Verano Caliente IV

El hetero que me enloqueció se ha ido. Ahora me doy cuenta de que si sabes cómo mirar hay más chavales dispuestos a disfrutar de un verano muy, muy caliente.

Día 7.

Como todos los días hoy ha salido el sol. Al despertarme no pienso nada en particular pero noto una sensación de desasosiego. Estoy empalmado como todos los días pero hoy no voy a ver a Nico.

O dejo de pensar en él o van a ser unos días difíciles. Desayuno, me ducho y me voy al apartamento. Yo debo recoger y comprobar que todo está bien. Recojo las llaves en el buzón y subo pensando que igual me ha dejado una nota o una dirección. El apartamento está recogido. Todo en su sitio pendiente de una limpieza que harán esta tarde para la nueva entrada de mañana; cuatros señores ingleses que seguro que vienen a beber y ver futbol.

Me siento un momento en las sábanas de Nico, pienso en guardarlas pero precisamente recuerdos tengo ya bastantes.

Paso el resto del día en la playa. Por un lado siento sensación de libertad. Por otro lado no sé qué hacer con ella. Se me han acercado dos chicas con ganas de charla pero no me ha apetecido ser social.  Es inevitable pensar en Nico varias veces. En su boca, sus pies doloridos de correr, su sobaco con olor a macho.

Ceno y llega la hora que temo durante todo el día. Para distraerme juego en el móvil y me acuerdo del perfil que abrí. Lo consulto y tengo un montón de mensajes. Tras la ilusión inicial no me gusta ninguno. Salvo el último. Andy, un finlandés de 32 años, con 1,90 y unos brazos como mis piernas. No me gustan inflamados pero con su cara de rubio travieso no está mal.

El mensaje me pone la polla a cien. – Hola guy, Cómo tu estás?. Yo de vacaciones pasando un tiempo. Me gusta running y me gusta más massage después si tú querer.- Un vikingo de verdad me invita a masajearlo. Respiro dos veces pero definitivamente estoy cachondo.  Decido responderle.

  • Hola, me gusta tu plan. ¿Tienes sitio?. –

  • Si sitio. Junto al Corte Inglés- No me pillaba demasiado lejos.

  • ¿Cuándo vas a correr?-

  • Suelo ir ahora-

  • ¿Y cuánto tiempo tardas? –

  • Una hora-

  • Vale pues si quieres voy a verte y te hago un masaje para relajarte- Sin ser explícito creo que soy claro.

El guiri me da la dirección y salgo después de hacer un poco de tiempo.  Estoy cagado por un lado pero por otro excitado como un perro. Aparco con relativa facilidad. El edificio es moderno y el guiri está en una planta diez.

Me abre la puerta y es igual de guapo que en la foto del perfil. Me siento pequeño a su lado. Entro en un apartamento muy blanco desde donde se ve el mar justo debajo. Andy lleva unas zapatillas negras, calcetines cortos blancos, un pantalón corto a medio muslo y una camiseta de reparaciones Hnos Peláez que le daba el toque local.

Su sonrisa es acogedora y pronto hablamos, él en inglés y yo en español con lo que nos entendemos mejor.

-  Me gustan las cerdadas igual que a ti- Me dice con cara de no haber todo un plato.

  • ¿Qué te gusta a ti?-

  • Eso que hablamos. Tú das placer a mí. Masaje, limpiar, mamar y todo eso- Con oír eso ya me conformo.

Se levanta y me indica que camine delante hasta su cuarto. Tiene una toalla muy grande sobre su cama y la luz atenuada. Se quita la camiseta y se tiende sobre la toalla. Pone los codos detrás de la nuca enseñándome unas pobladas axilas algo más castañas que su cabello. No me lo pienso dos veces y me coloco sobre él lamiéndolas lo que arrancan sus primeros jadeos.

El blanquito no prometía tanto olor a macho pero si se tira una hora corriendo normal. Me gusta estar bajo su enorme hombro y a él por lo que oigo también.

Avanzó por sus enormes tetas sin vello. Me gusta apretarme contra ellas. Lamerlas y limpiarles las gotas de sudor. Andy me mira entretenido.

