Verano con mi prima, el trío. Y 3.

Fin de la historia ese verano con mi prima. Hacemos un trío con mi amiga Susi. Incluye sexo anal, amor filial, fetichismo de pies, lencería.

—Mira lo que he encontrado —dijo de pronto Ele. Y al verla casi escupo el batido que me estaba tomando.

La muy puta llevaba puesto un conjunto color verde mar de lencería. Pero era lencería de esa creada para «usarla». Es decir: la copa del sujetador estaba abierta por la mitad y dejaba salir el pezón que en su caso, rosa oscuro y erecto sobresalía, dejando además entrever la piel blanquísima con algunas morbosas venas perdiéndose en la areola mientras el seno y las clavículas estaban descaradamente morenas. La entrepierna era otro festín: los labios del coño salían por la costura abierta, hinchadetes y jugosos, como siempre dejando ver la marca blanca de la braga del bañador por el encaje y las cintas que se abrochaban sobre el monte de venus. Sus piernas torneadas y sobre los pies que no estaban tan morenos unos cobertores del mismo encaje enganchados al empeine con un elástico y al índice del pie.

La erección fue fulminante.

—¿Te gusta? —me preguntó cogiéndose las tetas y apretando, haciendo que se marcara más el pezón duro contra el que yo me quería estrellar—. Mira, mira —se dio la vuelta.

La braga reultaba ser un tanga y el hilo dejaba ver el plug metálico que tenía metido en el culo.

—¿De… de dónde has sacado… eso? —le pregunté al borde de la embolia por semen.

Ele se acercó levantó una pierna apoyándola en el brazo del sofá y sacó y se volvió a meter el plug un par de veces, gimiendo, la muy puta.

—Son de mi madre. No lo echará de menos… espero —dijo con una sonrisa, los labios sensuales dejando ver su blanca dentadura, la carcajada profunda y excitada, los pezones duros, los dedos de los pies arrugados haciendo presa en el brazo del sofá. Se sacó el plug y lo besó para volvérselo a meter.

—Ufff… qué malo me estás poniendo, so puta…

—Cállate cabrón y sácate la polla que mi boca y mi culo tenemos hambre…

Aquel era el primer día de los siete que íbamos a pasar juntos de nuevo en el chalet después de estar casi otra semana sin vernos por mierdas de la familia. Ellos al final decidieron irse a no sé qué jornadas de yoga-meditación-mierdas varias y nosotros nos negamos, dijimos que preferíamos quedarnos allí, ir a la playa, hacer alguna excursión al monte o lo que fuera. Nos faltó tiempo para “mudarnos” al chalet.

No tardó ni diez minutos en hacer que me corriera en su boca para, otra vez, escucharla tragar ruidosamente la cosecha de semen. Al momento se trasladó. Me tumbé en el cuadrado-sofá gigantesco y volvió a acuclillarse sobre mi cara para que le comiera el coño. Llevaba días con ganas de que se lo hiciera, no dejaba de decírmelo en los mensajes de snapchat, donde volcábamos todas las guarrerías que se nos ocurrían cuando estábamos separados, nos mandábamos vídeos porno nuestros y de internet. De hecho teníamos un montón de clips nuestros follando de los días anteriores y los comentábamos. Nos reíamos de las caras que poníamos pero también comentábamos lo que más nos gustaba de cada clip y cada sesión de sexo.

Su coño se deslizaba por mi boca y por mi cara entera, su culo quedaba perfectamente abierto, ya sin el plug, y boqueaba de excitación. Se lo lamía, como el culo, presionando con la lengua para meterla. Ella gemía como una loca y tenía prohibido tocarse por lo que solo tiraba de sus labios dejándolos lo más abiertos posibles para mi lengua y mi boca. Ella imprimía su propio ritmo y sus caderas me volvían loco. Sus labios, gruesos pesados, húmedos y jugosos se deslizaban por mi cara y mi boca. No tardó mucho en correrse, con toda la lencería empapada y gritando lo mucho que le gustaba correrse en mi boca.

Esta vez no eyaculó pero tampoco le habría hecho ascos, la verdad.

Se derrumbó junto a mí y plagó mi cara de besos y lametones.

