Verano
Regreso desde la playa.
Volvemos de la playa camino hacia el hotel, hace un calor asfixiante y en esta ocasión conduzco yo; tú pareces ensimismada en tus pensamientos, pero cuando aprovecho un semáforo para besarte en tu hombro izquierdo en tu rostro asoma un esbozo de sonrisa contenida. Continúo concentrado en el volante por unos instantes, pero de repente noto tus labios en mi cuello, me producen una sensación refrescante. Te miro y me respondes con un beso en la boca. Ya me resultaba algo extraño que estuvieras tan callada y distante. De reojo miro el escote de tu traje y adivino tus pezones bajo el tejido mojado del biquini. Ardo en deseos de rozarlos con las yemas de mis dedos. Las señales de tráfico me obligan a detenerme de nuevo; creo que adivinas mi pensamiento y aprovechas para dejar asomar tu lucero izquierdo de forma descarada. Aunque dudo por un instante la tentación es demasiado grande, así que deslizo mi mano por tu hombro hasta llegar hasta tu pecho. Me encanta el tacto de tu piel suave y ahora que está morena por el sol y algo húmeda me parece aún mucho más apetitosa. Mientras tanto parece que tu estás dispuesta a aumentar mis ansias de fundirme contigo: coges mi mano y la posas sobre tus muslos y haces que los acaricie levantando tu vestido; así, mis dedos buscan adentrarse en ti. Mientras, tu mano aprieta y masajea mi entrepierna. Estoy deseando llegar a la habitación del hotel para gozar de tu cuerpo. El claxón de un coche en la parte posterior me hace volver en mí y debo continuar circulando. No puedes evitar soltar una carcajada, y es que te encanta excitarme con tus juegos. Eso me vuelve loco. Llegamos por fin al aparcamiento del hotel. Sales disparada hacia la entrada. Consigo alcanzarte justo cuando la puerta del ascensor está a punto de cerrarse. Me miras entre inocente y traviesa mientras te cubres con tus manos. Yo intento abrazarte y besarte pero te vuelves y me das la espalda. Ahora puedo verte en el espejo del habitáculo del ascensor e intento meter mis manos bajo tu vestido, pero no pareces dispuesta a dejar que lo haga. Yo tampoco estoy dispuesto a rendirme tan pronto, así que te vuelvo y coloco tus manos a tu espalda, sujetándotelas firme pero suavemente. Tu mirada ahora es diferente, me haces el amor con ella y yo deseo hacértelo y aprovechar cada centímetro de tu feminidad. Me dejas besarte en el cuello y en los labios e impregnarme con tu perfume de mujer. Te suelto las manos, mi boca busca tus pezones bajo la ropa y mis dedos se adentran entre tus piernas. Tú me acaricias el pelo y la nuca. Llegamos a nuestra planta... Mi cuerpo está hambriento del tuyo, pero primero necesito saciar la sed que traigo acumulada del camino. Entretanto, te observo mientras tarareas una canción y te contoneas, a la vez que te vas desnudando poco a poco. Primero te sueltas una tiranta del vestido, luego la otra, me miras y te vuelves. Puedo ver tu espalda y tu nuca; se me hace la boca agua. Con un movimiento pausado y sugerente te desprendes de la parte de arriba de tu traje de baño y te giras hacia mí. Me hechizas con tu mirada y tu cuerpo casi desnudo. Entonces decides liberarte del todo, te bajas poco a poco tu biquini y no dejas de mirarme a los ojos. Menuda visión la que contemplo. Por último, me atraes con un gesto de tu dedo índice y me diriges un guiño para que te siga hasta la ducha. Me desnudo y te sigo por el pasillo mientras te observo caminar elegante como una gata salvaje. Ya en el baño, me esperas impaciente dentro de la ducha. Aprovecho para mojarte con el agua mientras te acaricio y me acaricias. Guardo un poco de agua en mi boca y la dejo derramarse por tus labios y tu cuello mientras te beso. Extiendo un poco de gel por tu piel. Un poco por tus pechos, otro por tu vientre y tu sexo, el resto por tus muslos y tus