Como me deja hacer salto a sus pies. Le descalzo y en su por lo menos 48 me cabe toda la cara. La hostia de olor es importante. Otro que corre a diario.  Dejo las zapas por sus imponentes pies están a mi alcance. Lo manoseo un poco sintiendo su humedad en el calcetín corto. Nunca he visto unos pies más grandes. Comienzo a mordisquear los dedos como aprendí con Nico. Al vikingo le gusta y me aplasta entre sus enormes pies. Allí el olor llega a su máximo exponente. El culo me palpita. Esta sensación de calentura ya la conozco.

Le quito un calcetín y me lo llevo a la boca. Él empuja con su pie hasta metérmelo entero. Lo saboreo como puedo. Suena el teléfono y Andy contesta justo cuando le mamo el dedo gordo como una polla.

  • Hi amor. ¿No tenías que estar volando?- Su voz sonó asustada.

  • Entonces ha debido ser un error mío. Vengo de correr. Me ducho y voy a buscarte. ¿Ok?-

No sé qué le respondieron pero Andy pálido me dijo que tenía que irse. Que su mujer estaba a punto de coger un taxi desde el aeropuerto. Besé su pie y comencé a vestirme.

  • Estoy muy caliente. Sácame la leche- Suficiente para que dejara en el suelo los pantalones y me pusiera a mamar ese enorme nabo sudado.

Con unos lengüetazos ya se pone dura. Será un trabajo rápido. Me coge por la nuca y me folla la boca sin miramientos. Quiere correrse cuanto antes. Yo paso mis dedos por si culo duro, los llevo hasta sus pelotas sudadas y vuelvo a su ojete. Pienso en olerlo después y me pongo a cien.

Deja de follarme la boca y se masturba como una mole. De rodillas era como un gigante meneando un rabo enorme pero que no parecía tanto en aquel cuerpo mayor aún. Acerca el rabo a mi cara y se corre llenándome de leche. Debe follar poco el muchacho. Me mete un dedo en la boca y después el capullo. Coge mis gallumbos del suelo se limpia con ellos. Yo también.

Me hace ver que tiene prisa y me voy acabando de vestir por el pasillo.  Me dice que me hablará por el perfil otro día.

En el ascensor huelo algo conocido. Son los gallumbos que llevo en la mano y el olor de su leche me la vuelve a poner dura. Me huelo la otra mano y percibo la esencia de su culo sudado.  Me la recoloco antes del salir del ascensor.

Ha sido un día raro.

Día 8.

Hoy toca madrugar. Llegarán los guiris del apartamento. Por lo visto son ingleses y vienen todos los años.

Antes de las nueve ya me ha llamado Jean Claude que debe ser el que firma el contrato. Entre su nombre y su acento deduzco que no es muy inglés aunque me habla de forma muy correcta.

Cuando el taxi llega no me creo que cuatro tíos de ese tamaño salgan de un coche tan pequeño. No son señores sino niñatos de menos de 25 años.  El francés sigue siendo el más parlanchín. El resto parece estar de resaca.

Les ayudo con el equipaje y les explico el tema de la lavadora y que yo iré una vez al día por si tienen algo que lavar. Si antes miraban con indiferencia ahora lo hacen son superioridad.

Les explico que trabajo por la noche y que para cualquier cosa mejor me mandan un mensaje. Asistieron pero creo que no me han hecho ni puto caso. Me despido.

En casa me siento a observarles. Entran en la habitación y los dos que tienen cama matrimonial comienzan a reírse y gastarse sobre tocándose el paquete y el culo entre juegos, eso sí inocentes.

Les oigo correr por el piso y les sigo hacia la terraza. Se desnudan en el lavadero cubierto y dejan allí las zapatillas y los calcetines. Suena música en el salón y ruido de botellas. Este inquilino no va a ser tan silencioso como Nico y su familia.

