Verano con mi prima Becky - I

Esta es la historia del verano en el que mi prima Becky me enseña muchísimas cosas que los chicos que empiezan la pubertad suelen ignorar... Todo lo que disfruté y lo que aprendí para aplicarlo con otras chicas, se lo debo a ella. Esta es nuestra historia y la de aquel verano irrepetible.

Esto ocurrió cuando tenía 17 años. Yo vivía tranquilo con mis padres, un padre muy atento y genial y una madre que más cariñosa no podía ser. Tuve una infancia muy feliz, y la recuerdo a menudo. Sobre todo un recuerdo que me asalta cuando estoy solo en cama. Y me pone muy cachondo.

Estábamos en verano y hacía un calor de justicia. Mi prima, de diecisiete años, nos venía a visitar con sus padres, mis tíos. Los dos eran geniales y cuando estaban con mis padres se lo pasaban genial. Pero este año había un problema.

Hasta ese año yo había tenido camas gemelas, ya que previsoramente, mis padres habían comprado dos camas por si tenían dos hijos. Al final solo me tuvieron a mí, pero las camas se quedaron igual. La segunda cama la usábamos para poner ropa del día siguiente, etc. Como mesa supletoria y terreno de juegos (a riesgo de dañar el edredón). Ese año, era distinto. Yo crecía, cada vez más, y mis padres decidieron prescindir de la segunda cama, regalarla a unos amigos, y a mi ponerme una cama más ancha y larga para el estirón que seguro estaba dando.

Hasta ese año, cuando venía mi prima, dormía en la cama gemela. Siempre jugábamos juntos, hablábamos y lo pasábamos muy bien. Todo lo que podían pasarlo bien un chico y una chica cuando se llevan tres años y apenas tienen nada en común. No estábamos en la misma onda, pero nos llevábamos muy bien. Mis tíos nos saludaron, mi prima me abrazó y dijo que estaba creciendo mucho. La verdad es que ella era bajita y yo ya la igualaba, y eso que me llevaba cuatro años. Iba a ser alto para mi edad, eso seguro.

Mis tíos no habían estado desde el verano pasado, y siempre se quedaban un mes o incluso dos, dependiendo de las vacaciones de mi tío, que ganaba mucho dinero y podía permitírselas. Vieron los cambios y se notaba que les habían gustado. Mi madre aparte de la habitación había puesto alfombras, moqueta, un extractor, calefacción… Habían ahorrado bastante y dijeron que era el momento. Y mejor hacer las reformas todas juntas.

El caso fue que mi prima traía su maleta, y ya se disponía a dejar las cosas en mi habitación. Por el armario nunca hubo problema, mi prima era un poco caótica y tenía toda la ropa en la maleta, la cual sacaba y volvía a guardar según sus necesidades sin orden ni concierto. Ella había cambiado. Tenía más pechos, aunque nada exagerado. Se había cortado el pelo y se había puesto un piercing en la oreja, arriba del todo. Su ropa parecía igual que siempre, vaqueros gastados y camiseta estampada. Cuando me revolvió el pelo y me sonrió vi que era igual que siempre, solo había cambiado un poco su aspecto. Aunque me miraba de una forma especial, como con más cariño. Quizá ella me veía como un niño, ahora que ella ya no lo era tanto.

Al entrar en mi habitación, se paró y quedó con la boca abierta.

  • Tía Mari! Y mi cama?

  • Ah… se me olvidó decírtelo, hemos cambiado la cama para una más ancha y larga para Dani que está dando el estirón. – Mi madre se colocó detrás de mí y me abrazó. – Ha crecido tanto que es hora de cambiar. Siento que ya no tengas tu cama gemela… Pensaba en que podíais compartir cama, pero si no quieres, tenemos un colchón hinchable que puedes poner en el salón. Es muy cómodo y lo puedes poner en el salón sin problema.

Mi prima estaba asimilando la información. Entonces sonrió y dijo:

  • Que va, tía Mari, duermo con este grandullón, si él quiere! Como podría estar aquí yo sin hablar con este meloncito todas las noches y hacerle cosquillas? – Dejó la maleta en el lado derecho de la cama, ya que yo entraba por el izquierdo, el más cercano a la puerta.

Yo no pude reprimir un guai! Ya que la idea de dormir con alguien nunca la había pensado. Solo pensaba en que podríamos jugar mucho mejor antes que saltar de cama en cama, que también tenía su atractivo. Ella me abrazó.

