Ventajas de un piso pequeño
Invito a dos amigas a pasar el fin de semana en mi piso y acabamos compartiendo cama.
Hacía más un mes que lo habíamos planeado y, por fin, llegó el día. Yo aún no me lo creía, dos amigas venían a pasar el fin de semana conmigo y aunque las dos tenían novio y venían como amigas, sin derechos ni nada, yo no podía quitarme de la cabeza un montón de fantasías de todo tipo.
Os cuento. Yo me llamo Jonarsindo, Jon para los amigos, mido 1,80, soy moreno, tenía 30 años en ese momento y la verdad es que estaba bastante abandonado. Estaba en muy mala forma física y había ganado bastantes kilos de más. Mis amigas se llaman Juana y Antonia. Juana es bajita, medirá 1,60 o así, morena, ojos que a veces parecen verdes, a veces marrones, con un poco de tripita, el culo un poco fofo pero bastante bien en general. De pechos andaba normal, ni mucho ni poco, pero siempre la había visto con ropa poco favorecedora, así que tampoco sabía cómo serían. En aquel momento tenía 26 años.
Antonia es mucho más exhuberante. Medía un poco menos que yo, muy estilizada, cuerpo de gimnasio, vientre plano, culo impresionante y unas tetas que me impactaron desde el primer día que la conocí. Creo que sería una 95 que se veía realmente grande en comparación con su cuerpo delgado. Iba teñida como pelirroja oscura y tenía los ojos marrones muy oscuros. En aquel momento tenía 25 años.
Ese año había pasado unos meses trabajando en Salamanca, donde ellas viven, y ahí las conocí. Había quedado algunas veces con ellas, y más gente, y nos llevábamos bastante bien, pero nunca había pasado nada ni tenía tampoco esperanzas con ellas, porque las dos tenían novio y no estaban por la labor. Además, por las conversaciones que solíamos tener, estaba claro que éramos colegas y ya está. Sin embargo, sobra decir que les dediqué muchas de mis fantasías, sobre todo a Antonia.
Yo ya hacía tiempo que había acabado el trabajo de Salamanca y había vuelto a casa, en una ciudad costera de la provincia de Barcelona, y mantenía el contacto con ellas por MSN. Cuando se acercaba el verano, les dije de venir a pasarse unos días a mi casa, que así íbamos a la playa (y podía, por fin, verlas al menos en bikini) y las dos dijeron que sí, que a ver si quedábamos.
A mí eso de "a ver si quedamos" siempre me ha sonado a "no", pero un día de mayo estuvimos hablando los tres por MSN y decidimos que sí, que vendrían el fin de semana después de San Juan. Desde ese día, por mi mente pasaron mil posibilidades para ese fin de semana. Mi piso es muy pequeño, 35 metros, y solo tengo una cama de matrimonio de 135 y un sofá. La idea era que les dejaba la cama y dormía en el sofá, pero desde el primer momento tuve claro que tenía que lograr meterme en la cama con ellas.
Y finalmente llegó el gran día. Qué digo, el gran fin de semana. Llamaron a la puerta y eran ellas. Cuando las vi en el videoportero me dio un salto el corazón y empecé a acelerarme. Cuando les abrí la puerta de mi piso, la emoción era tan grande que no me salían las palabras. Era la primera vez que las veía en verano, con ropa veraniega, y entre los nervios y las vistas, tuve una erección instantánea, casi dolorosa. Antonia venía con unos shorts muy cortos y muy ceñidos que parecían más un culotte que unos shorts y un top de tirantes que le hacía un escote sencillamente perfecto. Juana venía con un vestidito que sin ser muy escotado, me permitía hacerme una idea aproximada de como serían sus tetas. Se veía un poco de canalillo y se dejaba intuir todo lo demás. Ahí calculé que tendría unas tetas normalitas, pero sin duda estaba deseando verlas mejor.
Tras aposentarlas, tomar algo, recuperar el aliento y hablar un rato, salimos a dar una vuelta por el paseo marítimo y empezar con las cañas y las tapas. No pasó nada interesante. Yo iba echando miradas a mis amigas, sobre todo al escote supergeneroso de Antonia, y poco más. Luego volvimos al piso, ellas se cambiaron en mi habitación con la puerta cerrada y luego lo hice yo, y fuimos a dar una vuelta turística por Barcelona, cenar por ahí, unas copas, etc.