Cuando cesa la música compruebo si hay alguien en las habitaciones. Sólo hay equipaje disperso. Como un imán me acerco a la terraza trasera. Está llena de zapatillas y calcetines sucios. Intento con una mano coger unos pero no puedo. Lo intento con un palo y acerco una zapa blanca y muy gastada. Dentro hay un calcetín deportivo. Se nota las hormonas de estos jóvenes. El calcetín huele a metros. Lo dejo en su sitio y pruebo con otro. Ahora uno negro que sale de una zapa forrada. Su olor es también intenso. Todavía conservaba la humedad. Por un momento miro abajo a través de la celosía de hormigón. Veo a los chicos caminar por la calle ya con sus chanclas de vacaciones. Apuesto a que no se los han lavado después del viaje. Sigo esnifando olor a pie de macho cuando pienso que sólo he visto a tres de los guiris. Vuelvo a mirar pero ya no están.

Decido dejar el calcetín pero el puto gabacho me ha visto. Es moreno de 1,80, ancho y con la cabeza y la barba rapada igual.

Me mira fijamente y de pronto cambia el gesto. -¿Qué cojones estás haciendo perro? ¿Te estás pajeando con mis calcetines?- A voces y en inglés, me acojono. Me alejo de la verja de separación y sigo paralizado. El tío se envalentona y con sonrisa forzada me explica.

  • Tienes suerte que te haya pillado yo y no los cabrones de mis amigos porque te revientan el culo. Para ellos los gays son como yo con mi novio de siempre o ellos con sus novias. Pero un perro que se arrastra buscando calcetines de macho es una marica y un cerdo.- Su cara acompañaba el relato de miedo que me contaba. – Si quieres yo no les digo nada. No quiero que piensen que los gays somos todos como tú- Yo sigo sin procesar la situación. Digo que si con la cabeza sin entender muy bien que me propone. Hasta que me da una pista acercándose a la valla y bajándose los pantalones.

De nuevo estaba a punto de comerme una polla a punto  del primer glory hole que conocí en mi vida. Su rabo olía a macho muy sudado durante horas. Su sabor está a la altura: entre rabo meado y rabo sudado. Rápido se pone duro y comienza a follarme la boca sin compasión. El muy hijo de puta está aprovechando el chantaje que me está haciendo.

En un momento me escapó a sus pelotas. También huelen a macho a saco y de nuevo me pongo perro perdido mamando hasta clavarme toda la polla de aquel chaval en la garganta. No puedo dejar de mamar y lamer aquel rabo salado. Me aparta bruscamente para pajearse. Yo me quedo quieto mirándole. Parece intimidado así que miro a su cipote que me llena la cara de leche. Me golpea con el rabo en la nariz para quitarse los restos de leche del rabo.

  • Pues eso que yo no digo nada y tú me la chupas cuando quiera-  Pienso que no había entendido bien por el idioma pero después me doy cuenta de que ha recalcado que “cuando quiera”.  Lo dejo pasar. Se va y al momento oigo cerrase la puerta de su casa.

Parece que ya tengo biberón para la noche. Empiezo a pensar que no me encoñé de Nico sino de sentirme su puta. Lo he vuelto a sentir con el vikingo y con el gabacho.

Ya he cenado y espero el espectáculo de la hora de ducharse y ponerse guapos de mis vecinos. Por fin se encienden las luces de las habitaciones como si de un teatro se tratara. En un momento estaban todos en pelotas cogiendo ropa, toallas, pidiendo jabón y en general de risas. Una a uno salen del baño con la toalla por la cintura. Discretamente se ponían los gallumbos en su cuarto lo que me permite ver sus culos y rabo peludos y blancos. Por la mañana esperaba unos viejos y ahora tengo delante a cuatro niñatos salidos.

En la cama de matrimonio están dos guiris de libro. Blancos, altos, delgados. Uno rapado y otro con pelo largo pero igual de rubios los dos. Después supe que lo hacían casi todo juntos. Incluso follar. No entre ellos sino en trio con una chica.  Por lo visto lo solían intentar.

En la habitación de dos camas estaba el francés y otro tío más delgado y definido que después supe que era egipcio.

No puede ser casualidad que me haya follado a dos vecinos ya. Creo que me he vuelto demasiado puta. No es que me gusten todos pero si tienen la actitud de estos cabrones me ponen.

Con el primer color de cangrejo de un día de sol estaban listos para salir. El silencio reinó en cuanto dejaron de oírse sus voces.

