Verano caliente
El calor de las noches de verano, las hormonas y el hecho de estar fuera de casa hacen que me vuelva más cachondo y complaciente que nunca. Nico, un hetero salido lo aprovecha y me usa para satisfacerse. A mi me da igual sólo quiero darle placer. (Fetichismo y morbo gay)
A pesar de que los dos primeros años de universidad me había ido bastante mal, en este curso había conseguido aprobarlo todo así que de premio dos meses de vacaciones.
Entre piscina y alguna excursión a la sierra con mis amigos se pasó el primer mes. En los últimos días de Julio mi padre decidió buscarme algo que hacer y lo encontró: una noche cenando me dijo que iba a ir a una ciudad del levante español a cuidar de un apartamento de un amigo suyo. El trabajo era sencillo: se trataba de recibir y atender a los turistas que llegarán durante esas semanas y limpiar la casa cuando se fuesen. A cambio podría pasar dos semanas en la playa. Propuse llevar a algún amigo pero mi padre se negó sin más explicaciones.
Dos días después ya estaba notando la humedad del mar en cuanto me bajé del autobús.
El apartamento de los turistas y el mío eran contiguos y los únicos de la planta. La distribución era simétrica. Salón y cocina miraban al mar desde un piso doce. Las dos habitaciones eran interiores y daban a un estrecho patio interior siempre silencioso. Tenían además una pequeña terraza a modo de lavadero cubierta por una celosía de hormigón que no dejaba ver desde el exterior pero permitía la entrada de aire. Esa terraza que era común estaba dividida por una reja en forma de círculos de hierro de diferentes tamaños. Se supone que los círculos iban tapados por un cristal pero faltaba en casi todos ellos así que se podía verse perfectamente la otra parte de la terraza.
Unas horas después de instalarme subí a la piscina de la azotea para no alejarme de la zona ya que en cualquier momento podían llamarme los primeros inquilinos: se trataba de un matrimonio gallego que venía con su hijo. Como me habían explicado hice la cama de matrimonio y también otra pequeña en el cuarto de al lado; también fregué el baño y los suelos. Unas pocas horas de trabajo me iban a permitir quince días de playa.
Día 1.
Me acaban de llamar, me pongo la camiseta, bajo a presentarme y ayudarles con el equipaje.
José, el padre, debe tener sobre los 55 años, algo más que su mujer. Es un hombre fuerte, moreno de piel y cabello. Me aprieta la mano mientras me sonríe y me agradece la ayuda.
- Papá, Despierta a Nico- le indica su mujer.
Dejo dos maletas junto al ascensor y vuelvo al coche al tiempo que sale de él un tío de unos 30 años. Lleva el pelo largo recogido en una coleta, barra cerrada de dos días, tez morena, alto y fibrado a juzgar por cómo le sienta la camiseta. Podría ser un actor de esos que hace de Jesucristo en el cine: guapo, con sonrisa muy blanca y mirada penetrante.
Siento cierto rubor al cruzar unas palabras con él y sigo transportando maletas. Mientras subo parte de los bultos en el ascensor utilizó la técnica Isabel II para aniquilar cualquier sentimiento erótico. Al fin y al cabo en aquella ciudad debe haber miles de tíos como para fijarme en “mis clientes”.
Les enseño la casa, les doy las llaves y les explico que su lavadora se ha estropeado así que me han encargado lavar su ropa en mi casa. Para que no me molesten les digo que yo trabajo por la noche así que por el día a veces duermo. Espero que así si necesitan algo me manden un mensaje en vez de llamar en la puerta de al lado en cualquier momento.
Me despido y vuelvo a la piscina. Creo que necesito un baño de agua fría así que salto directamente a la piscina. El Sol se está poniendo y estoy sólo en la azotea.
- Quien me iba a decir a mí que iba a estar aquí en vez de en mi barrio como el resto de noches de verano- Pienso mientras, ya sin sol, temo que cierren la azotea conmigo dentro.
Ya en mi nueva casa me ducho y hago un bocadillo de cena porque lo mío no es cocinar. Veo un rato la tele. A eso de las doce pienso en acostarme porque al día siguiente quiero madrugar como hago en Madrid para salir a correr. Al entrar en el baño oigo ruido a través del patio interior. Sin encender la luz me asomo a mi cuarto y veo como el chaval de la coleta está en su habitación sentado en la cama que yo hice por la tarde. De casualidad es la más alejada de la ventana así que puedo ver con claridad todo lo que ocurre sobre aquel colchón.
