Verano caliente V
Nunca había dado con un grupo de tíos tan viciosos. Eso unido a lo aprendido al satisfacer a Nico hace que pase el verano más caliente de mi vida. (Más que sexo convencional: sumisión, fetichismo)
Día 10.
-Creo que necesitaré un día de descanso-. Estamos de acuerdo en que no es la forma de despertarse ¿verdad?. Estoy muerto, exhausto. Malcomo algo y vuelvo a la cama.
A media tarde el francés me invita una fiesta en la piscina. Van a subir bebida. Es lo último que me apetece. Sigo en la cama y me quedo dormido.
Cuando despierto ya es de noche cerrada. Miro el teléfono lleno de mensajes del francés. Algunos con fotos enseñando sus culos, una hora después enseñando el rabo y con más cara de borrachos. Es la una y ya hace tres horas de las fotos. -¿Pregunto si todavía están?- El sueño me ha hecho sentirme fresco. Rápidamente me contestan que suba.
Una ducha rápida y subo a la piscina. Me los encuentro al final medio a oscuras. Dos están de pie y no doy crédito de lo que veo. El escocés se está follando al francés que es gay y supuestamente fiel.
Me acerco y por la conversación veo que están borrachos todos. Se quedan quietos al verme y después siguen cada uno con lo que estaba. Me alegro que por lo menos el francés se llevase la follada que andaba buscando.
El inglés y el egipcio se sacan el rabo y comienzo a mamar. Veo como el francés pierde la mirada con cada estocada que le pega el animal de escocés. Alguno me coge por la nuca y me lleva hasta la parte de atrás de la hamaca. Ahora los veo follado a cuatro patas. Lamo la polla entrando y saliendo de su culo. También los huevos cuando puedo, porque la follada es fuerte.
- Nos pusimos a beber y después a hablar de ti. Así que les conté nuestra conversación y mis ganas de follarlos- El francés mientras le rellenaba el culo me contaba como se hizo puta para sus amigos.
El escocés comienza a bufar como un loco lo que anticipa su orgasmo. Le toco los huevos y el culo que está sudado por la follada para estimularlo. Sus pelotas se mueven para expulsar su leche dentro del culo peludo del francés.
Le saca la polla y de rodillas sobre la hamaca me la pone delante de la cara. Le miro y recuerdo como el día anterior me hizo beber su meada. Le mordería la polla pero el miedo y el vicio hacen que saque la lengua y se la limpie mirándole a los ojos. Sabe a culo, a leche y a sudor. De su frente caen gotas de sudor que acaban en mi pecho y después vuelven a caer sobre mí. Las extiendo por mi pecho. Me gusta sentirme lleno de su sudor.
Todavía la tiene morcillona pero ya la tiene limpia. El inglés toma el lugar de su amigo. Me agacho para ver la estocada. Su nabo entra sin problemas con la lubricación del escocés. Mete y saca a toda hostia. Se le ve algo incómodo de follarse a su amigo aunque la borrachera y el calentón pueden más. Su rabo brillante entra y sale. El ojete del francés se queda abierto hasta recibir una nueva estocada. Gime como un perro cuando le mete la polla hasta el fondo.
Le pide a su colega que se quede quieto y el inglés le hace caso. Veo como le tiene metido el nabo hasta chochar sus pelotas con el culo del gabacho. Parece que le está apretando el rabo con los músculos de su culo por los gemidos que pega. El francés deja caer su cabeza manteniendo el culo en pompa e invitando al otro a seguir metiendo. Le da una buena follada continua de cinco minutos y se corre. Su polla comienza a bajarse y yo le paso le lengua llegando del ojete de uno a las pelotas del otro. La saca. Tiene el rabo lleno de leche. Me lo ofrece. Lo lamo con fruición y le miro de vez en cuando para ponerle cara de vicioso. Limpio alguna gota que hay en su muslo y me acerca su mano. Los dedos están llenos de leche. Meto mi lengua entre ellos hasta limpiarle toda la leche. Me pone cara de asco y me lanza un lapo que choca con mi labio superior. Saco la lengua y me relamo.
