Verano caliente en Lisboa (3)

Nuno y Diogo siguen enfrentados en cuestiones políticas, pero la química entre ellos es tan fuerte que terminan haciendo el amor en la antigua habitación de los padres de Nuno.

Diogo no parecía ajeno a mi indeseada erección. Para quitarle importancia, le hice ver lo que echaba de menos a Celina.

Pues no parece que ella sienta lo mismo – comentó encantado- Lo último que supe de ella es que iba diciendo por ahí que no tenía nada que hacer frente a las sofisticadas españolas, y que te daba por caso perdido. Pero no perdió el tiempo, y hasta que la enviaron a Suiza salía con Luis de Andrade, quien lo iba a decir

Bueno, es algo lógico. Al principio nos escribíamos y hasta hablamos por teléfono un par de veces, pero mis padres decían que tenía que encontrar un buen partido en España y olvidarme de Portugal y las portuguesas. No sé si lo decían en serio, pero conociéndoles, sospecho que sí.

Bueno, ese clasismo en el que te has criado ya no existe por suerte en Portugal. Aquí tienes la ocasión de empezar una nueva vida más constructiva, Nuno.

No empecemos otra vez. Estoy cansado del viaje y me apetece dormir.

Tienes razón. Solo quería hacerte ver que no soy tu enemigo. Nunca podría serlo. Te lo juro.

Pues quien lo diría por lo visto y oido esta noche.

Es que me has pillado de mala leche. Justo antes de llegar tú, en las noticias de la noche, estaban diciendo que ese traidor de Mario Soares ha convocado una manifestación de fachas en pleno centro de Lisboa . Pero bueno ¿cómo se atreve ese perro vendido a intentar derribar lo que tanto esfuerzo y años nos ha costado levantar? No hay derecho a que permitan eso.

¿Pero Mario Soares no es socialista? – pregunté yo ingenuamente.

Sí, eso dicen ellos, pero en realidad está aliado con la derecha y con la Iglesia para derribar el gobierno de Vasco Goncalves. Un cabrón es lo que es.

Bueno, en todos los regímenes tiene que haber oposición. ¿no pretenderás que todo el mundo piense como tú?

De eso nada. Ya lo dijo Fidel: "Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución, nada". Si aceptan el gobierno del pueblo, pueden discrepar, pero si pretender hacernos volver al capitalismo y la explotación se encontrarán con el pueblo en pie de guerra. Y yo el primero.

Bueno, como quieras. Vamos a dejarlo ahí. Por cierto, ¿qué tal le va a tu hermano?

Está en el COPCON, es uno de los grandes, Nuno. El, que era un don nadie, ahora está dirigiendo los destinos de este país.

Tampoco te pases. Digamos que tiene cierta influencia, eso es todo.

Te digo que es uno de los grandes. Como Otelo

¿Cómo quien?

Otelo Saraiva de Carvalho, él sí que es mi ídolo. Ni futbolistas ni nada, hasta he dejado de ir a los partidos del Benfica. Otelo es quien va a sacar a este país del oscurantismo clerical, ya lo verás.

Si tú lo dices…pero bueno, hablemos de ti ¿como te va la vida, aparte de la revolución? Hace tanto que no nos veíamos.

Casi un año. Bueno –dijo él con cierto sentimiento de orgullo- hoy por hoy mi vida está centrada en la revolución, pero para ganarme la vida trabajo de obrero en una cementera de Benfica.

¿Y no te apetece ir a la Universidad?

Mi universidad será la de la vida. Soy un obrero y tengo conciencia de clase. – Se incorporó y se bajó los calzoncillos hasta los tobillos – Y un empalme de tres pares de cojones. Creo que por hoy hemos hablado suficiente. Voy a hacerme una paja si no es molestia.

Me sentí un poco intimidado por la situación, no sólo por compartir la antigua cama de mis padres con mi supuesto mejor amigo, sino por la repentina desinhibición y el desparpajo con el que Diogo parecía conducirse por la vida últimamente.

Con la chorra bien tiesa, se dispuso a meneársela sin mayores tapujos. Me di media vuelta para mostrarle a las claras mi disconformidad. Una duda persistía en mi mente, y se lo pregunté sin rodeos.

Oye, Diogo ¿no estás saliendo con ninguna tía? Y no me digas que tu única novia es la revolución, o una chorrada por el estilo.