Sale de su habitación y veo como entra en la de sus padres y les da un beso como de buenas noches. Cierra la puerta de la habitación principal y se vuelve a la suya cerrando también la puerta.
Por un momento me siento mal por espiar su intimidad desde la oscuridad de mi ventana. Creo que dormiré en la otra habitación para dejar de pensar que puedo ver a aquel pedazo de tío sólo con incorporarme un poco en la cama. Lo pienso pero no me muevo.
Por fin deja su móvil y se pone en pie. Se acerca a la ventana mirando a fuera mientras yo me quedo congelado en la oscuridad, no tengo claro si llega a verme. Parece que no porque se quita la camiseta. Puedo ver su pectoral definido y cubierto por una fina capa de vello muy oscuro que llega su estómago, más abajo la costura de lo que parecen unos slips grises y un poco más abajo el pantalón azul con el que se había bajado del coche.
Levanta el brazo izquierdo y acerca su nariz aspirando su olor. No pone ninguna cara en especial. Se sienta de nuevo en la cama. Parece que otra vez me mira mientras comienza cruza una pierna y se quita unas Converse azules que ya parecen bastante viejas. Debajo unos calcetines blancos que son grises por la parte inferior. Se toca el pie como queriendo hacerle un masaje y se quita el calcetín.
En algún momento mi polla se ha puesto morcillona con aquel espectáculo. Coge el calcetín y se lo acerca a la cara inspirando lentamente. Al cabrón le mola por la cara que pone. Lo tira al suelo y repite la operación con el otro.
Pienso - Ya no me puedo ir, tengo que ver en qué acaba el show-. Pego un gemido sin querer. No ha sido demasiado alto pero el corazón me va a estallar pensando en que mie pille observándole. A pesar del miedo sigo allí.
Ahora abre un portátil y lo coloca en la mesa. Busca algo y cuando lo pone pantalla completa lo veo con más claridad. Es una peli porno. En ella una rubia con tetas enormes le come el carajo a un tipo al que sólo se le ve el carajo.
Se sienta de espaldas a mí. Se vuelve a levantar y por fin veo su culo duro y velludo saliendo por los lados del slip.
No puedo evitar pajearme aunque no me quiero correr antes de verle la polla. Sigue de pie, se saca el nabo sin que yo pueda verlo pero el movimiento de la mano lo delata.
Lo que si veo ahora es su raja oscura por el vello y muy apetecible. Se agacha para buscar más videos y su raja se abre algo más.
- Joder, el placer que le podía dar a este chaval si quisiese- . Se sienta de nuevo y ya sólo le veo de espalda pajeándose.
En el nuevo vídeo una belleza negra se come dos pollas enormes. La agarran por el cuello y hacen que se las meta enteras. Llora y parece que le dan arcadas pero sigue mamando. Parece que al cabrón de Nico le gusta el sexo cañero.
Estoy a punto de correrme cuando la silla giratoria se desplaza un poco a la izquierda y por fin veo su polla, gorda y dura mientas su mano la descapulla. Me voy a correr pensando en mamársela allí mismo sentado en aquella silla.
Uff menudo pajote- Me recuesto contra la pared y siendo mirando al gallego que tendía unos 28 años, mirando al infinito haciendo muecas de placer. Quizá todavía pueda verle correrse si sigue así.
No me lo puedo creer- Se da la vuelta y parece que mira a mi habitación mientras su leche sale a borbotones de su rabo. Me encojo contra la pared porque empiezo a pensar que sabe que estoy ahí.
Coge sus slips del suelo y se limpia el pecho y los pelos de los abdominales que se han mojado con su leche. Extiende las piernas y se apoya en el respaldo cerrando los ojos y con la polla ya morcillona brillando con restos de su semen.
Estoy a mil pero no me puedo correr. Esto cachondo pero no sé si me ha pillado ni que va a hacer.
Se levanta y el muy cerdo se pone los mismos slips. Mira fijamente a mi ventana y se toca el paquete por encima de los calzoncillos.
Un golpe de calor me invade. – Me ha pillado, ¡me ha pillado joder!-. Ahora me sonríe. –Piensa lo que vas a hacer- pero a la vez enciendo el mechero que coloco delante de mi cara para dejarme ver.
Su sonrisa se hace mayor y tiene un punto de canalla.
