Ver en la Obscuridad: Cap. 10
La vida puede ser fácilmente comparada con una montaña rusa.
¡Hola! aquí estoy finalmente, con la última entrega de esta historia. Primero que nada, quiero agradecer a todas esas personas que me han acompañado hasta aquí, a todos, no solo a los que me escriben, también les agradezco a todas esas personas que hacen click sobre el nombre de mi historia cada vez que lo leen, muchísimas gracias. Gracias por darme la oportunidad de escribir y compartir con ustedes esta pequeña obra. Gracias por comentarme, gracias por valorarme, no saben lo bien que hacen sentir a un autor cuando le dan su opinión. Agradezco especialmente a todas esas personas que me escriben al correo, donde la comunicación es más fluida. Gracias por sus criticas y recomendaciones, gracias por tenerme paciencia, ¡Muchísimas gracias!
Ahora, este ultimo capitulo transcurre tiempo después, en el futuro, aquí se explican los hechos y como sucedieron, espero haber aclarado cualquier posible duda. Al final también hay una "Sinopsis", que si bien debería ir al principio de la historia, la publico al final porque no quería adelantar nada y porque hasta ahora tengo claro todo. Me disculpo por la tardanza, es que aunque todos los capítulos para mi son importantes, este es muy especial, digamos que esta es mi forma de "Cerrar un capítulo" en mi vida.
Gracias por leerme. Gracias por acompañarme. El Capitulo:
-Abrir los ojos-
Era sábado, temprano por la mañana. Esa madrugada había llovido, por lo que el ambiente estaba pesado y aun se podían sentir algunas gotas que llegaron tarde a aquella garrafal tormenta. Isaac estaba conmigo, acompañándome en aquel día tan importante para mí. Habíamos llegado al lugar temprano porque teníamos otros compromisos que atender ese día, llegamos incluso antes de que abrieran aquel gigantesco portón, la única entrada a aquel santuario natural ubicado en el medio de una ruidosa ciudad.
Entramos caminando, lentamente, como si estar es ese lugar nos torturara pero ambos disfrutábamos aquella dolorosa tortura, Isaac me comentó que había venido muchas veces en el pasado, pero nunca por algún motivo especial, es decir, al contrario que para mí, aquel lugar a él le era indiferente. Caminamos varios minutos, él no sabía a dónde íbamos exactamente, pero yo si sabía el camino de memoria: algunas curvas, dos escalones, un pequeño puente, dos escalones más, seguir el camino por varios minutos y estaríamos en frente de la pequeña cabaña con una mesa de piedra en el centro, aquella cabaña a la Andrés me había llevado años atrás pretendiendo cerrar un capítulo en su vida, y allí estaba yo otra vez, con las mismas intenciones.
-¿Quieres que me quede aquí contigo, o prefieres que te de tu espacio? –me preguntó Isaac calmadamente una vez estuvimos allí.
-Discúlpame, pero de verdad preferiría que me dejaras solo por un momento. –contesté en mismo tono.
-Tranquilo, necesitas un tiempo a solas, lo comprendo. Estaré caminando por aquí cerca, cuando termines me llamas y vengo por ti.
-¡El encendedor!, no olvides darme el encendedor, lo necesito. – le recordé apresurado antes de irse.
-Ten –me lo entregó- ahora sí, me llamas cuando termines, estaré por aquí cerca –dijo dejándome solo.
Esa mañana, ese sábado por la mañana, estaba en la cabaña a la que solía ir con Andrés, la que estaba junto al estanque, por primera vez no se escuchaba a los patos bañarse, es como si supieran porque estaba ahí. Había ido allí para repetir aquello que habíamos hecho Andrés y yo cuando quemamos la carta para Daniela, esta vez era muy parecido, solo que el destinatario no era el mismo.
