Ventajas de vivir donde trabajas - 2

Continuación del relato anterior.

Después de lo que pasó, al final llegamos a una especie de acuerdo. Aunque fui yo el que hizo casi todo el trabajo....

  • Muy bien putita, sigue así.... aahh... seguro que al final... conseguimos que seas todo lo zorra... mmmm.... que puedes llegar a ser... -  le acariciaba el pelo mientras hundía todo mi rabo hasta lo más profundo de su garganta provocándole arcadas. Normalmente no suelo dar tanta guerra durante una buena comida de polla, tampoco se trata de hacer que se ahogue con mi polla dura a reventar en su tráquea, pero si quería ser una puta habría que enseñarle bien. Además, me flipa cuando me dejan la polla tan empapada de babas que incluso se forma un pequeño charco en el suelo.

Por fin aflojé el agarre y el chaval pudo respirar de nuevo. Se quedó con mi rabo apoyado en su cara, tapándole un ojo. Sus babas lo cubrían por completo y habían empezado a caer por mis huevos hasta el suelo. No respondió, ni siquiera gimió o movió la cabeza. Solamente se quedó como estaba, de rodillas, completamente desnudo, con las manos atadas a la espalda y una buena polla caliente y dura sobre su cara cubriéndole en precum y babas. Y con una estúpida sonrisa de felicidad en la cara. Verle tan feliz me hizo sonreír también. Me lo iba a pasar de puta madre con aquel chaval. Con un pequeño tirón en la nuca le hundí la cara en el suelo y con mi pie le hice entender que no podía levantarla de nuevo.

  • Ahora vas a limpiar bien ese desastre que has hecho - en seguida comenzó a recoger las babas que habían caído al suelo con la lengua, como un buen perrito buscando su plato preferido -. Mira que te gusta ser guarra. Este va a ser el trato - le di un cachete en el culo a la vez que empezaba a hurgar con un dedo en ese pequeño agujero apretado. Empecé a notarle jadear en mi pie, que seguía aplastando su cara contra el suelo -. Si quieres ser mi puta vas a tener que confiar en mí más de lo que has confiado en nadie en tu vida, porque voy a hacer contigo lo que quiera y no me gusta tener que parar porque de repente te entre miedo, ¿entendido?

Aquel chaval era incapaz de hablar. Metí el dedo dentro de su culo de golpe y empezó a mover la cabeza asintiendo .

  • Muy bien. No te preocupes, no vas a sufrir. Al menos no mucho. Y al final seguro que todo se convierte en placer - pasé de perforarle el ano con mi dedo a jugar con sus huevos y su polla, apretándola suavemente y haciéndole una paja -. Porque eso es lo que quieres, ¿verdad?

  • Si... si..., es lo que quiero... por favor....

  • ¿Por favor? - me escupí en la mano y comencé a frotarle la polla cada vez más rápido.

  • Por favor... lo quiero todo.... no quiero parar... ahh... no pares.

  • ¿Qué es lo que no tengo que parar? Habla claro de una puta vez nene, o voy a tener que taparte la boca de nuevo.

  • No quiero que pares de follarme, quiero que me uses todos los días. Todas las veces que quieras. Quiero ser tu puta, quiero vaciarte los cojones, sacarte hasta la útlima gota de leche y que no pares de follarme hasta que se te ponga la polla floja. Soy tu puta. Es todo lo que quiero ser. Por favor, dame más. Más polla, más leche, más placer.... Ahhh jodeeeerrrr - empezó a correrse en mi mano, soltando una buena cantidad de leche. Ahora que lo pienso, haberle apretado los huevos durante los 45 minutos que ha estado comiéndome la polla lo mismo han ayudado un poco.