Me pongo boca arriba y me coloco bajo el rabo del francés que sigue a cuatro patas ofreciendo su culo. El egipcio toma posiciones. Su nabo oscuro y sus pelotas se ponen sobre mí ante el agujero de su colega. El francés me mete la polla en la boca justo cuando a él le comienzan a taladrar. Con cada envestida del morito la polla del francés se me clava en la garganta. Por un momento pierdo la polla fuera de mi boca. Veo entonces que la del egipcio se sale del culo y se dirige a mi boca. La abro sin pensar hasta sentir su inconfundible olor a macho y el sabor de la leche que el francés acumula dentro. Se la vuelve a enchufar y yo hago lo propio mamando rabo como un loco. Gritan y jadean. El francés me llena la boca mientras le siguen taladrando a tope. Se me sale la leche de la boca. Saco el nabo lo relamo y me lo meto otra vez en la boca. Me quedo quieto para sentir como todavía se la están clavando en el culo. Su nabo se deshincha lo que me facilita lamerlo despacio.
Nuevo gemidos y el moro le da leche en el culo al francés.
Sin cambiar de posición el moro saca el nabo de su colega y me lo mete en la boca. Esta pringoso y sabe a sexo y vicio. Veo como los otros dos me miran fumando y diciendo alguna cerdada de vez en cuando.
Se levantan y me quedo mirando boca a arriba en la hamaca. Respiro profundo de la excitación. Se colocan de pie a mí alrededor. Veo sus nabos colgando en una imagen propia de una peli porno.
Me pajeo y los miro. Alguno me lanza un lapo que me cae en un ojo provocando la risa del resto. El francés se sube a la hamaca y pone su culo sobre mi cara. Se queda quieto y es fácil adivinar sus intenciones. Su ojete peludo está abierto por las folladas que le han pegado. Comienza a salir leche de sus tres colegas. Los otros animan con canticos y yo lamo el ojete recogiendo su leche. Saco la lengua para enseñárselo y me llaman de todo pero les gusta. Sigo recogiendo leche del culo del niñato. Se sienta en mi cara y le meto la lengua saboreando diferentes sabores reunidos en su culo.
Se levanta y le veo como me miran la cara llena de leche. Tienen las pollas flojas pero no se les va la mirada de vicio.
El puto escocés que es un cedo de campeonato dice. –Quédate ahí que te vamos a limpiar.- Recorro sus miradas y están excitados como perros. Siento que me sujetan por los tobillos. Después por los brazos. A continuación veo que el escocés comienza a mear llegando a mojarme hasta la cintura. A su lado el moro que tiene más chorro y llega a mi pecho. Se une el francés que directamente apunta a mi boca. La cierro pero el inglés que tiene mala hostia me da una leche y vuelvo a abrirla. Sus dos chorros se mezclan en mi boca. Saboreo lo menos posible e intento no tragar. Me sueltan y todos se juntan sobre mi boca. Ahora son cuatro los chorros que siento porque ver, no veo.
Cuando paran me incorporo un poco para limpiársela de uno en uno. Sus cara son un poema por eso me gusta limpiarla porque a lo tíos se les vuelve a poner cara de cerdos.
Me encanta verlos a mi alrededor con el rabo colgando y ese aspectos de machos recién satisfechos. Pletóricos en su autoestima porque una puta como les acaba de hacer guarrerías para complacerles.
Se ponen el bañador y se despiden. Me quedaría disfrutando de la noche, de sus olores y sabores pero temo que alguien entre y me pille de esta guisa. Cojo una manguera y el agua fría me devuelve el tono muscular.
Día 11.
Me despierto pensando en la noche anterior. Me ha gustado complacerlos a todos a la vez. Me siento muy cerdo. Si me dicen antes de las vacaciones lo que voy a hacer no me lo creo.
Siempre he sido bastante sexual pero este verano se ha llevado la palma. Aunque no he tenido muchas parejas si suelo tener un único amante con quien pasarlo bien una larga temporada. En estos días he probado seis pollas diferentes. Me he despertado empalmado pero ahora estoy que reviento.
No quiero correrme porque no sé lo que pasará a lo largo del día. Me doy una ducha fría.
Cojo el bañador y la toalla y me voy a pasar el día relajado a la playa más cercana.
A pesar de que hay mucha gente puedo tener un sitio cerca del mar. Oriento la toalla al sol y me tumbo sintiendo el calor de los rayos del sol. Me incorporo y veo unos metros a mis cuatros guiris. El escocés más rubio todavía bajo el sol les cuenta tonterías de pie. El resto ríen divertidos.
Decido no saludarles para no dar pie a nada más pero no puedo evitar observarlos. Ahora están los cuatro de pie charlando. El escocés es el más grandote y gordito. El egipcio el más pequeño y fibrado. Lo más proporcionados son el francés y el inglés que rapados los dos son como marines clónicos en diferentes tonalidades: uno moreno y un rubio. Tienen unos cuerpos de lo más apetecibles.
