo hizo antes, pero ella llevaba su ritmo. La respiración la tenía muy acelerada, veía que se iba a correr otra vez y nada. Me venía a la cabeza el cuerpazo de Cristina y la falta de indecisión por mi parte, por no haber hecho nada con ella o por lo menos haberlo intentado.

Parecía que a mi hermana no le bastaba como se lo estaba haciendo, debía de preferir como antes, porque cogió la misma posición y se colocó muy rápido el rabo. Mi calentura ya estaba más allá de lo prudentemente aguantable, jamás me había visto de esa manera. Volvíamos a estar como antes de correrse la primera vez, mi rabo está un poco metido en su coño y ella se tocaba con más intensidad y cuando su respiración indicaba que se corría y se apretaba, empujé con decisión, nunca había desvirgado a ninguna mujer, porque con todas las que había tenido sexo, no era su primera vez, pero supe, que acaba de desvirgar a mi hermana.

Dio un grito seco. No se movió, se quedó como una estatua y luego decía, desgraciado, me la has liado, eso no lo quería, ahora que hago, que dolor. Se saco el rabo con mucho cuidado y con pequeños quejidos. Encendió una luz tenue y de un cajón saco unas toallitas húmedas, se limpiaba y decía que le ardía, que tenía sangre, que no había solución, todo lo decía entre dientes y con bastante rabia. Me destapo y me limpio mi rabo. Se puso la camiseta y supongo que se fue al baño. No se dio cuenta y se había dejado una de las toallitas usadas, era verdad, estaba manchada de una sangre muy clarita.

Ahora en frio me supo mal, me entraban todos los arrepentimientos habidos y por haber. Oí a Cristina preguntarle si pasaba algo. Helena le contesto que había tenido un mal sueño, que se asustó y que había aprovechado para ir a beber agua y al baño. Entro y volvió a echar el pestillo con mucha cautela, para que no se oyera, no sabía que quería decir eso, pero salí pronto de dudas. Pero antes me llamo la atención algo, vi que hurgaba en mis cosas. Aluciné cuando vi que cogía un condón. Apago la luz, volvió a tocar mi rabo hasta que volvió a empalmarse, me coloco muy torpemente el condón, en algún momento me hizo hasta daño, pero una vez lo hizo, se colocó como las veces anteriores, pero cuando llegaba a la parte más interesante, donde veía que costaba a mi rabo entrar, ella se quejaba un poco y al final no terminaba, eso sí, entro más que las otras veces, pero se quejaba demasiado y lo dejo. De esa forma se acabó la noche.

Al día siguiente estando en la playa, Cristina me decía que estaba muy serio y yo le respondía, que había dormido mal, me hizo gracia la cara de susto de mi hermana. Me dijo que no me creía, pero no insistió más. Mi hermana se estaba organizando la comida y la tarde con Leire y Estibaliz. Porque el resto se irían a Almería capital o un sitio cercano a comer y después ver una corrida de toros. Como lo de los toros a mí no me gustaban, decidí quedarme solo. Cuando Cristina se enteró se disgustó, porque ella pensaba que mientras los demás veían los toros, que a ella tampoco le gustaban, irnos de compras o algo por el estilo, no deje que me convenciera.

Esa mañana como otras anteriores, vi que había mucha “complicidad” entre las dos parejas, estaba claro que se tenían muchas ganas, pero al estar nosotros se les jodió el invento, por lo menos de momento. Igual que en el agua estaba claro que cuando se metían, había algo más que un simple toqueteo. Pero sin ir más allá.

Me marche antes que ninguno al apartamento, después de ducharme y quitarme todo el salitre, llegaron el resto, que hicieron lo mismo que yo para marcharse, que ya era tarde. Mi hermana se acercó a despedirse y me dijo de irme con ellas y le dije que no, que así hablarían con más tranquilidad y que ya me contaría, me guiño un ojo y me dijo que por supuesto. Tanto Cristina como Alberto insistieron para que me fuera con ellos, pero no me lograron convencer.

Me comí un bocadillo acompañado de dos buenas cervezas bien frías y me entro la modorra en la tumbona de la terraza. La brisa era buena acompañante. Oigo el golpe de la puerta al cerrarse, seguro que era mi hermana, algo que me extrañaba, pero más me extraño al ver que era Cristina, que lo primero que hizo fue “regañarme” por tener el plato y las latas de cerveza vacías, en la mesa de la terraza y no haberlas recogido, para a continuación, preguntarme el motivo de no querer ir con ellos y por lo raro que estaba.

Era como una “ametralladora” hablando y preguntando. Iba a contestarla y dijo que se iba a poner cómoda. Me dejo con la palabra en la boca, con lo que me molesta eso. Se puso un vestido corto de andar por casa y se notaba que no llevaba sujetador. No porque se le marcaran mucho los pezones, que se le marcaban solo un poco, sino por el vaivén de sus tetas.

