Venta de Garaje
Buscando gangas de segunda mano en ventas de garaje, Verónica se encuentra con una que no va a poder rechazar.
Historia publicada por CollaredSlutGirls el 21 de Marzo de 2019 que se desarrolla en el mismo mundo en que las historia anterior Recolección.**
Al igual que la anterior historia la he traducido y cambiado algunas expresiones para facilitar su lectura. Espero que disfruten del trabajo del autor.
Historia 2: Venta de garaje
Ya hemos estado en cuatro ventas de garaje desde que salimos de casa esta mañana y ahora conducimos sin saber dónde, cuando de repente Verónica grita de alegría mientras navega por internet.
A Verónica le encantan los mercadillos, las ventas de garaje, las tiendas de segunda mano, los bazares comunitarios y cualquier otro lugar en el que pueda encontrar una ganga, y pasa horas casi todos los sábados por la mañana visitando todos los que puede encontrar en los anuncios clasificados locales, en varios sitios web y en otras redes sociales, o simplemente conduciendo por zonas probables y manteniendo los ojos bien abiertos.
Aunque claro, al final el que conduce soy yo mientras ella sigue investigando por internet nuevas ubicaciones de posibles lugares de venta. Así es como ha descubierto esta última venta de garaje en una pequeña urbanización alejada de los caminos habituales, momento en el que chilló con entusiasmo y me ordenó que detuviera el coche de inmediato para dirigirme al nuevo destino.
‘Vete despacio Todd, no vayas a pasarte el desvío;’ me ordena con un tono que ya empieza a irritarme después de llevar horas conduciendo de un sitio a otro.
Detengo el coche junto a la acera, detrás de una larga fila de coches cuyos conductores ya están examinando las oportunidades de ganga esparcidas en mesas de cartas baratas, muebles de segunda mano o simplemente colocadas encima de mantas y sábanas extendidas sobre el césped.
‘Cariño, ¿de verdad tenemos que visitar otro de estos? El partido empieza en media hora y tardaremos casi ese tiempo en volver a casa’, la digo mirando el reloj.
‘Oh, vamos Todd, no me llevará mucho tiempo’, me contesta Verónica sin mirarme, observando con ojos anhelantes las baratijas reunidas mientras comienza a andar con paso firme en sus cómodas zapatillas de tenis- nada de tacones altos cuando se trata de buscar rebajas, no señor- hacia la multitud.
Eso es lo que dijiste hace dos horas’, la digo enfadado aunque al final marcho fielmente detrás de mi novia.
Menos mal que Verónica es una fiera en la cama, y en cuanto acabe el partido voy a cobrarme todo el tiempo perdido por la mañana follándomela hasta que suplique que me detenga, aun así hay veces que pienso que el sexo no compensa mañanas como estas.
A los pocos minutos, a pesar de las perspectivas futuras, estoy aburrido como una ostra. Mientras Verónica no deja de regatear como una comerciante de camellos por algún tipo de chuchería de cristal, yo me quedo rápidamente sin ningún tipo de mercancía que pueda atraerme. El puñado de DVDs que hay sobre la mesa son en su mayoría de dibujos animados para la familia y tutoriales de golf, mientras que los libros se reducen a manuales de cocina y libros de autoayuda.
‘Psst’, oigo a mi espalda y me giro para ver a un hombre que me observa cerca de la esquina de la casa principal cuyo césped se está utilizando para la venta. El hombre esta vestido con poco más que unos pantalones cortos y una camisa hawaiana abierta, mostrando su barriga cervecera pastosa, y un par de chanclas sucias. Pero tiene una botella de Corona abierta en la mano y parece mucho más feliz de estar aquí que yo, así que me acerco a saludar al hombre, que resulta llamarse Fred.
‘Pareces aburrido’, me dice Fred y simplemente asiento como respuesta.
‘La verdad es que sí, esto no es algo que realmente me guste’, añado a mi respuesta anterior.
‘Es comprensible’, me comenta Fred sonriendo. ‘A mi mujer le encanta celebrar estos mercadillos de vez en cuando, pero tampoco son de mi agrado. Yo me encargo de las ventas del patio trasero. Esa es la única razón por la que la dejo hacer estas cosas’.
‘¿Las ventas del patio trasero?’ le pregunto intrigado.
‘Sí, ahí es donde se guardan las mercancías buenas. ¿Por qué no vienes a comprobarlo?’ me dice indicándome que le siga.