Debe gustarle que le miren porque sigue unos segundos que para mí están siendo horas, tocándose el paquete y de vez en cuando el pecho. Apago el mechero sin saber qué más hacer. Él me responde con un gesto con la cabeza que no acabo de entender. Apunta hacia la parte trasera de la casa y sale de su habitación. Me pongo un pantalón y salgo al lavadero. Está a un par de metros de la reja de hierro en calzoncillos y sigue tocándose el nabo.
Estoy tan cachondo otra vez que se me escapa un suspiro. Vuelve a sonreír y se acerca a la valla.
¿Qué quieres?- No me esperaba una pregunta tan directa.
Oler lo mismo que tú-. No sé porque he dicho eso en vez de por ejemplo simplemente pasarlo bien.
Se pone serio. Me hace una señal para que me acerque a él. Estamos a diez centímetros sólo separados por la forja.
Sin decir nada más levanta su brazo y acerca la axila a un círculo metálico. Es peluda y tiene el vello largo. Brilla por el sudor del pajote y huele a macho así que me rabo está otra vez a pleno rendimiento. Eso sólo lo había hecho alguna vez furtivamente mientras tenía sexo con algún chaval. Ahora lo que me da morbo es que es todo lo que me ofrece: su sobaco. Está claro que sigue siendo un cabrón a pesar de haberse corrido hace un momento.
Mi nariz y frente están empezando a ponerse húmedas de su sudor. Saco la lengua pero antes de poder probarlo hace que cierre la boca.
–Sólo besos. Bésame lo sobacos putito- Y encima el cabrón me lo susurra con toda la intención de ponerme cachondo.
Me apetece pajearme pero no me atrevo. No quiero hacer nada que me estropee el momento.
Sigo besando poco a poco su axila y noto en mi muslo como su rabo crece.
Ahora se pone frente a mí y aprieta su pecho contra la reja. Veo una gota de sudor cayendo cerca de su pezón. Antes de que reaccione introduce su mano por un círculo de la reja y me coge por la nuca acercándome a su pecho. Saco la lengua y la lamo. Me gusta el sabor de este tío.
Me mira con cara de salido y me dice –Sabía que eras un come polla desde que me comiste con la mirada junto al coche pero no sabía que serías tan cerdo- No sé qué responder así que sigo lamiendo su pecho salado.
- Quítame un calcetín- El muy cabrón se lo había vuelto a poner en algún momento. El derecho, el mismo que había olido él al descalzarse.
Debe de calzar un 45, calculo. Su pie desnudo me puso cachondo. Es delgado, con vello en los dedos como era de esperar. Desprende algo de olor agradable pero mucho menos que su calcetín.
Tira de mí para que me ponga en pie y me ayuda a llevar al calcetín a mi nariz. Huele la hostia pero me gusta. Supongo que 10 horas de viaje y después un paseo para salir a cenar lo justifican.
Suspiro sin hacer ruido. Me toco la polla pero él de un manotazo me la aparta.
Me sigue dejando el olor y el sabor de su calcetín por toda la cara. Necesito pajearme. Quizá es el encuentro más morboso de mi vida. Me toco de nuevo, me da un manotazo de nuevo, sin perder la sonrisa eso sí.
Coge mi mano la introduce dentro del slip. Cierro los ojos. Quiero ver a través de mi mano. Su rabo está morcillón y húmedo. Sus pelotas también pero diría que es por el sudor. Me encantaría lamerlas pero sólo puedo tocar dos pelotas gordas y llenas de pelos.
- Vete lavando esto y ya te aviso yo para que vengas a por el resto de ropa sucia- Me lo dice con sonrisa pero también con chulería y remarcando que ya me dará órdenes. Me pone físicamente pero su actitud más.
Me guiña el ojo y entra de nuevo en su casa. Corro hasta el cuarto y le veo con la luz de la mesilla encendida. Está boca arriba en la cama. Se quita el slip y deja su rabo libre que cae hacia la derecha. Apaga la luz.
No me puedo creer lo que acabo de hacer. Veo su calcetín que había dejado sobre mi cama. Comienzo a olerlo más detenidamente pensando en todas las horas que ha estado en contacto con su piel. Ahora sí me hago un pajote con su olor.
Día 2.
No sé qué hora es pero debe ser pronto. No sé dónde estoy porque esos muebles no me suenan.
Por fin recuerdo: la playa, el trabajo y… ahora dudo sobre si he soñado con el tal Nico o fue sólo un sueño. Me incorporo un poco y sobre mi almohada veo su enorme calcetín y percibo su olor. ¡Joder, fue real!.