—Me encanta el sabor de mi coño en tu piel, primito… —decía «primito» cada vez que quería imprimir más énfasis al momento incesto que a ambos nos ponía exageradamente cachondos.

Nuestra relación iba no solo a todo trapo sino que crecía exponencialmente en intensidad y hacía que no pudiéramos dejar de tocarnos, sonriendo, abrazándonos, besándonos y teniendo sexo a todas horas.

Se me hizo hasta raro llamar a Susi. Le conté el plan. Las veces que nos habíamos acostado, jugueteando, habían sido intensas también. Era de mente muy abierta y tenía una insaciable curiosidad. La primera vez que probé el sexo anal fue con ella, con esa pequeña belleza pecosa y de cabello muy corto, rizado. Se depilaba entera y tenía una exagerada curiosidad. Sus pies eran pequeños, piernas fuertes y el coñito mantenía una recortada línea de vello estrecho. Tenía un ombligo redondo en un vientre bonito y poco trabajado que me encantaba, dos tetas grandes, pesadas, apartadas hacia los lados y de areolas anchas, pálidas, con un pezón redondo y pequeño. Era de boca sensual, un pelín «dentona» que dirían algunos, pero en realidad tenía los dientes parejos y equilibrados que sus labios rosados y algo gruesos enmarcaban. La nariz era un poco aguileña, judía, y los ojos oscuros y chispeantes. Esa era Susi. Nerviosa, sensual, lanzada… La primera vez que nos tocamos nos perdimos por ahí y me hizo una mamada tras un seto. Yo la masturbé en público, en el malecón, sin que nadie se diera cuenta de que tenía los dedos clavados en su coño y que ella se estaba corriendo mientras los fuegos artificiales estallaban. Follamos algunas veces y probamos el sexo anal. Se lo hice en su casa, con sus padres durmiendo y yo se la metí hasta el fondo. Ella gemía con la cara apretada contra la almohada y se lo hice tres veces en una noche a petición suya, porque solo quería más y más.

Una vez nos enrollamos ella y otra amiga suya, una chica llamada Ana, pero no pasamos de unos toqueteos. Cuando le sacamos Susi y yo las tetas a Ana y se las comimos, en el momento de pasar a mayores, la llamaron al móvil y Susi y yo nos quedamos con el calentón, follando detrás de una gasolinera. Le gustaba el exhibicionismo y follamos pegados a la verja contra la que pasaba gente.

Así que cuando le conté el plan, además de reírse llamándome «pervertidillo», se apuntó rápido a la fiesta y en un par de horas la tuvimos en la puerta, con cerveza, vodka y un par de pizzas.

Abrió la puerta mi prima, Ele, con un kimono de seda y desnuda debajo, pero eso lo mostraría después, aunque lo insinuaba todo. Por su parte, tras entrar y hacer las presentaciones, Susi pidió un sitio donde cambiarse para ponerse «algo más playero». Le enseñé una habitación donde se puso un bikini estrechísimo, con un tanga en vez de braga y un pareo. Las tetas le sobresalían de los pequeños triángulos dejándole también a la vista la blancura de las zonas no tocadas por los bikinis más normales con casco que solía usar (o sea, que se había cambiado para dar guerra) y unas chanclas amarillas a juego con el conjunto que dejaba ver sus pequeños dedos de los pies con un solo esmaltado en las uñas y el tatuaje del tobillo en forma de enredadera hasta la cadera que ya había recorrido una vez con besos y con la lengua.

Nos dimos un chapuzón rápido en la playa, nos secamos al sol y pronto Susi y Ele pegaron la hebra. Susi era muy abierta y Ele de natural simpática así que enseguida empezaron a charlar. Decidieron quedarse un buen rato en la playa tomando el sol en topless mientras yo me iba a echar la siesta en el megasofá cuadrado. Allí me encontraba cuando sentí los primeros besos.

Susi y Ele habían empezado a hablar de sus distintas experiencias con chicos; con chicas también. Ele interrogó a la muchacha sobre lo que había hecho conmigo, me enteré después, así que averiguó que ya habíamos intentado lo del trío y el anal (con mucho más éxito). Pero también charlaron de unas cuantas cosas más que no me contaron. Cosas de chicas supongo.

