Verano campestre
Mis calurosos días de verano... (trío)
VERANO CAMPESTRE
En ese entonces tenía 13 años y vivía en una pequeña ciudad donde trabajaban mis padres, pero ellos dedicaban el fin de semana a visitar el campo y atender todos los quehaceres. Yo en cambio en las vacaciones de verano prefería quedarme toda la semana en el campo me gustaba mucho la naturaleza y en fin el poder estar alejado de mis padres...
Una de las cosas que me entretenía mucho, era escuchar las historias de Antonio un paisano de unos 53 años, gringo, de cuero curtido pero de buen físico y ojos azules que lo hacían muy atractivo, Antonio era el puestero del campo. Nos habíamos hecho muy amigos ese verano, y él atento a mi edad, solía contarme relatos eróticos o prestarme revistas pornográficas. En ese entonces no me era relevante mi sexualidad, pero solía ir a la casilla de Antonio en la oscuridad de la noche para verlo desnudarse a través de la ventana o dormir en calzoncillos me excitaba mucho. Antonio, aunque pretendía no darse cuenta percibía mi presencia, a veces se masturbaba en su cama para ver mi reacción, la cual era correspondida por mi desde la oscuridad masturbándome yo también, pero nunca me animé a entrar en su habitación. Antonio solía recibir a una amigo "Alejo" más o menos de su misma edad, era de un campo cercano. Por lo general se juntaban emborracharse y yo participaba escuchando sus historias y riéndome de sus curdas. A estas alturas debo confesarles que a la siesta me internaba en el monte me desvestía y me daba fabulosas pajas en los lugares más extraños que encontrara pensando las cosas que haría con Antonio y su amigo si se diera la oportunidad...
En una noche de calor, con un brisa fresca se juntaron estos dos amigos a tomar y relatar sus historias que siempre me dejaban muy caliente y esto debe haber sido evidente, ya bastante borracho entre risas y jueguitos Antonio le comentó a Alejo delante de mi que me gustaba verlo desnudo desde la oscuridad "a este chiquito le gusta verme en bolas desde la ventana" lo que blanqueaba la situación, yo me quedé perplejo, un poco asustado, un poco furioso, angustiado. Por unos segundos, se volvieron a escuchar los ruidos de la noche, hasta que Antonio viendo mi incertidumbre trato de calmarme diciéndome... "esta todo bien, querés vérmelo ahora? a lo que Alejo respondió amasándose el bulto con cadencia y Antonio no esperó mi respuesta, el asunto al parecer nos había puesto calientes a todos porque Antonio en un segundo se acomodo frente a mi de pié y saco un descomunal verga bien parada... "esto queda entre nosotros" dijo..., con su pene rozándome los labios, así que sólo abrí la boca y no pude hablar por unos minutos.
El miedo y la calentura despertaron en mi un éxtasis profundo y desenfrenado, Alejo se acercó y empezó a desvestirme, mientras me masturbaba y metía sus dedos ensalivados suavemente en mi ano. Sentía miedo de lo que iba a pasar pero en la realidad el goce era mucho mayor al que tantas veces había imaginado... de a poco tanto Antonio como Alejo fueron quedando desnudos y el roce frenético de sus cuerpos con el mío impedía mi negativa a cualquiera de sus acciones, tenía todo lo que había imaginado y mucho más, de a uno se turnaron para abrir mi pequeño agujerito y para que les proporcionara unas mamadas descomunales, hasta que Antonio me puso de rodillas y mientras masturbaba de frente a Alejo sentí penetrar el inmenso pene de Antonio que me hizo estallar de placer... una vez que mi agujerito estuvo listo tanto Antonio como Alejo se turnaron para mantenerlo ocupado y cada vez más dilatado, hasta que Antonio acabó en mi espalda y cayo rendido junto a mi mientras Alejo se preparaba para las embestidas finales, me acosté de espaldas sobre el pasto y puse mis pies sobre sus grandes hombros y mientras me embestía con más fuerza y más rapidez mi ojos revelaron instantáneas del momento... los gemidos de Antonio junto a mi, el calor del fuego y de Alejo dentro de mi, la brisa, la cara de Alejo en su máxima expresión de placer hicieron estallar chorros de semen de entre mis manos que se juntaron en mi pecho con los de Alejo al unísono... lo demás, fue volver a escuchar el ruido de la noche mezclado con jadeos sofocándose bajo miles y miles de estrellas.
Esta demás decir que las siestas en el monte y mis caminatas a oscuras hacia la casilla de Antonio ya tuvieron otro sentido...