Cuando Isaac me dejo solo, fue que me di cuenta de que realmente estaba solo, tan solo como nunca lo había estado en ese lugar. Mi cuerpo fue envuelto por una fría capa de sudor y pude sentir como mi boca se secaba, quería hablar pero no podía, quería gritar pero esto me era incluso más difícil, ¿Qué puedes decir cuando no tienes idea de que decir? ¿Cuándo no tienes a nadie a quien decírselo? Simplemente nada, solo puedes recordar que estas solo y que no vale la pena decir nada, nadie podrá escucharte, ¿Llorar? Tal vez esa sea una buena idea, si dicen que los ojos son las ventanas del alma, pude que las lágrimas sean palabras que no sabemos pronunciar. Respire hondo, no, esa vez no lloraría, ya lo había hecho demasiado, además llorar era para momentos tristes donde no sabemos qué hacer o momentos demasiado felices, y para mi ese momento no era ninguno de los dos anteriores. No podía estar triste porque sabía que lo que hacía era lo más sano, lo que él querría, y tampoco estaba demasiado feliz, ni siquiera un poco, ¿Cómo podría estarlo?
Volví a respirar hondo, tomé los papeles que tenía en mi bolsillo y los apreté fuerte, como si esto cambiara algo. Los pegue a mi pecho, como si eso fuera a aliviar el dolor. Los levante frente a mí, tratando de ser fuerte. Y los besé por última vez, antes de acercarles la llama del encendedor.
···
Andrés, es increíble que ya haya pasado tanto tiempo, ¿Cómo estás? Yo, en caso de que te lo preguntes, estoy bien. Lo siento por no haber hecho esto antes, la verdad no había podido, no me sentía capaz. Si no hubiese sido por ti, que me enseñaste que en esta vida todo se supera, y que todo, aun lo peor, todo pasa por algo, no estaría haciendo esto. ¿Sabes?, La vida puede ser graciosa e irónica en ocasiones, creo que Daniela tenía razón, la vida es una perra vieja que no quiere ver a nadie feliz. Tiempo atrás, la muerte y un accidente nos unieron, hoy son esos mismos los motivos causantes de que ya no estemos juntos. Es gracioso que por culpa de un conductor de camión que simplemente decidió ignorar la norma que prohíbe el tráfico de camiones antes de las 06:00am en esa arteria vial, yo esté haciendo esto hoy. Pero, puedes estar tranquilo, no me las desquité con ese pobre hombre, que por culpa de conducir ebrio, causo aquel accidente al cual él tampoco sobrevivió.
¿Sabes? Por mucho tiempo te culpé a ti de todo esto, te culpaba por no hacerme caso, por no prestarme atención cuando te dije que tenía un mal presentimiento. Te culpaba porque si tu no me hubieses convencido de someterme a aquella operación, tal vez aun estarías aquí conmigo, piénsalo, si yo no me hubiese operado, tu no hubieses tenido que prometerme un regalo para cuando despertara, no habrías tenido que cruzar la ciudad tan temprano para estar de primero cuando la tienda abriera, no habrías tenido que estar en aquella autopista a esa hora, pero ¿Cómo podríamos haber sabido que esto pasaría? ¿Cómo podríamos haber sabido que esa si era una señal del universo? Simplemente no podíamos saberlo. También me culpé a mí mismo, por mucho tiempo debo decirte. Al final de cuentas, era por mí que ibas a esa tienda, era por mí que ibas a comprar aquello, era yo el que estaba sedado en una habitación sin poder impedirte que salieras a esa hora. Todo fue mi culpa desde aquel día en que te abrí la puerta de mi habitación para que te recostaras en mi cama.
Tengo que decirte que no fue fácil Andrés, al igual que al quedar ciego, los primeros días son los peores, ¿sabes? ¿Cómo acostumbrarse a no tener algo que siempre ha estado contigo? Menos mal yo tenía experiencia previa, porque de lo contrario, no creo que hubiese podido. Adivina donde pasé la primera semana, si, encerrado en mi habitación, como seguro te imaginas. Pero después me di cuenta que no podía hacer eso, si lo hacía era como tirar a la basura todo lo que me enseñaste, aun cuando ya no estabas conmigo, seguías siendo mi razón para levantarme. Sé que esto no te gustará, pero hice algo que tú nunca me dejabas hacer: lloré, te lloré a mares, te lloré como nunca tendrás una idea. Te lloré por cada recuerdo bonito que tengo contigo, podrás imaginarte que fue bastante lo que lloré, pero eso fue en el pasado. Como solías decir: “-Todo tiene su debido tiempo”, pues ya el tiempo de llorarte pasó, el tiempo de no aceptar que no volverías ya pasó, el luto es algo que se lleva por dentro, el luto es algo que yo llevare por siempre en mi interior.