En cuanto paró de correrse cayó reventado. Aparté mi pie de su cara pero no podía ni levantarse, tan solo me miraba con esa estúpida sonrisa, todo sudado y satisfecho. Sentí como toda la sangre se me agolpaba de repente en el nabo, poniéndomela dura como pocas veces antes. Aún no me había corrido, pero eso lo íbamos a arreglar en seguida. Él solo me miró y juraría que se le fue un poco la sonrisa cuando vió que empecé a restregarme su corrida por todo mi manubrio haciéndome una buena paja de su semen. Me coloqué despacio detrás de él, sentándome justo para que mi polla quedara en la curvatura que hacía aquel gordito y rosado culo. Estaba caliente, y cuando notó mi polla se movió un poco de la excitación. Me encanta que me pidan guerra.

  • Entonces vamos a sellar esto de una puta vez.

Cogí mi rabo y en un solo movimiento lo hundí hasta lo más profundo de aquel agujero. Un pequeño grito salió de su boca, pero dos minutos más tarde lo único que hacía era gemir como una buena perra y mover el culo tragándose mi rabo mientras lo apretaba con mis manazas, apretando por igual mi polla dentro de él.

De eso hace ya un tiempo, y desde entonces no hemos parado de hacer cosas nuevas. Con lo salvaje y cerdo que es, cada vez que le veo me sale la vena cabrona y acabo inventándome siempre algo nuevo que hacer con el chaval. Una de las últimas fue cuando le obligué a pasarse la mañana debajo de la mesa de portería comiéndome la polla y tragándose mi lefa. Como me devoraba el rabo el cabrón, succionandome el capullo y relamiendo hasta la última gota de sudor y precum que llegaba hasta mis huevos mientras iban entrando y saliendo vecinos del portal. Acabé corriéndome en su garganta mientras hablaba con una de las vecinas del edificio, la muy cerda aprovechó para tragar más rápido y apretarme el capullo con su garganta mientras me acariciaba los huevos peludos para sacarme toda la leche. Casi se atraganta y hasta la vecina se me quedó mirando algo raro, pero la despaché rápido y tras un par de ostias al chaval por colocarme en ese aprieto dejé que me limpiara el rabo despacito mientras aquella boquita me la volvía a poner dura para una nueva ración de leche calentita.

También le hago visitas en su casa. Todas las noches voy a cenar con él. Ese perraco ya no puede dormir bien si no le dejo el culo goteando leche antes de meterse en la cama. Me encanta ponerle sobre la cama y jugar con su ojete, como se abre y boquea pidiendo rabo. Es un puto agujero insaciable que no para de pedir que lo deje bien relleno y al que le encanta sentirme dentro. Con lo gorda que tengo la polla se le ha quedado un boquete bien abierto, y es capaz de cogerme a la primera, a veces incluso sin lubricar. Pero a mi me encanta recrearme, lanzarle un buen escupitajo y ver como se calienta y se excita como una perra cachonda mientras le abro ese culito y le repaso con mi lengua cada pliegue. Gime cada vez que siente mi aliento en su ano y se esfuerza en morder las sábanas para no pedirme que lo folle como un animal, porque en el fondo le encanta que le ponga tan cachondo que no pueda ni controlarse.

En eso estábamos, el capullo de mi polla ya empezaba a hundirse en aquel agujero caliente que estaba más que deseando que le dieran algo de carne para comer. Sus manos agarradas a las sábanas y la almohada debajo de él para que pudiera morderla todo lo que quisiera hasta que empezara a bombearle bien. Y entonces llamaron a la puta puerta. Se quedó de piedra, pero yo aproveché y le metí un poco más la polla. Me pone que no se lo espere, pero fue un error. El chaval pegó un buen gemido que se debió de escuchar hasta el pasillo porque empezaron a llamar a golpes. Al final dejé que se pusiera un pantalón del pijama y fue a abrir, mientras yo lo seguía desnudo de cerca. Abrió la puerta lo justo para asomarse él, pero su culo y sobre todo yo nos quedamos atrás sin que nadie nos viera. Y mi polla empezó a darme un pequeño latigazo.

  • ¡ Hola Fermín! ¿Qué hace usted aquí? ¿No es muy tarde? - el puto casero del chaval. Eso de vivir con tu casero de vecino es una putada - mi mano comenzó a acariciarle el culo y acerqué mi miembro a donde debería estar su ojete por encima de la ropa. Le daba pequeñas puntadas pero no se notaba nada.