Me encojo de hombros, decidiendo que no tengo nada que perder, y sigo a Fred por el lateral de la casa hasta un amplio patio trasero donde media docena de hombres pasean e inspeccionan la mercancía expuesta.
Enseguida llama mi atención el tipo de mercancía expuesta: una docena de pequeñas jaulas, cada una de las cuales contiene una joven amordazada y gimiendo.
‘¿Esclavas?’ Le pregunto sorprendido.
‘Sí, hemos tenido que conseguir un permiso especial, pero vale la pena’, me responde Fred. ‘Recogemos unas cuantas chicas de todo el barrio y los alrededores y lasponemos en oferta y ganamos un buen dinero al venderlas, por no hablar de los beneficios que tenemos como organizadores de la venta’.
‘¿Beneficios?’ pregunto intrigado.
‘Bueno, sí, podemos follárnoslas a todas desde que las adquirimos hasta que las ponemos a la venta el día que hacemos el mercadillo, tenemos a alguna de estas zorras desde hace dos semanas,’ me explica Fred con una sonrisa en el rostro, ‘Es una buena manera de empezar el fin de semana con la tarea de la venta de garaje’.
‘¿Y como conseguís a todas esas zorras?’ sigo preguntando.
‘Bueno tenemos un acuerdo con las Patrullas de Recolección locales, que a cambio de un porcentaje de la venta nos traen a algunas de las putas que recogen;’ me dice Fred, ‘Pero además los vecinos que pueden donan hijas, sobrinas y familiares;’ continúa explicándome.
‘Esa morena de ahí con esas hermosas tetas es la chica de Colin, dejó la universidad y no quería moverse del sótano, hace dos semanas Colin la sacó a rastras del sótano y la metió en una de las jaulas, aúlla como una cerda degollada cada vez que alguien le folla el culo, pero también se corre como una loca cada vez.’
La rubia junto al árbol de azalea es la hija pequeña de Bob. Cumplió los dieciocho la semana pasada y quiso huir con su novio inútil, Bob dijo que para que acabase esclavizada en cualquier parte la esclavizaba el mismo y la metió en una de las jaulas para que disfrutásemos de ella, le regalamos un barril de cerveza como agradecimiento;’ comenta con una carcajada.
Sin dejar de hablar Fred se acerca a una jaula, donde una bonita pelirroja le dirige una mirada suplicante al verle acercarse.
‘Y esta es mi Stacy, tiene veinte años y quería ir a Europa a vivir una especie de viaje cultural. ¿Pero quién puede permitirse eso en estos tiempos?’ me pregunta como si yo supiera la respuesta.
‘Al decirle que no podía ir, empezó a quejarse sin parar, así que finalmente la desnudé y la coloqué el collar, luego llamé a todos sus compañeros de clase y les dejé hacer lo que quisieran con ella. Es una pena ver que no va a alcanzar todo su potencial, pero estoy seguro que será más feliz como puta de algún hombre que como oceanógrafa. Te la dejo por cien dólares;’ me dice sorprendiéndome.
No puedo evitar sonreír ante la oferta de Fred. ‘Me parece un poco cara para un hallazgo de una venta de garaje que seguramente habrá sido follada por todo el vecindario. ¿Cómo sé que vale tanto?’ le replico.
‘Pruébala y verás, sigue siendo un coño estrecho y agradable, te resultará un buen polvo;’ me ofrece Fred. ‘Mientras la pruebas me acercaré a Carrie y la daré otra buena follada. Vino al vecindario hace un par de meses y desde el principio no dejó de quejarse del ruido que hacíamos en nuestras fiestas del día del partido, así que una mañana la atrajimos a mi casa y la esclavizamos en cuanto entró por la puerta. Todavía nos mira mal cuando nos la follamos, pero también le encanta, como debe hacer toda buena puta con un collar al cuello.’
Mientras veo como Fred se acerca a follarse a una mujer de unos treinta años bastante atractiva que no para de retorcerse en su propia jaula mientras chupa la polla de otro cliente a través de la abertura de la parte delantera de la malla metálica, camino detrás de Stacy y encuentro una abertura similar en la parte trasera de la jaula que permite un fácil acceso al coño empapado de la esclava.
‘Bueno, chica, vamos a ver si de verdad vales un Benjamín completo, ¿te parece?’ la pregunto de forma retórica para segundos después de liberar mi polla de los pantalones, hundirla hasta las pelotas en el coño de la joven zorra.