—Entonces, ¿te apetece? Digo lo de entretenerte con nosotros… —le preguntó mi prima a Susi, ambas recibiendo luz del sol besándoles los pechos.

Susi giró la cabeza con una sonrisa y miró a mi prima por encima de las gafas de sol.

—Elena, estás buenísima, me da todo el morbo acostarme con los dos y me apetece mucho… probarte. No sé, me das una extraña confianza. Te había visto un par de veces con Dani por ahí y viéndoos hoy, viendo la dinámica que tenéis entre los dos… ufff… mentiría si dijera que no me he puesto cachonda. En cuanto a que seáis primos… joder, quién no ha hecho algo con algún primo… je, je, je…

Me contaron que empezaron a besarse allí mismo, unos cuantos picos jugosos, un par de roces de cuerpo a cuerpo, y las lenguas después haciendo más profundos los besos. Se amasaron los pechos mutuamente probándose, sintiendo el calor del sol en la piel de la otra.

Entraron en la casa y me encontraron solo con el bañador dormido en el sofá, por lo que era su víctima propiciatoria. Ambas seguían en topless y de pronto, en cuanto abrí los ojos vi dos pares de tetas bamboleándose encima de mí. Si alguna vez me muero quiero que el cielo sea eso. Esas tetas sobre mi mientras me empiezan a besar y rechupetear le cuerpo.

Se quitaron los tangas y ahora eran dos coñitos los que tenía encima. El delicioso y jugoso de mi prima que parecía tener un grifo roto y el de Susi, cuyos labios menores sobresalían un poco y también empezaba a gotear. La conocía y sabía lo guarra que era y lo mucho que le gustaba que se lo dijera.

Las dos se deslizaron hasta mi polla después de pasarme las tetas por la cara. Los pezones más gruesos de mi prima y los pequeños y de areola casi blanca de Susi. Me besaban el cuerpo y se deslizaron hasta mi polla despacio. Susi se puso de frente mientras mi prima me la chupaba con su coño sobre mi cara. Y joder qué bueno estaba, pero pese a que trataba de hacer un buen trabajo con la lengua en el coño de Ele pero tener dos bocas pendientes de la polla de uno no podía menos que distraerte un poco.

Notaba la boca de Susi en mis huevos, chupándolos mientras se metía mi polla en la boca cuando la boca invertida de Ele no estaba ocupada en ella. Sentía cómo se besaban alrededor de mi polla, cómo sus lenguas se cruzaban en mi glande lamiendo, presionando, cubriéndolo todo de saliva. El coño de mi prima chorreaba, su líquido delicioso inundaba mi boca mientras no dejaban de comerme. Susi bajó más y me lamió el perineo, apartándome las piernas, lamiéndome también el ojete, sin que mi polla dejara de ser besada y chupada.

Al cabo nos movimos, despacio, para no liarla y rodar por el sofá. Ele se acercó muy me besó mientras Susi empezaba a comerle el coño y también el culo pero sin dejar de masturbarme. Ele me metía toda la lengua en la boca hasta que Susi me cogió la polla y la embocó en el coño de mi prima.

—Dios cómo me pone esto —dijo, poniéndose a nuestra altura mientras Ele empezaba a cabalgarme.

Susi puso su coño en mi cara para seguir besándose con mi prima, para seguir comiéndose las tetas mutuamente mientras mi polla se perdía en el coño de Ele y mi lengua en el de Susi que sabía un poco más salado, chupándole los largos labios interiores encharcados. Mis manos le tocaban el culo, lo amasaban, y los dedos se perdían en su coño y también en su culo, haciéndola gemir mientras Ele se clavaba más y más mi polla. Fue entonces cuando me desperté, con una erección de caballo.