  • Me han llamado tus padres chico, me han pedido que te eche un ojo - el nene se llevó una mano atrás y comenzó a sobarme la polla haciéndome una paja. Que lástima que yo quisiera algo más.

  • ¿Qué? ¿Mis padres? No me han dicho nada de eso... - mi mano le bajó un poco el pantalón del pijama y empecé a meter mi polla en aquella rajita que estaba deseando tenerme dentro.

  • Parece que les han llamado de la universidad, que has faltado a unas cuantas clases o yo que sé... ¿va todo bien? - mi capullo comenzó a adentrarse en su nuevo hogar, buscando el placer que aquel nene sabía cómo darle.

-S-sí, claro... todo... -un pequeño empujón de mi polla, ya había entrado la mitad- , todo bien... jeje - mi rabo se introdujo otro poco más, podía notar como apretaba el culo luchando porque no lo hiciera pero ya era tarde. Lo tenía muy dado de sí y mi polla podía entrar sin problemas, da igual la postura. Juraría que podía verle mordiéndose el labio, intentando no emitir ningún gemido para que el casero no sospechase. Pero también noté cuando movió el culo un poco hacia atrás queriendo más polla, hasta notar mi vello y mis huevos aplastados contra su culito. Que pedazo de maricón era aquel chaval. Como sabía ponerme burro.

  • Bueno, si tienes algún problema.... -una embestida de mi rabo- lo que sea.... -otra más, esta vez le rocé la próstata y casi llega a gemir como una putita- me lo puedes contar si hace falta - el casero emepzó a sospechar. Tendría que haber parado pero aquel culo me estaba haciendo sentir el cipote en la gloria y solo quería reventarlo. Empecé a aumentar la velocidad, a darle pequeños empujones fuertes. Se tuvo que notar que todo su cuerpo se movía un poco acompasando mis embestidas.

  • Tranquilo,... -dos embestidas rápidas- nnnnn.... no es... n-no es nada... -otra más- de-de... verdaaaahhhh..... - una hasta el fondo, de nuevo todo mi rabo estaba dentro de él hasta hundirse por completo, y cómo me apretaba el cipote aquél cabrón.

Aquello ya fue demasiado. Con ese último empujón de mi rabo le obligué a apoyarse en el marco con las dos manos y la puerta se abrió, dejando que el casero viera que allí estaba yo follándome a su inquilino, complentamente ensartado en mi polla. Cuando cruzamos miradas di un par de embestidas fuertes y me paré, y al sacar el rabo el chaval cayó al suelo agotado por la tensión. Fermín se quedó mirándome, pero lejos de adrementarme le mantuve la mirada impasible. Mientras nos mirábamos sin saber qué decir el chico se levantó del suelo y mirando mi rabo aún duro, lo comenzó a chupar como si furea un chupa chups. Aquello me hizo hervir la sangre. Si no hubiera estado el casero delante le hubiera follado la boca a toda hostia hasta provocarle una arcada que le habría hecho devolver toda la comida del día. O le habría desencajado la mandíbula. Por suerte me fijé en que nuestro vecino Fermín se había quedado mirando con la boca abierta como el nene me devoraba la polla entera con su lengua, hasta tenerla toda encerrada y apretada en su boquita. Pero sobre todo me fijé en cómo se le comenzó a marcar el paquete en el pantalón, y como su lengua se repasó los labios justo antes de intentar recomponer la compostura.

  • Pe-pero... se puede saber... ¡¡¿¿qué cojones es....

No le dejé terminar la frase. De un portazo cerré la puerta mientras con la otra mano apretaba la cabeza del chaval contra mi entrepierna, enterrando mi polla en su garganta. Tuve que morderme un poco el labio para no correrme en ese momento. Pero lo que tenía en mente me parecía una idea mucho mejor.

-Vaya, vaya Fermín. ¿Se está alegrando de vernos? - le indiqué con la mirada su paquete que empezaba a marcar una buena polla dura bajo el pantalón -. A lo mejor le apetece pasar un rato con nosotros.