  • Bien! Así me gusta primito! Joder, que alto estás, normal que te cambien la cama. Además, a mi también se me quedaba un poco estrecha, así estaremos mejor. Gracias tía.

  • Nada Becky, a ti! – Se fue con mi tía a comentarle que lo de la cama estaba solucionado y que tenían unos hijos geniales etc, etc. Becky (para mi era Rebe, a ella le gustaba mas según me había confesado) me guiñó un ojo, me dio una palmada en el culo y se fue al baño. No sabía porqué, pero ella me gustaba mas que de costumbre. Y su palmada mas aun.

El resto del día lo pasamos fuera de casa, entre risas y atracciones de una fiesta cercana. Era una fiesta medieval y lo pasamos genial. A la noche, cuando ya todo estaba acabado, volvimos a casa de madrugada. Todos iban contentillos, porque bebieron sus mojitos y sus vinos, que yo me empeñaba en probar y de los que solo me dieron un sorbo de mojito que me encantó. Mi prima le dio a los mojitos, porque mis padres tenían la idea de que subían menos que el vino, y la dejaron beberlos. Poco sabían ellos que los mojitos subían mas si tomabas muchos, con lo cual mi prima iba bastante contentilla, aunque se le iba pasando poco a poco. No soltaba el móvil, que era lo que yo mas envidiaba en este mundo, tener un móvil. Me fui al baño a lavarme los dientes y a ponerme el pijama.

El resto hizo lo mismo, siendo la última Rebe por andar con el móvil de aca para alla. Aunque notaba que su cara se iba mudando y se ponía seria. Yo me puse en cama porque la verdad es que estaba cansado, mis padres y mis tios ya estaban en sus habitaciones y yo arrimé la puerta, me puse en mi sitio de la cama, arrinconado un poco a la derecha, para que Rebe tuviese sitio. La lamparita encendida hasta que ella regresas

Ya estaba con los ojos medio cerrados cuando ella vino con su “pijama”. En realidad estaba con lo que ahora se que se llama coulotte y una camiseta de algodón larga que le tapaba lo justo. Yo también tenia un pantalón corto sin nada debajo (siempre duermo sin ropa interior) y una camiseta en la parte de arriba. Tapado solo con sábanas y cobertor. Hacía calor, y seguramente habría que quitar el cobertor cuando molestase, pero a veces refrescaba en la madrugada y se agradecía.

Ella miraba su móvil, y se notaba que había llorado.

  • Te pasa algo Rebe?

  • No… no te preocupes, no es nada, apaga la luz vale? Estoy cansada y mejor hablamos mañana - Me sonrió, para mi siempre tenía una sonrisa en el rostro.

  • Como quieras… yo también estoy bastante cansado… - Como para demostrar la afirmación, bostecé con ganas (a esa edad yo aun creía que cuando una mujer decía “no me pasa nada” era cierto). – Ella se le escapó una risita al verme.

  • Anda, a dormir… Si hasta cuando bostezas estás muy guapo.

  • Ya… guapo yo… pero gracias. Tu si que estas guapa, me gusta tu nuevo look (una nueva palabra que había aprendido y usaba para ser guai).

  • Tu sí que sabes animar a una chica. – Se acercó, me dio un beso en la mejilla y apagó la luz. – Anda, a dormir. – Estábamos totalmente a oscuras y yo notaba que se metía en la cama y se acurrucaba en su lado. Había un brillo blanco que venía de su lado, y yo sabía que era el móvil. Poco me importó. Me dormí al instante.

Soñé con la medieval, que yo era un caballero y tenía una armadura enorme. Lo típico de las películas. Entonces me desperté lentamente, y al darme la vuelta, escuché un ruido. Agudicé el oído. Sentía unos hipidos, como si alguien estuviese llorando. Me giré en la cama y vi a Rebe llorando mirando a su móvil.

  • Pe… perdona… t… te he despertado Dani.

  • Oye, que te pasa? Estas llorando Rebe… No importa que me hayas despertado, yo me duermo fácil. Que te pasa? – Ella me miró.

  • Pues que soy imbécil! – Apagó su móvil y lo tiró hacia la maleta abierta encestando perfectamente entre dos pantalones. Lagrimones le caían por la cara, mientras ella se los limpiaba. Me parecía que aun había algo de niña pero ya no tanto. Yo nunca había llorado llamándome “imbécil”.