Diogo estaba empezando a jadear. A saber en que estaría pensando, tampoco quería saberlo, la verdad. Hizo un alto en su ocupación y respondió con evasivas.

No he tenido mucho tiempo de conocer chicas últimamente. En la célula solo hay una y es una especie de empollona con voz de pito, no es mi tipo.

¿En tu célula has dicho? ¿eso que es?

Pues que va a ser. Una célula del Partido. Del Partido Comunista, hombre.

No, si al final todo va a estar relacionado con lo mismo. Estás obsesionado.

También estoy obsesionado con el sexo, si lo quieres ver así. ¿te apetece que nos pajeemos juntos, como antes? Por los viejos tiempos.

Joder, Diogo, eres la leche. Ya no tenemos catorce años, ni estamos en la piscina de mi casa de Estoril. Ahora somos mayores, adultos. ¿No lo entiendes?

Para esto nunca seré adulto. Ven anda, acércate. Ya he visto que te has empalmado antes. Por algo será ¿no? Tú también eres humano, Nuno.

De mala gana me acerqué y me quité los gayumbos lentamente. De reojo le observé mientras se la cascaba y pude ver que su polla se había desarrollado acorde al resto de su cuerpo. La mía empezaba a ponerse morcillona por momentos.

Mira como crece tu colita. Si es que no hay nada como una buena paja antes de irse a dormir para descansar de verdad. – y se echó a reir. Apagó el cigarrillo medio olvidado en el cenicero de plata de mi padre y me rodeó los hombros con el brazo, apretujándome contra su cuerpo.

Vamos, relájate, tío, estás muy tenso.

Hombre, tú dirás. Estoy acostado en la cama de mis padres, mi antigua casa está ocupada por extraños que estarán durmiendo en mi propia habitación, y por si fuera poco, mi mejor amigo se ha pasado la noche metiéndose conmigo y con mi familia. Si quieres me pongo a bailar una jota.

¿Una que?

Un baile español, no tiene importancia.

Bueno, vale, tienes razón. Perdóname, he estado grosero contigo, pero es por tu bien. Tienes que mentalizarte que Portugal es un estado socialista y que el capitalismo ya no tiene validez aquí.

Yo no lo veo tan claro como lo pintas. Más bien pienso que hay un proyecto comunista en ciernes, pero de ahí a decir que es un estado socialista

Bueno, ya te irás dando cuenta con el tiempo.

No tengo pensado quedarme mucho más. Un par de semanas, a lo sumo. Mi vida ahora está en Madrid. Allí todo está tranquilo de momento.

Hasta que muera Franco. Después de que el asesino palme, ya hablaremos. Oye, Nuno…¿Porqué no probamos a hacernos una paja mutua?¿Te parece? Seguro que da mucho placer.

Se te ocurren unas cosas, Diogo. No solo estás cuadriculado en política, además eres un salido.

Tengo 18 años, es normal que esté salido. ¿no crees? Es muy fácil, mira, tu sólo agarra la tranca con fuerza… ¡ya está!. ¿Ves como no muerde?

Su polla parecía a punto de explotar. Aunque él también empezó a pajearme, creo que la sensación de tener aquel pedazo de carne en mis manos supuso para mí una súbita revelación de mi destino. Si esta intuición persistía y me era posible, consagraría mi vida a adorar ese falo portentoso que tenía entre manos. El placer era indescriptible.

¿En quien piensas? ¿En Celina? – me preguntó jadeando.

En nadie en concreto. Simplemente disfruto. – mentí, pues en mi cerebro iba recorriendo sin cortarme cada centímetro de su piel. Joder, como era posible que no me hubiera dado cuenta nunca antes de lo bueno que estaba y de lo que me gustaba este tío. Tal vez porque nunca antes me lo había planteado, o tal vez hasta este año él no estuviera tan formado físicamente, el caso es que desde que le volví a ver en el vestíbulo un rato antes había sentido un cosquilleo en la nuca muy inusual.

Pues yo estaba pensando en ti – dejó caer como una bomba- Tienes un cuerpo de escándalo, tío.

Sin darme tiempo a reaccionar, me besó en los labios y empezó a lamerme el cuello.

