Verano blanco (1)

Dos jovenes adolescentes pasan el verenao mas sucio de sus vidas por culpa de sus depravadas obsesiones.

Mi primo Raúl y yo habíamos compartido muchos veranos juntos en el pequeño pueblo de nuestro abuelos. No teníamos relación con los demás niños, así que pasábamos todo el tiempo los dos solos en un viejo granero abandonado, donde habíamos construido a base de sacos de grano, una especie de pequeño fortín donde nos escondíamos para jugar. No nos importaba estar solos, nos lo pasábamos bien juntos así que nos daba igual el resto de la gente. Pero cuando cumplimos los 13, algo trastocó nuestras vidas y ese verano se convertiría en una obscena y obsesiva locura.

Aquel año nuestros jóvenes miembros comenzaron a eyacular. La novedad fue recibida con mucha excitación y curiosidad, y desde el comienzo del verano ocupamos nuestro tiempo yendo a masturbarnos a nuestro pequeña guarida. Allí comprobábamos quien de los dos producía mas cantidad, o quien era capaz de expulsarlo mas lejos. Sin embargo, aquello duro poco mas de una semana, ya que nuestro inocente despertar sexual se trunco de una manera traumática.

Una tarde, mientras mi primo y yo jugábamos con nuestras pequeñas herramientas, fuimos descubiertos por un grupo de muchachos mayores que nosotros que apareció de repente en el granero. Aquel grupo había sido nuestro tormento durante años en aquel pueblo, y la principal causa por la que nunca llegamos a relacionarnos con el resto de chicos. Por aquel entonces tendrían unos 17 o 18 años, y seguían siendo igual de crueles con nosotros. Que nos encontraran con los pantalones bajados y haciendo lo que estábamos haciendo era una de las peores cosas que nos podían pasar.

Jorge, uno de los mayores del grupo que siempre actuaba como cabecilla cuando venían a atormentarnos, comenzó a mofarse de nosotros:

  • Pero bueno, si resulta que al final si que eran un par de mariconas.

Los otros cinco chicos que le acompañaban se reían con toda la crueldad que podían mientras su líder seguía con la burla:

  • ¿A esto os dedicáis putillas?¿A sobaros las pollas uno al otro?

  • No nos sobábamos el uno al... - la débil replica de Raúl fue interrumpida bruscamente por el grito de uno de aquellos animales:

  • ¡Callate zorra!

Mi pobre primo cerro la boca de golpe y su cara de miedo provoco aun mas risas en nuestros acosadores. Mientras, Jorge me miraba de una forma que me hizo temblar. Comenzó a andar hacia mi, con una sonrisa que mas se parecía a la de una bestia salvaje que a la de un joven de 17 años. Vi como comenzaba a desabrocharse la bragueta de su pantalón mientras se acercaba y me decía:

  • Muy bien maricón. Ahora quiero que me demuestres que tal lo hacen las putas como tu. Ponte de rodillas ahora mismo y abre la boca.

Yo no entendía que era lo que pretendía y me quede de pie, como petrificado, aterrado ante aquella mirada. Jorge llego hasta donde me encontraba, con la bragueta completamente abierta y un pedazo de carne saliendo de su pantalón que a mi me pareció monstruosamente enorme.

  • Te he dicho que te arrodilles pedazo de puta.

Le mire a la cara, como atontado. Entonces, él se inclino y me susurro al oído:

  • Si no quieres que todo el pueblo se entere de a que os dedicáis tu y el maricón de tu primo, arrodillate ahora mismo y empieza chuparme la polla.

Entonces reaccione, pensé en lo que dirían nuestras familias si se enteraran de que sus hijos eran unos sucios depravados. Claro que nuestros juegos eran de los mas inocente y que nuestros padres no se habrían enfadado por algo que era completamente normal, pero yo era un crío y estaba asustado, así que me arrodille y contemple aquella cosa enorme y dura. Temblando y con la lagrimas en los ojos coloque suavemente mis labios alrededor de la punta de aquella cosa, pero Jorge me agarro la cabeza y empujo con fuerza provocandome una pequeña arcada cuando note que su miembro tocaba la parte de atrás de mi paladar.