brazos. Me imitas y también me frotas mientras te froto. Así mojada y resbaladiza me pareces mucho más deliciosa. Quisiera que me sacaras brillo. Bajo la lluvia de la ducha nos fundimos en un abrazo. Recorro de nuevo tus hombros con mis labios y mi lengua, tu cuello, tu boca, tus mejillas y los lóbulos de tus oídos. Masajeo tus pezones y tus pechos con mis dedos y mis manos; te rozas conmigo sin parar. Te aprieto contra mí, tu sexo contra mi sexo, mis manos en tus nalgas, y te miro por un momento. Me cautivas con tu mirada y con tu piel. Mis dedos se adentran entre tus muslos y mi boca se sacia con tu cuerpo. En este momento mi libido y mis sentidos terminan de despertar. Nos colocamos frente al espejo, yo a tu espalda. Me encanta mirarte mientras te siento. Me pides que me adentre en ti. Tus codos rozan mi abdomen, te cojo por ellos y te penetro poco a poco, me sientes zambullirme dentro. Sigo amasando tus pechos y jugando con tus pezones, y no paro de entrar y salir; puedes oírme jadear cada vez más fuerte tras de ti, a la vez que observas mi mirada en el reflejo, devorándote más y más. Disfruto sintiendo tu cuerpo mojado deslizarse con el mío, dejándome llevar por mis sentidos y mi deseo, acelerando cada vez más el ritmo de mis embestidas, pero sin dejar que mi cadencia me haga derramarme dentro de tí. Tus gemidos me hacen ir perdiendo la consciencia de mis actos aunque yo quiera evitarlo. Estoy a punto de dejar que mi inteligencia ceda ante mis instintos, pero por un momento puedo contenerme. Hago un enorme esfuerzo para evitarlo, pero no estás dispuesta a aceptar mi retirada ahora, así que continúas con tus cadencias, exprimiéndome, como enloquecida, hasta hacer que mis piernas tiemblen de placer y tu cuerpo se una con el mío en un orgasmo. Nuestros jugos chorrean por tus muslos y tus piernas y se mezclan con la corriente de agua que continúa saliendo de la ducha. No quiero dejar de abrazarte ni de sentirte, quiero estar así, eternamente ...
Me recuesto en la cama tras el almuerzo. Le debo horas de sueño a mi amigo Morfeo, y con intereses, aunque creo que él sabrá fiármelas. Mientras tanto, te refrescas bajo la ducha y tarareas divertida una canción. El ruido del agua y tu voz sugerente me relajan aunque no me dejan conciliar el sueño. Sigo escuchándote cantar bajo el agua y no puedo dejar de pensar en ti. Empiezo a pasar de la vigilia al sueño pero tu presencia en la habitación me sacude de mi estado. Ya sé que no vas a dejarme dormir; sinceramente, me resigno a renunciar a gozarte ahora y prefiero no sucumbir al cansancio. Mi deseo por ti es demasiado grande para dejarlo morir ahora. Te sientas en el borde de la cama, disimulada y a la vez vanidosa, tan sólo envuelta por tu toalla. Me hago el distraído, pero no puedo dejar de apreciar tu esencia, mezcla de aroma de mujer y gel de baño; es una combinación deliciosa. Decides hacerte notar y te acomodas algo más adentro de la cama. Sigo intentando resistirme a tus encantos. Has dejado el peine sobre las sábanas a la altura de mi mano derecha. Es tu manera de solicitar mi ayuda y la oferta es demasiado tentadora para rechazarla. Me incorporo y me acerco a tu espalda; no quiero rozarte todavía. Te aproximas a mí un poco más, tu espalda apenas dista de mi pecho. Tu perfume embriagador, tu piel húmeda y la visión hermosa de tu nuca, de tus hombros, tus brazos y tu nuca avivan mis sentidos. Apenas puedo oír tu respiración y sentir tus palpitaciones junto a las mías. Te acercas un poco más. Puedo adivinar una sonrisa en tu rostro, alegre y maliciosa a un mismo tiempo. Me encanta acariciarte y rozar tu cuerpo con mis manos a la vez que desenredo tu pelo. No puedo evitar cogerte por la cintura y besar tu cuello, tus hombros y tu pelo. Te aprieto contra mí mientras te desprendo de la toalla. Mis dedos buscan la