Todo había sido un sueño. Ya decía yo que aquello parecía un relato guarro del Todorelatos o algo así. O un video cutre del Pornhub o Redtube. Con lo a gusto que estaba…

Las chicas seguían en la playa, tostándose un poco. Me levanté, intentando no hacer caso a la erección —no era cuestión de ir hasta donde estaban y ponerme a hacerles sombra con la polla—, y preparé una merienda. Café recién hecho, zumos frescos, bollos, pasteles dulces y algunas cosillas más. Puse la televisión y las llamé. Les dije que entraran, que se iban a cocer como gambas y esas tetas eran más bonitas blancas que rojas como un guiri en verano. Ambas se rieron y entraron al frescor de la casa.

Cuando llegaron se limpiaron la tierra en la manguera de la entrada donde un pequeño suelo de mármol antecedía la arena (lo de primera línea, en realidad era jodida primera línea, aunque la cala tenía más de doscientos o trescientos metros hasta el agua). Se quitaron la pieza de abajo del bikini sin pudor ninguno así que entraron solo con los pareos. Ambas se pusieron una camiseta para taparse las tetas un poco tras echarse aftersun, para cuidar la piel pues se habían pasado un poco con el sol.

Estuvimos charlando un buen rato mientras comíamos dulces, teníamos un programa chorra en la tele y bebíamos café y zumos. La tarde avanzó, la conversación con Susi era fácil y muy agradable, siempre con un toque ligeramente picante. A la chica le gustábamos, eso se veía. Al rato pusieron un canal de videoclips y las dos empezaron a bailar. Yo las miraba porque ese espectáculo, ambas dando vueltas y saltando, moviendo las caderas y contoneándose era digno de admirar. Sus tetas saltaban con sus movimientos: eso me estaba poniendo aún más «palote».

Se reían y en algún punto yo saqué el vodka e hice unos combinados con zumos. Susi se emborrachó pronto, casi de olerlo. O a lo mejor esa era su excusa porque se acercó en medio de una canción que estaban berreando las dos cara a cara y tras poner las manos en las caderas de Ele y pasarlas por su culo, se aplastó más contra ella y tras unos segundos largos, y tensos la besó. Fue un beso largo, con lengua, trabajado y profundo. Las dos no dejaban de tocarse, de aplastarse la una contra la otra. Mi polla, obviamente dura, solo quería estar ahí en medio del meollo, pero las dejé. No era asunto mío. Solo intervendría si me invitaban.

Cambiaban de lado, se mordían los labios, cruzaban las lenguas. Ele era un poco más alta que Susi así que fue esta la que dio el primer paso, le soltó el pareo y le arrancó la camiseta.

—Ufff… vaya tetas, Ele… —dijo con la voz pastosa—. ¿Puedo? —preguntó sosteniéndolas con la mano y apuntándose los pezones hacia la boca.

—Joder, sí, por favor… ufff…

Ele dio unos pasos hacia atrás, tirando de Susi y se sentó en el sofá. Yo me puse tras ella, sentándome a su alrededor. Fui yo quien cogió las tetas de Ele, que se había vuelto para darme un morreo rápido, y le ofrecí los pechos a Susi. Esta, de rodillas sonrió y pegó los labios en los pezones de mi prima. Ella empezó a gemir pues yo le retorcía el que Susi no tuviera ocupado en el momento, la morreaba si se volvía y empezaba a bajar la otra mano a su entrepierna. Susi se desnudó rápidamente y al poco de comerle las tetas aprovechó: yo separé más los muslos de Ele para que ella, de rodillas, pudiera acceder sin problemas al coño de mi prima.

—Ya verás qué rico está, Susi… —le prometí.

Ella  se agachó un poco más con una sonrisa y empezó a besar el vientre, el monte de venus —Ele se había reclinado más apoyándose en mi—, no tardando ni un minuto completo en llegar hasta el clítoris, los labios y la entrada de la vagina de mi prima que emepzó a chupar, lamer y penetrar con los dedos y la lengua.

—Ufff… joder, sí… —Ele estaba en la gloria con dos personas ocupadas en darle placer solo a ella—. Para ser tu primer coño qué bien lo comes, Susi, aaaaah… sigue, sigue… ufff…

Yo le retorcía los pezones y le tiraba de ellos, estrujando sus deliciosas tetas y haciendo que se estremeciera mientras sus manos se enredaban en mi cabeza y en los rizos de Susi. Varios minutos después, con Susi muy afanada en ese coño, Ele empezó a moverse convulsamente, arqueando más la espalda para correrse.