No soy el único que sufrió por tu partida, como es obvio mi tía también sufrió demasiado, mucho más que yo, porque aun con todo el amor del mundo, nadie puede sufrir más que una madre cuando pierde a su hijo, pero tranquilo, que nosotros no dejaremos a mi tía sola, puedes estar seguro de que siempre estaremos con ella. La depresión de mi tía fue mucho peor, a ella le costó más asimilar el hecho de que ya no estás aquí con nosotros, mas de una vez la encontré llorando, y al no poder hacer nada mejor por ella, solo me sentaba a llorar a su lado, pero ya está un poco mejor, sobreponiéndose como la mujer fuerte que es.
Adivina quien acaba de ser mamá, ¡Estrella!, dio a luz 3 cachorritos, ¡No me juzgues! Es difícil ser padre soltero en mi condición, supongo que le faltó un poco de mano dura. Tranquilo, lo digo en broma, no te esto reclamando nada, pero si, fueron dos hembras y un varón, las dos hembras las tiene mi tía y yo me quede con el varoncito, su nombre es Tobby, ¿Te acuerdas cuando querías llamar a Estrella así? Bueno, para que no digas que nunca te doy gustos, lo nombré así por ti, es igual de desastroso que la madre… ¡Borra esa sonrisa que se que tienes en estos momentos! ¡No es gracioso!
¡Ah! Por cierto, sé que esta letra no te parece conocida, no es mía, es la de Isaac, él fue quien escribió la carta, yo solo le dicte todo. Creo que ni siquiera tuviste tiempo para enterarte… ¡No! La operación no funciono ¡Te lo dije! ¡¿Viste que tenía razón?! Al final resulto que lo que se daño en el accidente no fue lo que los doctores creían, y ¡No! No he vuelto a intentarlo, puedes estar seguro que mi mamá ha tratado de convencerme por todos los medios, pero yo tomé una decisión, no quiero operarme nuevamente, me quedaré ciego, ya me acostumbre, me agrada la idea de saber que aunque la tengo un poco más difícil, puedo tener una vida casi normal como los demás. No te molestes conmigo, sabes que nunca pudiste hacerlo, además, tú me demostraste que yo estuve ciego toda mi vida hasta ese accidente, fuiste tú quien me abrió los ojos y me enseño a ver, fue tu amor la luz que iluminó mi obscuridad.
¿Te acuerdas que querías escribir nuestros nombres aquí? Tampoco te dio tiempo para hacer eso, dejaste varias cosas inconclusas, pero te cuento algo: resulta que tu papá tiene muy buenos contactos y ya estamos en los últimos trámites para que nos den el permiso para colocar una pequeña placa con tu nombre en esta cabaña, apuesto que eso es más de lo que podías haber imaginado.
Te preguntaras el por qué vine tan temprano hoy, pues me alegro de informarte que algunos meses atrás volví al grupo de apoyo, aquel, el de la iglesia. Ahí fue donde conocí a Isaac, él es el hermano mayor de John, uno de mis compañeros. Otra cosa aun mas importante: con mi tía decidimos que a ninguno de nosotros nos hacia bien conservar tu apartamento, así que lo vendimos, y con el dinero de la venta se construyó un salón para el grupo en el patio trasero de la iglesia, y con la ayuda publicitaria de tu padre llegaron muchas personas nuevas, fueron tantos, que ahora yo, con la ayuda de Isaac que se ofreció de voluntario, codirijo un “Sub grupo” solo para personas invidentes, los ayudamos apoyándolos y brindándoles soluciones prácticas para problemas cotidianos. Debo agradecerte, porque sin ti no habría aprendido muchas de ellas.
