Verano 18.
Capítulo 1.
El relato es completamente ficticio, por lo que no intenten buscar ningún tipo de relación con la realidad. Espero que les guste la serie.
VERANO 18. CAPÍTULO 1.
Otro verano más. Nuevo diario. Es cierto, ya soy mayor de edad, lo lógico sería dejar ya de escribir un diario cada verano, pero es una tradición que no me apetece abandonar. Puede parecer una tontería visto desde el exterior, pero me relaja mucho escribir mi vida en un cuaderno, bueno, ahora en el ordenador, no me voy a negar a las tecnologías. En cierto modo no es justo llamarle diario, no lo es. Escribo cuando me apetece o tengo algo que contar, no tiene por qué ser todos los días, ya que mi vida no da para tanto. Como es la primera página me gustaría presentarme, por si en algún momento este documento llega a algún tercero. Me llamo Paula, tengo 18 años y vivo en España. Mi familia es del sur del país, más o menos, y es muy tradicional. Mucho. No tengo hermanos, por lo que la empresa de mis padres algún día será mía. O esos son sus planes, para nada son los míos. A mi padre, Alfonso, no le hace mucha gracia. Una mujer, por mucho que sea su hija nunca podrá llevar una empresa tan bien como él. Ya le jodería. Por eso mismo ha buscado, y encontrado, una solución. Un matrimonio de conveniencia, tal cuál, en pleno siglo XXI. Evidentemente él no lo llama así. Su explicación ha sido que yo me merezco un chico de buena familia y clase social. No, mi opinión no le ha importado. ¿Quién es el afortunado? pues un chaval del pueblo cuya familia se lleva bien con la mía. Lo de las familias puede parecer una tontería, y lo es, pero aquí se lo toman muy en serio. Si eres de una familia "aliada" tendrás todo tipo de favores por parte de la familia; si, en cambio, eres una familia "enemiga" no podrás ni pasar por delante de casa.
Mi familia se dedica a la explotación ganadera, pero a lo grande, de manera que siempre he tenido de todo, menos libertad. Por elección de mi padre (la opinión de mi madre tampoco fue considerada), el año que viene empezaré a estudiar derecho y administración de empresas. La respuesta a si es lo que quiero es no. Mi pasión siempre ha sido la arquitectura, pero una arquitecta no puede dirigir una empresa tan bien como alguien que ha estudiado para ello. Se le pasó el pequeño detalle de que yo no tengo ningún tipo de interés en dirigir la empresa, pero de momento me toca aguantar y hacer lo que don Alfonso diga.
Hablaré también de mi pueblo, al que llegué ayer. Yo no suelo vivir aquí durante el año, solo venimos en vacaciones porque "la niña", es decir, yo, tenía que estudiar en los mejores, y más privados, colegios de la capital, de manera que allí vivimos. Por eso y porque la sede de la empresa se encuentra allí, aunque el trabajo perfectamente se podría hacer desde el pueblo. Es un pueblo pequeño, de entorno a 1.000 habitantes. La mayoría de ellos se dedican a la ganadería, trabajando para alguna de las empresas que a ello se dedican que hay en la zona. El resto se dedican a la restauración, ya que es una zona con un cierto éxito en cuanto al turismo rural, pero tampoco es para tanto. Los pueblos de los alrededores son muy similares, de manera que puedes andar kilómetros sin percibir diferencia alguna. En mi pueblo hay tres empresas, una de ellas la nuestra. Una de las otras dos, de la que es mi "novio", es la aliada, la otra la enemiga. Son muy similares a la mía, tradicionales a más no poder. Con tradicionales me refiero a machistas, clasistas y muy religiosas. La otra familia es enemiga desde hace algo más de un siglo. Al parecer se pelearon por algo de tierras, o algo así, nunca me ha interesado el tema y delante de mi tampoco se hablan temas importantes.
En dos días que llevo aquí este verano ya he discutido con mis padres. Era de esperar, chocamos continuamente.
-Paula, ayúdame a cocinar.-dijo mi madre.
-No puedo, tengo que terminar de colocar la ropa en el armario.
-No me mientas hija, sé que acabaste con eso ayer. Ayúdame ya, no quiero repetirlo.-elevó un poco la voz.
-¿Qué le pasa ya a esta, Carmen?-entró mi padre.
-Lo de siempre, no me quiere ayudar, no entiendo qué va a hacer cuando se case con Rafael.
-No me voy a casar con él.-respondí indignada.
-¿Cómo que no?-gritó mi padre-escúchame bien, te casarás con él y así se unirán nuestras empresas, seremos más grandes que nunca. Vuestros hijos conseguirán destruir a los Martínez de una vez por todas.
-Sabes de sobra que no me importan ni la empresa, ni Rafael, ni los Martínez. ¡Dejadme en paz, yo lo que quiero es vivir mi vida!-grité mientras me iba de casa.
Tras la discusión decidí irme lejos, ya volvería por la tarde, cuando todo se calmara. Cogí la bici con la que tanto me divertí durante mi infancia y comencé a pedalear. Cerca del pueblo hay un lago pequeño al que va a dar el río y en el que se está muy bien porque hay sombra donde resguardarse del calor. Fue un error no traer comida, ya que pasaré hambre hasta que vuelva a casa, pero ni loca voy a ir ahora. De ese modo llegué hasta aquí, un lugar desde el que se ve el lago pero que no se ve fácilmente desde este. Me he traído el ordenador porque estaba en mi mochila, la que cogí al vuelo antes de irme de casa porque sabía que si no me aburriría.
Mi plan era echarme una siesta para no pensar en comida y no desistir y volver a casa antes de tiempo, pero me despertó un ruido. Lo primero que pensé es que sería algún animal que había venido a beber agua, pero pronto vi que no era así. El ruido lo había hecho una chica, más o menos de mi edad, que parecía que iba a bañarse en el lago. Tenía un cuerpo muy tonificado, alta y pelo moreno. Su piel también era morena, por lo que supuse que venía bastante por aquí a tomar el sol. No se percató de mi presencia, por lo que se quitó la camiseta con total seguridad para ponerse la parte de arriba del bikini, dejando sus pechos a la vista, lo que me generó una sensación que no sabría describir. La parte de abajo ya la llevaba puesta, por lo que nada más quitarse el short se fue al agua. Aún no le podía ver bien la cara, por lo que decidí acercarme un poco. Era impresionante, parecía sacada de una revista, se zambullía y al salir movía el pelo como las modelos. En un intento por acercarme me tropecé. Sí, se me olvidó decir que soy algo torpe. Afortunadamente no me hice daño porque caí en el agua. Desafortunadamente, se dio cuenta de mi presencia.
-¡Oye!-gritó.
Espero que no se les haya hecho muy pesado, pero tenía que introducir un poco a la protagonista y su entorno. Leeré sus recomendaciones.