—Dios… sí… joder, que me corro… me corro Susi… en… tu… bocaaaaaa…

Arqueó las caderas y sentí todo su orgasmo mientras respiraba trabajosamente y era recorrida por las oleadas eléctricas del placer una y otra vez entre mis brazos y los labios de mi amiga.

Dejamos descansar un rato a Ele. Susi trepó por el sofá hasta mí mientras mi prima se hacía a un lado. Se echó sobre mí y nos besamos. Su boca sabía al coño de mi prima adorada, pero se movía como siempre y no tardamos en emocionarnos y meternos mano en firme. Ella me acarició la polla unas cuantas veces, con cuidado, como reconociéndola, y yo besé sus tetas con delicia, sus pezones, mordisqueando, chupando y amasando.

—Joder… te echaba de menos… —me confesó mientras mordía sus pezones.

Uno de mis dedos viajó y empezó a perderse en su coño, masturbándola.

—Aaaah… no puedo esperar, métemela, Dani, fóllame… —me pidió.

Tuve que acceder: soy un caballero. Follar a Susi siempre era un placer. Su coño estaba más apretado que el de Ele y sentía cómo las paredes de su vagina me apretaban la polla como si fuera su propia mano. Bocarriba, con las tetas a mi alcance, empecé a bombear en su interior, haciéndola gemir mientras ella misma me ofrecía sus bellas ubres. Poco después, mientras seguía follándomela sentí a Elena detrás de mí, dispuesta para volver a la carga. Me besó el cuello y me acarició la espalda mientras seguía follándome a Susi. Hice que mi amiga se diera la vuelta y se pusiera a cuatro patas para empezar a encularla.

—Ve con cuidado, Dani… me vas a romper el culo con ese empalme que llevas —dijo con la voz pastosa.

—Y bien que te va a gustar que te lo rompa —le dijo Ele, acercándose y besándola profundamente.

Ambas se rieron. Ele soltó saliva en mi polla, después de darle un par de profundas chupadas absorbiendo el sabor del coño de la chica, para después conducir mi polla, mientras me besaba a mí, dentro del culo de ella. Había lamido resueltamente el ano y pulsado sobre él con los dedos, haciendo gemir a Susi cuando metió un par de dedos y masturbándome a mí a la vez.

—Ufff… voy a reventar, prima… déjame que la encule ya… —le pedí.

Ele sonrió.

—Solo si prometes que a mí también me encularás…

—Hecho —concedí.

Apreté más la polla, hinchada por la presión de Elena, y empecé a entrar en el culo de Susi.

—Ohhh… jo… der… síiiii… ufff… ten cuidado, cuidado, duele, dueeeleeeeaaaahahhhhh diosssss…

Escuché la risa gutural de Elena que, detrás de mí ahora, agachada, había colocado una almohada en las piernas de Susi para alcanzar a lamerme los huevos y la polla mientras lo hacía. El coño de mi amiga goteaba y le caía en la lengua a mi prima a la par que yo sentía en cada enculada cómo esa misma lengua se paseaba por mis huevos, tirando de ellos, chupándolos, recorriendo el tronco de mi polla cuando quedaba al descubierto al retirarla. Sus manos jugueteaban también conmigo, con mi culo, me acariciaban y sentí que uno de sus dedos entró osadamente. Lejos de desagradarme sentí que mi erección se endurecía aún más, si eso era posible.

—Aaaaaaah… —se me escapó el gemido.

—JOOODEEEER QUE ME ROMPEEEESSSSS… —gritó Susi tirándose de las nalgas para abrir más el culo.

Aquel círculo de carne estaba siendo horadado sin piedad y mi prima no dejaba de inventar maldades.

—Me… corroooo… —dije en un gemido entrecortado sintiendo la presión de mis huevos por aliviar su carga.

—AAAAAAH… —Susi se corría también pero esta vez por el culo, dejándome sentir sus espasmos en toda la polla.