Más o menos dos horas después de irse, el francés llega a casa encendió la luz y mira hacia mi ventana. Hizo ruidos y dijo – Hola- en español. No sé por qué pero le ignoro.

Suena el timbre y empiezo a pensar que puede ser una urgencia. Le abro y por la cara de cabrón que pone no hay urgencia que no sea la de su entrepierna.  Hace que le siga hasta su apartamento. Entra en una habitación coge unos bóxer blancos y me los pone en la cara. Yo aspiro y cierro los ojos. No es el olor de sus pelotas. Es más suave y más amargo.  Da igual, saber que estoy oliendo los gallumbos del viaje me pone hecho una puta de cachondo.  Me lleva al otro cuarto. Me obliga a arrodillarme sobre unos slips blancos que hay en el suelo. Veo un pelo rubio, varias manchas de meado. Lo lamo con desesperación. Cuando miro de nuevo al francés me está haciendo fotos. Me pongo serio – Tío, no me mola una mierda eso que haces-  Él cambio su semblante.

  • No te enfades. Sólo quiero enseñárselas a mis colegas. La idea es calentarles y montar una fiestecita con ellos.- Yo le miro con cara de no entender nada.

  • Ya sé que te he dicho que son un poco homófobos pero creo que si me lo monto bien me los acabaré follando. – Ahora me deja más desconcertado todavía.

  • Mis amigos tienen sus parejas y cuando venimos aquí follan lo que quieren. Siempre hay alguna borracha a la que follan el coño y la boca y se queda agradecida. Con éstos si quieres calentarles hay que ofrecerles algo más cerdo. Hacerles lo que quieran en cada momento. ¿Entiendes?-. De nuevo pienso que el francés me ha jugado una mala pasada pero al final entiendo que me ha dicho lo que me ha dicho.

  • Mira como son que a última hora cuando les ves hablar con una chica y salir al baño es porque se ponen en condón señalando que se la van a follar en cualquier esquina en cuanto puedan-  Me río sin mucha gana pero sí que me da una medida de lo piezas que son.

Antes de abrir la puerta me dice que ya estaremos en contacto y me obliga a abrir la boca para lanzarme un lapo espeso. Abre la puerta y me sonríe antes de cerrarla tras de mí.

Dos horas después me despiertan las risas. En la habitación pequeña está el egipcio y una rubia tetona y medio borracha. La besa y le toca el culo. Cierra la puerta de la habitación. Se quita la camiseta mostrando un torso delgado y con algo de vello y nos oscuros sobacos. La pone contra la pared. Le dice guarradas al oído porque ella ríe sin parar. Ella se gira seria, algo no le ha gustado. Él la intenta convencer. Con los pantalones por las rodillas le veo pasar persiguiéndola por el pasillo.

Al minuto pasa en dirección contraria. Se sienta en la cama cabizbajo. Levanta un brazo y huele. Pone cara de gustarle. Se comienza a tocar por encima del pantalón.

Me pongo cardiaco. Quiero ver al morito pajearse a sus anchas. Se baja el pantalón y los boxer a la vez. Su pollón es oscuro, venoso y grande.

Dudo qué hacer y como siempre la naturaleza hace por mí. Enciendo el mechero a luz hasta que me mira con la polla en la mano. Le hago un gesto y camino hacia la terraza.

Me arrodillo junto a la verja y abro la boca. Llega y me mira con curiosidad. Se acerca, se abre el pantalón y saca su polla y unos cojones negros muy peludos. Su olor es de otro planeta. Es intenso pero sobre todo distinto. Distinto a todos los machos que probé hasta ahora.

Lamo las pelotas y noto que se ponen más duras. Su rabo está echando precum en cantidad.

Le miro y paso mi lengua por el capullo saboreando. Deja el cipote en mi boca pero se pajea mientras. Me gusta que se pajeen en mi boca. Esperar por la leche como una puta interpretando la cara del cabroncete de turno.

Con una mano dirige la mamada. Le gusta que le dé toquecitos con la lengua en el capullo. Me mira serio y de cuando en cuando hace una mueca de placer. Me siento envalentonado y me pongo de pie. Me doy la vuelta y le ofrezco mi culo a través de la verja.