Si hubiera pensado un poco no hubiera dicho lo que le solté. Pero como seguía con sus “consejos” y su sinceridad, quise ser igual de sincero, aunque algunas cosas de las que dije, no las sabía con certeza, pero imaginándome cosas, era posible que hubieran sucedido y por eso las dije. Todo en referencia sobre todo a las hijas de sus amigos.

Sabía que se podía enfadar o mandarme a la mierda. Cristina que no me pasa nada de lo que dices. No has atinado ni una. Es que sé que no solo os habéis relacionado con vuestros amigos, sino también con sus hijas, que además dicen que eres una autentica “fiera” y desde que lo sé, nada más pienso en ti y ya sabes o te imaginaras en que pienso. Esperaba la reacción de ella y no me gustó nada. Te entiendo perfectamente, que no me has asustado con esa revelación, es normal que un joven como tu… pero vamos, que es imposible. Que, aunque no sea tu madre es como si lo fuera. Así que del todo imposible.

Ahora si se le marcaban los pezones más y una vez que reaccione no me conforme con esa respuesta. Tú lo has dicho, no eres mi madre y no lo tomes a mal, es para que no te puedas sentir incomoda. Salvo que no te guste o que no sea tu tipo…, era como si dudara o pensara lo que me tenía que responder y una vez que se aclaró me dijo… No le des más vueltas, además no puede ser, entre otras cosas, porque no te creas que estamos continuamente con unos y con otras, no funcionamos así. A Alberto jamás le he sido infiel, él siempre ha estado presente o lo sabía de antemano. Me daba rabia, porque además de no gustarme la respuesta la veía muy convencida en lo que decía.

A la vista de que había poco que sacar, me levante recogí lo de la comida y me fui para la cocina. Vino detrás y como si no hubiese pasado nada, me dio una torta en el culo como solía hacer muy a menudo y me dijo que fuéramos a darnos un baño.

Nada más llegar a la playa me metí en el agua. Mientras Cristina colocaba las cosas y se desnudaba. Su cuerpo cogía el color moreno antes que el mío, estaba muy guapa. Por la hora que era el sol pega fuerte. Cuando salí del agua, me mando secarme y me hizo tumbarme boca abajo en la toalla y me coloco protección solar. Lo hizo de una manera normal y aunque busque algún signo de doble intención, no hubo nada de nada.

Ella una vez que termino se puso protector por delante y me puso en mis manos para que yo me hiciera lo mismo. Me ofrecí a ponérselo en la espalda y vi dudas en su expresión. Al final me dijo que en un momento. Me tumbé de nuevo boca abajo y mientras ella acababa que se estaba eternizando. Observe que había mucha menos gente y la que había, muchos de ellos estaban en plan más descarado. Como también se veía un trasiego hacia una zona apartada de parejas y de hombres solos.

Me puse a hablar con Cristina, que ya se había tumbado boca abajo, sobre lo que había observado. Me explico lo que podía ser con toda seguridad lo que ocurriría en las zonas aparatadas. Le pregunte si ella y Alberto habían “visitado” esas zonas, me llamo cotilla y no me contesto, lo que quería decir que si habían estado. Aunque ella no me había dicho de ponerle el protector, se lo recordé y me lo paso.

Según se lo iba poniendo, con mucha calma. Me deleitaba acariciándola y de paso le decía que mirara hacia un sitio, donde había una pareja madura y un chico de mi edad. Podíamos ver en primera fila, el tonteo y luego como el hombre “invitaba” al chico para que tocara a su mujer, pareja o amiga. Pero era eso un pequeño tonteo que de momento no iba a más.

Estaba en las piernas de Cristina, no me limitaba a ponerle la protección también le daba un masaje, pero sin pasarme. Me quedaba antes de llegar a su culo. Entre otras cosas porque Cristina tenía sus piernas bien juntas, como si las tuviera pegadas. Había dejado de mirar hacia la pareja y el chico. Cuando vi que la mujer se la estaba chupando al chico, se lo dije a Cristina. Que miro y esta vez no quito la mirada. A mi pregunta de si eso era normal en la playa, ella solo contesto que cada uno es libre de hacer lo que crea que tiene que hacer. Que ella no era quien para juzgar a ninguno de los tres.

Fui subiendo mis manos y aunque no podía acariciar entre sus piernas, si me atreví a acariciar su culo. Estaba muy duro, me llamo la atención y se lo dije. Con admiración y ella muy orgullosa me conto que era por los muchos ejercicios y horas que hacía. Alabe un poco más su culo, incluso comparándolo con el de algunas chicas jóvenes que pasaban por allí. No me decía nada, pero sabía que estaba contenta de que se lo dijera.

Mi atrevimiento fue a más y acaricié sus muslos con la excusa de el protector, que ya no me quedaba nada en las manos y subí hasta tocar los labios de su coño. Estaban mojados. Cuando “hurgue” con mis dedos, llegando a tocarla bien tocada. Ella solo me decía, No, no, no… párate por favor. No hagamos un numerito aquí, PARA, que sabes que no puedes, ni podemos. Pasé absolutamente de lo que me decía y me puse a hacerle una paja. Seguía con su negativa, pero mi mano ahora entraba mucho mejor, sus piernas habían dejado de estar pegadas.