Antes de volver a casa voy a mear en el baño público de la playa. Por suerte está bastante limpio y no cobran por hacer tus necesidades. Cuando me estoy aliviando entre el inglés en los baños.
Me saluda y se pone a mear mi lado. Le digo que ya me voy. Me invita a tomar una cerveza y por su aliento veo que ya lleva varias. Se gira hacia mí para insistir en que le acompañe y mea, creo deliberadamente, un poco del bañador, la pierna y el pie. Me aparto de un salto y el tío vuelve a mear en su sitio. Se descojona el hijo de puta. Agita su rabo para soltar las últimas gotas. Yo lo miro con rubor, me agacho y le paso la lengua por el capullo todavía con alguna gota de meo. Lanza un lapo a su polla y yo lo lamo sonriéndole. Estoy empezando a calentarme.
Me incorporo justo cuando unas chanclas de goma suenan en la entrada. El inglés se va sin lavarse las manos. Un chaval joven se pone a mear mi lado. Debe tener 18 y el flequillo le tapa la cara casi por completo. No mea. Se toca el rabo que comienza a ponerse contento. De nuevo suena alguien en la entrada. Es el egipcio seguro que avisado por el inglés. Le saludo y hago como que meo. Se coloca al otro lado. El chaval se corta un poco y por fin se pone a mear. El moro me vuelve a invitar a tomar algo. El chaval mira de reojo y el otro lo ve.
¿Qué estás buscando pollas aquí teniendo cuatro llenas de leche ahí fuera?- Mira al chaval que se recoge el rabo y se va al lavamanos. El chorro de meo suena fuerte. Miro de reojo la polla morena y llena de vello muy negro. Está a medias y suelta un meo muy amarillo del que sale humo.
Chaval mira- Y girándose hacia mí me mea la parte del bañador y la pierna que tenía seca. El otro se acerca y el moro deja de mear. Me coge de la cabeza y me arrodilla. Me da miedo estar allí donde puede entrar cualquiera así que se la lamo rápido intentando limpiarla lo antes posible. El olor de sus cojones sudados bajo el sol me pone muy cachondo y comienzo a mamársela un poco. Se mete en un cubículo y se pega a la pared con el rabo fuera. Voy detrás y me arrodillo para volver a metérmela en la boca dejando la puerta abierta. Noto como el chaval entra se pone detrás de mí y cierra la puerta. El moro le mira como animándole a sacársela. Llego a su ingles donde el olor a macho es mayor. Abre las piernas para facilitarme la labor. Por fin veo que el chaval se saca el rabo. Le pego una lamida y sabe a recién meado con cierto sabor a precum salado. Vuelvo al egipcio y trago hasta el final para impresionar al chaval. El moro se vuelve loco y deja su rabo de hierro en mi boca. Vuelvo a la polla más blanca y desconocida. Su raja echa gotas de precum. Las lamo, le miro. El moro pasa un dedazo por la cipote del chaval y lo lleva mi boca. Los miro y limpio el dedo con dedicación.
El moro me coge la cabeza y me la empuja contra el pollón del otro. Me la meto y con su ayuda llego a tocar el pubis con su nariz. Noto el olor de las pelotas sudadas del chaval y las hormonas juveniles. Se las toco con la mano. Hago un masaje en el perineo y paso un dedo por su raja que está sudada y me deja el dedo oliendo a culo. El moro me sigue empujando y yo tragando polla hasta el final.
Tira de mí hacia atrás para pajearse. Abro la boca pero su rabo oscuro e hinchado se junta con el más modesto rabo del chaval. Se corre sobre él con precisión dejándolo lleno de leche. Todavía con gotas en el cipote me vuelve a empotrar contra el rabo del chaval. Noto la boca llena de polla y leche. Me folla sin piedad haciendo que me salga por las comisuras de la boca leche de moro y saliva. Se saca la polla llena de leche y se pajea para regarme con varios trallazos que me llegaron hasta el pelo. Los oigo respirar y los huelo transpirar. Paso mi mano por sus pecho para quitarles las gotas de sudor que caen después del calentón. El chaval abre el prestillo y se va. El moro me mira de pie con la mano en la polla todavía. Me pone de pie y me mira tan fijamente que pongo mi mano delante pensando que me va a pegar. Se ríe, me aparta la mano y me atrae hacia él para besarme. Mete su lengua en mi boca todavía con su leche y la del chaval. Me aprieta. Me toca el culo y suspira cachondo perdido. Su sabor es a cerveza y tabaco. Me pone como una moto otra vez.
