Veracruz

Lo que pasoó cuando vivía en Veracruz.

Este relato me lo envio una lectora diciendome que la publique.

Hace un par de años, mi esposo y yo vivíamos en el puerto de Veracruz, las cosas en ese entonces, no iban muy bien entre nosotros, sin embargo, pues aqui seguimos. Resulta que uno de mis hermanos vivía en un condominio a la orilla de la playa y tenían un vecino que me excitaba demasiado, las cosas entre el y yo se fueron dando sin prisas, pero me resultaba muy "caliente", el verlo en privado y tenerlo para mi sola.

En ocasiones yo me hacía la "desvelada" y que no me podía levantar temprano para llevar a mi hija a la escuela (que se localizaba a unos 15 o 20 minutos del lugar donde viviamos), por lo que mi esposo, todo atento, se levantaba el y la llevava. En cuanto daba la vuelta a la esquina, mi amante aparecía como de rayo, yo me levantaba "volando"  y subía al segundo piso en el que vivíamos y nos metíamos a la cama a disfrutar nuestro pecado, prácticamente hacíamos de todo, me besaba por todo el cuerpo, chupaba mi panocha húmeda, me metía los dedos y yo terminaba de gusto. Enseguida yo metía su verga en mi boca y lo hacía terminar, tragandome toda su hermosa y deliciosa leche.

En otras ocasiones, lo esperaba con un mini-vestido, sin ropa interior, y nos abrazabamos y nos besabamos con frenesí, el me volteaba de espaldas y comenzaba a tocar mis pechos y a levantar el vestido hasta poner su mano en mi sexo, metiendome suavemente los dedos, hasta hacerme casi terminar, saltabamos a la cama y lo montaba, penetrándome hasta el fondo con su hermosa y negra verga, mientras con sus manos tomaba fuertemente mis nalgas, acercandome y retirándome con el movimiento característico del "mete y saca", hasta terminar los dos abrazados y enmedio de un enorme beso, en el que metíamos nuestras lenguas hasta la garganta, pero lo más delicioso de todo, era que mientras estabamos a punto de terminar, buscaba mi culo con uno de sus dedos, introduciendolo hasta el fondo, por lo que me hacía venirme doblemente penetrada.

En otra ocasión, en que pedí a mi esposo que despues de dejar a la niña en la escuela pasara al supermercado a comprar algunos víveres, con lo cual tardaría un poco más de una hora, mi amante y yo nos fuimos a la playa e hicimos el amor dentro del mar, yo con ámbas piernas abrazando su cintura y el tomandome de las nalgas, me penetraba frenéticamente y yo apretaba su verga con mi sexo, hasta hacerlo venirse, no sin antes terminar yo un  par de veces.

Mi esposo comenzó a sospechar, por lo que tuvimos que dejar de hacerlo durante un tiempo, y despues mi amante tuvo que regresar a su ciudad, por lo que me queda el enorme recuerdo de aquellas desenfrenadas mañanas sexuales.

Si alguna lectora desea enviarme sus relatos para que las publique o simplemente entablar conversación pueden escribirme a alvaromontes58@hotmail.com