Ver y ser vistos, una nueva experiencia

En este relato, nos presentamos y contamos la primera parte de como imaginamos que sería nuestra primera vez viendo y siendo vistos por otra pareja. Es una presentación ligeramente erótica, el erotismo comenzará en la siguiente parte.

Antes de empezar con el relato, queremos clararar que lo hemos escrito entre ambos y  que esta primera parte no está basada en hechos reales, aunque iremos contando detalles que si son verídicos, fundamentalmente nuestra manera de pensar, nuestras fantasías y deseos.

Somos una pareja joven y desde siempre hemos sido una pareja caliente. Hemos intentado  no estancarnos  en la monotonía y desde que vivimos juntos, lejos de aburrirnos, nuestros juegos de pareja han empezado a ampliarse.

Desde siempre hemos tenido una componente ligeramente exhibicionista. Aún recordamos con una sonrisa cuando pasamos por calles donde solíamos parar nuestro coche y nos dábamos el lote a plena luz del día en nuestros inicios. Aquellos juegos fueron yendo a mayores y en varias ocasiones acabé lamiéndo en plena calle al atardecer a mi chico. Recuerdo como en una ocasión un pareja pasó por la acera de enfrente y pudo ver perfectamente el subir y bajar de mi cabeza y la cara de placer de mi chico mirándolos de reojo sin poder reaccionar. Javi no pudo aguantar y derramó a borbotones toda su lechita sin poder siquiera avisarme.

Desde entonces, muy de tanto en tanto hemos tenido nuestros pequeños juegos, como supongo casi todas las parejas. Jueguecitos  en la playa, en un restaurante, en los probadores…

Me considero una chica caliente pero quizás poco imaginativa, me dejo llevar por mis más bajos instintos pero he de reconocer que es mi chico quien me guía la mayor parte de las ocasiones hacia algo morboso. Tenemos gran cantidad de juguetes: vibradores, bolas chinas, un pequeño vibrador con mando a distancia,... y lencería, nos encanta.  El juguete que más usamos es un vibrador largo y negro. No lo uso para masturbarme...lo usamos imaginando que mientras mi chico esta sujetándome por las caderas como una perrita en celo, me hunde su polla hasta lo has hondo de mi , yo lamo uno de mis juguetes imaginándome que es otra verga la que lamo. Solo de pensarlo me humedezco...es una de nuestras mayores fantasías.

Pasar de la fantasía a la realidad esta fantasías nos da morbo y pánico a partes iguales. Fantaseamos mucho, pero también somos gente “normal”  y no sabemos como reaccionaríamos ante una situación así. En caliente imaginamos mil y una cosas, a mi me hace correrme como una loca y mi chico derrama toda su leche sobre mi imaginándolo, me encanta que me llene las tetas de ella. Una vez en frío no somos capaces de animarnos y menos para ponerse a encontrar a otro chico,…empiezas  a pensar en si será un bruto, en si será aseado, etc…y se te van las ganas.

Como sabemos de nuestras limitaciones, hemos hablado del tema y hemos decidido que sea un punto intermedio que nos sea más fácil llevar a la práctica: Ver y ser vistos por una pareja. Cada uno con su pareja pero pudiendo mirarnos, notar nuestras respiraciones agitadas, nuestros jadeos…mmmmmm.  No sabemos cuando ocurrirá, no tenemos prisa, queremos que cuando ocurra lo pasemos bien. Somos picantes pero con nuestros miedos así que de momento no estamos buscando activamente. Lo que si sabemos es como nos gustaría que fuese ese primer encuentro, os lo contamos: ( aquí empieza el relato propiamente :D)

=======

Notamos nuestros nervios, estamos acelerados aunque intentamos disimularlo. Ya ha entrado la madrugada y se acerca la hora convenida con nuestros ‘amigos’. Hemos salido a cenar y los  vinitos han aliviado tensiones pero no lo suficiente. En un bar cerca del hotel en el que ahora estamos, hemos ahogado nuestras inseguridades de última hora en un par de cubatas.