Me mira, me besa, me sonríe. Yo empiezo a gemir. Me hace un signo para que no haga ruido. Me vuelve a besar. Su boca ya sabe a leche. Al cabrón le gusta besar, se le nota. Su rabo se pone a mil otra vez.
- ¿Hay alguien? Limpieza- Suena desde el exterior. Contesto pidiendo un momento. Nos adecentamos y salimos primero él y luego yo. Vuelvo a casa lo más alejado posible de la gente. Mi bañador meado por dos tíos estoy seguro de que huele aunque yo ya me haya acostumbrado.
El resto de la tarde espero impaciente una ración de morbo. Pero no llega. Los muchachos llegan de la playa se ducha y se van a cenar. Resignado a la una me meto en la cama.
Sobre las cuatro oigo ruido. Es el cabrón inglés con su mirada gélida que llega con una chica impresionante. Alta, morena y con unas grandes tetas. El guiri parece bajo a su lado. Se besan y a falta de palomitas enciendo un cigarro. Creo que es uno de los más guarros tanto por su actitud como por su olor corporal que tras el rubio escocés es el más intenso. Él le toca las tetas y ella el paquete a él. Se nota cómo crece la cosa en aquel pantalón vaquero. Ella va besando su cuello, le dice algo al oído, y sigue bajando por pecho parándose en sus pezones. El tío bufa sintiendo su lengua. Ella sigue hasta llegar al pantalón medio abierto. Tira de él y deja al aire unos gallumbos blancos de lycra poco apropiados para el calor. Ella se frota contra el paquete. Diría que lo está esnifando. La cara de él es la un triunfador con las chica a sus pies. Se da la vuelta. Ella se queda quieta. Quiere que juegue con su culo blanco y lampiño. Ella no está por la labor, le da un beso maternal en un cachete y se pone de pie. Él no se esperaba esa respuesta y reacciona con cierta agresividad. La pone contra la pared, le sube el vestido, le baja las bragas y se la clava. Creo que la folla diez minutos seguidos. No puedo evitar hacer un vídeo de recuerdo del culo de él moviendo mientras la taladra.
Sin más se separan y le indica el camino del baño a ella. A los pocos minutos suena la puerta de la calle.
El inglés se sube el boxer y se le hace una mancha por el capullo mojado. Saca un móvil y se pone a mandar supongo que mensajes. Sonríe, se toca el nabo, se tira un pedo y todo ante la pantalla.
Abre la puerta y sale posiblemente camino del baño. Se detiene al traspasar la puerta charlando con alguien que no veo con claridad. Se abre ahora la otra puerta y la luz del pasillo ilumina al francés.
En la cama creo adivinar al chaval rubio con cara drogado. En vez del francés veo entrar al inglés que se acaba de follar la tía. El niñato ni se mueve tirando en la cama boca arriba. El guiri que es el doble que el niñato se queda junto a la cabeza de él de pie. Se baja los boxer y se sienta en la cara del chaval que no se lo espera. Le veo levantar las piernas e intentar liberarse del culo pero poco a poco desiste y come. El inglés pone una cara de satisfacción de la leche mientras le limpian el culo con la lengua lo que la morena no debió querer hacer.
Yo los veía de perfil y rabo del inglés crecía sin control. El chaval también estaba empalmado a tope. Parecía que el francés se había echado un amante para las vacaciones y ahora se lo prestaba a sus colegas. La forma en que tenía previsto utilizarme a mí, vamos pero con un niñato obediente.
El inglés se pone en pie, me enseña el culo mientas le dice algo. El chaval se pone a cuatro patas y le ofrece su ojete. El muy hijo de puta se la clava sin más miramientos. El chaval se queja. El guiri le pone una mano en la boca y mueve la cadera chocando con el culo del chaval.
Entra el francés en la habitación. Los otros no se extrañan ni se incomodan. El francés se saca la polla y se masturba con los slips bajo las pelotas. El inglés cabrón le mira, empuja al niñato que cae en el colchón y le indica al francés que se ponga encima. Se despelota y se tumba encima del niñato ofreciendo los dos culos juntos. El inglés con cara de salido, pasa su capullo por encima de ambos ojetes. Presiona con el cipote al francés y después se lo clava al niñato que ya está dilatado. Poco a poco los dos culos se mueven pidiendo polla y las estocadas son profundas y rápidas antes cambiar de culo. El niñato tiene la cara enterrada en la almohada y el francés en su nuca mojada por el sudor. Lo lame, le muerde.
-Las cosas que he visto en estos días- Pienso para mí.