Mi rabo estaba como el mástil de una bandera y rozaba en su cadera. Me apretaba contra ella y me movía suavemente. Su respiración se agito. Ya no decía nada, solo había un pequeño movimiento de sus caderas, cuando creía que se iba a correr, se levantó de forma inesperada y se fue al agua. La vi volver toda mojada y cuando llego, se plantó de pie ante mí y me dijo muy enfadada. Esto no es correcto y lo has hecho en contra de lo que te pedí. Si me quieres y me aprecias, esto no puede suceder más y me tienes que respetar. Se puso a recoger y me tuve que dar prisa, porque vi que no me iba a esperar. Regresamos sin hablar y yo con un remordimiento grandísimo, sin saber que decir. Una vez que llegamos al apartamento, le di un beso en la mejilla, pidiéndole perdón y que no volvería a ocurrir.

Estaba nervioso, tal vez un poco avergonzado, la oigo que viene y la veo vestida para salir, diciéndome que se va a dar una vuelta y me dejo solo. En la cena todo parecía normal y mi hermana ya me había adelantado que tenía muchas cosas que contarme. Dije que otro día, que me iba a dormir.

Ya estaba harto de quedarme con los calentones. Decidí que si esa noche mi hermana continuaba con sus “juegos” me la follaría sí o sí. No se demoró mucho en acostarse, no se esperó tanto como otras noches. Me tanteo vio que no respondía y se metió en la cama desnuda. Era cuestión de espera oír follar a Cristina y Alberto, porque seguro que follarían. Mi primer movimiento fue pasar un brazo por encima d ella, de tal manera que mi mano quedara cerca de su coño. Me llama, no hago caso y me aprieta mi mano contra su coño, abriendo las piernas. Esta más mojada que Cristina esa tarde, como viene Helena. Se está haciendo una paja con un dedo mío, lo pasa por donde quiere.

Para y me baja cómo puede un poco el pantalón, hasta que mi rabo sale completamente y se pone a tocármelo. Estaba todo siendo parecido a las otras noches, pero esta tendría sorpresa. Lo único que el toqueteo estaba siendo más largo que el día anterior. No fallaron, se les empezaba a oír follar y a cosas que no entendíamos. Aquí Helena se puso más cachonda y no se dé donde saco un condón y me lo puso, con la misma inexperiencia de la otra vez.

Se puso de lado dándome la espalda y luego se fue colocando mi rabo. Empezó a metérselo con mucho cuidado, hasta que lo metió hasta donde ella quiso, que no fue mucho. Luego se puso a pajearse y movía el culo muy poquito. Espere a notarla a punto del orgasmo y cuando lo presentí, no lo dude, le metí el rabo hasta dentro y le tape la boca con toda rapidez.

Me mordió la mano, pero logre que no se oyera su chillido. Le dije, Hermanita has jugado con fuego y te has quemado. Ahora vas a saber de verdad lo que es follar. Sin sacarle el rabo me moví, quedando encima de ella y ella boca abajo. Le dije que se siguiera tocando y ahora de forma suave empecé a follarla, de sus quejidos fue pasando a gemidos. Lo que hizo que me la follara con la “rabia” contenida de esos días. Cuando ella se corrió yo lo hice detrás y me pidió que paráramos. Le dije que no, que quería que tuviera como mínimo otro orgasmo y me dijo que cuando se la metí de golpe tuvo uno.

Alberto y cristina seguían follando y se les oía decirse cosas, pero no lográbamos saber que se decían, no se oía hasta ese punto. Mi hermana me pregunto.

  • No quiero ser hipócrita, pero y ahora ¿Qué?

  • Pues nada. Yo me lo he pasado muy bien. Que estos días me has dejado muy mal.

  • Dude si te enterarías o no, pero como luego actuabas como si nada hubiera pasado, me creía que no te habías enterado. Y te repito, ahora, ¿Qué pasara?

  • Que te voy a follar todas las noches y que también te follare por primera vez el culo que tienes.

  • ¡Hala! Eso ni soñarlo. Que eso por detrás tiene que dolor hasta decir basta, que si todavía fuera un poco más pequeña. Y si no con Estibaliz y con Leire, que están locas por estar contigo, que me dicen siempre que te lleve conmigo y para más información una de ellas no lo ha hecho por detrás.

  • ¿Cuál de las dos?

  • Estibaliz y me extraña porque las dos son de aúpa. Que me da “miedo” estar en un sitio a solas con ellas, que son muy “sobonas” ya me entiendes.

Me siguio contando todo sobre las dos hermanas y fue una conversación de alto voltaje, si era verdad todo lo que contaba mi hermana.

© VALENCIANO28