El era muy espabilado y había sabido entender mi erección anterior como lo que era: una excitación natural ante alguien que nos gusta. Y la verdad es que no podía mentirme a mí mismo. Mi cuerpo hablaba por si solo. Fue bajando lentamente hasta mi rabo, me miró con cierta malicia buscando una mirada cómplice de aprobación, que no hacía ninguna falta dada mi total indefensión a su astuta táctica, y empezó a lamer el capullo, primero lentamente y en círculos, después más rápido de arriba a abjo, y al final se introdujo la verga completamente en la boca produciéndome un placer que Celina nunca me había proporcionado, aunque tampoco es que le pusiera muchas ganas las pocas veces que lo intentamos.

No sé el rato que pasó porque perdí totalmente la noción del tiempo, pero por un momento me olvidé por completo de ideologías, clases sociales, revoluciones y hasta de mi Sporting de Lisboa. Lo único que contaba es que Diogo y yo estábamos juntos de nuevo y en una situación que nunca hubiera sospechado, pero que no podía decir que me incomodara.

Ahora tú. Demuéstrame lo que sabes hacer. Ya que vas a ir a la Universidad, tendrás que graduarte también en cuestión de sexo, ¿no?.

Me reí de la ocurrencia, pero interiormente asentí a lo que decía. Si era necesario graduarme en sexo con él de catedrático yo estaba dispuesto a licenciarme y hasta a doctorarme si era necesario. Al vez aquel pedazo de polla, aunque la mía no era manca tampoco, me entraba un sudor frío que me recorría el espinazo. ¿Cómo era posible que algo así estuviera sucediendo? Y que yo no lo hubiera previsto además. ¿Qué pensaría mi padre de todo esto, y como interferiría en mi misión en Lisboa? Todo este maremágnum de preguntas sin respuesta desapareció cuando de un simple empujón introdujo aquel miembro fabuloso en mi boca de una tacada, como si quisiera que lo engullera de una sola vez y lo hiciera mío siguiendo un rito caníbal. Se sentó luego en mi pecho mientras se la chupaba en un delirio que duró minutos, horas, que sé yo, hasta que finalmente se corrió en mi cara sin avisar previamente, ahogando el grito de placer que luchaba por salir de su boca por miedo a despertar a nuestros vecinos de habitación.

Por mi parte, no tardé ni medio minuto en correrme de la excitación tan grande que sentí al chocar por primera vez ese líquido viscoso y amarillento en mis mejillas.

Me limpié con los calzoncillos y me quedé mirándole.

Te estás preguntando si hemos hecho bien ¿verdad? – y esbozó una sonrisa irresistible.

No, me estaba preguntando que ahora entiendo la razón por la que un tío guapo como tú no tiene novia. Además tú has tenido ya experiencia en esto, no me engañes.

Bueno, no te creas. Hubo un chico que conocí en Alfama el día del golpe de estado de Spínola, en marzo. El partido nos movilizó por si era necesario intervenir para detener a los golpistas, que iban a bombardear Lisboa. Fue como una especie de flechazo, no sé. Nunca me había pasado. Antes solo lo había hecho con la Teresinha, la hermana de António Campos.

Eso ya lo sabía. ¿y que pasó con el chico ese?

Fue todo muy rápido, no sé que pasó, tal vez por el miedo y la excitación de lo que estaba ocurriendo, de la responsabilidad de detener un golpe fascista, el caso es que nos pusimos cachondos mientras patrullábamos con otros compañeros cerca de Setúbal, y nos lo montamos en la camioneta cuando los otros dos salieron a comprar víveres por si era necesario pasar allí la noche.

¿Y no le has vuelto a ver?

Ni siquiera sé su nombre. Es hijo de un alto cargo del Partido en Setúbal. Es todo lo que sé. Y luego también he estado con un marinero. Ruso, por supuesto.

Faltaría más.

¿Y tú no…con ningún chico?

Tú eres el primero, y espero que el último.

No digas eso, Nuno. Bueno, si lo dices porque te gustaría que estuviésemos siempre juntos, vale, lo tomo como un cumplido.

Dicho lo cual estaba tan cansado que me di media vuelta y me eché a dormir. El se quedó despierto, porque escuché como encendía un cigarrillo y como expulsaba el humo lentamente, casi deleitándose en ello.

  • Oye, Nuno

Dime

¿Te gusto de verdad?.’

Que preguntas…Pues claro que sí.

Vale. Me quedo mas tranquilo. Duérmete.

