Ver en la Obscuridad: Cap 2.

"La Chica que no pudo con todo"

Muchisimas gracias a todas las personas que se tomaron el tiempo para leer el primer capitulo de mi historia, en especial agradezco a Albany, Zoele, aurora la diosa y a Keegan, quienes no solo lo leyeron sino que me comentaron, Muchisimas gracias.

Disculpen lo corto de los capitulos, pero considero que asi es mejor porque narro solo los momentos importantes, sin tanto relleno, si en algun momento se da un capitulo mas largo, asi lo publicare, pero por el momento seguiremos asi. Otra cosa: Ver en la Obscuridad es una mini serie, no es mi intencion crear una historia demasiado extensa que luego no sabre si podre terminar. Sin mas que decir, los dejo con el segundo capitulo:

·La chica que no pudo con todo·

Habían pasado pocos días, creo que era sábado. Era el cumpleaños de mi mamá y ese mismo día en la mañana me habían quitado las vendas de la cara. Esta vez, sí pude caminar solo a mi cuarto sin hacer ningún desastre y para qué negarlo, me sentía orgulloso de mi pequeño logro.

En mi familia, no hay fecha más importante que un cumpleaños, por lo cual estos nunca pasaban desapercibidos y sin celebrar. El cumpleaños de mi mama no sería la excepción, en horas de la tarde escuche a varios familiares llegar a la casa de sorpresa con cosas para hacer una “pequeña” reunión –con la cantidad de integrantes en mi familia ninguna reunión es pequeña- escuché como todos preguntaban por mí y mi estado de ánimo apenas llegaban, algunos preguntaban si podían pasar a verme pero mis hermanas les decían que no lo hicieran para evitar malos ratos. Todo fue igual hasta que escuche llegar a Andrés y comenzó con las mismas preguntas: ¿Cómo estás? ¿Cómo sigue? ¿Las vendas, se las quitaron?

Algún rato después escuche como alguien entraba en mi habitación, supe quien era por el olor de su perfume, pensé que sería igual a la última vez y solo se sentaría sin hablar, gran equivocación.

-¿Cómo estás? – Pregunto sin obtener respuesta de mi parte- ¿Cómo estás? – Repitió- Te hice una pregunta Gustavo, ¿Cómo Estás?... ¿En verdad piensas hacer esto? – continuo al darse cuenta que no pensaba en responder. A continuación me quito la sabana que tenia cubriéndome y pregunto esta vez más cerca- ¿Cómo estás?

-No sé, déjame. – dije empezando a llorar, aunque puede que él no lo notara por los lentes oscuros que llevaba puestos.

-¿No sabes? – Preguntó pausadamente- Eso es obvio, como vas a saber si no te paras de esa cama, ¿Si quiera estas seguro de que este es tu cuarto? ¿Te has tomado la molestia de recorrerlo? ¡No! ¿Verdad? – Estaba molesto.

-¡Déjame! ¿No te das cuenta que ahorita no quiero hablar? Déjame solo. –no podía parar de llorar.

-¿Y cuándo vas a querer hablar? Dímelo y vengo ese día,  ¡Dime!

-No se Andrés, ¡No se! ¡Déjame! Por favor, déjame solo y vete.

-¡No! Tu tiempo se acabo, trate de darte tu espacio, sabía que necesitarías tiempo para asimilar todo, pero ya me harté de todo esto.

-No tengo ganas de hablar, hoy no.

