Verano con Isabel
Os cuento lo que ocurrio con mi prima y su ropa aquel verano en que coincidimos en casa de los abuelos...
Me voy a presentar, me llamo Carlos y aunque ha pasado ya un tiempo voy a contar mi aventura de aquel verano en que suspendí y mis padres me enviaron al pueblo con mis abuelos para que estudiara todo el verano y pudiera presentarme a las recuperaciones de septiembre.
La diferencia era grande, de ir a la playa con mis primos a pasar el verano en un pequeño pueblo sin apenas ambiente y vigilado por mis abuelos había todo un mundo.
La primera semana la pase estudiando bastante, total no había otra cosa mejor que hacer, apenas alguna actividad como irse al arroyo a darse un baño en el agua helada, además los chicos del pueblo y yo tampoco congeniábamos demasiado.
La segunda semana llegaron las novedades, primero llego mi prima Isabel que como yo había estudiado poco y a la que también habían encomendado a mis abuelos. Isabel tenía un año más que yo 19, por supuesto no me hacía mucho caso y mucho menos como chico, para ella era un crio, a ella por lo visto le gustaban los chicos más mayores.
Por supuesto yo no me resigne a no aprovechar de alguna manera el que ella estuviera allí conmigo, no sabía muy bien cómo hacer, unos días después mi abuela hizo la colada, allí estaba la ropa de todos, pero ahora además había unas cuantas braguitas de Isabel colgadas de la cuerda, algún sujetador y alguna prenda más.
Me fije en que la abuela, esperaba a poner la lavadora a que se llenara las cestas de la ropa sucia, la que tenían ellos abajo y la que compartíamos mi prima y yo arriba, por lo que lavaba lo que cabía en la lavadora y quedaba siempre alguna prenda para la siguiente vez, así que se suponía que si ella no te devolvía la ropa limpia, estaba en el cubo.
Es misma noche me deslice sin hacer ruido hasta el aseo del primer piso donde estaban nuestras habitaciones y metí la mano en el cesto, observe que mi prima hacia una bola con las bragas que se quitaba y las metía por un lado para que no quedaran a la vista, se había duchado justo antes de acostarse, metí la mano y no sé si fue sugestión pero me dio la sensación de que aún estaban calientes.
Me fui con mi trofeo a mi cuarto cerré la puerta y me lleve las bragas a la nariz, umm, que aroma más delicioso las abrí y allí están los restos de su flujo apenas visible pero con un aroma y luego comprobé, con un sabor delicioso, me desnude y me las puse, aun me excite más y me masturbe con ellas, me gustó tanto la sensación que no me las quite para dormir.
Aún quedaban más novedades, otros tantos días después mi abuelo fue al médico y lo dejaron unos días ingresado en observación, nada grave, pero el caso es que todos los días la abuela se desplazaba hasta la ciudad donde estaba el hospital para estar un rato con él, entre viaje y visita el resultado era que la abuela pasaba gran parte del día fuera y pensé que si le echaba imaginación a aquello también podía ser una oportunidad para sacar algún provecho de la situación.
Yo ya me había fijado en que el baño que estaba abajo, el de arriba era un simple aseo, tenía como todas las pertas de la casa una cerradura, que con el paso del tiempo como casi todas las puertas ya no funcionaba y no tenía la llave puesta, era una de estas como las de los armarios que al quitarla deja un hueco de varios milímetros, pero como estaban los abuelos me daba miedo ponerme a mirar por si me pillaban.
Esa misma tarde mi prima entro a tomarse su ducha diaria, yo enseguida cerré todas las puertas del pasillo para que desde dentro solo se viera oscuridad por la cerradura y no se notara que algo impedía que pasara la luz a través de ella. Como medida de precaución también estere a oír el agua en la ducha y así evitar que mi prima saliera a por algo que se hubiese olvidado.
Nada más mirar me la encontré solo con unas braguitas comprobando que el agua estuviese caliente, tenía un cuerpo delicioso, con las braguitas aunque fueran normales estaba muy sexi, enseguida de las quito y se dio la vuelta para dejarla en el montón de la ropa que se había quitado, que decir de lo que sentí con 18 años, sin haber visto nunca una mujer desnuda al ver a Isabel con sus preciosas nalgas, sus tetitas con los pezones tiesos y esa mata de pelo que le tapaba el chochito… me puse nerviosísimo y excitadísimo, no pude evitar tocarme, pero no quería perder detalle, cuando se metió en la ducha a través dela cortina se la veía como se lavaba los pechos la entrepierna… uff, estaba que no podía más.
Ni que decir tiene que no veía la hora de que se acostara y coger aquellas braguitas que le había visto puestas para saborearlas y ponérmelas, para masturbarme con aquella visión…
Estaba borracho de lujuria, durante varios días lo mismo, mi prima se metía en la ducha y yo la observaba desnudarse, me excitaba cuando la pillaba aun con el sujetador puesto y ella echaba las manos para atrás y dejaba sueltas sus tetitas, pequeñas pero tersas y siempre con los pezones tiesos, después se agachaba para dejar la prenda, al levantarse las braguitas tendían a adentrarse entre sus nalgas, no sé porque siempre metía el dedo entre el elástico para sacárselas de allí justo antes de quitárselas, supongo que la costumbre, pero a mí me ponía malo.
Como mi abuela no hacia la colada muy a menudo no había prisa, ya no cambiaba una bragas por otras, me ponía unas y mientras me masturbaba como un mono olía y saboreaba las que se acababa de quitar, que identificaba sin problemas porque se las había visto puestas, dormía con unas completamente descapullado, me gustaba el tacto de aquel algodón en el capullo y las otras las metía debajo de la almohada para olerlas nada más despertarme, era feliz…