Stacy aúlla a través del anillo que fuerza su boca, pero enseguida me doy cuenta de que es un grito nacido más de la lujuria frustrada que de la indignación real. Después de una noche en la que sus antiguos compañeros de clase y todos los amigos de su padre la han follado hasta la extenuación, probablemente está demasiado perdida para volver a ser una mujer libre y yo no tengo ningún interés en ella, excepto como mi juguete personal durante este corto periodo de tiempo.
Pronto consigo un ritmo de trabajo mientras empujo más violentamente en el coño de la zorra que no deja de retorcerse en mi polla, y no puedo evitar sonreír cuando se corre alrededor de mi polla con un chillido confuso de miserable alegría. Consigo arrancarle tres orgasmos más antes de sacar mi polla y rociar mi semen sobre sus nalgas y su espalda.
Mientras me subo la cremallera de los pantalones y me doy la vuelta para mirar los ojos de la chica, que ahora parecen suplicarme, no por la libertad, sino por mi dominio, me decido y voy a buscar a Fred, que esta terminando con la jadeante Carrie, que ya no parece enfadada, sino simplemente excitada, ya que ella también abraza totalmente su esclavitud.
‘Entonces, ¿qué te parece?’ me pregunta Fred al verme acercarme.
‘Es justo lo que estoy buscando, le digo. ‘Pero cien dólares me sigue pareciendo mucho dinero.’
Comienzo el regateo, pero me veo interrumpido de repente cuando Verónica dobla la esquina de la casa y se acerca a nosotros con gesto enfadado.
‘Todd, pensé que tenías prisa,’ me dice Verónica. ‘ Me han dicho que hay otra venta dos kilómetros más adelante, todavía podemos llegar antes de que acabe si nos vamos ahora.’
Miro a mi exigente novia y al volver a mirar a Fred una idea viene a mi cabeza.
‘Te cambio a mi novia y cincuenta dólares por Stacy,’ le propongo a Fred.
‘¡Hecho!’ me contesta Fred sin pensárselo, ‘Tiene pinta de ser un buen polvo, estoy seguro de que disfrutaremos follando con ella hasta que la vendamos en la próxima venta de garaje.’
Verónica me mira nerviosa intentando alejarse de mí, ‘¿Cambiarme...?’ titubea, pero antes de que pueda salir corriendo me coloco detrás de ella tirando de sus brazos a la espalda mientras Fred saca un par de esposas para bloquearlas.
‘Todd, por favor no puedes hacer esto;’ me suplica incluso cuando la demuestro que si puedo arrancándola la ropa hasta quedarla desnuda en segundos mientras Fred mete una mordaza de anillo en la boca de Verónica y la abrocha detrás de su cabeza, transformando sus negaciones y súplicas en un galimatías.
‘Y ahora, la pieza de resistencia,’ bromea Fred mientras se acerca a una mesa y saca un collar de repuesto de uno de los cajones. Verónica, arrodillada y sujeta por mi firme mano sobre su hombro, gime al verlo, pero no puede hacer nada mientras su nuevo Amo se lo pone alrededor de su delgado cuello.
‘Aquí está la llave de la jaula de Stacy;’ me dice Fred lanzándome un objeto metálico que me guardo en el bolsillo, mientras le entrego unos billetes a Fred.
‘Oye Todd, aquí hay sesenta dólares;’ me dice Fred.
‘Quédate con el cambio;’ le digo. ‘Me haces un favor al quitármela de encima.’
Me acerco a la jaula de la pelirroja y, abriendo la cerradura con la llave, saco a la cansada zorra de ella y me la echo al hombro.
‘¿Quieres despedirte?’ la pregunto, volviéndome para ver cómo Fred inclina a Verónica sobre una mesa de picnic y comienza a violar su espasmódico coño mientras aprende su nuevo papel en la vida como una zorra buena solo para follar.
Stacy murmura una negativa a través de su mordaza y la llevo hasta el coche arrojándola en el asiento del copiloto antes de subirme yo mismo al coche.
‘Bueno, chica, he pagado un buen dinero por ti, así que más vale que seas una buena esclava;’ la digo y sonrio al verla asentir enérgicamente, sus ojos ahora brillan deorgullo al conocer a su nuevo Amo.
‘Genial;’ la digo, ‘Se acabaron las ventas de garaje, ¿De acuerdo?’
Stacy vuelve a asentir con entusiasmo y me rió mientras salgo a la carretera principal y fuerzo la boca de mi nueva zorra en mi polla de nuevo mientras conduzco a casa para ver el partido y follarme a mi nueva propiedad un par de veces más mientras tanto.