-Ese es tu problema, el centro de todo siempre tienes que ser tú, pero ¡No! ¿Sabes qué día es hoy? ¿Sabes quién está cumpliendo años hoy? Mi tía, ¡Tu ma-má! Y nadie está disfrutando de la reunión, ni siquiera ella porque todo el mundo está pendiente de ti. Mi tía está mal porque tú estas mal y no quieres dejar que nadie te ayude, ¿Qué quieres? ¿Quieres ser como Daniela? ¿Ah? ¿Quieres hacerme pasar por eso de nuevo? ¡Dímelo de una vez! –Andrés estaba demasiado molesto- ¿Sabes qué? ¡No me importa! ¡Me da igual lo que quieras hacer! Pero hoy lo vamos a hacer a mi modo y vamos a comenzar por abrir esta ventana, este maldito cuarto huele horrible, ¿si quiera te bañas?... ¡Siéntate! –Dijo luego de un momento-  Ya vengo y cuando regrese espero que estés sentado. –camino en dirección al baño de la habitación y escuche como empezaba a caer agua, cuando regreso yo ya estaba sentado en el borde de la cama, se detuvo frente a mi- Sube los brazos –aunque lo dijo más calmado, se podía sentir la rabia en su voz- vamos a quitarte esta ropa. Ahora recuéstate, voy a quitarte el mono. –Caminó por la habitación dudoso hasta que se detuvo frente a mi closet, lo escuche abrirlo y buscar algo- ten –dijo colocando varias cosas en la cama- aquí tienes ropa de salir, zapatos y ropa interior, en el baño ya te ajuste el agua caliente, te bañas y te vistes que en rato vengo a buscarte, y si no te has parado de ahí entonces, me tocara bañarte y vestirte a la fuerza. Ya basta de hacerse el sufrido, da igual si mañana te encierras otra vez, pero hoy vas a salir de aquí para que mi tía pueda disfrutar su cumpleaños. –terminó de decir y camino a la puerta, estuvo un momento frente a esta como pensando, pero no dijo nada. Solo abrió, salió y la cerro de un portazo.

A pesar de que todo lo que pregunto y dijo Andrés  lo capte claramente, fueron tres preguntas las que quedaron retumbando en mi mente: ¿Qué quieres? ¿Quieres ser como Daniela? ¿Quieres hacerme pasar por eso de nuevo?...

···

Hace dos años, ni por error habría pensado que Andrés y yo podíamos ser tan cercanos o más raro aun, ser amigos. A pesar de ser primos nuestra relación nunca pasaba mas allá de un “-Hola, ¿Cómo estás?” supongo que esto se debía a nuestra diferencia de edades, en ese entonces él tenía 20 años y yo solo 15, él por ser mayor aseguraba no tener nada en común conmigo y que yo mejor hablaba con Rafael –Su hermano menor- que es solo un año mayor que yo.

Era una calurosa mañana de julio cuando llego a mi casa, con la mirada perdida y su joven corazón destrozado, según me dijo aún no sabe porque fue a mi casa esa mañana, él solo empezó a conducir y cuando reacciono estaba parado frente a mi puerta, no sabía qué hacer, solo necesitaba alguien con quien hablar y sus amistades estaban ocupados o muy lejos y por ningún motivo quería llegar a su apartamento y encontrarse solo dentro de esas cuatro paredes. Le hice pasar y solo se sentó en la sala y coloco la cabeza ente sus manos, pregunto por mi mama y mis hermanas, pero yo le dije que esa mañana me encontraba solo en casa, me pregunto si podía prestarle mi cama, que solo quería recostarse, debido a nuestra casi inexistente relación por un momento pensé en negarme pero cuando lo vi temblando y amenazando con llorar no pude contestar de otra forma que no fuera afirmativamente. Mientras el caminaba a mi habitación yo me dirigí a la cocina a prepararle uno de los tés milagrosos de mi mamá, que aunque no me gustaran siempre funcionaban para calmarme.

Cuando entre a la habitación lo encontré acostado abrazando una de mis almohadas y llorando, ahí me di cuenta que si una persona como él –Alegre,  extrovertido y sobretodo fuerte- estaba llorando era porque algo grave estaba pasando. Al principio no lograba hacer que hablara salvo por “-¡Maldita sea!, ¿Por qué lo hiciste?”, No sé porque, pero  cuando lo vi así lo único que se me ocurrió hacer fue lo mismo que mi mama me hacía a mi cuando me daba un ataque de pánico: Lo senté en la cama y le abracé, no se por cuánto tiempo, pero cuando reaccione estaba pasando mi mano por su cabello, cosa que estaba dando resultado. Ahí fue cuando logre hacer que se tomara el té y luego volvimos a nuestra posición anterior: sentados uno al lado del otro, el me abrazaba por la cintura y yo a él por los hombros con una mano y sobaba su cabello con la otra. Recuerdo que por momento se pegaba a mí y me apretaba fuerte y empezaba a llorar nuevamente.