seda de tus pechos. Disfruto amasándolos, estrujándolos suavemente y gozando de su tacto divino mientras mis dedos juegan con tus pezones. Mi lengua y mis labios se deleitan con tu cuello y tus hombros, y recorren tu espalda y tus brazos. Entretanto, empiezas a notar la turgencia de mi falo en tu espalda baja. Mis manos bajan por tu vientre hasta tus muslos, y se adentran poco a poco entre ellos. Tu excitación aumenta considerablemente, la mía también. Decido hacerte sufrir un poquito más. Me incorporo y me coloco a la altura de tus rodillas. Te miro a los ojos mientras te separo las piernas para poder devorar tu sexo. Chupo tus muslos y me acerco poco a poco a su centro. Humedezco mis dedos y separo tus labios, me zambullo en ti. Tus manos acarician mi pelo mientras pretendes dirigir mi ritmo. Intensifico la velocidad y el movimiento de mi lengua; es como si te penetrara. Un gemido de placer escapa de tu boca y te tumbas sobre la cama. Mis manos masajean tus pechos y mis dedos pellizcan tus pezones delicadamente, a la vez que mi boca y mi paladar se emborrachan del sabor de tu sexo. Tu clítoris se estimula cada vez más al contacto de mi lengua y mis dedos. Mis lengüetazos te pierden y tus muslos me aprietan. En mi cabeza tarareo esa canción de Pablo Carbonell (ay que gustito pa mi orejas, enterradito entre tus piernas ¡! :P). Estás sedienta de mí, puedo notarlo. Te ayudo a levantarte y ocupo tu lugar tendido en la cama. Te sientas sobre mí a horcajadas y tu sexo se roza con el mío ligeramente. Me pasas las manos por los párpados y cierras mis ojos por unos momentos. Frotas tu cuerpo con el mío, tu pecho y tu sexo contra los míos, te siento cada vez más intensamente. Tu pelo me acaricia la cara y tus labios se funden con los míos. Anhelo estar dentro de ti. Con tus manos me liberas de la ropa interior y al hacerlo sé que sonríes lasciva. Siento tus pechos rozándome a la vez que tu pelo acaricia mi cuerpo. Tu lengua humedece un poco mi pene mientras subes por mi abdomen y mi pecho hasta llegar a mi cuello y posar de nuevo tus labios en los míos. Abro los ojos y tu mirada y tu boca me reciben generosas y sugerentes. Enhiesto, acerco mi tersa turgencia al humedal de tu ser y me deslizo entre tus muslos. Una excitante sensación se expande con la ola de tu piel acariciándome en cada acometida. Tu ritmo se hace cada vez más rápido y cadencioso y mi deseo sexual es cada vez mayor. Intento degustar el néctar de tus pezones pero te los tapas con tus brazos; sin embargo, tus codos quedan a mi merced y me tomo la venganza besándotelos y mordiéndolos dulcemente. Ya no impides que me aproveche de tus pechos. Los recorro mientras mis manos aprietan tus nalgas y tu cadencia es más intensa y profunda. Te incorporas colocando tus manos sobre mi pecho. Sujeto tus manos mientras siento el placer que se agita en tu espalda. Necesito sentirte aún más. No quiero parar y quiero llenarte hasta rebosar. Tu cuerpo tiembla sobre mí y puedes sentir toda la fuerza de mis embestidas. Pareces una amazona, con tu cabello mojado flotando en el aire. El orgasmo latiguea nuestros cuerpos y nuestras mentes, me entrego en un instante que ojalá fuera infinito y que también me hace temblar. La misteriosa luz que todo envuelve ahora eclosiona dentro de tu vientre. Te derramas sobre mí, tus jugos chorrean entre tus muslos y riegan mis testículos. Tu ritmo es ahora lento pero no quieres detenerte. Te tomo, me coloco sobre ti, y te sigo llenando hasta que no puedo más. Sólo entonces me derrumbo sobre tu cuerpo. Por unos instantes permanecemos así inmóviles, callados, hasta que me echo a un lado y te contemplo. Me sonríes y me besas, yo acaricio tu pelo y te beso en el cuello. Quisiera ser el guardián de tu piel, aunque sé que eso es imposible. Me susurras algo al oído mientras el sueño nos atrapa ...