Y descargué. Un chorro kilométrico de semen inundó el culo Susi, agarrándome a sus nalgas como si me fuera la vida en ello, espasmo tras espasmo, sintiendo oleadas y cómo mi cadera presionaba más hacia dentro, sensaciones además, incrementadas por los lametones de Ele en mis huevos y perineo. Tenéis que probarlo: os correréis el doble. Al menos a mí me pasa.

La tarde languidecía. Yo había tomado un descanso hacía una hora para picar algo mientras el sol se ponía y las sombras tomaban el salón. Habíamos encendido algunas luces. Susi y Ele habían estado tonteando un buen rato, masturbándose, rozándose. Era como si hubieran despertado un hambre imposible de calmar y que las llevaba a investigar sus cuerpos continuamente. Se besaban, chupaban, tocaban. Susi mordía los pezones de Ele mientras ella no dejaba de meterle los dedos en el coño, en el culo, respondiendo a sus lengüetazos.

Pero cuando ya estaba más repuesto y, sentado, desnudo, las contemplaba frotando sus coños, repararon en mí, viendo lo durísima que se me había puesto. Por supuesto la cámara rodaba y aquello me proporcionaría muchas tardes de placer solitario… qué equivocado estaba.

No tardaron ni diez minutos en estar compartiendo besos y lametones en torno a mi polla, turnándose para lamerme el perineo y los huevos mientras la otra me chupaba toda la extensión del tronco de mi polla. Se mezclaban sus salivas, sus lenguas, la cavidad caliente y profunda de sus bocas. Ele se acabó levantando.

—Me toca, primo. Fóllame, pero no te corras en el coño, quiero que lo hagas en mi culo, como con Susi…

—Copiona —le dijo esta dándole un cachete en las nalgas que la hizo gemir.

Me cabalgó la polla un buen rato con el coño, Susi ocupada en mis huevos, o subiendo para besarnos a los tres, sobando las tetas de Ele y dándomelas, tirándole fuerte de los pezones. Elena se acuclilló un poco en el sofá para abrir bien el culo y dirigir con ayuda de Susi mi polla en su culo. Otra vez la delicia de sentir su esfínter abrirse a mi paso y cómo abrazaba la polla al cerrarse en torno a ella. Se abrazó a mi cuello y empezó a gemir en alto, alocada, perdiendo el control. Susi se puso tras ella, la besaba profundamente y conforme se acercaba al orgasmo, la cogió del cuello. Ele abrió la boca y Susi dejó caer saliva en ella que mi prima tragó, borracha de sexo; y empezó a apretarle el cuello. Ele sintió los orgasmos que se le sucedieron y que reverberaron en torno a mi polla. La asfixia la ponía malísima, duplicaba su excitación y orgasmo tras orgasmo empezaba a perder casi la consciencia. Aquello me disparó a mí, apreté sus nalgas, me levanté sin dejar de sodomizarla, la tumbé en el suelo y le propiné los empujones más fuertes que pude mientras me corría dentro de ella. Ele casi no podía gemir en voz alta, los ojos vueltos, la boca entreabierta que Susi aprovechó para pasar su coño por ella y recabar un orgasmo mientras yo me vaciaba en su interior.

Las horas pasaron y tuvimos varias sesiones más, al menos hasta donde a mí me dieron las fuerzas pero supliendo también los momentos de cansancio con trabajos más… bucales.

Cerca de la media noche, algo borrachos de vodka con naranja, estábamos tirados en el sofá. Yo masajeaba y de tanto en tanto chupaba los pies de Susi, que me gustaban; fetiches que tiene uno. Eran pequeños y delicados, tanto como me gustaban los de mi prima de dedos más largos y con un anillo en uno de los dedos.

Hablamos de todo un poco. De la universidad, de más sexo, otros formatos de trío, echando de menos no tener un strapon que ellas pudieran usar.

Fue una noche de sexo muy intenso, divertido, excitante, y que se repetiría más pronto de lo que creíamos. Susi se quedó tres días con nosotros y tiempo después quedamos para vernos algunos fines de semana durante el curso lectivo. No nos queríamos despedir, y no lo hicimos: lo preparamos todo para vernos más a menudo y practicar más cosas.

Pero eso son otras historias.

Esta que acaba es la de aquel verano, que fue tan excitante como maravilloso.