Como íbamos con mi coche, yo solo bebí un poco en la cena y luego a base de refrescos. Ellas, en cambio, fueron bebiendo un poco de más, y yo contento de que lo hicieran. No volvimos muy tarde, porque ellas se notaban ya el cansancio de todo el día. Otra vez se cambiaron con la puerta cerrada, yo me cambié el el lavabo, y preparé un cóctel para poder beber los tres y charlar un rato.
Cuando salieron las dos con el pijama... No es que fueran especialmente sexys, pero era la primera vez que las veía así y hay que reconocer que las dos tenían un cuerpo bonito. Juana llevaba un pijama de dibujitos que se le ceñía por arriba y resaltaba sus tetas, pese a que se notaba que llevaba un sujetador deportivo debajo. El pantaloncito era más holgado y se notaba que llevaba bragas grandes. No de abuela, pero tampoco sexys, bragas de no follar. Antonia iba con una camisetita que no es que fuera ceñida, pero con sus tetamen daba igual, quedaban los pechos apretados. Tampoco se había quitado el sujetador y se notaba la forma de la copa. El pantaloncito era más holgado que el de su compañera, y también llevaba bragas de no follar. Yo iba con un pijama corto fino, y me había dejado los calzoncillos de momento para que no cantara tanto cuando me empalmaba.
Estuvimos un rato con el cóctel hasta que dijeron que era tarde, que iban a dormir. Les dije "Venga, vamos", las cogí por la cintura y me las llevaba a la habitación.
Juana - No te flipes, tú al sofá, que nosotras necesitamos intimidad.
Yo - Venga, que me pongo en un rincón y no molesto.
Juana - No sueñes! Anda buenas noches.
Yo - No os da pena dejarme dormir en el sofá en mi propia casa?
Antonia - Oye, que es verdad, que en la cama cabemos los tres.
Juana - Qué dices! Cómo nos vamos a meter los tres en la cama. Ya duermo yo en el sofá.
Yo - No, es igual, ya me quedo en el sofá, no pasa nada.
Antonia - No, hombre, que te vas a desmontar, si ni siquiera coges entero.
Juana - Claro, como soy la más pequeña, me toca el sofá a mí.
Yo - Porque quieres, en la cama cabemos todos.
Antonia - Eso, así nos damos calor.
Juana - Bueno, como queráis, pero sin propasarse, eh!
No me lo podía creer. Había logrado mi sueño de meterme en la cama con dos bellezones. Vale, no era precisamente para pasar una noche de sexo salvaje, pero ahí estaba yo con las dos. A mí me dejaron a un lado, Juana se puso en el centro y Antonia en el otro lado. Yo estaba muy muy cachondo, pero si salía a hacerme una paja iba a cantar mucho, porque el piso es muy pequeño y se oye todo, así que estaba con un calentón de infarto, con dos macizas y sin poderme aliviar.
No podia dormir, estaba muy muy inquieto, y estas empezaron a medio roncar. Ahí aproveché para ir al baño a cascarme la madre de todas las pajas. Cuando volví más relajado, me metí en la cama, intenté meterle mano un poco a Juana, aprovechando que estaba al lado, pero me gruñía y se apartaba, así que me dormí y no paso nada de nada.
Por la mañana me desperté con el movimiento de mis chicas. Antonia no estaba y quedábamos Juana y yo en la cama, los dos despiertos. Hablamos de lo que íbamos a hacer y eso cuando apareció Antonia en la puerta envuelta en una toalla. Me quedé blanco.
Antonia - Jaja, vaya cara. No te emociones tanto, que te va a dar algo.
Se quitó la toalla ante mi asombro y llegó mi decepción, llevaba bikini debajo. La decepción duró poco porque era la primera vez que la veía en bikini. Era un bikini verde y le quedaba genial. Claro que con ese cuerpazo, lo raro sería que le quedara mal algo. Entonces fue el turno de Juana y yo me levanté para empezar a preparar las cosas. Juana volvío, también en bikini, uno azul y negro que no lucía tan bien como su amiga, pero que le quedaba muy bien también. Aunque quedara un poco eclipsada por Antonia, hay que decir que Juana estaba muy buena. Aunque con más tripita y más flaccidez, yo desde luego nunca le diría que no.