Estamos en nuestra habitación. Hemos reservado dos habitaciones contiguas: 104 y 105. Esperamos casi a oscuras en la 105,  apenas una luz de la mesilla está encendida dejando ver más las sombras de nuestros cuerpos que otra cosa. Yo voy vestida con una minifalda vaquera, un top morado ajustado  de tirantes. Estoy sentada en un amplio sofá con las piernas cruzadas. Saliendo bajo mi falda, a lo largo de su muslo se ve un liguero que acaba en unas medias negras marcando mis piernas. Él, nervioso, espera junto a mi en el mismo sofá , vaqueros azul oscuro, camisa gris. Como se suele decir: “arreglado pero informal”. La camisa está lo suficientemente desabrochada como para dejar ver su cuerpo fibroso por el gimnasio, aunque sin ser el típico cachitas.

La espera se hacía eterna, los minutos pasaban como horas.

La hora convenida llegó. Escuchamos como de la habitacion contigua sale alguien. Tal y como habíamos pactado, nuestra puerta ligeramente entreabierta se abrió…entre  penumbras, entraron dos figuras, eran nuestros compañeros de juegos. Habíamos hablado de aquel momento varias veces pero la realidad superó la ficción. Llegaron hasta el centro de la habitación intentando denotar seguridad y aplomo, pero lo cierto es que tal y como nos confesarían después les temblaba todo. Nuestros amigos irradiaban morbo por todas partes. Él, alto, delgado y con una sonrisa pícara que me excitó en el acto. Al igual que mi chico se notaba que cuidaba su cuerpo.  Ella, también alta, pelo moreno y un tipazo. Llevaba unos pantalones de pitillo negros que dejaban ver unas piernas y un culo esculturales. No soy bisexual y mucho menos me atraen las mujeres…o eso pensaba yo antes de verla…porque desde ese primer momento creo que tuve la necesidad de acariciar y lamer esas piernas largas. La primera vez que ese instinto se apoderaba de mi. Sus piernas me encandilaron aunque no menos que  su cinturita y como se marcaban sus pechos bajo la camisa.

Los nervios de los 4 casi nos hacen perder nuestros roles pactados y casi nos levantamos para  ir a saludarnos, pero como habíamos decidido previamente, al menos esa primera vez, simplemente observariamos. Así evitaríamos los cortes de las presentaciones y demás. Si la experiencia salía bien ya habría tiempo de más.

Nuestra amiga, a la que llamaremos Silvia, no tardó en aliviar sus nervios de una manera que no esperábamos: Se sentó al borde de la cama, a apenas 2 metros nuestro, y acercó a su chico frente a ella…le desabrocho el vaquero y dejo caer los pantalones hasta sus tobillos. El paquete de su marido aprisionado bajo sus bóxers grises amenazaba con hacerlos estallar… Acarició el culo de su compañero con sus dos manos acercándose más si cabe su paquete a la boca…no tardó mucho en deshacerse de él dejando libre aquel falo largo….(mmmm madre mia que placer me da escribir este relato). Silvia comenzó a lamerlo lentamente con su lengua mientras seguía acariciando su culo.

Todo era morbo y suave a la vez…nuestros amigos estaban en su mundo desde hacía unos minutos, como si se hubieran olvidado de nosotros. Eso nos agrada. Él giró su cabeza para mirarnos por primera vez desde que su mujer estaba lamiendo su rabo, y nos vió…se ladeó hacia nosotros  ligeramente forzando a Silvia saliera de su trance y mirase de reojo lo que en aquella misma habitación estaba ocurriendo:

Apenas a 2 metros estábamos mi chico y yo , en el

sofá masturbándonos silenciosamente en penumbra, clavando nuestras miradas en sus cuerpos, y ahora que nos miraban ellos, en sus ojos. Ellos podía ver perfectamente como yo había descruzado las piernas y había subido una de ellas sobre la pierna de Javi, dejando expuesta la lencería negra de encaje que había comprado expresamente para esa noche,…había apartado mis braguitas semitransparentes para poder acceder a mi empapado coñito. Javi no se había quedado atrás y había sacado su rabo grueso para poder tocarse lentamente  mientras alternaba entre mirar a nuestros amigos y a mi masturbarme mirándolos.