Poco a poco llegaron los morbosos recuerdos de la noche y tengo que volver a pajearme. Me quedo dormido de nuevo.
Cuando me despierto las ventanas de mis vecinos estaban cerradas. -Se habrán ido a la playa-. Fui al lavadero. Del cubo de la ropa sucia asomaban los pantalones cortos que llevaba el día anterior y el otro calcetín blanco.
Son las 8 de la tarde. He bajado 4 veces para ver si habían vuelto pero no había señales de Nico.
A las 9 decido ir a cenar a una hamburguesería cercana. Mientras estoy comiendo les veo llegar en coche. Nico lleva un bañador corto y una camiseta sin hombros. Calza las mismas Converse del día anterior. Me encantaría descalzarle, olerle y masajearle los pies. La verdad es que me encantaría todo lo que aquel cabroncete me deje.
No tardó mucho en volver pero cuando llego al portal sus padres ya vestidos para la noche me dicen que se van a cenar con unos amigos. Subo en el ascensor y justo me tropiezo con Nico. Parece que sale a correr: lleva zapatillas, unas mallas negras y cortas y una camiseta que deja a la vista los laterales de su torso y sobacos.
No sé qué decir. Él con su eterna sonrisa me mira y me dice – Voy a correr un rato. Hasta luego vecino-. Y cierra la puerta del ascensor.
Una hora después yo estaba caliente perdido esperando algo como lo de la noche anterior.
Por fin entra en su habitación, ha caído la noche y enciende la luz. Su camiseta abierta por los laterales se le pega al pecho y a la espalda. Es larga y tapa su culo que seguro se adivina bajo aquella malla negra apretada igual que su paquete. Pone música y creo que sabe que le observo pero me ignora. Canturrea y ahora se quita la camiseta dejando ver su pecho brillante.
No debe llevar calzoncillos porque ahora sin camiseta se le marca el cipote. El culo está marcado por una mancha de humedad vertical que promete.
Tardo unos segundos en darme cuenta de que me había hecho una seña. Salgo volando para la terraza. Estamos a pocos centímetros y empiezo a oler su aroma de macho que llevo esperando más de una hora.
Me mira fijamente y se lleva dos dedos a la axila. Después a mi nariz. Me mira mientras yo inspiro a fondo los dedos con su sudor. No lo puedo evitar y me los meto en boca, quiero que sepa que estoy dispuesto a limpiarlo entero. Me mira complacido y ahora veo con introduce otra mano bajo las mallas en la parte de atrás. Se está tocando el culo. De nuevo lleva los dedos a mi nariz. Suelto un gemido al oler aquella esencia de macho. Si hoy no me da más por lo menos me llevo su aroma más íntimo.
Creo que es hetero algo calienta pollas y que esta movida se le ha ido de las manos. Al cabrón se le ve disfrutar pero no sé si me dejará relajarlo como me gustaría.
Se separa un poco de mí y mira hacia abajo. Se quita con el otro pie una zapatilla de correr y la coge para hundir mi nariz en ella. El olor me vuelve loco. Me falta la respiración al pensar en estar oliendo las zapas de correr todos los días incluyendo las vacaciones. Cuando la separa tomo aire pero su olor se ha quedado dentro de mí.
Sin decir nada, me empuja por los hombros y hace que me arrodille. Me acerca a su pie enfundado en unas medias de futbolista negras y más bien viejas. El recuerdo de su calcetín del día anterior me vino a la cabeza pero ahora el olor era más intenso por el sudor reciente.
Me indica que le quite la media y lo hago. Acerca su pie y saco la lengua. Lo aleja. Repite el juego de nuevo. Mientras en mí crecen las ganas de saborearlo. Por fin lo pasa arriba y abajo por mi lengua. Su sabor también me gusta como todo lo de este tío. Nunca antes tuve un calentón tan cerdo.
Saco la lengua y me dedico a limpiarlo por todas partes. En especial entre los dedos lo que le hace jadear, igual que cuando le doy pequeños mordiscos en el talón. Ya lo he lamido por todas partes y el sabor disminuye pero cuando hago ademán de ir a por el otro pie me tira del pelo para ponerme de rodillas a la altura de su paquete. Ahora veo a pocos centímetros el cipotón marcado sobre negro.