Cuando bajamos a la playa, me sentía un poco Torrente, con mi panza cervecera rodeado de dos bellezones. En la arena las empecé a picar para que se quitaran la parte de arriba, pero nada. Bocabajo sí se desabrochaban, pero antes de girarse se lo volvían a acomodar. Estuvimos muchas horas en la playa. A mí la verdad es que la playa no me llama demasiado, el único aliciente que le veo son las chicas, y ese día iba bien servido, pero aún y así, tantas horas ya me aburría. Les decía de hacer cosas, pero solo querían estar tumbadas en la arena y remojarse de vez en cuando. Empecé a tirarles del nudo del bikini más por aburrimiento que por otra cosa. Me iba a nadar y volvía para mojarlas. Vamos, que me portaba como un niño pequeño cuando va a la playa con sus padres y pasan de él.
Y entonces, la Virgen y todos los santos se apiadaron de mí y pasó algo que nunca olvidaré en la vida. Juana me dijo "A ver si así nos dejas estar tranquilas un rato" y se quitó el sujetador del bikini. Dejando sus tetas blanquitas a un metro de mi cara. Mi cara tenía que ser un poema y, efectivamente, me quedé petrificado un periodo no especificado de tiempo. Antonia se despollaba. La tetas de Juana no eran como me las imaginaba, eran más grandes. Aunque no había cogido mucho sol y estaba bastante blanca, la blancura del triángulo que rodea el pezón era muy marcada. No me extrañaría nada que esa fuera la primera vez que hacía topless. Sus areolas eran grandes y oscuras, y el pezón, más clarito, sobresalía bastante.
Quedo como un salido que no había visto nunca unas tetas en directo en su vida, pero la verdad es que me costó reaccionar y dejar de mirarla. Y cada vez que me giraba hacia ella se me caía la mirada, no lo podía evitar. Las dos se cachondeaban de mí, normal, y yo iba mirando a Antonia y le decía que si no se animaba ella también, ahora que el fin de semana iba cada vez mejor, yo lo veía todo posible. Sin embargo, Antonia no se animó.
Después de la playa, nos volvimos a duchar, nos pusimos guapos y les enseñé mi ciudad. Cómo íbamos sin coche, yo también bebí más en la cena y luego de copas, y acabamos llegando a mi piso bastante contentillos, aunque sin desfasar. Esa noche, Juana no llevaba sujetador debajo del pijama, le quedaban las tetas más sueltas y juguetonas. Antonia sí. Le pregunté si no le molestaba el sujetador para dormir y me dijo que sí, que para dormir se lo tiene que quitar, pero que ya en la cama que no quiere dar el espectaculo.
Tras un rato de seguir bebiendo y de soltar burradas, fuimos a la cama. Yo la verdad es que estaba en un estado que aunque se hubieran dejado, no hubiera podido cumplir. Y con el alcohol y la inconciencia, así mismo se lo dije.
Yo - Ya me vale. Dos macizas para mí solo y voy tan taja que no puedo hacer nada.
Juana - Qué pena! Nos vas a dejar con las ganas.
Antonia - Tendremos que darnos amor tú y yo, que este no puede.
Empezaron así a picarme, en broma pero picando. No hacían nada, solo lo iban diciendo para provocarme, y con la tontería, se me iba poniendo morcillona.
Juana - Y eso que se ha pasado todo el día mirándome las tetas, es impotente.
Antonia - Jaja, seguro. Solo quiere vernos las tetas para hacerse pajas, después nada de nada, se le va la fuerza por la boca.
Yo - Eh, un poco de respeto, que las que ahora habláis mucho pero luego las que no queréis nada sois vosotras.
Antonia - Y tú sí quieres? Quieres follarnos a las dos? Pero si no puedes ni con una!
Juana - Pobre, déjalo. Nos estamos pasando con él. Vamos a dormir anda.
Antonia - Sí, es verdad. No te enfades Jon, que es broma.
Yo - Venga, buenas noches.
Antonia - Pero no te cabrees hombre, que hemos venido para pasarlo bien. Perdónanos.
Les dijes que sí las perdonaba, aunque me habían jodido un poco en mi orgullo, porque era verdad que no hubiera podido hacer nada. Apagamos las luces y nos dormimos.