Recordé lo que decía mi abuela: “Para la gripe, un corazón roto y para aclarar la mente, no hay nada mejor que un caldo de pollo”, agradecí cuando llegue a la cocina y encontré un poco en la nevera que quedo del día anterior, lo calenté, serví y se lo llevé hasta la habitación, estaba acostando llorando nuevamente. Esta vez decía otras cosas “- ¿Por qué? ¡Daniela! ¿Por qué?”.

Daniela fue la única novia de Andrés hasta la fecha, se conocieron en la fiesta de cumpleaños de un amigo en común, a los Ocho meses de relación a Daniela le diagnosticaron cáncer en un estado muy avanzado, ya había hecho metástasis y había empezado a dañar órganos muy importantes, los doctores le dijeron que debido a lo tarde del diagnostico poco podían hacer para salvar a Daniela, pero que con quimioterapias y estrictos tratamientos podían extender su estadía en este mundo un poco más. Para todos los involucrados fueron momentos difíciles, en especial para Andrés  quien tuvo que convencer a Daniela de que valía la pena intentarlo y no dejarse vencer tan fácilmente, los primeros meses pasaron con relativa normalidad pero cuando las quimioterapias comenzaron, Daniela no pudo con su efecto secundario: La caída del cabello. Se deprimió tanto, que una noche cuando todos en la casa se habían acostado, tomó todas las pastillas que habían en su mesa de noche, algunas pertenecientes al tratamiento, otras tenían meses allí, algunas más peligrosas que otras, las cuales se usaban para aliviar malestares pasajeros, no quedó ni una pastillas sin tomar ni vida en esa habitación. En una carta explicó de forma breve sus motivos: no soportaba la idea de perder el cabello, ver a sus padres y su novio sufrir, así como ella tampoco quería seguir sufriendo. Las líneas finales de esa corta carta que dejo decían: “Prefiero morir ahora dignamente que en unos meses acabada por un cáncer y los efectos secundarios de un doloroso tratamiento, perdónenme mamá y papá, perdóname Andrés. Los amare por siempre, Daniela:”

···

-¿Qué quieres? ¿Quieres ser como Daniela? ¿Quieres hacerme pasar por eso de nuevo?...

A pesar de que Andrés y todo el mundo creían lo contrario, yo no quería ser como Daniela, yo no quería ser  como esa pobre chica que no pudo con todo. Me acomode los lentes oscuros que no me había quitado desde el momento que me los puse por primera vez, me levante poco a poco y empecé a caminar en dirección al baño. Tuve que bañarme con agua fría porque la caliente se acabo mientras estaba en el cuarto, regrese a la habitación y comencé a vestirme lenta pero decididamente, vestirme no fue gran problema salvo por la camisa y los zapatos, la camisa porque Andrés me escogió una de botones, no fue muy difícil colocármela pero tuve que pasar la mano varias veces sobre los botones para asegurarme de que los había abotonado todos. Los zapatos por el contrario si fueron un poco más difíciles, supongo que él pensó que amarrar las trenzas de tus Converse estando ciego no sería difícil, pero me costó varios intentos poder hacer –bien-  un lazo de dos nudos en cada zapato.

Me dirigía a abandonar la habitación cuando un mechón de  mi cabello cayó sobre mi frente recordándome que no me había peinado, con miedo de tropezar algo, camine hacia el espejo –como si ahora este me sirviera de algo-, debajo de este estaba una repisa con gel para el cabello y peines que nunca utilizo porque prefiero peinarme con las manos. Tomé un poco de gel con mis dedos y lo esparcí por todo mi cabello, como no podía verme en el espejo para asegurarme de quedar bien peinado, tuve que confiar en que recordé todos los movimientos que hago con mis manos sobre mi cabeza al peinarme.

Estaba asustado, tenía miedo de chocar con todo a mi paso y darme cuenta de que soy un inútil que no se puede valer por sí solo –si bien esa mañana pude entrar a mi habitación sin ningún contratiempo, nunca había salido de ella solo- por un momento pensé en darme por vencido y regresar, pero recordé sus palabras… “-¿Qué quieres? ¿Quieres ser como Daniela? ¿Quieres hacerme pasar por eso de nuevo?” Recordé el tono de su voz, lleno de rabia y dolor cuando me lo dijo y me decidí: iba a salir de esa habitación, caminaría por la casa y finalmente saldría al patio trasero donde encontraría a toda mi familia y les demostraría todos ellos, a Andrés, pero sobretodo me demostraría a mí que no soy como Daniela, yo si iba a poder con todo, no iba a rendirme, al contrario, yo si iba a luchar.