Tira de la cintura y salta un rabo morcillón y un par de pelotas llenas de vello negro y largo. Llega hasta mí un aire cargado de sexo. El olor de sus pelotas. Me impulsa con su mano y me meto entre sus cojones y su ingle. Me aprieta. No puedo hacer nada, sólo respirar el olor de sus pelotas sudadas. Quiero quedarme a vivir aquí. Me separa un poco y con su mano me dirige a su rabo pendular. Se lo coge y lo pasa por mi nariz; de nuevo el olor a sudor mezclado con restos de una meada y algo de precum me pusieron a mil. Siento que me corro sin tocarme. Pero no llegó a pasar. Abrí los ojos y pude ver junto a mí como retiraba la piel para darme de nuevo otra bocanada de olor a macho. En un acto reflejo caso la lengua y pruebo una gota de precum que sale de su capullo. Es salada, juego con ella en mi lengua mirándole a los ojos e intentando ponerle más cachondo.
No le gusta la iniciativa porque se separa de mí y me da la espalda. Creo que se va.
Pero no, deja su culo al aire, se acerca a la verja y con su mano me aprieta contra él. Lo primero que noto es su olor a macho en celo. La humedad de su canalillo y el vello amplifican el olor a macho. Saco la lengua y voy directamente a su ojete que tiene un espasmo con su contacto. El sabor más maravilloso que nunca probé. Sigo lamiendo abriendo más el radio para llegar a sus cachetes duros que muerdo de vez en cuando. La zona del perineo parece que le gusta en especial así que llevo la lengua del ojete a las pelotas y vuelta. Si me deja probar su culo digo yo que me dejará comerle el nabo. Por si acaso pongo la lengua todo lo dura que puedo y la hago entrar y salir todo lo que puedo. Le notó respirar.
- Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh- Ha gemido. Y lo ha hecho tan tranquilo mientras le meto la lengua en el culo. Si es un hetero celebro que no sea un retrasado de esos de “ni el bigote de una gamba”.
Comienzo a tener agujetas en la lengua pero no quiero parar. Por un momento me veo desde fuera comiendo el culo al vecino a través de una reja y me pongo más cachondo.
Notó que el culo de Nico se tensa. Todo él se tensa.
-Hola Nico, ya estamos en casa- Sus padres han llegado pero Nico tampoco se puse nervioso.
- Hola. Yo llego ahora. Voy a dejar las zapatillas aquí que apestan- Se pone la camiseta para tapar su rabo empalmado y me lanza a la cara las dos medias de futbol.
Yo entro medio de rodillas en la casa y comienzo a respirar con normalidad después de mucho rato sin hacerlo por varios motivos. Noto como su olor me acompaña. De la cara me viene olor a su culo de macho. De la mano izquierda un olor a su pie.
Me echo en la cama a oscuras. Tremendo calentón me ha dado con el cerdo este- digo en bajo mientras se enciende la luz de su habitación. Sus padres han cerrado la ventana y apagado la luz. Nico se desnuda, se echa sobre la cama y empieza a pajear. Quiero hacerlo yo. Sentir el calor de su rabo y el olor a hombre.
Viéndole pajearse a pocos metros de mí tengo hacer lo mismo. Estoy muy caliente y su cipote me pone más todavía. Me corro. Cierro por un momento lo ojos y me viene su olor. Vuelvo a mirar por la ventana y veo que Nico me mira fijamente aunque sé que no me puede ver. Me hace un gesto raro. Sigue pajeándose pero abre la boca exageradamente. Ahora saca la lengua y la pone plana. Vuelve a hacer los gestos pero sigo sin entender. Enciendo el mechero para que me vea y hago gesto de interrogación. Responde con un movimiento de cabeza que ya conozco.
Cuando llego a la terraza tiene metido su rabo duro por la verja y se está pajeando. Me arrodillo pero cuando voy a metérmela en la boca me frena con una mano. Con la otra sigue pajeándose. Me tiene inmovilizado a cinco centímetros de su cipote que está duro y rojo como a punto de estallar. Resopla intentando hacer poco ruido. Con dos dedos me abre la boca dejándome de rodillas ante su cipote que sigue agitando. Ya sólo tengo que sacar la lengua para verle sonreír. Su mirada se ha perdido en el infinito y yo siento se leche sobre mi lengua y cara. Algún chorretón cae y él lo recoge con su rabo palpitante y lo extiende por mi cara.
Se separa de mí y se agita el rabo lanzándome gotas en el pecho. Yo escupo en el mismo lugar su semen y me quedo de rodillas sonriendo.
Me toca paternalmente la cabeza y si pierde en la oscuridad de su apartamento. Paja urgente allí mismo.