  • No eres imbécil. Si quieres hablar… pero no llores. – Mi voz era un susurro.- Nos van a oír… Vamos, estas fea cuando lloras. – Si, consolando a las chicas yo no era ningún portento. Ahora estábamos en la oscuridad total. – Vamos… ya no te veo la cara, pero sé que lloras. Échate y hablamos si quieres

Sorprendentemente, ella me hizo caso. Se tapó hasta el cuello. Hablamos, uno al lado del otro, yo la acariciaba con una mano en el brazo, en el interior. Siempre le había gustado y relajado. Ella me contaba que la gustaba un chico pero que había visto en Facebook fotos de el con otra pasándolo en grande. Tenía celos y había llorado.

  • Vamos, el se lo pierde. yo no tendría ninguna duda de a quien elegir. Nadie mejor que tu, guapa y lista y con estilazo. – Lo decía seriamente y de corazón y ella debió notarlo.

  • En serio lo piensas? no es por consolarme?

  • Para nada. Ya vendrán otros, además seguro que tiene pinta de tonto. – Ella se rió por lo bajo.

  • Bueno… un poco si. – Se rió mas, callando para no ser escuchada. Al parar dijo – Aunque la tonta soy yo fijarme en el. Tienes razón, fijo que los hay mejores. El curso que viene pasaré de el y este verano igual. Muchas gracias por escucharme. Se acercó. Me besó en los labios con dulzura. Su aliento fresco por la pasta de dientes y la situación me sorprendieron mucho.

  • Rebe… - Me había quedado sin palabras y completamente rojo. Era la primera vez que una chica me besaba en la boca! Aunque fuera por accidente.

  • Oh dios mio… lo siento… quería besarte la mejilla… - Nos quedamos callados medio minuto. Yo estaba asimilándolo. Entonces ella habló. – Ha sido tu primer beso con una chica?

  • Pues… sí… Bueno, ya sabes, mis amigos hablan y dicen que lo hacen pero yo no les creo. Creo que me acabas de convertir en el primer chico besado por una chica de mi grupo

  • Oh… siento que haya sido yo la primera, siempre es mejor con alguien que te gusta… Alguna chica de tu clase

  • Alguna hay… Pero bueno, a decir verdad… Tu me gustas. Me alegro que me hayas dado un beso por error y que seas la primera que lo haga.

  • Bueno… no digas eso, no fue por error, quería dártelo en la mejilla por ti… pero a mi no me importaría besarte en los labios… ha sido guai. – Nos quedamos callados otro minuto, tanto que pensé que se había dormido cuando me dijo – No quiero que te vayas a dormir pensando que ha sido por error. Quiero besarte y que yo sea la primera que besas porque quieres.

  • Si quieres… a mi me gustaría mucho. Estoy nervioso la verdad. Ahora que se que va en serio… - de hecho mi pene estaba casi totalmente erecto. yo me masturbaba a veces, hacía poco que había empezado, pero lo hacía casi como necesidad biológica, cuando veía que estaba solo. Aun no me corría.

  • No sabes lo que me alegra eso. Ven aquí. – Sus manos se posaron cada una en una mejilla. Se acercó a mí. Quedamos a un centímetro de distancia labio con labio.

Entonces lo hizo, me besó. Lentamente, nuestros labios se unieron y nos quedamos parados, saboreando el beso. Ella puso la puntita de la lengua y mis labios se abrieron un poco. Nuestras lenguas se acariciaron lentamente. Yo no sabía lo que debía hacer, asi que me dediqué a mover un poco mi lengua con la suya. Mi pene estaba totalmente erecto, pero gracias a dios que no la estaba tocando ni estábamos muy próximos en esa zona. Ella me acariciaba mientras me besaba. Nos separamos lentamente, pero yo advertía que ella era reticente a separarse del todo. Me dio un besito rápido en los labios y quedamos en silencio.

  • No digas nada, has estado genial. Besas muy pero que muy bien. – Los susurros de Rebe en mi oreja me hacían estremecer. – Que tal si te das la vuelta y me dejas dormir abrazada a ti

  • Claro… - Me di la vuelta y ella me abrazó. Notaba sus pechos en mi espalda y mi erección no podía ser mayor. Mi mano intentó acomodar mi pene en vano. Mi calzoncillo era una tienda de campaña perfecta.

  • Que bien se está… Nunca he dormido abrazada a nadie, gracias… - Entonces, ella pasó una pierna por encima de mí. Sin querer, su pantorrilla tocó mi pene, que saltó como un muelle y volvió a su postura original. Yo me quería morir, quería que me tragara la tierra. Mi cara se había congelado en una expresión ridícula. Su brazo, que tenía en mi pecho, me abrazó mas fuerte por la sorpresa.