El inglés saca la polla, se pajea frenéticamente y les riega el culo a los dos. La leche cae por los cachetes del francés hasta el culo del niñato. El rapado y blanco inglesito les dice algo y se va.
La parejita apaga la luz y enciende la de la mesilla de noche. Se besan apasionadamente. Veo que sus manos se tocan el culo chorreando. Se abrazan y la cabeza del chaval descansa sobre el pecho peludo y moreno del francés.
En la otra habitación el inglés con sus gallumbos blancos de lycra ya lleva dos manchas de leche y otras más en el culo por el sudor.
Le veo encender un cigarro y salir de la habitación. En la terraza trasera le veo fumando y rascándose el culo por encima de su ajustado boxer. Sin ningún tipo de orgullo entro y me arrodillo junto a la verja dejando mi boca detrás de un círculo de metal grande. El muy gilipollas mi mira indiferente y sigue fumando. Comienzo a sentirme ridículo. Me vuelve a mirar, se acerca y me suelta un lapo en la boca abierta. Sabe a tabaco. No dejo de mirarle. Por fin me restriega la tela por la cara. Sus pelotas huelen pero además huele a leche y a culo sudado. Lamo alguna macha y siento el sabor de su leche. Mojo la tela con mi saliva y se dibuja un capullo enorme y medio dormido. Se lo baja y me ofrece lamer su rabo. Su sabor es increíble. Además sé que se acaba de follar el francés y al niñato. El sabor intenso de macho y restos de lefa me pone a cien. El rabo siendo morcillón pero no se pone duro. Lo meto entero en la boca y lo saboreo. Me mira con cara de superioridad y me lleva a sus pelotas. Tiene algún resto de leche pero sobre todo olor a sudor después de follarse a tres en la última hora.
Se las limpio hasta que el sabor disminuye. El rabo está reluciente y medio hinchado. Me la saca, se la sujeta y se pone a mearme. Yo levanto un poco la cabeza. Siento su meo caliente como me moja. Abro la boca y dejo que me mee dentro echándolo a continuación. El cabrón se lo pasa bien mientras me ve pajearme. Le gusta dármelo en la boca y yo le dejo mirándole a los ojos. Se la sacude y se retrae la piel para que le dé una última pasada con la lengua. Se pira, se mete en la cama y apaga la luz. Yo me ducho, limpio la terraza y me acuesto relajado.
Día 12.
Aunque me levanto pronto paso la mañana haciendo compras para el dueño del piso. Herramienta, pintura y otras cosa que necesitan para hacer algunos arreglos a final de temporada.
Cuando llego es casi la una. Paso sin advertir que en la casa de enfrente todos duermen. Dejo las cosas en la cocina y voy a desvestirme. Mi gestos se ralentizan ante las vistas que tengo.
El moro duerme boca arriba con el rabo apuntando al cielo mientras en su pecho descansa una chica angelical. En la otra habitación sobre la cama grande descansa una rubia con aspecto de inglesa. A sus lados están sus compatriotas. Al escocés de pelo rubio y largo le apunta con el nardo a pocos centímetros del culo de ella. El inglés está al revés en la cama; tiene los pies sobre la almohada y uno de los de ella metido en la boca. Del francés no hay rastro pero es cierto que no veo una de las camas pequeñas.
Llaman a la puerta; el francés. Tiene cara de despierto y parece que viene de la calle con zapatillas con muelles y calcetines largos y grises. Le invito a pasar.
- Vengo a hacerte una propuesta. Queremos ir de excursión a la sierra pero necesitamos alguien que nos lleve las cosas en coche para la fiesta- Yo me excuso con mi supuesto trabajo nocturno pero él insiste. Saca 150 euros y los deja sobre la mesa del salón. – Lo entendemos por eso hemos juntado esto para que puedas cambiar el trabajo- Ahora sí que alucino me está llamando puta y me quiere comprar para sus amigos. Con mi cara de ofensa matiza. – No me has entendido. Queremos que nos lleves las cosas y las traigas por la mañana. No es por follar, es para compensarte esa noche de trabajo..- Las explicaciones me convencieron pero no me cabe duda que cuando se tomen unas copas querrán sexo. Finalmente sin mucho convencimiento voy a aceptar.
Le acompaño a la entrada. Se queda mirando a través de la puerta de mi habitación. Por la ventana se ve al trío de la noche en la cama. Ellos duermen pero ella los pajea a los dos a la vez ya que están boca arriba. El francés echa mano a su rabo que se nota a través del pantalón flojo. Se despide y se va.