Miro hacia atrás y le veo acariciar mi culo pelándosela a la vez. Escupe en mi ojete y su gordo capullo pasa arriba y abajo por él. Hace que me ponga tenso y desee tenerle dentro.

Mi deseo se cumple  y le noto casa vez más cerca. Me muerde una oreja, después el cuello y mientras me la está clavando hasta el fondo.

Busco una postura estable y le dejo follar. De nuevo mi culo lo facilita y se abre antes las bruscas puntadas del moro. Se dedica a sacarla del todo y meterla hasta el fondo. Me gusta pero parece que me voy a cagar.

El morito se agita cuando recuerdo las palabras de su colega francés sobre darles algo que no les den las guiris borrachas de la noche levantina.

Vuelvo a ponerme de rodillas y me meto su rabo en la boca. Él tío se queda parado ante mi maniobra. Cojo su rabo y lo pajeo y lo mamo a la vez mientras jadea cada vez más.

Varias veces me parece que se va a correr pero no llega. Se me ocurre pasarlo un dedo por el culo, jugar y finalmente meterlo. La corrida llega de inmediato. Pongo la lengua y le miro con cara de vicio.

En voz baja me dice que le limpie la polla. Lo hago, despacio y con vicio. Intentando provocarlo. De hecho su rabo se pone a medio tamaño.

Me sonríe guardándose el carajo en el pantalón y de nuevo en bajo me dice. – Supongo que me viste con la chica, ¿no?, Estaba soñando con llegar aquí y echar un polvete y al final ha sido con un tío.- No se le ve preocupado, más bien sorprendido de sí mismo.

Hay tíos a los que se les corta el rollo tras correrse pero este sigue pasándome el rabo por la cara con mirada de vicioso. Recupero el dedo de su entrepierna y lo huelo. Es la leche. Olor a macho a saco. Mi mira expectante. Ahora me lo meto en la boca y flipa. Espero no haberme pasado de atrevido.

Antes de irse me dice que estaremos en contacto que es justo lo que quiero oír.  Me vuelvo a la cama y por el bien de mi culo  me pongo tapones en los oídos.

Día 9.

Después de comer me llega un mensaje del francés. Dice que ha hablado con uno de los ingleses y que le apetece guarrear. Se están animando más rápido de lo que pensaba.

  • ¿Qué quiere hacer?. Le pregunto al francés.

  • Que se la comas tras el partido de la noche y correrse en tu boca- Por lo visto tras la playa juegan los cuatro en un campo cercano hasta la hora de la cena.

  • ¿Vas a venir con él?-

  • No lo sé. Espero a que él me invite- Veo que el francés va con pies de plomo para no espantar a sus colegas.

Dos horas después me vuelve a escribir. –No me dice nada. Creo que quiere pero le da corte. Te aviso si propone algo.-  Joder ya estaba saboreando a ese rubio cerdaco que según el francés era al que siempre le olían los sobacos.

Les veo vestirse, reírse y salir a cenar y de fiesta. Decido acostarme.

A media noche el ruido enfrente me despierta. El francés se la está metiendo por el culo a un chavalito rubio con cara de ido. En la otra habitación el inglés más gordo y con el pelo rapado se la está endiñando a una morena que tiene el vestido en la barriga enrollado. El inglesito tiene un buen rabo, un poco de barriga y un culo sin pelos apetecible.

Llega el del pelo largo, que después supe que era escocés. Está borracho. Entra en su habitación y pilla a su colega del alma con la tía. Discuten y sale dando tumbos y un portazo.

Suena el timbre. Mejor es no abrir pero abro. El escocés farfullando entra casi sin mirarme. Cierro la puerta y voy tras él. Está borracho y cae en el sofá del salón.  Le ofrezco café pero me pide cerveza. Se la traigo. Pega un trago y un eructo atronador. Se ríe. Es un puto niñato.  Le ayudo a ponerse en pie y le acompaño al baño. Le pongo delante de la taza y no hace nada. Le abro el pantalón y se queda quieto. El cerdo espera que lo ponga a mear. Tiene los ojos cerrados y se tambalea. Creo que realmente está borracho. Con una mano le aguanto y con la otra busco en su paquete. Lleva un slip ajustado y noto el calor en la mano. Se lo bajo y le sujeto el rabo. No mea. Me siento ridículo.