Fueron unos cinco minutos eternos, mi cabeza era zarandeada violentamente y aquel enorme falo me golpeaba el interior de la boca. Por un momento pude ver a mi primo a través de mis lagrimas, estaba pálido como un muerto y miraba la escena con ojos desorbitados. De repente Jorge comenzó a gemir y casi al instante una sustancia liquida, espesa y amarga me inundo. Me saque el pene de Jorge de la boca para intentar escupir, pero él me tapo la boca con la mano y me dijo:

  • Las putas se lo tragan.

Comprendí perfectamente la amenaza, por lo que tras un momento de duda, me trague su corrida, notando como descendía lentamente a través de mi garganta.

  • Sera mejor que no habléis de lo que ha pasado aquí o lo pagareis muy caro - nos amenazo Jorge mientras se abrochaba el pantalón, tras lo cual él y sus amigos se marcharon del granero entre risas y comentarios de burla hacia nosotros.

Volvimos a casa en silencio, Raúl varios pasos detrás de mi. Yo andaba como en trance, como si todo aquello fuera un sueño, lo único real era aquel sabor en mi boca y una áspera sensación en mi garganta.

Pasaron un par de días en los apenas nos dirigimos la palabra. Yo no dejaba de pensar en el momento en el que el semen de Jorge recorría el interior de mi garganta. Era lo único que podía recordar nitidamente de aquel día, y se habia convertido en un pensamiento obsesivo. No habíamos salido de casa desde entonces pero Raúl intentaba evitarme a toda costa. Parecía sentirse culpable por lo ocurrido. Una tarde en la que nuestros abuelos habían marchado a hacer compras a la ciudad entre en el baño y me encontré a mi primo desnudo. Había eyaculado en el lavabo y con los dedos lo recogía y se lo llevaba a la boca.

  • ¿Pero que estas haciendo?

Él me miro sorprendido e intento darme una escusa idiota que ni siquiera escuche.

  • ¿Por que estas haciendo esto? - esta vez el tono de mi pregunta fue mucho mas tranquilo. Realmente quería que me lo explicara. Y aunque al principio no parecía atreverse a confesar, lo acabo haciendo:

  • Veras, es que creo de alguna forma estoy en deuda contigo. Vi lo mal que lo pasaste y no pude hacer nada.

  • ¿Y creías que con esta tontería podríamos quedar igualados?

Raúl asintió mirando al suelo, rojo como un tomate. Y mas rojo se puso cuando comencé a gritarle:

  • Tu eres idiota. No tienes ni idea de lo que fue aquello, ¿crees que con meterte tu propia corrida en la boca vas a saber como lo pase? ¿Pero tu te crees que le peor fue su sabor?

  • ¡Pues entonces hazme tu lo mismo! - El grito de mi primo me dejo descolocado.

  • ¿Que?

  • Quiero que me hagas lo mismo que te hizo Jorge.

No podía creer lo que estaba oyendo, mi primo se había vuelto loco. Me negué, le dije que no podía estar hablando en serio, pero él se tiro de rodillas y de un tirón me bajo el pantalón y los calzoncillos. Intente zafarme pero descubrí horrorizado que tenia una erección tremenda. Raúl la sujeto con las dos manos y abrió los labios mientras me miraba desde abajo con una mezcla de sumisión y anhelo. Entonces perdí los estribos y sujetándole del pelo violé su boca como Jorge había violado la mía. Cuando llegue al final vi como su garganta tragaba mientras mis testículos iban vaciando toda su carga. No dudó, ni siquiera se separó de mi, y siguió succionando con fiereza incluso después de haberme vaciado. Salí corriendo y me encerré en mi cuarto.

No volví a salir hasta las ultimas horas de la tarde. Preocupado, descubrí que mi primo no estaba en la casa. Aun quedaba alguna hora de luz así que decidí salir a la calle a buscarle. Tenia miedo de encontrarme con Jorge y los suyos pero creía que Raúl, avergonzado por lo que había pasado, se había escapado de casa, y me preocupaba mucho mas que pudiera cometer alguna estupidez.