La mañana siguiente me levanté muy pronto para lo que habíamos dormido, y mis amigas estaban completamente dormidas. Me arrimé a Juana, que la tenía al lado, y empecé a acariciarla por debajo de la camiseta. Como no decía nada, fui subiendo la mano hasta las tetas y empecé a sobarlas bien. No solo se dejaba hacer, sino que se puso bien para que tuviera más facilidad para agarrarla, así que me entregué en cuerpo y alma a sus tetas. Intenté levantarle la camiseta, pero no podía y hubiera despertado a las dos, así que me quedé sin ver lo que estaba amasando. Cuando me cansé de sobarle las tetas, fui bajando hacia su coño. Le metí la mano debajo de las bragas y empecé a acariciar, pero rápidamente me tapó la mano con la suya y la empujaba hacia arriba, como diciendo que solo las tetas. Ahí me di cuenta de que no estaba dormida, solo lo fingía.
Volví a sus tetas un rato y decidí probar suerte con Antonia. Repetí la operación, pero se giró bocabajo, así que fui a por el culo. Ahí no hice nada, así que aproveche para repasarlo bien. De vez en cuando volvía a las tetas de Juana, estaba en un sueño hecho realidad. En una de esas, le estaba sobando el culo a Antonia cuando Juana se gira hacia a mí y con su cuerpo, ya no llegaba bien a la otra, así que le meto la mano debajo de las bragas y empiezo a sobarle el culo. Noto su respiración en mi cuello y la busco para besarla. La encuentro y empezamos a darnos el lote bien, con Antonia durmiendo o fingiendo dormir al lado.
Le levanto la camiseta y empiezo a comerme esas tetas blanquitas que había visto antes. Juana cada vez se corta menos gimiendo. Vuelvo a intentar meterle mano en el coño, pero me susurra al oído "Ahí no, por favor". Eso me pone burrísimo y seguimos ahí con el magreo, hasta que Antonia hace un ruido y Juana me dice que se va a duchar y se levanta.
Antonia sigue durmiendo, o fingiendo dormir, no lo sé, y está boca arriba aprovechando que hay más sitio libre. Con lo que acaba de pasar, me arrimo y empiezo a meterle mano por debajo. Se deja, así que voy a las tetas y me recreo incluso más que con Juana. Son las tetas más perfectas que haya tocado en la vida. No me caben en la mano, y eso que tengo las manos grandes. Le levanto la camiseta lo que puedo, pero no es suficiente ni de lejos, no puedo ver nada. Voy a meterle mano por abajo y se gira hacia a mí, metiéndose para adentro para que no puede hacer nada. Ahí sigo intentando subir la camiseta, pero sigo sin poder. ¡Y entonces va ella y dice "¡Joder!" y se la quita.
Me quedo un poco parado, porque está claro que sabe que sé que no está dormida, pero se pone como antes, tumbada de lado y con las tetas al aire. Estoy tentado de encender la luz para poderlas contemplar como es debido, pero me corto y me limito a metérmelas en la boca, todo lo que puedo, y disfrutar como un enano. Estoy tan enfrascado en lo mío que cuando Juana vuelve de la ducha y abre la vuelta doy un bote del susto. Con la luz que entra del pasillo puedo ver mejor lo que tengo el placer de degustar, pero no tanto como me gustaría.
Antonia se despereza en la cama y como ya estamos todos despiertos y conscientes y se ha acabado la función, abro la ventana para que entre luz y poder ver esa obra de arte de la naturaleza. Pensaba que entonces se acabaría el embrujo, pero nada más lejos, así sigue Antonia, con sus tetazas al aire. Juana en ropa interior. Unas bragas un poco más monas, negras con encaje, y un sujetador que no conjunta pero que le queda bien.
Mientras Juana entra y se sigue vistiendo, me fijo en las tetas de Antonia, enormes. tiene las areolas muy pequeñitas y rosadas el pezón marrón. Sus tetas son realmente increíbles y voy a por otra ración. Empiezo a lamerle un pezón mietras amaso la otra teta y me dice que ya está bien, que le devuelva las tetas que las necesita. Lo dice riendo y aunque me duele en el alma quedarme sin ellas, no me queda otra que devolvérselas. Eso sí, no sin antes darle un beso de despedida a cada una.
Después de comer se fueron y hemos seguido manteniendo el contacto por MSN. De vez en cuando sacamos el tema de lo que pasó en mi piso y me hago unas buenas pajas recordándolo.