Se me ocurre darle la vuelta y sentarlo en el trono. Apoyado en la pared abre los ojos de vez en cuando.

Me jode tener a ese niñato delante y tener que estar cuidándole en vez de lamerle la polla.

Suena el primer chorro y a continuación uno mayor. Estoy arrodillado entre sus piernas. Su rabo se agita y un chorro se dispara a su muslo y me moja la camiseta. Le cojo el nabo y lo dirijo dentro.

Espero al último chorrito. Empiezo a estar caliente.

Le pongo de pie. Se sujeta con las manos a ambas paredes. Antes de subirle el slip le soy un lametazo a su capullo. Sabe a precum y sobre todo a meo. Ni se ha enterado.

Le abrocho el pantalón y lo llevo hasta la cama. Abre los ojos y me el hijo de puta me pide una cerveza.  Se la traigo.

El olor a sudor y alcohol aumenta cuando lo descalzo. Dos zapatillas enormes y debajo no lleva calcetines. La piel está húmeda. Me acerco y el olor hace que la polla se ponga a mil. Los lamo mientras noto que se incorpora y me mira. – Maldita zorra sucia. Es lo que querías eh?. Lamerme los pies sudados ¿verdad guarro? ¿Quieres limpiarme el culo?.- Y después de este derroche de energía cae rendido en la cama. El muy gilipollas  está en mis manos y no se da cuenta.

Decido aprovechar y ser yo está vez quien lo use como a mí me guste. Le quito la camiseta. Respira fuerte. El pantalón y lo dejo en boxer blancos.

Voy a saco y le meto la lengua en los sobacos. Efectivamente huele la hostia comparado con otros tíos pero me vuelve loco. Lamo hasta cansarme. Sigue dormido y ahora ronca.

Esnifo bien sus gallumbos que huelen a suavizante mezclado con sudor de macho. Se los bajo hasta las rodillas. Su vello rubio sube de las pelotas hasta el estómago. Me acerco, huele a macho y está disponible para mí. Se la mamo hasta ponerla dura pero mi plan no es ese. Me siento en su rabo y poco a poco me lo meto hasta el fondo. El escocés duerme feliz y yo también empalado por su rabo. Me muevo despacio como me gusta. La saco, me la meto. Empiezo a temblar por el morbo que siento.

Cabalgo sobre el rabo hasta que le veo ponerse rígido aún dormido y después siento su leche dentro de mí.

Me bajo de la cama y le giro hasta ponerlo de lado. Su pierna izquierda cae por encima de la otra dejando expuesto su culo. Me acerco para inspeccionarlo. Lleno de vello rubio, sudado, húmedo. No puedo evitar sacar la lengua y probarlo. Ni el mejor Popper me daría un subidón igual. Aquel tío olía fuerte por todas partes: sobacos, pies, rabo...

Sigue dormido,  en las ventanas de enfrente ya no hay movimiento. Están a oscuras. No recuerdo cuando encendí luz. Es posible que me hayan visto. Vuelvo a apagar la luz dejando solo una vela eléctrica.

El silencio es total y salgo al lavadero a fumar y sentir la brisa de la noche. El culo me empieza a chorrear leche escocesa. La toco en mi culo y me la llevo a la boca. Se me pone el rabo a cien desnudo en la terraza y lamiendo su leche.

Miro despreocupadamente a mi izquierda y allí está el otro rubio, el rapado, con la mirada clavada en mi culo. Creo que le dio tiempo a terminar su polvo y verme sentado sobre su amigo con la luz encendida.  En voz baja me pregunta si quiero más. Yo le respondo acercando mi culo a la verja. Temo el momento de que lo note lleno de leche. Acerca su rabo y casi sin resistencia entra.

  • ¿Esa leche es de mi amigo?- Yo asentí y el sopesó la situación.