Me dirigí al viejo granero, me parecía el lugar mas adecuado para empezar a buscar. Cuando llegue el cielo había adquirido un tono rojizo, señal de que anochecería pronto. Me dirigí al agujero de la pared, pero antes de entrar oi voces en el interior. Entre intentando no hacer ruido. Me acerque al monton de sacos y me asome con cuidado al pequeño fortin que mi primo y yo habiamos construido con ellos. Había dos personas dentro, una era Amador, uno de los amigos de Jorge, estaba de pie con los pantalones bajados. La otra persona era mi primo Raúl. Estaba sin camiseta y su cabeza, a la altura de la cintura de Amador, se movía frenéticamente de atrás adelante. Me quede observando aquella escena mientras mi corazón se aceleraba y mi respiración se entrecortaba. Me toque la entrepierna para comprobar que volvía a estar empalmado. Amador empezó a gemir suavemente, de pronto, sujeto la cabeza de mi primo y saco su hinchado miembro, empapado de las babas de Raúl.

  • Espera, - dijo, mientras empezaba a masturbarse - quiero ver como entra en tu boca.

Mi primo entrecerró los ojos y separo sus labios mientras con su lengua acariciaba la punta de aquella verga. Entonces, un blanco y abundante chorro impacto en su cara manchando su ojo y mejilla derechos y un poco de su pelo. A este primero, siguieron varios chorros mas que fueron a parar al interior de la boca de Raúl, que trago saboreando aquella impresionante corrida. Amador se subió rápidamente los pantalones, sin molestarse si quiera en limpiarse, y salio de allí sin decir una palabra. Yo salí de mi escondite y me acerque a mi primo, que estaba recogiendo con las manos los restos que quedaban en su cara y se los llevaba a la boca.

  • ¿Por que? - pregunte. Mi primo no pareció sorprenderse de que yo estuviera allí.

  • Tu ya lo sabes. - me respondió - La sensación que se siente cuando atraviesa tu garganta...

Se mordió el labio inferior, como extasiado por un maravilloso recuerdo.

  • Cuando he sentido tu leche llenando mi boca, su sabor ... Nunca he sentido nada como eso, quería mas... Y tu también quieres mas.

Me quede sin habla por un momento, iba a responder que se equivocaba, pero me di cuenta de que sus ojos miraban mi entrepierna, donde se apreciaba la enorme erección que tenia. Raúl levanto la mirada hacia mis ojos mientras se tumbaba de espaldas y se terminaba de desnudar.

  • Tienes que reconocerlo, tu también quieres mas. Pues cógelo.

Mi cerebro dejo de pensar, nunca había estado tan excitado. Me tumbe lentamente en el suelo dejando mi cara a poco centímetros del pene de mi primo. Tenia el glande completamente empapado de liquido preseminal, lo que le daba un aspecto brillante y pegajoso. Aquello fue mas de lo que podía soportar y comencé a mamársela con furia. Quería que se corriera lo mas rápido posible, quería tener su semen en la boca, saborearlo, y tragármelo, quería volver a notar aquella áspera sensación en mi garganta que no era capaz de borrar de mi cabeza. Raúl gemía y se retorcía mientras mi boca succionaba con fuerza y mi cabeza bajaba y subía. Por fin, mi primo termino. Cerré los ojos unos instantes, dejando que el amargo sabor me inundara, y entonces trague. Cuando abrí los ojos mi primo me estaba mirando, me senté junto a el, poco a poco acercamos nuestras caras y nuestras lenguas comenzaron a recorrer, hasta el ultimo rincón, el interior de nuestras bocas. Aquello no era un beso, no se trataba de eso. Lo que en realidad estábamos haciendo era recoger los restos que hubieran quedado en la boca del otro.

Aquel fue el inicio de nuestra obsesión por el semen. Una obsesión que se prolongo durante todo el verano y que nos llevo a hacer cosas que nunca hubiéramos imaginado.