A la hora de la siesta ya no hay nadie en la casa. Me siento cachondo. Voy a la terraza. Veo sobre un montón de ropa en el suelo los boxer de lycra del inglés. Con un palo los alcanzo. A noche los llevaba cuando se folló a la tía y se los puso después de metérsela a su colega y a su novio de verano. También se los volvió a colocar para dormir después de mearme. El olor me pone a mil. Tengo que pajearme. Distingo el olor del sudor de su culo mientras duerme. Encuentro un pelo rubio de sus cojonazos. Una mancha amarillenta que me recuerdo a su meada en mi boca. Y mucho olor a leche recogido después de cada follada. No tardo en correrme salpicando mi estómago.
Vuelvo a dejar los boxer en su sitio. Veo unos slips viejos tipo lo que lleva el moro. Los acerco. Definitivamente es el olor de sus pelotas. Tienen algunos pelos y en la parte de atrás restos de tirarse pedos. Vuelvo a estar empalmado. Me duele la polla. Con sus slips en la nariz intento dormirme mareado por aquel olorazo a macho en verano.
Como un gilipollas paso el resto de la tarde y noche esperando a que vuelvan. Con la siesta que me he pegado además ahora no puedo dormir. El silencio es ensordecedor. Siento que necesito algo. Creo que es mi ración de morbo. No sé qué pasará cuando acaben estos días de sexo tan accesible.
Finalmente por aburrimiento me dormí.
Comenzaba a clarear el día cuando oigo escándalo. Me incorporo y el rubio escocés está besando a una tía que tapa casi entera. Por una vez vence el sueño.
No tardo en despertarme de nuevo. El ruido de risas crece. Miro de nuevo y ahora veo al inglés y al escocés sentados con los pantalones por las rodillas y una cabeza que lo mama alternativamente. Las caras de ellos están frente a mí pero a varios metros. Todavía en mi cuarto hay penumbra y no me ven. Tiran de la cabeza de la tía para amorrarla a su nabo.
Suena el timbre y se me congela la sangre. Voy corriendo y veo por la mirilla al moro. Abro y con la cara de borracho que trae ya me relajo. Me explica que el francés vuelve a estar con su novio de verano. Le acompaño hasta la habitación matrimonial. Se tumba boca arriba y se duerme.
Vuelvo a la otra habitación. Ella se levanta y sale corriendo desnuda posiblemente para escupir algo en el baño. Ellos siguen allí con las pollas chorreando sentados en la cama. Cuando vuelve todos se ponen en pie. Ellos se enfundan los calzoncillos y ella se viste. La despiden.
Vuelven a la habitación con una cerveza. Se quedan en slips y brindan tumbados en la cama. El inglés eructa como un cerdo y se ríen. Ya es completamente de día y se duermen.
En la habitación grande, el moro duerme boja abajo con unas botas deportivas puestas. En frente en la cama pequeña, el francés y el niñato duermen haciendo la cucharita.
En un gesto de buen rollo aflojo las zapas del tío y se las quito. Un olor fuerte llena la habitación. Huelo la zapa y apesta pero cuando voy a sus pies enfundados en unos calcetines blancos encuentro la fuente del aroma. Le quito los calcetines y me los meto en la boca. Saben a macho. Me pajeo saboreándolos. Me intento tranquilizar. Voy a tener a este morito un rato disponible para mí.
Como va enseñando medio calzoncillo supongo que lleva flojos los pantalones. Tiro de ellos y salen. Lo de la camiseta es más complicado. Me deja de importar si se despierta y por fin lo tengo con unos boxer de esos sin costuras color verde militar. Dejo sus cachetes al aire peludos. Los beso. Notó que la piel se le pone de gallina. Beso los muslos, los pliegues. El olor a macho que procede del culo aumenta cuando me acerco a su raja. Bajo la tela y toda su pelambrera está brillante después de una noche de copas.
Miro un momento por la ventana y al otro lado el francés con cara de sueño y el rabo en la mano me mira. Meto la lengua en la raja y saboreo. La saco y se la enseño al espectador. Esta vez me miran a mí desde la otra ventana y estoy dispuesto a dar espectáculo. Sigo lamiendo. Abro con las manos y aparece su ojete oscuro y brillante. Se lo intento mostrar girando un poco la posición. Sigue dándole al manubrio. Yo sigo lamiendo y ahora meto la lengua para buscar más sabor a macho. El ojete se abre y deja mi lengua jugar. Me gusta disponer de un culo de macho.