Pone su rabo a la entrada de mi culo deja que se llene de leche. Me da la vuelta y veo su rabo lleno de goterones de leche provenientes de mi culo que dejó allí su amigo. Siento un poco de aprensión pero me acerco y lo meto en mi boca para sacarlo limpio. Me la vuelve a meter en el culo y de nuevo se la limpio.  Es un verdadero animal. Me la clava ahora hasta el fondo aprovechando lo que queda de lubricación. Me folla sin parar un buen rato. Sudamos los dos como locos e intentamos no hacer ruido pero se complica porque cada vez me da más caña.  El culo me comienza a arder y como si lo supiera el aumenta el ritmo. Me intento separar pero no me deja. Me tiene atrapado por la cintura.

Gime en mi oído y me dice que me va a llenar de leche. Finalmente lo hace.

Me la saco y me obliga a limpiársela. Estos heteros son unos verdaderos salidos. No se cansa de sentir mi lengua por las pelotas y el nabo.

Me mira con desprecio y me dice – Todo tuyo- . De la sombra sale el francés. – Veo que ya te los ha follado a todos ¿no?.-  Una vez más miré al suelo por toda respuesta.

Por más que apretaba el culo sentí leche por los muslos.

El francés vuelve  con el jovencito que se había follado y que ahora tenía cara de dormido. Lo pone de espalda y hace que le coma el culo. El chaval aprieta y afloja y yo entro y salgo con mi lengua.

Veo algo blanco salir. Es la leche del francés que preñó el niñatillo invitado. Me da una hostia en la cara que me hace reaccionar. Saco la lengua y atrapo la leche que sale de aquel culo pequeño y lampiño.  El francés me pone de pie y de rodillas ahora el niñato. Le hace abrir la boca y entiendo que debo soltarle la leche.  Saca la lengua, le mira y traga.

Ahora nos coloca en posición contraria. Sabe que estoy recién preñado y quiere que le cague la leche a su colega en la boca. Siento su lengua en el culo y empujo. Los chorros caen y la lengua del colega los recoge.  Mete la lengua y busca leche en mi ojete.

De un tirón de pelo hace que me agache y reciba la leche en mi boca. Miro atrás y veo como el propietario mira desde una esquina. Le miro y saco la lengua con su leche.

Uno a uno se van dejándome lleno de leche y con el culo dilatado. Al darme la vuelta veo al escocés mirando desde la puerta. Con voz de borracho y mirada de cerdo me dice. – Yo me voy a ir ya- Hace una pausa y concluye – Pero antes me la vas chupar -  Empiezo a estar saturado. Le digo que se le ha comido antes de que se durmiese. Sus ojos se inyectan en sangre me coge por los pelos y me arrodilla. Se baja los gallumbos y me enchufa su polla.  Yo mamo cuanto puedo.  Quiero acabar cuanto antes. Me agarra por la nuca y me la hunde todavía más. Siento una arcada y echo polla, saliva y parte de mi interior.  El puto escocés me mira y se sonríe como si disfrutara.

Deja de follarme para pajearse delante de mi cara. Intento ser listo y lamo el capullo y abro la boca como si quisiera recibir allí se leche. Me escupe directamente a la lengua y me la clava otra vez. Se pajea y me dice que me lo voy a comer todo. Recibo varias descargas en la lengua, en la cara y también en el pecho. Dejo la mandíbula relajada y me la mete a fondo con la boca llena de leche.  Se queda quieto. Yo no puedo respirar y echo polla y leche pringándolo entero.

Le miro con algo de temor y él me sonríe. Me vuelve a temer la polla flácida en la boca. Me sujeta con las dos manos. Cuando me doy cuenta tengo su polla en la garganta y no me puedo mover. Comienza a mearme. Siento asco y me revuelvo pero el cabrón me tiene bien pillado. Afloja la presión y me da una hostia en la cara tras la que no le voy a desobedecer más.

Abro la boca. Me apunta con la polla y mea mientras yo trago lo que puedo bajo su atenta mirada.  Cuando termina me lanza un lapo en la cara y se va a su apartamento.

Estoy dolorido, mojado y hecho una piltrafa. Evito mirarme al espejo y voy directamente a la ducha y después a la cama.