Por último, pero no menos importante, quiero darte las gracias Andrés. Gracias por amarme de la forma en lo hiciste, gracias por hacerme amarte de la forma en que lo hice. Gracias por mostrarme que la vida, aunque sea llevando golpes, vale la pena vivirla. Gracias por tenerme paciencia, gracias por esos momentos en los que perdiste la paciencia, gracias por gritarme cuando fue necesario, gracias por besarme en los momentos justos, gracias por no dejarme solo, gracias por darte cuenta de que necesitaba ayuda y gracias por ayudarme. Andrés, tenías razón al decir que el “para siempre” no existe, que lo más correcto es el “mientras dure”. Gracias por hacerme vivir a tu lado esta corta pero intensa historia de amor, gracias por hacerme sentir así, como me siento justo ahora, con unas ganas horribles de llorar, de gritar y salir corriendo. Gracias por hacerme experimentar este horrible sentimiento al que llamamos amor, gracias por hacerme ver en la obscuridad. Gracias por hacerme decir “Te Amo” después de tanto tiempo, yo aun te amo Andrés.
Ahora, ha llegado la hora de decirte adiós finalmente, tengo una vida que tú me enseñaste que tengo que vivir. Salúdame a Daniela de mi parte, dale las gracias también, ella de una forma u otra ayudo a que esto pasara, dile que tenía razón y que aproveche de estar contigo mientras yo siga aquí, porque seguiré aquí mientras deba estarlo, te prometo que no intentare irme antes. Adiós Andrés, ya basta de lamentarme, con eso no cambiare nada, en cambio, superando esto si podre cambiar, podre ayudar a todas esas personas que necesitan saber que si se puede salir adelante, adiós, y esto último te lo diré suponiendo que después de la muerte mis ojos funcionaran: Nos vemos Andrés.
·Sinopsis·
La vida puede ser fácilmente comparada con una montaña rusa. Aunque ya sabemos lo que pasará, siempre queremos dejar que nos sorprenda. Desde que hacemos fila para ingresar, vemos sus subidas y bajadas, recorremos sus rieles con nuestros ojos, aprendemos su camino, y entonces, cuando subimos, queremos hacer como si fuera la primera vez. Nos aseguramos y dejamos que comience, la vivimos a cada minuto, nos sorprendemos con cuan alto nos puede llevar y nos preguntamos hasta cuando subirá. Sabemos que falta poco para bajar, lo sentimos en nuestro estómago, pero en vez de preocuparnos, solo cerramos los ojos y esperamos que la caída no sea tan fuerte.
Gustavo y Andrés son dos jóvenes que vieron como sus vidas se unían por las más desafortunadas circunstancias, y aun así, decidieron seguir adelante con la ayuda del otro. Su historia cuenta como el amor surge hasta en las peores situaciones, ayudándonos a sanar y a salir adelante, mostrándonos como dos personas pueden amarse para toda la eternidad en tan solo una fracción de tiempo, enseñándonos que a veces es bueno correr ciertos riesgos, pero sobretodo, nos enseñan que cuando decidimos subirnos a la montaña rusa llamada vida, la mejor forma de hacerlo, es con un compañero.
FIN
“Muchas veces decimos ‘Para Siempre’, pero es mucho más fácil decirlo que hacerlo”.
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¡Muchísimas gracias por llegar hasta aquí!
De nuevo les doy las gracias por leerme, y les pido que me comenten, valoren y escriban al correo (
eeergatedijequeno@gmail.com
). ¡Gracias por compartir sus opiniones!
Para las personas que me preguntaron: ¡Claro que tengo planeado seguir escribiendo! y espero volver a publicar por aquí muy pronto, digamos que ya tengo algo en mente, pero prefiero esperar a ver que me prepara la vida para el futuro inmediato. Yo soy un claro ejemplo de lo impredecible que puede ser la vida y por lo mismo prefiero esperar a que ella haga su jugada para yo planear la mía.
¡Hasta la Próxima!