Como el ojete sigue dilatando le meto un dedo. El francés abre los ojos. Le doy caña y el ojete se abre. Meto otro dedo. Y otro. Los saco y se lo enseños al francés. Los lamo uno a uno y vuelvo a meterlos. Esta vez lo hago vibrar y el morito gime entre sueños.
Estoy a mil. Su olor nos disminuye por mucho que lamo. Me pasaría el día trabajando ese culo. Estoy a punto de correrme. Miro por la venta y ahora el francés está acompañado del chaval que como siempre tiene los ojos medios cerrados.
Me ven acercar la polla y se ríen. El ojete se abre a mi cipote. Le meto un poco sólo. No quiero que se despierte y me la lie. El culo se adapta y puedo llegar a meter hasta media polla. Me muevo ahí. El francés se folla al otro junto a la venta mirando ambos hacia la derecha para verme. No puedo más y le lleno de leche. Noto su culo apretarme el rabo queriendo exprimirlo. Salgo de él y pienso cómo eliminar las pruebas más evidentes. Su ojete está abierto. Meto dos dedos y saco la leche. Por la ventana me siguen mirando. Cojo un calcetín del moro y me limpio con él. Después se lo paso por el ojete hasta que queda seco. Le subo el boxer y le dejo durmiendo. Los de la ventana han vuelto a la cama.
Decido ir a comer algo dejándole en casa dormir la mona. En un chiringuito de la playa me pongo fino a pescado y cerveza. Duermo la siesta y sobre las 8 me pongo a recoger. Veo un mensaje del francés.
- Hemos salido tarde porque la noche se complicó para algunos jejeje. Contamos contigo antes de las 10. Te dejamos las bolsas y las llaves del coche en casa- Hasta luego.
El mensaje era de las cinco de la tarde. Se me ha olvidado por completo. Estos guiris están locos. Irse de resaca al campo no tiene sentido.
Tengo una hora de camino por carretera así que me ducho, cargo y salgo para el punto de encuentro.
Llego pronto y allí no hay nadie. Aburrido intento montar las tiendas que no resulta complicado. Despliego los cuatro sacos de dormir y la bombona para hacer la cena y meto algunas botellas en el rio para que se refresquen. En una de las mochilas vienen bolsas con ropa para cambiarse. Con claridad distingo los boxer de lycra del inglés, los más modernos de su compañero escocés, los sin costura del egipcio y por descarte unos negros ya usados que deben ser del francés. Cada uno tiene su ropa en la misma posición que su cama en el piso.
Por fin aparecen cuando está cayendo la noche. Vienen cansados y sudorosos. No hablan mucho. Se sientan y uno por uno les ofrezco agua. El escocés pide cerveza y el resto le siguen. Hacen un fuego y nos sentamos alrededor. Empiezo a sacar las cosas de la cena y acaban con la cerveza en la primera hora. Se pasan al alcohol duro: Wiski a pelo.
La verdad es que son divertidos. Durante la cena nos reímos aunque no hacemos alusiones a nada sexual. Me levanto a por agua y me cruzo con él escocés. Desde su altura me lanza en lapo y me obliga cogiéndome de una oreja a arrodillarme. No sé como pero me suelto y le pego una patada en los huevos con toda mi fuerza. –Te avisé gilipollas. La próxima vez que me hagas daño te muerdo la polla- El resto se quedaron parados y después aplaudieron. El enorme rubiazo se quejaba doblado en el suelo mientras seguimos cenando y bromeando.
Un rato después el francés se pone a mi lado en plan colega. Me pone el brazo por el hombro y me llega el aroma de su axila después de la caminata. Me hace beber un par de tragos. Creo que el cabrón quiere usarme para calentar al resto y después poner el culo.
El escocés se incorpora a la charla y tras unos tragos comienza de nuevo a reír y fanfarronear que es su deporte favorito.
Camino en la oscuridad hasta le rio. Quedan dos botellas todavía. El francés me ha seguido.
Disculpa a mi amigo pero cuando bebe se pone muy gilipollas. También con las tías y nos lo hemos tenido que llevar muchas veces- Le mire con gesto compresivo pero firme.
Me gusta pasarlo bien pero no me podéis perder el respeto- Ahora asiente él algo abochornado.
Volvemos al grupo. Están sentando ante la hoguera. Como símbolo de buena voluntad y que coño para calentarlos, cojo las botas del francés se las quito y las huelo. Se hizo el silencio.