Al cabo de unas horas, cuando estaba empezando a amanecer, y me encontraba inmerso en lo profundo de algún sueño, empecé a sentir un leve hormigueo en la espalda y me desperté súbitamente. Sin darme siquiera la vuelta, pude comprobar que la naturaleza erótica de Diogo había vuelto a hacer de las suyas y su arpón amenazaba con clavarse en mi ano de un momento a otro.

¿Qué haces, Diogo? Es muy pronto – casi no podía abrir los ojos del cansancio.

Nunca es demasiado pronto para esto. Tú no te muevas y déjame hacer a mí. Sigue durmiendo si quieres.

No podía creer lo que estaba intentando hacer. Lentamente, pero con determinación, muy a su estilo, estaba intentando penetrarme sin que yo me enterase. No parecía tarea fácil porque mi agujero por entonces estaba completamente virgen, pero ayudado por sus hábiles dedos y un poco de saliva, al final lo consiguió. Suavemente, como un lobo que acecha a su presa, se fue introduciendo dentro de mí sin movimientos bruscos ni hacerse notar, y consiguió algo que debo agradecerle el resto de mi vida y que es la pesadilla de todos los pasivos primerizos del mundo: el miedo al daño inevitable de la primera vez, y a un posible desgarro. Yo, por la lentitud infinita con que se movía, como un caracol arrastrando su concha, no sentí más que una sensación difusa de placer y una leve molestia al principio que se fue transformando en excitación imparable según sus embestidas, tímidas al principio, fueron dando paso a briosas enculadas después.

¿ Te duele, Nuno? Dímelo para que vaya más lento. Lo último que querría es lastimarte, mi amor.

Mi amor. Me había llamado mi amor. Realmente el mundo se había puesto del revés como un calcetín en las últimas horas, pero al fin y al cabo, pensé, si un país como Portugal, tan conservador y clerical que uno se lo imaginaría mejor como una monarquía absoluta, se había transformado de repente en el paladín europeo de la revolución social, bien podíamos nosotros transmutarnos de amigos del alma en amantes insaciables sin mayores traumas. La idea me gustó, y la comparación con la situación de mi país me pareció tan acertada que muchas veces sigo añorando esa sensación…y ese país irreal que conocimos entonces.

Cuando volvimos a corrernos, esta vez sobre mi pecho, opté por no limpiarme. Quería retener su olor a semen y mi lefa mezclada con la suya sobre mi abdomen como un trofeo personal. Por primera vez en mi vida me sentía amado de verdad por un semejante, y lo más importante, yo también amaba, y de que manera.

Despierta ya, campeón. No querrás que suba mi madre y te encuentre así – dijo Diogo, descorriendo las cortinas de raso con su ímpetu natural.

Tienes razón,,.pero ¿Qué hora es?

Casi las doce. Ya le he explicado a mi madre que estabas muy cansado. Lo que no le he contado es porqué. – y se echó a reir de su propia ocurrencia.

Es muy tarde. También es verdad que estoy de vacaciones y no tengo nada que hacer, aparte de visitar a mi abuela.

También le he dicho que hemos hecho las paces. Aunque en realidad nunca nos habíamos peleado.

Soy un hombre paciente, pero si sigues hablando así de mi padre no dudes que llegaremos a las manos.

Eso es lo que pretendo ¿es que no lo ves? Tu y yo por los suelos como dos luchadores en cueros…solo de pensarlo me pongo cachondo.

Yo de momento he tenido suficiente de eso. Voy a darme una ducha o hasta un baño si me lo permite el reglamento.

Yo diría que sí, pero debo consultarlo – y sonrió como solo él era capaz de hacerlo.

Eso, y si la colección de refugiados que viven ahora aquí dejan el baño libre.

Por eso no te preocupes. Ya lo he organizado todo. El baño de la tercera planta estará disponible para ti durante la próxima hora.

Vaya , muchas gracias, excelencia. Quien diría que estoy en mi casa.

Esta vez Diogo se calló por prudencia. Yo me eché a reir para restarle importancia y le besé por un segundo los labios. El pareció estallar de felicidad.

Joder, Nuno. No sabes cuanto he soñado este momento. Que tú voluntariamente y sin que yo te provocara o te lo pidiera me besaras, es como un sueño para mí.

Vaya, de lo que se entera uno – y me alejé hacia el baño, sonriendo por dentro.

(Continuará)