  • Yo

  • Shhhh… - Su mano me tapó la boca. – No digas nada… te pusiste así por mi y por nuestro beso, verdad?

  • S… si

  • No te preocupes… cierra los ojos y estate calladito vale? Que no te vayan a oir los tios que están al lado… - Su boca susurraba en mi oído, mientras su mano bajaba de mi boca, recorriéndome el cuerpo hasta llegar abajo. Me tocó por encima del pantalón, acariciando con sus dedos la forma de mi pene apretado contra la ropa interior. Mientras me acariciaba, su lengua recorría en círculos mi cuello, parando para chuparme mi lóbulo de la oreja. Nunca me había sentido así, solo podía cerrar los ojos y suspirar. – Estoy segura de que te gusta… - Solo pude decir mmmm… como respuesta. Su pierna acariciaba la mia, suavemente… Su mano empezó a tirar del calzon hacia abajo, hasta que mi pene saltó como un resorte.

Mi prima lo atrapó entre sus dedos, agarrándolo bien pero con suavidad. Empezó a recorrerme de arriba abajo.

  • Tu… haces esto tu solo? Cuando nadie te ve? Te acaricias… - Me lamía la oreja en cada pausa… - Te acaricias hasta que te viene el gusto verdad?

  • Si… siempre solo… desde hace poco

  • Me dejas que te lo haga yo esta noche?

  • Ah… por favor…- Como toda respuesta, mi mano se posó en la suya, dándole ritmo a lo que me estaba haciendo ella. – Ella paró y cogió mi mano. La posó sobre su culo, dándome a entender que se lo acariciase. Yo lo hice, estaba en el cielo. Su mano volvió a mi pene, acariciándomelo mientras ella me lamia. Notaba que su otro brazo se movía, pero no sabía a donde. Lo notaba moverse de vez en cuando y que me rozaba mi espalda. Su mano aceleró un poco mas, mientras ella me lamía el cuello. Estaba a punto de “correrme” aunque nosotros en aquel tiempo lo llamábamos “venirnos el gusto”. Mis espasmos cada vez eran mas fuertes y ella me pajeaba mas rápido. Oia sus suspiros en mi oreja cuando de repente me dijo.

  • Cu… ah! … cuando te vaya a venir el gusto, apriétame el culo vale? – Yo asentí, y cuando llevábamos medio minuto más así, me corrí. Mi mano no apretó su culo lo máximo que pudo, y yo notaba que ella me mordía el cuello, suspirando y gimiendo sin parar. Su cuerpo se pegó al mio y su mano, que estaba bajo su coulotte, se pegó a mi culo, y se restregaba sin parar. Su mano lentamente continuaba meneándomela, en los últimos latigazos del orgasmo mas intenso de mi vida.

  • Eso es… yo también...

Escuché los gemidos de su orgasmo, mientras se pegaba a mí y me apretaba el pene...

  • Ahhhh... Dios... - Su cuerpo seguía temblando, se estaba corriendo intensamente, su mano se movía mucho más lentamente, pero no paraba de frotarse. Enterró su cara en mi cuello, mientras escuchaba muy de cerca sus gemidos y suspiros...

De repente escuchamos ruidos y vimos que se encendía una luz. Nos asustamos, su mano apretó mi pene fláccido y fingimos estar dormidos, pero por lo que oíamos, era mi tio que se había levantado al baño... Entonces Becky me susurró:

  • Te has portado muy bien, tienes que prometerme que no dirás nada de esto a nadie... y si te portas bien, quizá lo repitamos o hagamos otras cosas... Estás de acuerdo? - Sus manos me acariciaban de nuevo el pene, y sobre todo los testículos, con una suavidad increíble. - Que me dices?

  • Sí... será nuestro secreto, no pienso decir nada. - Por nada ni nadie revelaría yo nuestro secreto, quería aprender mucho más y hacer más cosas como esa...

  • Entonces, hecho, pero tienes que hacer todo lo que yo te diga, entiendes?

  • Sí. - Lo dije de forma resuelta y creo que a ella le gustó.

  • Entonces, a dormir... Va a ser un verano muy interesante. - Me dió un beso en el cuello, se giró y nos pusimos a dormir. Aunque yo aún tardé un poco, estaba emocionado de pensar en lo que me iba a deparar este verano con mi priba Becky.