Ahora cojo un pie y lo masajeo. A su lado está el moro. También lo descalzo y el olor es más fuerte si cabe. Le muerdo levemente y meto sus dedos en mi boca dentro de su calcetín. Me pongo a cuatro patas y llego al inglés que se está descalzando sólo. Me planta su calcetín que algún día fue blanco en la cara. Lo muerdo, lo lamo y le miro. Doy otro paso y descalzo al puto escocés. Su olor es inconfundible. Mueve los dedos en mi boca. Le muerdo el talón, la planta y por los lados.
La botella corre de mano en mano.
Ahora hago otra ronda quitándoles los calcetines. El francés resopla al sentir mi lengua en la planta. Se lo limpio con dedicación hasta que pierde su olor. Entonces hago lo mismo con el moro metiendo lengua entre los dedos. El inglés se la menea por encima del pantalón. Estira el pie y simula follarme la boca hasta meterte los cincos dedos y estirarme la boca. Es un verdadero hijo de puta.
Cuando llego al escocés estoy decido dar espectáculo. Todos saben que al cabrón apesta cuando suda. Le lamo dedo a dedo. Por encima, por debajo. Muerdo su planta y se derrite.
Vuelvo antes el francés y me quedo delante de rodillas. Se quita la camiseta y me ofrece su sobaco. Está muy mojado. Sin querer suspiro lo que les hace descojonarse. Cuando está limpio paso al moro con su pelambrera negra y larga. Su sabor es más ácido. Recuerdo el sabor de su culo esta mañana mientras dormía. El inglés se puso de pie y me estrelló contra su sobaco rubio. Lo lamí junto con algún escupitajo suyo. Silencio otra vez al llegar al escocés. Levanta el brazo y un aroma a sexo me embriaga. Antes me olía fuerte ahora quiero lamerlo. Y lo hago. Da un trago a la botella me abre la boca y me suelta el alcohol caliente y con sabor a tabaco.
De nuevo ante el francés esperando órdenes. El silencio de antes ahora es jarana y risas. La borrachera está en su punto más álgido.
El gabacho se levanta se da la vuelta y pone a cuatro con el culo al aire. Al acercarme huele fuerte. Normal después varias horas de caminata. Lo lamo de arriba a abajo, muerdo los cachetes y le meto la lengua. Me levanto y el moro adopta la misma posición. Lleva los gallumbos del día anterior. Los bajo y percibo un olor a leche que reconozco. Mi follada de esta mañana. Antes de que el resto lo vean le doy lengüetazos mientras el tipo jadea como perro. El inglés me deja ver su culo rubio. Meto la lengua desde el principio. Me aprieta por la nuca contra él. El resto miran como entra mi lengua en su ojete blanco. El culo se abre y suena un pedo. Se descojonan. A mí no me hace gracia pero vuelvo a su culo. No huele mal, sólo a macho. El enorme culo del escocés me espera. No tiene mucho vello pero suda como el que más. Voy directo a su ojete. En un movimiento me tira al suelo y se sienta encima ahogándome con su culo. Con el calentón quiero limpiárselo entero y lamo por aquí y allá. Está húmedo por todas partes.
Me pongo de rodillas y el inglés propone correrse. Todos aceptan. Se coloca delante de mí y se pajea. Me llena de leche y con el dedo me la mete en la boca. Le mamo la polla para limpiarla y después los dedos. El francés se acerca con cierta prisa. Están más calientes de lo que creo. Choca su cipote duro contra mi lengua y la llena de esperma en varios trallazos. Me la mete, se la llena de leche, la saca y me pone a limpiarla de nuevo. Me quedo solo con el escocés y el moro que agitan su herramienta. Una polla tan negra y la otra tan rosa. El rubio me la mete y me folla cogiéndome por las orejas. Es un animal el hijo de puta. Sin avisar se corre. La leche me sale mientras sigue embistiendo. Se va a dormir. El moro la tiene a mil y no se la toca. Me acerca sus cojones muy sudados. Gimo como un perro. Se pajea, se sienta y se corre en su estómago. Con un gesto me señala la leche. La recojo con la lengua le miro y me besa como un loco. Estamos solos. Me escupe su leche y me vuelve a besar.
-Ven dormirás conmigo. No te hemos traído saco.- Entro en la tienda donde está el francés. Me desnudo imitando al moro. Es echa, abre el saco y me hace un sitio delante de él. Me echo de lado. Siento su cuerpo sudado en mi espalda. Su rabo crece o no ha menguado desde la mamada. No lo sé. Poco a poco se acerca más ajustando su cipote a mi culo. Entra y mete algo más de polla mientras le noto respirar en la espalda. Me duermo disfrutando de la noche de verano.