Con todo el cuidado y la paciencia del mundo empecé a dar cortos -pero seguros- pasos por la casa, siempre con los brazos extendidos hacia el frente, no escuchaba nada, todo estaba en silencio, agradecí por eso ya que así nadie me vería e intentaría ayudarme, tenía que hacerlo solo. Decidí irme  pegado a la pared para no chocar con algún mueble, si bien tropecé alguna que otra foto colgada en la pared, no tumbe ninguna. Al llegar a la cocina empecé a escuchar las voces de algunos familiares, seguí caminando con cuidado, pasar la cocina seria más difícil porque esta cuenta con un mesón que va desde la pared hasta la mitad del espacio, tendría que rodearlo,  seguía caminando cuando de repente tropecé con lo que supongo seria algún juguete de uno de mis sobrinos ya que luego de tropezar comenzó a sonar la típica canción irritante de todos los juguetes infantiles. No pude evitar maldecir cuando intentando no caerme lance mi mano sobre el mesón y esta cayó  sobre una taza que tenía un cuchillo adentro, de todos los cuchillos sin filo que hay en mi casa tuvo que caer sobre ese. Me compuse y empecé a caminar de nuevo –ya faltaba poco- sentí la mano mojada y cuando me la toque con la otra sentí la cortada, no se sentía muy profunda, pero si grande. No podía asegurar que el líquido en mi mano era sangre porque la taza donde estaba el cuchillo tenía agua, aunque sinceramente no creía que fuera lo último. Como pude, llegue hasta la puerta, esta estaba cerrada pero con la llave pegada, abrí con sumo cuidado y ahora si escuchaba las voces de mis tíos claramente, nadie se había dado cuenta de que estaba en la puerta por lo que empecé a caminar  en dirección a las voces.

Iba a mitad del camino hasta ellos, cuando escucho ladrar y correr hacia mí a Póker –El perro de Damaris-, siempre le había tenido miedo a ese perro pero esta vez en especial, me aterró. El perro me alcanzo y se lanzo sobre mí, montando sus patas delanteras en mi abdomen.

-¡Mamá! – fue lo único que alcance a gritar, estaba lleno de miedo. Pude escuchar los gritos de la impresión de todos, supongo que por el hecho de verme ahí.

-¡Póker! –escuché gritar a mi tía.

-¡Gustavo! ¡Por dios! ¿Qué te pasó en la mano? – gritó mi mamá mientras corría hacia donde estaba, confirmándome que lo mojado de mi mano si era sangre. -¿Qué te paso? ¿Estás bien? – continuó cuando me agarro la mano ensangrentada.

-Sí, estoy bien mamá, fue solo que me corté con un cuchillo que estaba en el mesón de la cocina cuando caminaba para acá.

-Pero hijo, ¿Por qué no llamaste? Cualquiera de nosotros podría haber ido a buscarte, si querías Andrés podría haber ido por ti tranquilamente ¿Verdad Andrés?

-clar…

-¡No! –Le interrumpí a Andrés- quería hacerlo yo solo, quería darte una sorpresa mamá, además Andrés ya ha hecho mucho por mi hoy.

  • Y ¡a buena sorpresa la que me diste!, vamos adentro para poder revisarte esa mano.

-Disculpa mamá, quería darte una sorpresa, pero todo me salió mal. –dije levantando mi mano ensangrentada para comprobar lo que decía.

-Nada salió mal, salvo algunos errores técnicos, todo está bien –logré escuchar una pequeña risa que se le escapó al terminar la frase, la primera risa en días.-ahora vamos a limpiarte esa mano porque si no te vas a desangrar aquí.

-Mamá –dije halándola por un brazo.

-Dime

-Feliz Cumpleaños.


Gracias por leer hasta aqui, por favor, comenten y valores, su opinion es importante.

Recuerden que en a-venezuelan-guy.tumblr.com pueden descargar este capitulo mas un pequeño avance del siguiente.