Cuando nuestra amiga contempló esa visión, saberse el centro de atención de un chico y una chica, saber que estaban masturbándose por ella y su marido, se calentó pasando de lamer suavemente la berga de su chico a metérsela dentro de su boca y comerla con una avidez y deseo desmedidos. Mmmmmmm, ahora si estaba cachonda de verdad.

Ese momento de “encuentro de miradas” de los 4 mmmmmmmmm, lo imagino y noto como se me humedece mi sexo.

Los nervios se habían esfumado  y comenzamos a dejándonos llevar por lo que realmente nos placía. Especialmente escogida la cama de 2 metros se prestaba para lo que ocurrío después: Nuestro amigo, tras unos minutos contemplándonos y mirar cada poco hacía abajo viendo como su mujer le trabajaba la polla como hacía mucho que no lo hacía, se separó de ella, y le dijo:

- “Ahora te toca a ti”

Y agarrándola de la mano la acercó a “su lado de la cama”, le quitó sus pantalones ajustados y la camisa que tan bien marcaba sus pechos. Dejó al descubierto como ella también había elegido para la ocasión un conjuntito de braguitas culotte y sujetador grises de encaje preciosos… Una vez tumbada, comenzó besando a su mujer, preguntándole con la mirada si todo estaba bien. Al asentir…empezó a besar y a lamer su cuerpo sin dejar un centímetro sin besar. Inteligentemente, evitó de forma deliberada sus zonas más erógenas centrándose en el cuello, pasando al estómago, acercándose peligrosamente a sus ingles pero pasando de largo de su sexo y continuando por sus piernas.

No pasó mucho hasta que se escuchó un primer gemido en la habitación. No, no era su mujer la que lo había soltado, había sido yo, desde el sofá. No perdía ojo de cómo estaba trabajándose aquel desconocido a su mujer. Yo me tocaba muy suavemente pero sin descanso. Por primera vez tenía sentimientos contradictorios en mi cabeza: Deseaba que mi chico me llevase al otro extremo de la cama e hiciese lo mismo conmigo, y por otro, y me avergüenza confesarlo, deseaba ser yo quien junto a su marido besase aquellas piernas, aquel cuello, mmmmmmm…pero eso era una fantasía de mi cabeza, nada más. Nadie más lo sabría... por ahora.

Mi chico, había entendido perfectamente mis deseos y me acercó a la cama y deshaciéndose de mi top, y dejándome a apenas unos centímetros del cuerpo de Silvia. Desprendía calor, lo podía notar y podía notar su respiración entrecortada por el placer que le proporcionaba su marido. Ella no abría los ojos, pero sabía que estábamos allí. Ahogaba sus gemidos forzándose a no abrir la boca.

Mi chico estaba demasiado caliente como para lamer mi cuerpo, asi que se quedó de pie en el lateral de la cama y me ofreció su polla para que la chupase, mientras el inclinado me acariciaba los pechos sobre mi sujetador y con la otra mano rozaba el coñito que yo misma me había trabajado solita antes. Empecé a chupar con ganas la polla de mi chico, y no tardé mucho en gemir como podía porque la polla de mi chico  me tapaba la boca. Nuestra amiga al ver que yo no me cortaba en denotar como estaba disfrutando del momento, relajó su boca y empezó a jadear de placer… su chico estaba comiéndole el coñito suavemente. De repente escuchamos de la boca de ella:

- “Ven, dame tu polla, quiero comerte como le hace ella a el”.

Buffff, me pone como una loca pensar que ella estuviera pidiéndole a su marido comerse la polla  de la misma manera que lo hacia yo en ese momento.


Este sería el principio de la noche que nos imaginamos, apenas habría pasado un rato desde que “nos conocimos”…¿Te gustaría saber como continuaría? Continuaremos si quieres. En futuros relatos también contaremos nuestros deseos más intimos, nuestros pequeños vicios y como nos los hemos ido descubriendo el uno al otro con el paso del tiempo. Creednos si os decimos que no son fantasías nada típicas.